VII
La obsesión de ser correspondido.
El reflector alumbró el centro del kabuki, iluminando a una sola figura maquillada como fantasma. Su presencia resultó tan hipnotizante que hizo que los espectadores contuvieran el aliento, alargando el silencio, permitiendo que la atención no se despegara del solitario escenario en ningún momento.
La música comenzó a retumbar mediante los actores empezaron a aparecer en escena, acompañando en la dramatización al protagonista fantasmagórico, interpretando cada uno su papel a la perfección.
Escuchó las reacciones de sus amigos a su lado; Aoi en su costado izquierdo se ahogaba en expresiones de asombro, sonriendo ante tan espléndido trabajo y vestimentas, asintiendo con satisfacción mientras que su novio junto a ella tomaba notas de todo aquello que le gustaba a su chica sin prestar real atención al acto. La mayor atracción de su vida estaba jugando con una de las mangas de su camisa y con los ojos clavados en el escenario, era toda la fascinación que necesitaba en su vida.
Al lado del pelirrojo, Kou ladeaba la cabeza hacia un lado, mortificándose en silencio por el hecho de no poder comprender nada sumado a que la temática principal en cuestión no era algo que le gustara, sin embargo tenía que admitir que el teatro en sí le atraía de sobremanera, por lo que sobrellevaba la confusión haciendo anotaciones mentales sobre los comportamientos en la escena y la gracia con la cual cada actor interpretaba su papel. Quien sabe, quizás podría animarse a un próximo reclutamiento en la escuela.
Sintió un par de saltitos alegres a su lado derecho, no teniendo que girar la cabeza para saber de quien se trataba. Amane chocaba contra su hombro cada vez que se emocionaba con algo de la interpretación, ella le respondía con una sonrisa nerviosa, pero enternecida por el comportamiento infantil de su tranquilo amigo.
Encontrando un hueco entre sus dos personas favoritas en el mundo, tomó el folleto donde recitaba el objetivo de la obra y otras generalidades sobre la misma. Con mucha dificultad en su vista debido a la falta de luz para los espectadores de tal forma que toda la atención recayera en los artistas del teatro y no en el compañero de al lado o siquiera en algo que se encontraba entre sus manos.
Apenas pudo leer de nuevo el argumento de la presentación. Un errante fantasma terminaba enamorándose, casi al borde de la obsesión, de una sobre-protegida princesa, una doncella que ya tenía toda una vida predispuesta y aunque le hacía falta adrenalina en su vida, podía asegurar que era plenamente feliz. Por supuesto, hasta que el espectro apareció en su vida.
Aquel ser había descolocado todo su mundo y, llenándole la cabeza de lisonjas sobre el mundo exterior que se perdería al lanzar raíces y encerrarse para siempre en su hogar, la orilló a abandonar su palacio para que viviera al máximo su vida.
Su familia próspera y cariñosa que solamente deseaban lo mejor para ella, entonces se tornaron como los villanos en la vida de la princesa, actuando severamente sobre sus cambios de actitud y negándose a dejarla partir de su hogar de esa forma tan rastrera y deshonrosa sólo porque alguien había salido de la nada susurrándole promesas vagas; mientras que el fantasma continuaba insistiéndole en que viniera con él, como si realmente no fuera la gran cosa y se tratara de algo divertido y emocionante. Cegándola en el camino.
Una cosa llevo a la otra, sintiéndose rechazada por su familia al no querer brindarle la oportunidad de viajar con su amado y siendo plenamente apoyada por su querido fantasma, tomó la decisión de abandonar todo aquello que había conocido, e ir con él.
Recordó con cierta desdén, como aquella historia le había fascinado tanto que había jaloneado a Amane todos los solsticios de invierno en su infancia para que le acompañara a verla. Había llorado a mares durante toda la obra y todas las veces que la vio, hasta que a su amigo finalmente terminó gustándole tanto como a ella. Eso si, siempre estuvieron de acuerdo con que el final era bastante pésimo por más que lo quisieran justificar.
La princesa finalmente moría. Pero al menos pasaba la eternidad con su querido fantasma. Así que alguien feliz en la historia, o al menos eso pensó ella en su momento.
Pero eso no quitó el hecho amargo que la princesa fallecía joven y lejos de su hogar. Lejos de las personas que la amaron y sólo la querían proteger. Y que su muerte seguro debió haber desgarrado el corazón de todos.
Había tomado una decisión y había decidido amar lejos de su parentela. Y aquello la llevo a un lugar donde nunca pudieran buscarla, donde no tenía más opciones que aceptar lo que había pasado y "vivir" con las consecuencias.
Ahora, pensar en ello, solamente le hacía manifestar una mueca de disgusto. Ahora que crecía, esa historia ya no le parecía tan linda como de niña. No era un destino agradable. No era justo, ¿alguien realmente se había visto beneficiado de ese desenlace?
Pero tal parecía que ahora que ella, la principal fan de esa obra, estaba disgustada por la misma, eran sus amigos los que aplaudían y aceptaban la historia con los brazos abiertos, así que simplemente arrastró su desagrado al fondo de su mente y regresó su atención a la plataforma, dando una pequeña sonrisa postiza para no preocupar a nadie.
Sintió un ligero vuelco de desconcentración, el protagonista fantasma estaba haciendo todo su recital con normalidad, pero había algo extraño.
No estaba su adorable princesa.
Yashiro giró su atención hacia sus amigos, esperando que alguno comentara al respecto sobre lo extraño de la situación, más ellos no parecían verle nada raro. Y no solamente ellos, todos los presentes continuaban atentos a la situación como si aquello fuera completamente normal y predestinado.
Achicó los ojos y trató de leer algo más en el folleto, a ver si con eso podía enterarse de algo de lo cual solamente ella no estaba enterada, más no veía nada raro ni fuera de lugar.
La música comenzó a descender, sobresaltandola. Esa era la melodía que se ponía cuando el fantasma llegaba a los aposentos de la princesa y le pedía ir con él por última vez, ese ultimo amanecer que ve la doncella antes de finalmente aceptar y encaminarse a su trágico destino. Pero la princesa seguía sin aparecer.
Las sillas de enfrente comenzaron a abrirle paso al fantasma que caminaba directamente hacia a su posición, siendo alumbrados por un sólo reflector cada uno, como si él y ella fueran lo único importante de aquella presentación.
Miro a sus amigos de nuevo, más alarmada que curiosa, pero todos ellos parecían congelados en el tiempo, observando la misma dirección que ella.
Los ropajes blancos del protagonista comenzaron a tornarse negros y él maquillaje característico se deshizo como si de una superficie cubierta de ácido se tratara, salpicando la pintura en el suelo, emitiendo profundos ecos de enormes gotas de agua destruyéndose en el concreto con lentitud. Revelando entonces, la identidad del fantasma junto a una socarrona sonrisa.
Sintió que su corazón se paralizó, perdiendo el control de su cuerpo, aceptando la mano que le tendía el actor como si no tuviera otra opción, haciendo iluminar sus ojos oscuros en contraste con sus ojos bermellón asustadizos.
Ella era la princesa.
Tsukasa la arrastró de regreso al centro del teatro donde la hizo bailar con él, felices por haber abandonado su hogar para permanecer con él para siempre. Sus movimientos eran torpes, como si no pudiera controlar sus extremidades con autonomía, como si fuera el chico fue quien ejecutara todos sus movimientos con delgados hilos, ignorando sus deseos.
No entendía que sucedía. Ni comprendía como Tsukasa había llegado ahí o porque siquiera estaba actuando en una obra de teatro cuando había dicho en más de una ocasión que prefería la televisión. Y más importante, ¿por qué nadie decía nada al respecto? ¿Por qué solamente observaban sorprendidos sin moverse? ¡Acaban de tomarla directamente de los espectadores, justo enfrente de todos! ¡Al protagonista se le había cambiado la ropa y caído el maquillaje! ¿Por qué guardaban silencio?
El acto final estaba encima, aquel desenlace donde ella moriría. Trato de soltarse del agarre de Tsukasa, tratando de llamarlo, pidiendo que detuviera esto, que no deseaba llegar ahí, más el chico continuaba metido en su papel, actuando como aquel fantasma errante.
Solo era una actuación, ¿por qué tenía tanto miedo?
Sintió un fuerte agarre en su cuello y una maliciosa risa se coló en sus oídos. Tsukasa apretaba su garganta con ímpetu mediante se reía como si solo fuera un juego indefenso y no le estuviera haciendo un daño real.
Se sentía demasiado real. Su falta de respiración. Su corazón martillando con frenesí en su garganta. Sus dolientes extremidades inmóviles.
Yashiro comenzó a llorar, largas y calientes lágrimas deslizándose por sus redondas mejillas, negando con la cabeza, sintiendo que todo su cuerpo era atacado por un repentino dolor que le impedía moverse. No pudiendo siquiera emitir sonido que le indicara a la multitud que eso no era parte del acto, que eso no estaba siendo fingido. Que en verdad la estaba asfixiando.
Pero nadie hacía nada, se mantenían atentos y hasta un poco ansiosos, pero hasta ahí. Continuaron contemplado el espectáculo conteniendo el aire.
Su tormento se había vuelto un show.
El fantasma estaba asesinando a su princesa para permanecer para siempre juntos.
Ahora que lo pensaba ¿ese siempre había sido el final de la obra? Podía recordar vagamente haber leído como la princesa caía de un largo barranco, donde finalmente perdía la vida y se le arrancaba toda oportunidad de cambiar de opinión. De destino.
No.
Su mente pareció retomar un segundo los engranajes de su cerebro, encajando perfectamente donde correspondían, permitiéndole recordar ese evento como si ella lo hubiera vivido en carne propia.
No había caído.
La habían empujado.
Aquella persona que había jurado amarla y protegerla, aquel fantasma que la había embaucado de su propia familia, la había lanzado a su propio final. Un final donde ambos estarían juntos, solo ellos dos, sin más distracciones ni dudas.
Él había decidido por ella.
Pero ella había tomado la decisión de confiar en él y aunque había conocido quien había sido el causante de su trágico desenlace, aún así había aceptado gustosamente vagar con él para siempre.
Moriría.
Y en la siguiente vida, también volvería a Tsukasa.
Por eso él sonreía, porque no temía a la muerte. Porque sabia que volvería a encontrarla y la haría suya de nuevo. Porque era su muñeca favorita. Porque le pertenecía para siempre.
Su destino le pertenecía. Y eso debería hacerla feliz, estaba con la persona que amaba, era lo que siempre había querido, encontrar un lugar al cual siempre regresar con la seguridad que nunca la volverían a soltar.
Al fin lo había conseguido, sin embargo, se sintió pequeñita, tiritando de miedo y pavor mientras trataba de encogerse, pensando en que no se sentía realizada como siempre soñó que sería ese momento.
No podía evitar continuar con su lastimero llanto de auxilio y misericordia, renegando su situación y su relación; sintiéndose mal por no poder corresponder esa pasión que Tsukasa le profesaba. Queriendo aferrarse a algo más, algo que se encontraba muy lejos de Tsukasa. Peleando contra su fuerte agarre para soltarse pese a que ya había perdido las energías para anteponerse a ello.
Pero si volvía hacia ese lugar donde ella misma decidió dejar, ¿sería aceptada de nuevo? ¿La perdonarían? ¿Merecía ese perdón?
Su mirada se volvió borrosa y sus brazos cayeron ante la falta del aire en el cuerpo. Sintiendo que se desvanecía en la desesperación y como todo, en el último instante, dejaba de importar. Inundándose de oscuridad.
El pitido insistente en sus oídos poco a poco se volvió menos soportable hasta el punto de sonarle estridente, provocando que agitara la cabeza para despabilarse. Una vez sintió que el sonido terco se suavizó en su cabeza, acostumbrándose poco a poco a él, comenzó a abrir sus ojos con lentitud, percibiendo un inmenso dolor atacando todas sus extremidades. Siendo recibida por una oleada de colores azules, grises y blancos, en lugar de la negrura que recordaba estar envuelta.
«¿Qué...? ¿Dónde...?».
—¿Tuviste una pesadilla, Nene-chan?
El pitido regreso a traladar su cabeza ante la voz salida de la nada a su perspectiva. Identificando a un interno del hospital sonriéndole con completa dulzura. La conmoción continuó en su rostro mediante el estudiante de medicina arreglaba sus vendas y le palpaba la cabeza con ternura, acercando su gentil mano a una de sus mejillas, limpiándole algo con un pañuelo.
—Debió ser algo muy feo, ¿cierto? —agregó el chico joven y rubio, acariciando una mejilla femenina para detener las lágrimas que descendían de sus grandes ojos.
Sintió un ardor en su garganta, como si las manos de Tsukasa continuaran haciendo presión en su cuello, intentando ahogar aunque sea un par de lágrimas, haciendo un esfuerzo vago por pararlas con sus manos cubiertas de vendas y heridas.
El chico no se quejó y continuó haciendo su trabajo, acomodando su almohada para que estuviera más cómoda en la camilla.
—M-Min-Minamoto-senpai... —susurró finalmente después de reaccionar, ahogándose en sus lágrimas.
—¿Qué sucede? —cuestionó preocupado y con suavidad—. ¿Te duele algo?
—Si...
—Dime donde.
En un inicio, Yashiro señaló su garganta, luego sus brazos, luego se deslizó hacia su estómago hasta detenerse en su pecho y retomar un llanto aún más ahogado. Teru respondió su crisis sentándose en la silla junto a la cama, sobando su cabeza con una media sonrisa comprensiva, esperando pacientemente a que se calmara.
Su cuerpo estaba hundiéndose en tormento. Se sentía flácida y débil, apenas pudiendo con su propio peso, pensó en la posibilidad de que se trataran de los medicamentos después de percatarse que tenía una intravenosa en su brazo. Su cabeza daba vueltas, afligiéndose por no poder llegar a un punto de retorno que le indicara lo que había pasado.
Recordaba un vago juramento, una empalagosa voz susurrando en su oído y luego... una luz roja. A partir de ahí todo estaba oscuro.
Comenzó a toser con recelo, recordando con cierto pesar que continuaba enferma. Pero aquello le permitió ver con facilidad unos pocos recuerdos más claros.
Una luz roja.
Oscuro.
Muerte.
Tsukasa.
—¡¿Dónde está Tsukasa?! —gritó de golpe, levantando la cabeza, asustando a Teru. La de cabellos crema se giró hacia él, dejando de lado sus lágrimas y preocupándose por sus amigos— ¡¿Dónde esta Sakura-chan y Hyuuga-senpai?!
Teru no respondió de inmediato, obligándola a que se recostara en las almohadas mientras él terminaba la revisión de su estado.
—Hyuuga-kun y Nanamine-chan están estables, pero aún no despiertan —respondió el rubio tomando su libreta donde comenzó a buscar los nombres de quienes había mencionado la chica—. Por otro lado, no tengo nada respecto a Yugi-kun—Le hizo saber con un tono más serio.
—¡D-Debo ir a verlos! —exclamó haciendo ademán de levantarse.
—Nene-chan.
—¡Oh, Dios! ¡Esto... esto... esto no tuvo que pasar! ¡Ellos... ellos...! —Su voz se ahogó en un nuevo llanto envuelto en miedo—. ¡Es mi culpa! ¡Es mi culpa...! ¡Es mi...!
—Nene-chan.
Habían venido por ella, estaban en ese lugar por que iban con ella, para atenderla, para que recibiera algún medicamento pese a que ella había dicho que estaba bien. Se había enfermado y por ello todo había terminado de esta manera...
¡Dios, no quería perderlos! ¡Era su culpa, tenía que buscarlos y disculparse con ellos! ¡Se pondrían bien! ¡Seguramente se pondrían bien! ¡Pero primero tenía que salir de ahí y buscarlos! Tenía que...
—¡Yashiro Nene-chan!
Pese a que la voz no había sonado realmente molesta, la chica se paralizó del miedo a centímetros de tocar el suelo con sus pies descalzos, girándose hacia Teru con una enorme timidez y encogida de hombros. Casi como si de un sensible cachorro a punto de recibir un regaño se tratase.
El Minamoto mayor sonreía sin ningún ápice de molestia, encaminándose hacia ella e indicándole con un gesto que volviera a acomodarse en la cama. Yashiro obedeció avergonzaba.
—No estás en condicionales para salir, debes descansar.
—P-Pero yo...
—Sin excepciones. He formado parte de tu caso, así que eres mi responsabilidad. Sino me haces caso, harás que me meta en problemas, ¿quieres eso? —A pesar que todo lo decía con seriedad, no parecía realmente preocupado por eso, más bien, lo recitaba con amabilidad y con genuina preocupación por ella.
Yashiro negó frenéticamente como si en verdad estuviera metiendo en problemas a su admirable y hermoso senpai. El mayor sonrío inocentemente, acariciandole la cabeza, consciente que la chica iba a permanecer en ese lugar.
—Ahora debes dormir.
—Pero...
—Dormir —repitió acomodándola en la cama y colocándole la frazada como si de una bebe se tratara—. La gracia te ha sonreído una vez más, valora tu vida. No todos tienen la oportunidad de una segunda oportunidad. Ya verás como mañana será mejor.
Y con aquella suaves y sabias palabras, el interno se retiró no sin antes hacer prometer a Nene que no se saliera de ahí.
En su soledad, Yashiro sintió como poco a poco el sueño iba ganándole, pero se negaba a rendirse del todo. No quería volver a aquel macabro escenario bailando con ese fantasma con el rostro de Tsukasa. Y en sus divagaciones, las palabras de Teru resonaron en su cabecita como mosquitos insistentes en una noche de verano.
Levantó sus brazos delgados y pálidos, ahora llenos de vengas y cortes por el accidente, palmó suavemente su cabeza sintiendo las vendas de esa zona también. Y no tuvo que quitarse la frazada para saber que sus piernas estaban igual de vendadas.
Sin duda había sido un feo accidente.
Todo pudo haber terminado así. En un instante. Sin pensarlo la gran cosa.
Suspiro cansada, rindiéndose un poco. Los medicamentos no le dejaban sentir la magnitud del dolor, pero su conciencia sí podía asimilar parcialmente lo que había sucedido.
Chocaron. No estaba segura que con qué. Pero todos habían salido heridos y ella había sido la única que al parecer estaba despierta. ¿Por qué? ¿Por qué si ella iba en el mismo coche y era la razón del viaje, ella había despertado y sus compañeros no?
¿De esto se trataba su segunda oportunidad? ¿Arrebatándole la oportunidad de hablar con sus amigos?
No le veía sentido. Ni tampoco comprendía porque se sentía de una manera que sería capaz de asfixiarse de la preocupación, al igual que estaba aliviada por seguir viva.
Era una horrible persona.
...
Al día siguiente, abrió uno de sus ojos al escuchar unos susurros a su lado. Notó somnolienta a una chica colocándole varias flores en el mueble de al lado y a un chico sosteniendo otro ramo más, muy animado de poder ayudar a la señorita. No supo distinguir sus rostros y los medicamentos siguieron con su efecto volviéndola a noquear.
La otra vez que recuperó la conciencia, le pareció ver a su novio al filo de su cama. Sintió que su corazón le explotó en un instante y casi se tapó el rostro con la frazada como si pudiera protegerse así, mientras susurraba disculpas y súplicas de que no la dejara pro esto; pero su cuerpo no respondió y sus labios no se movieron. Notó como el chico se acercó a ella lentamente y estuvo a punto de tomar su mano cuando se detuvo, en su lugar colocó un suave muñeco Mokke en su lugar.
—Para que te haga compañía las 24 horas del día y más.
Tsukasa odiaba a esos inútiles peluches. Pero amaba destriparlos y sacarles el relleno para inundarlo de todo tipo de cosas.
Pero ella los adoraba, así felpuditos y suaves, como un gran abrazo cálido y confortable. Sentir un muñequito en la palma de su mano le hizo sentir segura, acompañada, y pensó, antes de caer dormida de nuevo, que esa persona que le visitó no podía ser su novio.
Las distorsionadas voces de sus padres inundaron la sala, casi obligándola a despertar por su tono tan afligido, queriendo esbozar una sonrisa y exclamar que estaba bien, que no había sido la gran cosa, que se recuperaría. Pero su cuerpo y mente no obedecían ninguna de sus súplicas, dejándola paralizada en la cama. Sintió que se le hundía el estómago cuando escuchó un sollozo ajeno, fue la voz de Teru, tan serena y franca como siempre, que se alzó por sobre la incertidumbre y la hizo calmar. Los murmullos pronto fueron tornándose palabras sin sentido que eran consumidas por la oscuridad, aquello le permitió seguir durmiendo, susurrando un suave agradecimiento durmiendo con mayor tranquilidad.
En su mente comenzaron a florecer de nuevo algunas cosas buenas y bonitas con la calidez de su corazón. Le sentaba bien saber que había recibido visitas, que todavía habían personas que querían verla y eso no pudo más que sacarle una pequeña sonrisa.
...
Cuando finalmente pudo enderezarse por su cuenta, el cielo jamás le había parecido más brillante y alegre, aún viéndolo desde su ventana de su habitación triste... Parpadeo acoplándose mejor a la deslumbrante mañana. Dándose cuenta como su misma habitación estaba teñida de un dulce arco iris.
Flores y adornos, con mensajes tiernos y coloridos, con globos flotando amarrados a su cama e incluso una pequeña vela apagada que aún desprendía un aroma sereno y delicioso. Sintió un revoltijo en su estómago y una enorme sonrisa se plasmó en su rostro. Los pájaros no podían atravesar su ventana para saludarla, pero sintió que no lo necesitaba. Un grupo de inquietas mariposas revoloteaban en su interior con suma alegría. Como si finalmente se liberaran de donde se habían encontrado cautivas todo ese tiempo, y finamente las dejaba salir a tomar aire.
Estiro una de sus manos para coger la primera tarjeta que se entrelazaba entre sus dedos. Un suave color cereza con letra pulcra y de carta le sonreía con un mensaje inundado en amor y buenos deseos. Aún con la distancia que habían tomado, reconocería la letra de Aoi donde sea que estuviera plasmada.
Animada por sus palabras, continuó estirando sus manos, agrupando en sus palmas aún flácidas, una pequeña resma de tarjetitas con corazones, caritas felices, estrellas y buenos deseos. Sintió sus enormes ojos llenarse de lágrimas y las dejó caer sin intención de contenerlas. Llorando en silencio sin saber bien que sentir, era como si una herida enorme se abriera y supurara agua hirviendo de ella, pero en lugar de propiciarle dolor, era analgésica.
En lugar de desgarrar su piel por el calor, estaba limpiando la misma, arrancando esa armadura fría y desgastada que se había encargado de levantar. Dejándola vulnerable nuevamente, pero sintiendo que al salir de capullo protector, podía seguir caminando.
Kou, Akane, Aoi, el maestro Tsushigomori, la señorita Yako, sus padres, Amane... Todos habían dejado su pequeño grano de felicidad plasmando en un detalle tan simple como una tarjeta.
Levantó la cabeza y el aroma a las flores inundó sus fosas nasales, como si las flores si hicieran notar nuevamente.
Rió un poco, bueno, también se habían expresado con unos cuantos regalos. Sintió sus ojos humedecerse y abrazó las tarjetas contra su pecho sintiendo una enorme calidez en la zona. Ese aprecio, ese cariño... la llenaba de una manera que no podía explicar, de la misma manera que no podía evitar que las lágrimas siguieran bajando.
...
—¿Lo ves? ¡Tus niños están bien!
—Ya lo veo, Kou-kun... mis rábanos y zanahorias lucen muy bien.
—Por supuesto que lucen bien, no voy todas las mañanas a regar esas cosas por nada.
—Muchas gracias, Mitsuba-kun. Estoy muy feliz de contar contigo.
—¡Menos mal que cuentas conmigo! Si fuera por Aretes ya se hubieran secado y perecido.
—¡Mitsuba!
Yashiro sostuvo la cámara a tiempo antes de que está cayera en la cama, vio como el Minamoto de en medio se levantaba de la silla e intentaba golpear al pelirrosa, pero este lo esquivó magistralmente aprovechándose para burlarse sacando la lengua. Kou se apresuró a seguirlo por la habitación, haciendo temblar la cama y la mesita de la par.
Nene solamente se rió enternecida por la buena amistad que se había formado entre ellos, recordaba con cierta culpa como Kou evitaba todo contacto con el grupo de Tsukasa al serle demasiado desagradable el líder, incluida ella. Pero tal parecía que con el joven Minamoto las cosas podían pasar a verse mejor con un poco de paciencia y carisma.
No sabía cuánta paciencia tenía Mitsuba, pero vaya que el chico tenía carisma. Él siempre había estado pendiente de su salud antes de que terminara en el hospital pero habían veces que incluso así no podía hacer mucho. Él era la única razón de que se mantuviera sana mientras vivía con Tsukasa, siempre hablándole de cualquier cosa y totalmente juguetón con ella. Se había vuelto un buen amigo en el largo camino complicado que era su relación con el menor de los Yugi.
En lo que los chicos se calmaban de correr por su habitación continuó viendo las fotografías plasmadas en la cámara del joven Sousuke, todas con tan buena calidad de luz y enfoque que casi podía sentir el calor del sol mañanero sobre su pálida piel y el aroma a hierba mojada. Su huerto en la escuela lucia bien, casi como si ella no hubiera dejado de ir todos los días a cuidarlo.
—Muy bien chicos, el otro grupo está list- ¿Kou, qué estás haciendo?
Los tres jóvenes se giraron hacia la puerta para encontrarse con Teru alzando una ceja hacia su hermano menor. Kou soltó en el acto la cortina blanca que estaba usando para asfixiar a Mitsuba mientras que este lloraba dramáticamente por su vida. El adulto negó con la cabeza e hizo una señal para que salieran.
—No olvides pasar por Tiara —le recordó el mayor y Kou prácticamente se echó a correr—. ¡No corras por los pasillos del hospital!
—¡Oye, Aretes, espérame! ¡Yo también quiero ver a Tiara! —Mitsuba se regreso a tomar su cámara, no sin antes darle una sonrisa pequeña a Yashiro—. Espero que te recuperes pronto. No quiero una fotografía de graduación sin las piernas de rábano presente.
—¡Mooooo! ¡Ya vete, Mitsuba-kun! —respondió Nene dándole con una de sus almohadas en el hombro. El pelirrosa salió corriendo de ahí mientras lanzaba una carcajada maquiavélica.
—¡Que no corran por los-! Bah. Ya me las arreglaré luego con ellos.
Teru se acercó con una afable sonrisa hacia la cama de Yashiro revisando sus progresos anotados en una laminilla y cambiando su suero.
—¿Cómo te sientes hoy, Nene-chan? —preguntó con amabilidad mientras limpiaba la herida de su cabeza.
—Mucho más feliz —admitió girando de vuelta hacia la pequeña repisa llena de regalos y flores—. No puedo creer que todo eso sea para mí...
—Tienes mucha gente que te aprecia, Nene-chan—comentó tranquilo luego de asegurarse que todo estaba bien—. No hay porque continuar buscando lo que ya tienes. Sólo debes cuidarlo mientras te cuidas a ti misma. Valorarlo.
Algo en las palabras de su Senpai las sintió como un doble tajazo de navaja. Como si realmente estuviera regañándole por todo su comportamiento hasta ahora, pero tan sutilmente que apenas y se percataba. Eso no evitó que una aprensión en su pecho se acoplara de una manera incómoda. Asintió sin saber que responder.
—Por cierto, alguien más desea verte.
Nene no había terminado de levantar la cabeza para preguntar cuando la puerta se azoto con una efusiva emoción y una larga coleta azulada se precipitó a robarle un enorme abrazo.
—¡Nene-chaaaaaaaan~! —cantó—. ¡Traje tus favoritos! —Aoi abrió su cartera revelando varios pasteles de arroz con fresa—. ¡Los hornee yo misma! ¡Bueno, Akane-kun y Amane-kun ayudaron!
—¿Eso se permite? —Temerosa, Yashiro levantó la mirada suplicando a Teru.
El interno solo pegó una suave risa.
—Yo no he visto nada, pero espero uno también a la salida.
—¡Trató hecho, Senpai! —respondieron ambas chicas, con Yashiro prácticamente desenvolviendo el plástico del postre para echarle el diente.
Tan concentrada estaba en llenar sus mofletes de dulce que no notó cuando Teru se detuvo ante alguien más que entró a la habitación, le dedicó una mirada escéptica y luego se hizo a un lado. No fue hasta verlo a su lado, sentado, dando una suave sonrisa, que se percató de quien se trataba, casi alcanzándose a ahogar.
Tragó duro e intentó devolverle la sonrisa pero solamente salían balbuceos sin comprensión. Amane aguantó la risa y tomó una de las servilletas que traía Aoi para limpiarle tiernamente las migajas de los mofletes.
—Dios, Yashiro, pareces una ardilla —añadió el pelinegro dejando de lado la servilleta.
Yashiro puso los ojos en blanco y terminó riéndose también, tomando otro de los pasteles y casi derritiéndose del sabor tan exquisito y dulce que no sabía que necesitaba hasta que se deshizo en su lengua.
Y de pronto, casi como si nada hubiera pasado, tanto Aoi y Amane comenzaron a hablar con ella, más la primera que el segundo, manteniéndose este un poco más discreto y sereno, sin separarse de su lado en ningún momento.
Se sintió de nuevo en secundaria, cuando ambos chicos se peleaban cómicamente por su atención, sólo que esta vez, parecían haber llegado a un acuerdo silencioso de no agobiarla.
Y de esa manera habían venido todos los días después de que despertó, siempre trayéndole algo nuevo o contándole cualquiera cosa que pasaba tanto en la escuela como en sus cuestiones personales. A veces venían juntos, a veces sólo venía Aoi y otras le acompañaba Akane.
Yashiro podía notar que Amane estaba tomando su prudencia para acercársele, no viniendo solo a verla. Todavía recordaba el dolor en sus ojos cuando le pregunto a él exclusivamente como estaba Tsukasa, siendo su hermano mayor, seguro que debería estar mejor al tanto de cómo estaba; pero Amane se había quedado callado, desviando la mirada y encogiéndose de hombros.
Aún cuando parecían que todos sus amigos estaban bien con ella, las cosas con Amane continuaron tensas de una manera que no entendía. Era casi como si él quisiera decirle algo pero se negaba a abrir la boca, provocando que el silencio lo consumiera poco a poco. Quería que hablara con ella, pero ella tampoco le había buscado antes como para sentirse digna de pedírselo. Así que se había limitado a sus visitas silenciosas y pequeñas sonrisas.
Al menos, lucía genuinamente aliviado por su progreso curativo. Y eso le daba esperanza de que quizás pudieran retomar su amistad.
....
—¿Cómo está Tsukasa?
Teru no se tensó, no puso una mirada oscurecida ni desvió su atención de ella, él simplemente sonrió con confianza como quien acaba de preguntarle una dirección y la conoce perfectamente.
—Yugi-kun ya salió de alta, Nene-chan.
—¿Qué...?
—Desde hace un par de días —adelantó la siguiente pregunta que se formaba en la cabeza de la chica—. Hizo una especie de berrinche a su madre que no quería estar aquí y ella lo complació. Continúa parte de su recuperación en casa, pero creo que ya debería estar bien.
Un sepulcral silencio se formó antes de que Yashiro musitara algo en tan bajo que apenas y llegó a sus propios oídos.
—¿Por qué... no ha venido a verme...?
Comprensivo y cariñoso, Teru palmeó su cabeza con suavidad.
—No lo sé, Nene-chan.
—¿Ya no... me quiere...?
Teru no respondió.
—Hice todo lo que él quería... ¿no soy suficiente...? ¿Me... me ha botado? ¿Otra vez... me botaron...?
—Nene-chan. Él comentó que no le gustan los hospitales.
—Eso es verdad... él... él... —Sus ojos vidriosos se toparon con la cara serena del mayor de los Minamoto—... él preguntó por mí, ¿cierto?
—Creo que deberías descansar, Nene-chan—musitó con seriedad, Nene obedeció sin mirar a quien, acomodándose en la cama de tal manera que terminó abrazando una de sus almohadas.
No pudo dormir, sus ojos se mantuvieron supurando agua todo el tiempo mientras pensaba que todo el esfuerzo por mantener vivo su noviazgo con Tsukasa se estaba marchitando mientras ella estaba en el hospital. Como una mala comedia de un show de televisión. ¿Se había encontrado con una linda enfermera que había flechado a su pareja? ¿Una chica iba visitarlo a su casa para cuidar de sus heridas? ¿Estaba recibiendo e-mails de una preocupada admiradora?
Apretó la almohada como si de esa manera pudiera asfixiar esos insufribles sentimientos de celos y paranoia. Su novio estaba en casa y ella seguía aquí sin poder si quiera luchar por su noviazgo.
No podía tener otro rechazo. No podía.
Tsukasa la había aceptado, tenía que esforzarse por quedarse ahí.
Tenía que salir de ahí.
...
—No hagas que me enoje, Yashiro Nene, porque en verdad no te va a gustar.
El tono siempre tranquilo y controlado de Teru sonó por un momento como la más grande advertencia que jamás había escuchado. La chica tenía la cabeza casi besando el suelo de la vergüenza mientras que Aoi y Amane le quitaban las hojas y ramas de su bata con suma delicadeza.
Tal vez saltar de la ventana hacia la rama más cercana del árbol en un ataque de determinación no había sido la mejor idea.
Teru luchó por no sobarse el puente de la nariz con exasperación.
—Todavía estás en recuperación, ¿cómo pudiste ser tan descuidada, Nene-chan? —reprochó Aoi, sacudiéndole la bata de hospital.
—Lo siento... —lloró la avergonzada Nene.
—Pudiste haberte hecho daño o algo peor —acotó Amane, frunciendo el ceño a su lado mientras le sacaba una rama atorada en su cabello crema. Era lo más cerca que habían estado en mucho tiempo.
—Lo lamentó, en serio... —gimió la nena roja de la pena.
—Espero que eso no se repita de nuevo, Nene-chan —agregó Teru con lentitud—. Menos mal que Aoi-Chan y Yugi Amane estaba por visitarte. Ahora vuelve a la cama.
Yashiro obedeció sin mirar a quien. Logrando respirar con tranquilidad hasta que el interno había abandonado la habitación.
—¿Yugi Amane? —Amane alzó una ceja sin comprender hacia su amiga de puntas verdes— ¿Todavía te dice así? Creí que ya habían arreglado cuentas.
—Los Minamoto puede llegar a ser muy rencorosos y obstinados —añadió incómodamente el pelinegro mientras se pasaba la mano por la cabeza.
—¿Por qué saltaste, Nene-Chan? —cuestionó Aoi en rescate de Amane.
—Yo... quería ir a un lado...
—¿A dónde, mi querida Nene-chan? —El cariño tan cálido que le transmitía el tacto de Aoi en su cabeza a modo de consuelo hizo que Yashiro confesara sin filtro alguno.
—Con Tsukasa.
El tacto se detuvo.
Yashiro notó como las expresiones de los presentes cambiaban drásticamente. Y Nene juró que nunca había visto tanta oscuridad en los ojos azules de su amiga o tanta rabia contenida en los ojos ámbar de Amane.
Abrió los labios para decir algo que aliviara la tensión, pero antes de que si quiera podría ocurrírseme una idea, Amane explotó.
—¡¿Cómo puedes siquiera querer verlo?! ¡¿No ves lo que te hizo?!
—Amane-kun, por favor, tranquilízate —La voz un tanto ronca de Aoi trato de alzarse con firmeza, temblando un poco.
—¡No puedo creerlo! ¡¿Cómo puedes desear verlo?! ¡¿Has perdido la razón?!
—¡Amane-kun!
Yugi Amane cerró la boca ante el tono molesto de la chica a la cual sus compañeros apodaron "Diosa" por su extremada belleza y bondad. Pero no duro lo suficiente, Amane lanzó un gruñido y salió de ahí sin mirar hacia atrás.
—Ya volverá —Las caricias volvieron, pero esta vez le supieron un tanto frías a Nene, quien había quedado perpleja ante el arrebato de su amigo—. Solo está herido, como todos, como tú. Ustedes deberían de hablar luego.
Yashiro asintió, quería arreglar las cosas con Amane. Empezar de nuevo. Pedirle perdón por esa estúpida petición que los alejo. Decidió que esperaría todo el día a por él para aprovechar a charlar las cosas del asunto.
Amane no volvió en el resto del día.
...
Fue un simple "Oye, pronto te darán de alta pronto y sé que no has visitado el jardín del hospital, ¿quieres dar una vuelta conmigo?" Y el soborno de un helado de fresa las acciones que provocaron que ahora estuviera sentada en la banca de hospital debajo de la sombra de un árbol de cerezo mientras que Amane perseguía un par de mariposas revolotear cerca de él.
Se limpió la evidencia del asesinato del helado para contemplar la gran sonrisa de su amigo al lograr capturar uno de los insectos entre sus manos. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, cuando Amane sonreía de esa manera tan amplía podía parecer demasiado a Tsukasa.
Su corazón martilló en garganta y su pulso se aceleró. No había recibido ningún mensaje de él y ella no había vuelto a intentar escaparse por miedo a que Teru realmente cumpliera su promesa. Incluso Sakura y Natsuhiko habían aparecido al menos una vez en todo lo que llevaba ahí. Bueno, ella los había ido a buscar, pero ninguno se mostró incómodo o molesto por su presencia.
El accidente había cobrado más para ambos al no traer cinturón de seguridad, Sakura se lo había quitado para proteger a Tsukasa y Natsuhiko para protegerla a la peliverde, por lo que permanecerían en el hospital un rato más que ella. Sin embargo, aún así, habían sido muy gentiles en preguntarle cómo estaba ella. En cambio su novio...
¿En verdad la había dejado de lado? ¿Incluso después de aquella promesa que le había susurrado al oído? ¿Tan poco significaba para él?
¿Por qué...?
¿Por qué si le había concedido todo lo que él quería?
Incluso había hecho ejercicio. Dietas. Había aprendido a maquillarse, a vestirse más a la moda. Él la había querido como su novia y ahora...
Ahora...
—¡Mira, Yashiro!
Las dos manos de Amane colocadas como una cápsula enfrente de su rostro la arrancaron de su dolor, centrando su atención en ellas. Amane abrió las palmas y una linda mariposa rosa voló a la nariz de Yashiro, haciéndole cosquillas.
—¿No te gusta el lugar? —cuestionó sentándose a su lado, notando su semblante triste mientras todavía observaba la mariposa en su rostro.
—No... —dijo suavemente, pero aún así la mariposa se alejó de ella—. Digo, si, me gusta el lugar. Es muy tranquilo y fresco.
—Y esta en plena floración, ¿no es grandioso? —La sonrisa prevaleció en los labios de Amane, así que ella sólo la reflejó.
—Lo es.
—Oye, Yashiro... —comenzó con un suspiro después de permanecer en silencio un rato en el que ambos se dedicaron a dejar reposar su nuca en la banca y observar las flores rosas—. Quería hablar contigo...
—Es curioso —respondió sin cambiar de posición—, yo también he querido decirte algo.
Se incorporaron lentamente, sus ojos vibraron ante la posibilidad de que el otro escuchase lo que tanto se habían guardado en sus corazón, dejando que el polvo de la culpa y la frustración lo terminaran posicionando en un rincón que ahora era doloroso de limpiar. Aguantaron el aire y abrieron los labios.
—Lo siento —pegaron un salto al escuchar al otro decir lo mismo.
—¿Lo sientes? —atajó Amane, siendo el primero en recomponerse—. ¿Qué es lo que lamentas?
—Hace dos años, yo...
—Ah... —La luz de la comprensión brillo en los ojos ámbar masculinos, mas su expresión alegre se había transformado en una poco más seria—. No hay cuidado, está bien.
—No tome en cuentas tus sentimientos, yo...
—Yashiro, está bien.
—Pero...
—Está bien —concluyó palmeando un hombro femenino—. En serio. Fue hace mucho tiempo, me arrepentí por tratarte así horas después.
—¿No... me odias?
—Dios, no.
Una sonrisa bonita adornó los labios femeninos sintiendo como un peso se quitaba de sus hombros.
—Por otro lado, aunque me disculpe contigo, no tengo perdón...
—Si es por lo del otro día, no te preocupes, Amane-kun —Con su entusiasmo renovado, Yashiro no notó como la felicidad se había escapado completamente de su amigo pese a tenerlo a la par—. Tenias tus propios problemas ese día, seguro no querías decir eso.
—Oh, no. Sí quería decirlo, pero no quería gritarte o asustarte.
La sonrisa de Yashiro se disminuyó un poco. Ladeando la cabeza sin llegar a comprender lo que quería decirle.
—Yashiro, yo no lamento lo que dije. Lamento haber sido un tonto y pensar que estabas bien, deje que mi frustración y culpa me consumieran, y decidí alejarme de ti. No quería ser una piedra de tropiezo para tu vida cuando en realidad estabas en un pozo.
—Debió ser incómodo para ti que Tsukasa y yo fuéramos pareja, ¿no? —Intentó tantear en la conversación, enrollando uno de sus mechones en sus dedos—. Debí darme cuenta antes y habla-
—No me estás escuchando —replicó frunciendo levemente el ceño.
—No te estoy entendiendo —respondió a la defensiva.
—Yashiro, no eres una niña. Creo que sabes a lo que me refiero.
—No lo hago.
—Tsukasa y tú...
—¿De eso se trata esta conversación? —atacó Yashiro de pronto, apretando el mechón entre sus dedos—. ¿De Tsukasa y de mí? Pensé que querías arreglar nuestra amistad, no decirme cómo vivir.
—Yashiro, viste lo qué pasó, sólo mírate cómo estás.
—Eso fue un accidente, Amane —cortó de golpe—. Los accidentes pasan.
—Lo hacen, pero eso no fue un accidente, fue un descuido. Tsukasa sólo te descuida, Yashiro; por todos los cielos, ¡ni siquiera es cuidadoso consigo mismo!
—¡A él le importó! —defendió, casi en un grito.
—¿Y por qué no te ha venido a ver, eh? ¿Por qué no encuentra una manera de preguntar por cómo estás? ¡Casi cumplirás 10 días en un hospital! Y no creas que no sé como estabas en su casa, Aoi me contó como te vio. Tan delgada, pálida y débil...
—Él tiene su manera de preocuparse por mí. No lo entenderías, no lo conoces como yo lo hago —reiteró cruzándose de brazos.
—En eso te equivocas, no hay nadie que conozca a Tsukasa como yo —Cualquier ápice de sonrisa había abandonado el rostro de Amane—. Es un manipulador y embaucador, no le importa nadie más que sí mismo y disfruta hacerme la vida imposibl-
La zona de la mejilla se enrojeció en cuestión de segundos, Yashiro volvió a cruzarse de brazos mientras hacía una mueca.
—¡Esto no se trata de ti, Amane! ¡Tsukasa y yo nos amamos, ¿cuando vas a aceptar eso?! ¡¿Acaso no eres mi amigo?!
Yugo Amane dio un par de respiraciones profundas antes de responder, sin notar como los ojos de Yashiro se estaban volviendo vidriosos del llanto. Él mismo sentía que ya había sido demasiado tolerante.
—¿Amigo? ¿Novio? ¿Amor? —escupió con cierta repugnancia que hizo a Yashiro temblar—. No puedo creerlo, ¿todavía sigues soñando?
—¿Qué quieres dec-?
—¡Tú no estás enamorada de él! ¡Tú no lo amas! ¡Tú solo estás obsesionada con cumplir sus expectativas para que te siga correspondiendo! —Su tono tranquilo se quebró. Sujetó a la chica firmemente de los hombros y la agitó, como si de esa manera pudiera hacerle entender sus palabras— ¡Yashiro, tú tienes limerencia!
Los ojos grandes bermellón de Nene se abrieron de manera abrupta, una suave película de agua adornaba sus orillas inferiores, brillando como pequeños cristales a la luz de la luna. La confusión y el dolor naufragaban en sus pupilas cual ríos de sangre. Amane se forzó a ablandar su semblante, suavizando su agarre y maldecirse internamente por perder el control, pero ya no veía otra manera de hacerla reaccionar.
Más que nada en el mundo, quería que Yashiro reaccionara. Casi la perdió por no haber hecho nada y no importa si al final lo termina odiando o teniendo miedo, tenia que hacerle ver su realidad. Por más que le doliera verla herida.
Era mejor llorar por un par de semanas que sangrar durante toda la vida. Debía que ser firme.
—Tú... tenias tanto miedo al rechazo, a la soledad... todo este tiempo. Y cuando Tsukasa te acepto, tú ciegamente aceptaste cualquier cosas he él te diera, te obsesionaste con ser mejor, con tal que él nunca te dejara; soportabas todo y nosotros... Yo sólo pensé que estabas bien... —Amane no pudo preservar la mirada en Yashiro, así que bajó la cabeza—. Me equivoqué al darte la espalda, sólo me estaba protegiendo, pero no estabas viviendo ninguna historia de amor. Yashiro, está no era una historia de amor. Él solamente estaba jugando contigo... Tienes que despertar y tomar riendas de tu vida. Entiende, entiende por favor, no hay nada de malo contigo...
—No...
Los delgados brazos de Yashiro comenzaron a empujar el torso del mayor de los Yugi, no queriendo que continuara.
No quería escucharlo.
No podía ser verdad. No podía acabar así.
Se amaban. ¡Lo amaba! ¡Él la amaba!
¿... verdad?
¡¿...VERDAD?!
—Yashiro, escúchame. Esto no es normal. Esto no es sano. Te estás haciendo daño, podemos ayudarte, todos juntos. Podemos...
—Déjame en paz....
—Tienes que entender, es difícil de asimilar, pero sólo estas obsesionada con ser amada, pero no estás sola y ya hay personas que te aman tal y como eres —continuó pese a los reproches y las lágrimas de su amiga.
—Amane, vete.
—Te has aislado de todo y de todos, de las personas que te querían, porque pensábamos que eso era lo que querías, pero no quieres eso, Yashiro. Esto no es amo-
—¡DÉJAME! —Con los ojos apretados y las lágrimas corriendo como torrentes en medio de huracán, empujó a Amane con todas sus fuerzas, tomándolo desprevenido por su repentino arranque de emociones.
Yugi Amane chocó con el tronco de árbol cerezo que estaba brindándoles tan deliciosa sombra y frescura. Sintió un gran ardor en su cabeza casi de golpe. Inmediatamente, Yashiro se dio cuenta de lo que había hecho y trató de levantarse de la banca pero el pelinegro alzó su mano primero, deteniéndola en su acción.
—Está bien, está bien —admitió con un tono ronco, sus ojos escondidos tras su flequillo y su otra mano sobándose la parte adolorida de la cabeza.
—Amane-kun...
—No, entiendo. Está bien. Te asuste, no debí haberte hablado así. Estás débil y esto puede que se haya vuelto delicado para ti —Con cuidado, comenzó a incorporarse sin soltar la mano de su cabeza—. Yashiro, no estás sola. Nunca vamos a dejarte sola de nuevo, así que... no vuelvas a alejarnos, ¿si?
—Te hice daño —lloró tapándose la boca.
Yashiro sintió que su corazón pegó un enorme y fuerte vuelco que casi dejó vibrando su pecho, cuando su amigo se giró a encararla y no era ira ni reproche lo que veía en su rostro. Había una diminuta pero sincera sonrisa en sus labios, sus ojos grandes atenuados con una trémula tristeza y comprensión.
—Yashiro, estoy bien —repitió con gentileza—. Tal vez no era el adecuado para decirte esto, menos con lo ansioso que estaba. Yo... sólo quería hacerte entender, pero no podía sólo empujarte a tomar una decisión y pensar que sería lo mejor para ti —aspiró un poco, cerrando los ojos para finalmente guardar ambas manos en sus bolsillo—. Necesitas tiempo para curarte y pensar. Y tal vez... —Yashiro notó como su amigo se fijaba en alguien detrás de ella—, tal vez alguien con mejor tacto que yo pueda ayudarte.
—Aman-
—Hablamos después —emitió asintiendo—. Quizás cuando salgas del hospital, vayamos juntos a comer pasteles de arroz de fresa a ese local añiñado y cursi que tanto te gusta.
—Pero... tú detestas ese lugar...
—Pero tú no —declaró incorporándose por completo y dándole la espalda—. Nos vemos, Yashiro-chan, y sólo para que lo sepas, no estoy enojado, ni decepcionado, ni nada parecido. Estoy bien. Sólo quiero que seamos amigos de nuevo.
—Yo también... —lloró Yashiro desde su lugar, apretando su pecho.
Amane se giró a verla con una última mirada esperanzadora y le sonrió con un poco más de amplitud, para luego retirarse sin emitir ningún sonido.
La rubia se dejó caer de nuevo en la banca, lanzando varios suspiros y sollozos entrecortados durante unos segundos que a ella le supieron a amargos y lentos siglos.
—Hombres, ¿no? Los sentimientos no son su fuerte.
El silencio explotó como una burbuja.
—¡¿Aoi-chan?!
La mencionada pegó un guiño, apoyando la mitad de su cuerpo en la parte trasera de la banca.
—¿Me puedo sentar? —Pese a que preguntó, terminó haciéndolo de igual manera.
—¿Desde hace cuánto tiempo estás ahí?
Yashiro sabía que era una pregunta boba, conociendo a su amiga seguro estaba desde el inicio, sabiéndose todo el drama con lujo de detalles. Las perlas perfectas en la boca de Aoi se ensancharon en una sonrisa maliciosamente que no tenía más explicación.
—¿Vas a regañarme también? —derrotada y cansada, Nene se desinfló en la banca.
—No, no lo haré —comentó relajadamente—. Yo ya pude desquitarme con el bastardo.
—¿Eso que quiere dec-?
—Nene-chan —La interrumpió gentilmente, ampliando su sonrisa cuando los ojos de Yashiro volvieron su atención a ella—. Te amo, eres mi mejor amiga. Y te quiero mucho, Nene.
Las mejillas de Yashiro se tornaron rosadas sin saber bien que responder, así que se quedó callada y atenta. Aoi aprovechó su atención.
—Siempre quise tu felicidad, Yashiro. Y nunca vi que ningún chico que fuese digno tu verdadero ser, además que no necesitas mi ayuda para embaucar a nadie, quien quisiera venir a ti, entonces vendría siendo la grandiosa persona que eres —continuó con su sonrisa, pero su semblante se puso triste—. Siempre te mirabas tan optimista después de un rompimiento que nunca supe realmente cuanto te dolía, lo lamento. Fui una terrible amiga.
—No... —Yashiro se enderezó con pánico al notar la tristeza en los ojos de la joven Akane—. Aoi, eres la mejor, yo fui una persona horrible que te dej-
—¡No creo que seas una persona horrible! —replicó con su ceño curvado hacia abajo.
—Aoi-chan... yo...
—No, no quiero... Esto... espera... —Aoi miró hacia arriba, pestañeando varias veces para desviar sus lágrimas. Aspiró profundo—. No es esto lo que quería decirte.
—Sobre Tsukasa... ¿cierto?
—Ni que fuera tan importante como para echarle la culpa de todo a él, ¿no? Sólo fue un desencadenante, tu excusa.
—No es cierto...
—Nene-chan. Todo esto está mal. No es así como debe de ser. Así no es un noviazgo y no puedes simplemente aceptarlo porque tienes miedo a que nadie más te vaya aceptar. Yo te acepto, Amane te acepta, Kou te acepta, tus padres lo hacen también. Pero tú también debes aceptarte y debes entender, y yo sé que lo haces, que esto no es así. Que está mal. Que te hace daño.
Yashiro se encogió tanto como pudo, levantó sus piernas y las abrazó, comenzó a llorar y a temblar. Su vista estaba demasiado borrosa como para distinguir algo, pero la dulzura en las palabras de Aoi la mantenían atenta a su voz.
—¿Qué... —hipó—... puedo hacer?
—Dejarlo. Distraerte de él, apartarlo poco a poco de ti.
Yashiro sollozó miserablemente.
—Pero no estarás sola. Estaremos contigo. Podemos ir a un psicólogo y-
—No quiero un psicólogo. No estoy loca. No estoy tan mal —rebatió entre susurros.
—Nene, los psicólogos están para ayudar, no son nada de-
—No quiero.
—Está bien... hagamos algo más familiar y divertido.
Nene levantó la vista de sus piernas, la seguridad había vuelto en el semblante de su amiga.
—La abuela de Kou-kun es una psicóloga retirada —opinó Aoi de manera casual, llevando su dedo índice a sus labios—. Puede ser de ayuda y si no, igual Kou-kun dice que hace unos deliciosos pasteles y nos puede recomendar con alguien más para ayudar —agregó dándole una linda sonrisa a su rostro angelical— ¡Podríamos ir todos juntos! Pasaríamos todo el día jugando en la casa de campo de los Minamoto para que luego te quedes con ella, ya sabes que esa anciana es un amor, ¡ni siquiera se sentirá como una sesión! ¡Incluso podríamos quedarnos a dormir en la casa! ¿No suena lindo una noche bajo las estrellas y aire fresco?
Yashiro ladeó su cabeza, reconsiderándolo. Si iba con todos sus amigos sería muy divertido, sin duda; podrían ponerse al día y jugar todos juntos en el campo. Y la abuela Minamoto ya había demostrado el cariño que le tenía. Se sentiría distinto a ir con un psicólogo de verdad. Asintió con lentitud. Eso sonaba bien.
Complacida, Aoi envolvió sus brazos alrededor de los hombros de su amiga y apoyó su cabeza contra la contraria. Yashiro lloró con más ganas, sintiéndose segura en la calidez de su mejor amiga, en medio de los brazos de alguien que la quería y se preocupaba por ella.
—¿Eso está bien para ti, no es así?
—Si... —musitó en un susurro ahogado, envolviendo sus brazos en la cintura de Aoi—. Eso me gustaría mucho... —hipó.
—Entonces está decidido, será muy interesante y divertido, ya verás. Y estarás bien, Nene-chan. Estarás muy bien.
No supo si fue por el tono tan amoroso que su amiga empleaba en susurros cerca de su cabeza. O tal vez la calidez que le proporcionaba su abrazo. O quizás el tacto tan cariñoso que había extrañado de Aoi. O la esperanza plausible que inundaba su corazón agrietado con sus palabras, como si en verdad sintiera que aquello podía volverse realidad.
Sólo supo que sintió que podía hacerlo bien, que podía seguir adelante. Que podía combatir y superar este duelo mientras contara con el verdadero amor en su vida.
El amor de personas que realmente la querían.
...
Temática 7:
Duelo.
¡AHHHHHHHHHHHHHHHH! ✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖💖
Wait. Esto suena demasiado brusco.
¡Otra vez! (?)
¡Hola, hermosas calabacitas! Hemos llegado al final de esta pequeña serie. En verdad que me tome mi tiempo. Se supone que debería haber acabo en febrero xdddd, pero muchas cosas pasaron en este año y en el recorrido de todo. Me alegra que al menos haya terminado este año.
Esta historia... me dejó más cosas de las que jamás me imaginé. Se los agradezco, es todo gracias a ustedes 💖💖💖💖✨✨✨. Hicieron de esta loca idea salida de olla algo significará algo, no solo para mí, sino también para algunos de ustedes, y eso me ha hecho tan feliz.
Estoy encantada con haber llegado al final, aunque voy a extrañarla, siempre pensaba en los lectores de Limerencia cada vez que entraba a wattpad. Gracias por seguir hasta el final esta obra, en verdad ha sido tan satisfactorio e increíble el cómo llegó a 6k... mucho más de lo que nunca pensé. Se salieron de mis expectativas todos ustedes 🥺💕💖. Muchas gracias... Así que en recompensa quise dedicarle el capítulo más largo para cerrarlo.
¿Qué pasa después de esto? Eso se los dejo a vuestra imaginación.
Y una disculpa por aquellos que querían ver morir a Yashiro xD. Fue una posibilidad cuando planeaba la historia, pero decidí descartarla para dejar un ápice de esperanza. No quería que algo que había significado mucho para mí y varios lectores se destruyera así.
Yashiro tenía esperanza. Nosotros también lo tenemos. Y eso es algo que nunca nos debe faltar.
¡Cerraré aquí antes que me ponga demasiado sentimental!
*Llorando en una esquina porque termino*
Bueno... *solloza* demasiado tarde.
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS! ¡FUE TODO UN HONOR SER LEÍDA POR USTEDES! ¡Me hicieron muy feliz! ¡Y escribir esto lo disfrute aún más de lo que quisiera gracias a ustedes! ¡SON LOS MEJORES LECTORES CALABAZA DEL MUNDO! ✨✨💕✨✨✨✨✨✨💖💖💖💖
¡Cuídense mucho! 💕
¡Los amo! 💕✨💕✨✨✨💕
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