Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1.

Una odiosa melodía se escuchaba por toda mi habitación, esa odiosa melodía que me daba a entender que era hora de dar inicio nuevamente a mi cotidiano infierno. Me sentía agotado física y mentalmente, las pesadillas cada vez eran más frecuentes, pero con el mismo escenario; Yo, cayendo en un agujero negro mientras se escucha un lastimero ruego.

«—Liam...Mi querido Liam.» Es lo que decía aquella rota voz. Pero yo no dejaba de caer al vacío, perdiéndome en la oscuridad.


Observo de reojo la hora que marca el reloj digital, que está en mi mesita de noche, y marca las seis y quince de la mañana. Suelto un suspiro y fijo mi mirada en el techo.

La misma rutina de siempre.—digo en un murmuro que solo yo escucharé, ya que nadie vendría a este lado de la casa.

Mi casa—una mansión por decir así—con incontables habitaciones en las cuales habita el Alfa con su Luna y familia. En este caso con mi hermana y claro con... Paul. De la decepción y asco que les provocaba—y provoco—mis padres me dieron el sótano de la mansión. Un lugar oscuro, grande y frío; es mi hogar. Con el tiempo lo fui remodelando, poniendo y quitando cosas, como para que tuviera un ambiente cálido. Total, solo mi propia compañía tengo.

Con un suspiro resignado me levanto y me dirijo al baño. Observo fijamente el reflejo que me da el enorme espejo en frente de mí. Mi cabello negro se ve sin vida, no sé qué corte tengo ya que yo mismo me lo corto. Mis cejas espesas, que muy pronto se unirán y formarán una sola, mi rostro pálido lleno de cicatrices. Soy un hombre lobo, pero no por eso soy inmune a la fealdad. Y lo que más odio de mi rostro; mis ojos.

Heterocromía Iridium, para los humanos, pero para mi familia una maldición. Todo un monstruo.


Mis iris son de distintos tonos; el izquierdo es de un color turquesa bastante extraño con motes negras, en cambio mi ojo derecho es de un tono café con motes rojos.

Luego bajo la mirada a mi esquelético cuerpo. No hago ejercicios, no me gusta. Por lo tanto no tengo nada de músculos ni nada por el estilo. Se supone que para lograr tener más masa muscular—y músculos—debo de dejar salir a mi lobo diariamente y practicar varios ejercicios. Pero solo una vez dejé salir a Zurich. Sí, así es como se llama mi lobo. Y sólo para la vez que me transformé pude hablar con él.

«Liam.», Escucho el típico lejano gruñido. Cierro los ojos y masajeo mis sienes. Nunca ha sido sencillo privar a mi lobo de comunicarse y tomar control de mi cuerpo. A veces trata de pasar la barrera que coloqué entre mi subconsciente y la de él, y gracias a la Diosa Luna con los años me hice muy habilidoso al bloquearlo, porque si no fuera así...no me gustaría ni imaginar lo que Zurich sería capaz de hacer.

Una vez siento que desaparece la opresión que Zurich provocó al querer tomar el control nuevamente, le doy una última mirada a mi lamentable aspecto y me dirijo a paso lento hacía la ducha. Me tomo mi tiempo bajo esa helada agua, a ver si de alguna manera me ayuda a despejar mente.

Pasan unos buenos minutos hasta sentir mis dientes castañear, cuando decido apagarla, salir y vestirme. Tomo uno de mis viejos pantalones de mezclilla negro, y dado que no cuento con un amplio vestidor, es el tercero mejor que tengo. Ya es suficiente malo no contar con el físico de todo hombre lobo como para ponerme un pantalón que además de quedarme corto me quede flojo. Paso la camisa manga larga—del mismo color de mi pantalón—por mi cabeza. Y salgo del cuarto de baño. Lastimosamente con las camisas no puedo hacer mucho, ya que me quedan flojas o parecen una mini-seta; y prefiero mil veces que me queden flojas.  Por último me pongo unas cómodas tenis que casulamente son negras.


Busco con la mirada mis cosas y las encuentro sobre un sillón individual que forma parte de una mini sala o el intento de sala; en este enorme lugar. Coloco mi gastada mochila al hombro, agarro las llaves del sótano, y por último mi celular; que solo recibe mensajes y llamadas. No desayuno, tanto porque no tengo el suficiente apetito como el hecho de que no he ido hacer la compra. Aunque bueno, también está la otra alternativa; que sería subir. Pero eso significa que tendría que encontrarme con mi “familia”.

Preferiría morir de hambre que tener que enfretarme a ellos.

Antes de irme por una pequeña puerta que da directamente al bosque, le doy una rápida mirada al reloj nuevamente; siete y quince minutos. Entro a las ocho, y de aquí al instituto de la manada me toma cerca de media hora. Suspiro con pesadez y me dirijo a la puerta.

Adiós, digo en mi mente antes de cerrarla e ir directo a otro de mis infiernos.

—Hace años la rivalidad entre especies fue resuelta, especialmente la más poderosa; la vampírica y la licántropo.—la voz del profesor suena fuerte y clara por todo el silencioso salón.

Les doy una mirada de reojo a todos mis compañeros, la gran mayoría ya van por su segunda vez en el instituto. Ya que es obligatorio que los jóvenes de cualquiera de las especies vayan dos veces al instituto antes de cumplir cien años. Nunca he entendido del todo porqué. Según lo que uno de los profesores nos explicó es que todos los seres sobrenaturales tienen un lapsus de vida más largo que los humanos. Para un humano setenta u ochentas años es una gran cantidad de años cumplidos, para nosotros tener cien o más es algo completamente normal. Por no mencionar que nosotros empezamos a envejecer casi que a los doscientos años. Y el vivir bajo el ojo de los mortales, así como acostumbrarnos a la época, el consejo decidió que para seguridad de todo ser sobrenatural es obligatorio asistir dos veces al Instituto; con el fin de conocer las nuevas costumbres de la época vívida.

Lo sé. Todo un dolor de cabeza.

—¿Y cómo se detuvo aquella rivalidad?—pregunta una joven loba pelirroja interrumpiendo mis pensamientos. El profesor la observa descaradamente, frunzo el ceño al ver la lujuria brillando en sus ojos grises opacos.


—¡Oh Jane! Qué gusto que hayas preguntado.—le contesta el profesor con una sonrisa lobuna, que borra al instante cuando el chico que está al lado de ella le gruñe. Algunos se ríen en voz baja, el profesor trata de hacerse como que no ha pasado nada, pero sus mejillas están algo sonrojadas.

—Según cuenta la leyenda, hace más de doscientos años nació una joven híbrida, la primera de la historia, que como saben para ese entonces era prohibida la mezcla entre especies.—empieza a relatar y todos guardan silencio y escuchan atentamente. —Para ese entonces solo había una—y única —manada de la cuál Rahven Black era el Alfa. Él era el primer Alfa del mundo sobrenatural, un majestuoso lobo negro. Todos los demás líderes del mundo le temían, excepto una persona, la reina de los vampiros y la última sangre pura del linaje D' Buonarroti; Angelic D'Buonarroti.

»Muchos dicen que esa reina era cruel con razas enemigas, que poseía poderes increíbles que hasta el mismísimo diablo temblaba en presencia de ella. Ellos eran superiores a los demás, nadie entraba en conflicto contra ellos, porque ninguna especie era rival, excepto, quizá ellos mismos.

Ambos eran orgullosos y trataban de ejercer su voluntad por encima de los demás, por lo tanto para nadie fue una sorpresa cuando empezaron las guerras entre ambas especies. Ya que ambos reyes no toleraban que nadie los desafiara. Lo que había empezado como una forma de ver quién era superior al otro, se tornó en algo personal. Hasta el punto que ambos reyes tuvieron que unirse al combate, pelear codo con codo junto a su especie, junto a su gente.«

El profesor toma un largo respiro y sonríe cuando nos ve a todos atentos. Se pasea enfrente de nosotros, aunque sea un viejo pervertido y tenga cierta obsesión por las chicas jóvenes, tiene una forma de enseñar Historia muy bien.

—Ambos reyes habían llegado a su límite, muchas vidas se habían perdido por tratar de ver qué especie era el líder, si los vampiros o los licántropos.—prosigue con el relato. —Por eso cuando sucedió la última guerra entre estas especies se decidió que fuese líder contra líder. Nadie más.

»Ellos nunca se habían visto, nunca. Por eso para ambos fue sorprende cuando se encontraron frente a frente, sin embargo, eso no fue lo único sorprendente. Nuestro Rey y Alfa, se había prendado de ella, había reclamado como suya al enemigo, en frente de su gente. Y lo que es más sorprendente, ella, la reina de los vampiros y la última sangre pura, le había correspondido. Ambos se reclamaron como suyos, por ende aquella absurda guerra había finalizado.
Sin embargo en aquel tiempo eso no era aceptable, nadie veía con buenos ojos aquella relación.

Angelic y Rahven se casaron apenas tuvieron oportunidad. Pero como dije; era prohibida la relación entre especies que no fuera de tu misma raza. Pero nadie se atrevía a decir nada, ¿Cómo hacías para llevarle la contraria y prohibirle algo a tu líder, a tu Rey? Pero todo eso empeoró, cuando se dio la noticia que la Luna de los lobos y Reina de los vampiros estaba embarazada. Los odiaron. Nadie se alegró por aquella noticia. Ella por ser una vampira sangre pura y llevar al futuro Alfa en su vientre, su embarazo duró solo seis meses. Seis meses en los cuales varios grupos renegados buscaron la forma de hacer caer a sus líderes y matar a ese monstruo. Porque para rematar no era él Alfa sino la Alfa. Era inaudito tener una Alfa mujer y más una híbrida.

Entonces llegó un día que no aguantaron más y se desató un golpe de estado. Sus líderes cayeron, pero no cayeron solos, muchos—casi que la mayoría—cayeron junto a ellos.

La niña, la primera híbrida de la historia con solo tres meses de nacida quedó a cargo de una bruja, la cual había jurado lealtad eterna a sus señores.«

Vaya...Quién iba a pensar que razas enemigas, o mejor dicho sus líderes se hayan enamorado. Realmente ninguno de nosotros tenemos control sobre quienes son nuestros mates.

—¿Y qué pasó después?—pregunta un chico, Fae, que tiene el cabello blanco. Alzo mi mirada nuevamente al profesor.

—La rivalidad entre especies siempre ha existido, pero al no tener a las dos especies más poderosas en su camino las otras se alzaron tratando de tomar el
“liderazgo”.—comenta mientras le da una mirada rápida a todos. —Ni siquiera cuando habían pasado cerca de doscientos años aquella guerra se detenía, todo era un caos. El mundo sobrenatural necesitaba de alguien que fuese superior a los demás. Y ese alguien no era nada más y nada menos que aquella niña híbrida, a la que todos habían despreciado solo por haber nacido de una relación prohibida. Pero eso nada importaba porque ella había vuelto para recuperar lo que se le arrebataron. Ella los doblegó a todos, los obligó a dejar aquella rivalidad. Porque ella ahora era su señora, reina, alfa y líder.

—¿Cuál es el nombre de ella?—interrumpió la historia una joven humana.

—Su nombre es...—pero antes que termine de responder suena el timbre para almuerzo. El profesor nos da una sonrisa malévola antes de decirnos que para la otra clase debemos de traer un ensayo de mil palabras sobre la historia de nuestros antepasados.

Lo que faltaba.

Un largo suspiro sale de mis labios. Recojo las pocas cosas que tengo y me dirijo al comedor.

—Una hamburguesa. —le pido a la cocinera. Ella me dirige una mueca de asco antes de ponerla sobre mi plato de muy mala gana. Corro mi bandeja para que otra cocinera me eche unas papas, lo cual lo hace, también de mala gana. Agarro una botella de agua y busco con la mirada alguna mesa vacía. Encuentro una al final del comedor, pero toda la mesa está repleta de basura. Ni modo. Me encamino a la mesa, mientras hago malabares para que la mochila no se me caiga. Dejo la bandeja sobre la mesa, limpio un poco el lugar y me dispongo por almorzar.

Observo fijamente aquella comida en frente de mí, insípida, esa es la palabra correcta. Pero es eso o morir de hambre. Suspiro y dejo que mi mirada recorra todo el comedor. Todas las mesas están con su respectivo grupito, los populares, dónde mayormente están los de rangos más altos, los que son muchos más poderosos. En cada mesa por lo menos hay un vampiro, hombres/mujeres lobo, hadas, brujas, ninfas, etc... En este pueblo habita mucho ser sobrenatural. Sobre todo los que tienen alguna conexión con la naturaleza. Sí, hay vampiros, pero no son muchos, así como los humanos.

Unas carcajadas muy estruendosas llaman mi atención. No puedo evitar hacer una mueca, ¿cómo olvidar aquella mesa? Que es donde está la gran mayoría de lobos, porque es donde está mi manada. Paul tiene a una linda chica en sus piernas mientras la manosea y se la come literalmente en frente de todo mundo. Un escalofrío me recorre cuando se da cuenta que lo estoy observando fijamente. A lo que me da una sonrisa malvada y burlona.

No otra vez.

Veo que le dice algo a su Beta el cual me ve con una sonrisa malvada.

—¡Oigan!—grita Mark, el Beta de Paul. Todos en el comedor levantan la mirada para observarlo y un nuevo escalofrío me recorre el cuerpo entero.

—El monstruo.—escupe con asco. Todos ríen divertidos, pero yo no comparto su misma diversión. —Quiere un poco más de...comida.

A todos se les forma una sonrisa malvada mientras ponen su atención en mí.

Oh no.

—¿Listos?—pregunta con emoción mientras agarra una buena porción de comida. —¡Ahora!

Y como si de granadas se tratara, una enorme cantidad de comida fue a parar a mi ropa, cuerpo, cabello y ojos. Solo pude proteger mi mochila. Luego que terminaron de tirar toda su comida en mí, estallaron en carcajadas.

“Don nadie”

“Monstruo”

“Mediocre”

Eso, y muchas cosas más hirientes empezaron a decir en mi dirección. Sentía mi cara arder de la rabia y la vergüenza. Levanto uno de mis brazos, con mis dedos temblorosos limpio mis ojos y me trago aquel nudo que se ha formado en mi garganta. No lloraré, no quiero darles otro motivo para que se burlen de mí. Respiro profundo y con toda indiferencia me levanto, medio sacudo la comida pegada a mi ropa, agarro mi mochila y me coloco al hombro. Dejo mi mirada en la punta de mis tenis—también sucias—y salgo en silencio de aquel infierno.

«—Siempre serás un inútil.»

Cierro mis ojos cuando llega a mi mente la voz de mi padre, esas fueron sus palabras cuando pasaron más de veinte años y no encontraba a mi mate.

Eres un inútil.

Una vez visualizo aquellos frondosos árboles y me he adentrado lo suficiente al bosque, empecé a correr. Corrí y corrí, hasta que me empezaron a doler las piernas, pero ni eso me detenía. Quería desparecer. Todo a mi alrededor se veía turbio, no sabía a qué velocidad iba corriendo. Pero imagino que a una muy alta, si nada a mi rededor tenía forma.

Eres un monstruo.

Me detengo cerca de lo que alguna vez fue un lago, pero que se encontraba congelado. ¿Qué se podía esperar de este pueblo en Canadá? Es como si todo el año se la pasara nevando, las brisas siempre eran heladas y el ambiente sombrío. Era una tortura. Respiro profundamente al instante recupero el aire gastado.

La condición, audición, reflejos, regeneración y resistencia seguían intactos a pesar de los años. Algo normal en un licántropo. Los lobos en algunas de todas aquellas sobresalían más que las otras, pero yo era un caso aparte, siendo un Alfa, era mucho más poderoso y sobresalía en todas aquellas cualidades. ¿Pero, de qué me servía todo aquello? Para mí, aquello no significaba nada, no me importaba. A veces simplemente deseaba ser un simple humano.

Me siento en un enorme tronco caído que está a la orilla de ese enorme lago congelado. Pongo mis codos en mis piernas y dejo caer mi cabeza entre mis manos.

—¿Por qué?

Cierro mis ojos y vuelvo a sentir aquel nudo en mi garganta.

—¡Oh Diosa Luna! ¿Por qué? ¿Por qué yo y no otro? ¿Por qué me hiciste diferente a los demás? ¡No quiero! ¡No quiero ser diferente!

»¡Oh mi querida y amada Diosa Luna! ¿Qué hice para merecer ésto? Salvo haber nacido. Salvo haber sido el portador de esta maldición.

¡Oh mi querida y amada Diosa! Por favor quítame éste sufrimiento, porque no creo que yo sea capaz de quitarlo con mis propias manos.«

Por favor.

Como siempre, le rogaba todos los días a la nada.

Veía como pronto el sol se iba escondiendo y aquella gran esfera hacia su acto de presencia; tan imponente como siempre. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí. En el mismo sitio y en la misma posición. Sin embargo no era capaz de moverme y apartar la mirada de aquella Luna.

«Liam.»

Se escuchaba un gruñido lejano que se repetía como un eco en mi vacío ser. Mi lobo se encontraba inquieto, gruñía y trataba de destruir la muralla que nos separaba uno del otro.

—¡Basta!—grité con un tono de demanda hacia Zurich. Con eso fue suficiente para que la muralla se fortaleciera. Me volví a quedar con la mirada perdida en la lejanía, mientras una tranquila y helada brisa pasaba por mi esquelético cuerpo. Cierro los ojos disfrutando de ese frío y la sensación tranquila que me estaba otorgando. Hasta que un aroma a fresas llego acompañado de otra brisa un poco más...cálida.

«Liam.»

Escuchaba el rugir de Zurich.

Crack.

El sonido de una ramita quebrarse atrás mío. Por instinto uno debería de colocarse en posición de ataque, pero me quedé en la misma posición. Mis sentidos se pusieron agudos—en alerta—y podía escuchar perfectamente como un lobo se acercaba hacía mí. Y ese exquisito olor se intensificaba.

Delicioso.

Solo me dejaba sentir, si ese lobo quería terminar con mi vida significa que la Diosa Luna al fin me liberará de mi sufrimiento. Al fin.

El lobo cada vez se acercaba más. Pero lo que paso a ser cuatro patas, pasaron a ser dos simples pisadas ligeras, como si estuviera caminando en puntillas. Y su olor cada vez se hacía más seductor.

—Quien quiera que seas, termina con mi sufrimiento de una buena vez por todas.—le dije a quién sea que estuviese a atrás de mí. No cambie mi posición, si iba a morir era viendo a mi hermosa Luna.

—¿Por qué?—llegó la contestación formulada como una pregunta por la persona que acechaba a mis espaldas. Una voz hermosa, casi que angelical, fuerte pero con una pizca de confusión.

Una loba.

—¿Por qué?—respondo con una pregunta e ignorando la suya. Escucho que se movió un poco, pero al mismo instante se detuvo de avanzar.

—¿Me matarás?—le pregunto mientras me ponía de pie lentamente.

—¡¿Matarte?!—sonó confundida nuevamente aquella hermosa voz.

—Sí. Matarme.

Tras aquello todo quedó en silencio. Un silencio sepulcral y tenso. Sé que todavía estaba ahí, la escuchaba respirar pausadamente y su corazón ir un poco desenfrenado.

—No.—respondió tras un largo silencio. Con un tono fuerte y decisivo. No pude evitarlo y se me formó una sonrisa sin gracia de medio lado.

Lástima.—susurro mientras me enfrentaba a la persona de delicioso aroma y hermosa voz.

¡Por los Dioses!

Era...hermosa. Perfecta. Con su largo cabello color arena con algunos mechones rubio platino, hasta la altura de su cintura, lacio y con las puntas onduladas. Alta, esbelta, con buenas curvas las cuales estaban tapadas por un vestido celeste. Su rostro, pequeño pero perfecto, parecía esculpido por la mano de algún Dios. Era blanca, blanca como porcelana. Sus labios rojos y carnosos. Pero lo que más me hipnotizo fueron; sus ojos esmeralda. Acompañados por unas espesas pestañas. Todo en ella era magnífico.

Como si fuéramos imanes nos empezamos a acercar a paso lento. No pude evitarlo y clavé mis extraños ojos en los suyos, que a comparación con los míos eran hermosos.

Mío.

Su voz, su aterciopelada voz, distorsionada por la posesividad rompe el silencio del bosque. Un escalofrío me recorre por todo el cuerpo, sin dejar ningún lugar al que afectar. Observo fascinado como aquellos hermosos ojos empezaron a brillar de una forma tan posesiva y a oscurecerse. Ella como temiendo mi reacción sube su brazo, su mano intentando tocarme, pero de una forma cautelosa. Sé que estaba mal. Pero por una vez—sólo una vez en mi vida—quería sentir algo que no fuese rechazo, soledad...

Acerqué mi rostro a su extendida mano.

*—Mía.—gruñó Zurich reclamando a nuestra compañera.

Una vez su mano hizo contacto con mi rostro me recorrió una corriente eléctrica y mi corazón empezó a bombear de una forma desbocada. Me sentía; feliz, vivo...amado. Nunca me había sentido de esa forma. Me gustaba aquella sensación, pero...lástima que no dure para siempre. Abro nuevamente mis ojos—que no sabía que había cerrado—y observo su hermoso rostro, al igual que esas piedras hermosas de color esmeralda que tiene por ojos.

Se merece alguien mejor.

*—¡Liam!—me gruñe Zurich, porque sabe lo que haré. —¡No lo hagas, Liam!

Lo siento, Zurich.

—Yo, Liam McCartney te rechazo a ti...—empiezo a decir pero no termino ya que no sé su nombre. Su rostro se desfigura del dolor y aparta su mano como si la estuviera quemando.

—¿Por qué?—pregunta con el dolor reflejado en su rostro y mirada.

—¿Cómo te llamas mi hermosa Luna?—le pregunto ignorando su anterior pregunta. La veo alejarse y observarme incrédula pero con resentimiento.

No.—dice en un susurro.

—¿Cómo te llamas?—le pregunto nuevamente.

—No.—dice viéndome con enojo a la vez que retrocede.

No lo entiendes.—le digo mientras trato que me diga su nombre. Desde que hice contacto con ella siento que todo a nuestro alrededor desapareció. El bosque está silencioso, temiendo que nos fueran a interrumpir. No se escucha nada, solamente su acelerado respirar y mi traicionero corazón. La veo negar con su cabeza y formar una fina línea con sus carnosos labios.

—¿Cómo te llamas?—le vuelvo a preguntar en tono suave.

—No lo haré. No. No. No.—me repetía mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Oh mi querida Luna, mereces alguien que te diga todos los días lo hermosa que eres, mereces a alguien que te defienda hasta del mismísimo Diablo si quisiera aparecerse.

»Oh mi hermosa Luna mereces de un compañero que te jure amor verdadero bajo las estrellas, el sol y la luna. Mereces de un amor que no tema morir para salvarte. Que no tema cruzar el mundo para encontrarte. Que conquiste el mundo si es posible, para traértelo a tus pies.

¡Oh mi amada y dulce luna! Te mereces a alguien mejor, que éste pobre desdichado.«

Unos pequeños y traicioneros sollozos escapan de ella mientras su hermoso rostro se llenaba de lágrimas. Y sé, que yo soy el único culpable de su dolor. Como siempre. Pero es mi única forma de protegerla, así como es la única forma de proteger también a mi lobo. Ella no tiene la culpa de tener un don nadie como mate.

—Yo Liam McCartney te rechazo a ti, mi querida y hermosa Luna. Para que encuentres a alguien merecedor de tu belleza y amor, al mismo tiempo puedas encontrar tu felicidad. Yo te rechazo para que por lo menos uno de los dos pueda ser libre de éste infierno al ambos estamos condenados...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro