IX
🍃Abre los ojos🍃
《♡》
Un nuevo día se avecinaba, Mark abría los ojos con pereza, como la mayoría de las veces. Sus ganas de ir a la universidad iban disminuyendo con el paso del tiempo y es que realmente era un martirio tener que estar en semanas de exámenes, y tener que aguantar ciertas cosillas. Pero no podía hacer nada, si se quería graduar con éxitos y ser el orgullo de sí mismo y el de su familia, tenía que darlo todo.
Se puso de pie y apagó su alarma antes de que esta sonase, tomó su toalla y se metió en el cuarto de baño. Allí estuvo parado durante cinco minutos, dejando que el agua recorra su cuerpo, no se movía para nada del mundo, sólo miraba un punto nulo y sus pensamientos adueñaban su mente. Sólo llegó a reaccionar cuando por accidente su shampoo cayó al piso y no sabía cómo, quizás lo había dejado en un mal lugar o en una mala posición.
Movió la cabeza de un lado a otro suavemente, como si eso le fuera a servir para dejar de andar divagando en su mente. Se echó shampoo, se enjabonó todo el cuerpo y luego se enjuagó, dejando nuevamente que el agua recorra todo su esbelto cuerpo. Salió de la ducha y fue a verse en el espejo. Tenía unas grandes ojeras que se le podían notar a simple vista, su rostro estaba más delgado que de costumbre y un poco más y las costillas se le iban a notar.
No sabía desde cuando estaba así, nunca había caído en cuenta de cuando es que empezó a dejar de comer o de dormir sus horas completas. Bueno, esta última se debía a sus estudios y parciales de cierre de ciclo, pero la primera... Era muy raro que él haya dejado de sentir apetito y Mark era muy consiente de ese problema, pero no sabía desde cuando.
— ¡Mark! —llamó su hermano— Te estamos esperando para desayunar. —no escuchó nada más, así que supuso que su hermano se había ido ya. Salió del baño y fue a vestirse, haciendo memoria desde cuando habían empezado el problema con su alimentación. Estaba muy consciente de que paraba muy estresado últimamente, ya sea por el trabajo —al cual hace poco renunció— por la universidad, ya que sentía que se estaba volviendo más pesada y por los problemas en su relación con Yuta.
Yuta.
Aquel nipón de quien alguna vez se enamoró y que aún lo estaba, al menos lo suficiente como para seguir luchando por él.
El chico era muy apuesto, no había duda de ello, sus notas no eran las mejores, pero si lo suficiente como para poder pasar de ciclo y así poder graduarse. Llamaba la atención de chicos y chicas, sobre todo de estas últimas, quienes eran las que más se dejaban cegar por la belleza del japonés.
Yuta había sido y aún era la persona por quien Mark soltaba suspiro, tras suspiro.
Suspiros que al principio eran de amor y ahora... Ahora sólo eran de agotamiento.
Y es que Mark ya no estaba tan seguro de si podría aguantar por más tiempo esos cambios de actitudes que Yuta tenía. Alguna vez, incluso, llegó a pensar que el mayor tenía problemas de personalidad y trató de lidiar con esas dos caras, esas dos versiones del japonés.
Investigó sobre el problema y como podía lidiar como novio, con aquello. Pero la información que obtenía sobre aquel trastorno, no coincidían con las actitudes y posturas de Yuta, por lo que descartó aquella idea rápidamente y sólo se quedó con la teoría —ya confirmada— de que así se comportaba el japonés con él.
Dejando de lado sus pensamientos, bajó a desayunar junto a sus padres y hermano, quien se mostraba muy entusiasmado debido a que al día siguiente cumplía cien días con su pareja, casi tres meses y medio. Le regaló una sonrisa sincera, pero luego volvió a comer en silencio y con el rostro decaído, alarmando así mucho más que antes a sus parientes.
Hace tiempo que Mark estaba dejando de comer, siempre con la excusa de no tener hambre, de que comería más tarde o de que ya había comido. Hubo cambios de un día para otro, que los dejaron descolocados, pero los señores Lee no dijeron nada puesto a que todas las veces que Mark tenía problemas, acudía a ellos. Así que estaban esperando por él. Sin embargo, esto ya era alarmante, su hijo mayor no hablaba con ellos y no les explicaba la situación y como podrían ayudarlo. Los mayores se miraron a los ojos y parecía que como si hablaran telepáticamente.
Cosas de parejas que espero algún día poder experimentar, pero ese no es el punto, sigamos.
El hombre mayor suspiró rendido y luego de pasar sus alimentos, preguntó:
—Mark hijo, ¿Todo bien? —la señora Lee estrelló su palma en su frente mientras negaba. Debía haberle preguntado ella.
—Sí papá. —respondió el menor.
—Bien, Mark. —interrumpió la bella mujer— ¿Qué está pasando, cariño? Tú no eres así, y no puedo decir que es algo de los jóvenes, porque simplemente nadie cambia drásticamente de un día para otro. ¿Tienes problemas en la Universidad? Si deseas puedes tomarte un año sabático, no hay problema hijo mío, ya vas por tu tercer ciclo y sabemos que es muy cansado, digo, estudias y tienes dos trabajos de medio tiempo y eso-
—Renuncie a mis dos trabajos, mamá. —soltó Mark, interrumpiendo a la mujer.
—Oh... —respondió pasmada, mientras dejaba de cortar su pan— Te diría que eso es algo bueno, porque así no te estresas más, pero, yo sé cuánto amas ganarte tu propio dinero, cariño. ¿Por qué renunciaste? —preguntó la mujer aún sorprendida y confusa.
Era cierto que en un principio le había insistido a su hijo dejar de trabajar, justamente para que situaciones como esa —el que su hijo adelgace en demasía, que tenga ojeras y que se note agotado— sean evitadas. Sin embargo, como lo dijo, ella era muy consiente que a Mark le encantaba ganar su propio dinero, se sentía útil y como madre, no quería quitarle aquel sentimiento de satisfacción en su pecho, a fin de cuentas, quería lo mejor para él, así como también para Jeno.
—Yo... Me sentía muy agotado mental y físicamente, sentía que ya no podía más. —respondió Mark luego de unos minutos. Los mayores se vieron a los ojos preocupados, para luego saltar en su lugar cuando su hijo menor estrelló su puño contra la mesa.
— ¿Acaso es por el estúpido de Nakamoto? —preguntó Jeno entre dientes, mirando directamente a los ojos a su hermano mayor.
Durante todo ese tiempo, el Lee menor estaba atento a los movimientos de Yuta, por ende, no era ajeno a los malos ratos que el japonés le había hecho y le hacía pasar a su hermano, no había actuado y no porque no quisiera, puesto a que las ganas de romperle la cara a Nakamoto eran inmensas, sólo que Mark parecía estar feliz... Y ciertamente Jeno no quería arrebatar ese brillo en los ojos de su hermano.
— ¿Quién es Nakamoto?
—No, él no tiene nada que ver en esto... Es sólo que... Los proyectos, exposiciones, trabajos grupales, mi antiguo trabajo laboral y para colmo esta semana de parciales, me consumen por completo. Mamá y papá tienen razón, debía dejar de trabajar para poder estar más relajado justo como me siento ahora. — ¡Dios! Estaba mintiendo tan descaradamente a su familia, ¡A su familia! Las personas que estarían para él, pese a todo.
—Pregunto otra vez ¿Quién es Nakamoto?
—Es el novio de Mark. —respondió el menor— Más te vale que así sea Lee. —espetó Jeno con enojo— Se nos hace tarde, tenemos que irnos, nos vemos más tarde. Vamos Mark. —se puso de pie, tomó su mochila, fue a despedir a sus padres y luego salió de casa. Mark repitió los pasos.
Durante el camino a la universidad, ninguno de los dos dijo algo, viajaron en un silencio demasiado incómodo, el ambiente era muy pesado, pero ninguno parecía querer hacer lo posible por romperlo. Igual que siempre, cada quien fue por su lado, pero antes de hacerlo, Jeno repitió las acciones nuevas, que se habían vuelto una costumbre.
Besar la frente de su hermano mayor.
Podía estar molesto con él, pero su orgullo se lo iba a meter por donde le quepa, tan sólo para verlo sonreír, y ese detalle del beso, hacía que el mayor se sintiera mejor, más aún, en momentos tan incómodos como ese. El canadiense fue hacia su salón con esa suave sonrisa en su rostro. Saludó a algunos de sus compañeros, quienes le devolvían el saludo con una mezcla de alegría —porque solían ser así— y preocupación por la apariencia que el menor portaba.
Estaba pasando por lo mismo que SiCheng, en los últimos días de noviazgo con Yuta.
Mark iba a entrar en su salón, cuando cierto chino lo tomó del brazo y lo miró con ojos preocupados, dolidos y con culpa.
—Makku... —susurró el chino, con su voz casi quebrándose en la mitad de la palabra— Dios Makku ¿Qué te está haciendo? —atrapó al menor en sus brazos mientras lo abrazaba. La cabeza de Mark se ocultó en la curvatura del cuello del mayor, quien empezó a dejar caricias por su espalda.
—Hyung... ¿Q-qué pasa?
—Mark. —finalmente se separó y miró al menor a los ojos— Te ruego que no tomes en mal plan mis palabras ¿Está bien? —el menor asintió sin comprender nada— Como ya sabes, yo ya tengo una nueva pareja a quien amó muchísimo, en serio. —Mark frunció el entrecejo comprendiendo por donde iba el tema— Pero por favor, sepárate de Yuta. —el menor apartó las manos del chino de su cuerpo— Mark... No hago esto por celos, lo hago porque me preocupas... Estas en un estado tan deplorable... Incluso sólo estando con Yuta durante cinco meses.
—Tú no sabes nada de mi relación con Yuta.
—Mark... —su tono de voz se escuchó casi como una súplica— Salir con Yuta te está lastimando. Bajaste tu rendimiento, ya no sales mucho con tus amigos sólo por ir con Yuta a pasar un mal rato, y lo único que haces es revolver la comida del cafetín, has bajado demasiado de peso... Estas dejando de hacer cosas que te gustan sólo por Yuta.
—SiCheng basta. —Mark habló con la voz algo rota, pero seria— No sabes nada de mi relación con Yuta... T-tú no estás cuando él es romántico conmigo. —no sabía de donde había sacado esa excusa. ¿Yuta romántico con él? Pf, eso sólo había ocurrido en sus sueños— Yo estoy bien, perfectamente bien. Es cierto, bajé en mi rendimiento, pero es por... ¡Por el estrés! Y con lo de mi peso es porque no comía a tiempo.
—Mark.
—Hyung... No se preocupe, sé que no tiene malas intenciones, pero por favor no interfieras. —el mayor asintió mientras se limpiaba la mejilla, no sabía en qué momento comenzó a llora.
—Está bien, pequeño. Y-yo tengo que irme. —el menor asintió con una sonrisa, también limpiándose el rostro. Se despidieron y SiCheng se perdió entre los pasillos, con un sólo pensamiento en mente.
"Mark, abre pronto los ojos, por favor"
Me dan ganas de abrazar a Mark y hacerle entender que no está bien nada de lo que está haciendo. Mi niño no se merece eso unu
Y manguitos, si sienten que en su relación les están haciendo daño o que la otra persona no está dando el mismo amor que el de ustedes, ahí no es, terminen con eso de inmediato, les está lastimando y mientras más rápido salgan de ahí, es mejor.
Recuerden que esto sólo es ficción.
En fin, espero que el capítulo les haya gustado.
Gracias por leer, les amo manguitos💚
Naranjita🐧🌱
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