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Estaba aburrido de estar solo en la Torre, había hecho de todo y apenas eran las 3 de la tarde, me sentía como Rapunzel. No podía ir a la empresa ya que Pepper me lo había prohibido, apenas tenía cuatro meses de embarazo y la pelirroja ya me consideraba un ser inservible, bueno ella había dicho que quería cuidarme, pero era casi lo mismo, resumidamente era un inútil. Y para colmo Natasha tenía una misión, desde hacía dos días me había abandonado con su cachorro en mi vientre.
Sonaba exagerado, pero realmente estaba aburrido y para empeorar todo, Jarvis había cerrado el taller, según él, yo era imprudente y podía poner la vida del bebé y mía en riesgo. Alegé con el que nunca haría eso, pero no me presto atención, así que ahora estaba acostado en la sala intentando ver una película, pero estaba terriblemente sosa y me estaba provocando sueño. Aunque intenté hacerlo, no pude, la sensación estaba allí, sin embargo, no podía alcanzarla, era tan tedioso.
Molesto me levanté por no poder hacer nada bien y me dirigí a la cocina, ya que no podía distraerme con nada más, comería hasta poder estar a gusto en ese maldito lugar.
— Señor, ya consumió las calorías que debería ingerir. — Comunicó Jarvis cuando yo me paré frente a la puerta del refrigerador.
— Eso no es posible, aún no he cenado.
—Suponiendo que consumirá...
— Ahorratelo, no quiero saber nada, iré a dar un paseo.
— Llamando al Señor Hogan.
— No, ¿Qué haces? No llames, no soy un desvalido, iré en mi traje.
— No creo que a la Señorita Romanoff le agrade.
— Ella vio mi traje, está reforzado en esta área. — Dije pasando mi mano por todo mi abdomen.
— Recuerde que no debe volar a más de...
— 200 metros lo sé y también sé que no me dejaras rebasar el límite. — Expresé mientras el traje se adhería a mi cuerpo.
— Así es. — Habló la IA desde dentro del casco.
Me dejé caer de espaldas desde la plataforma y Jarvis inició un vuelo lento mientras yo veía las nubes pasar frente a mis ojos. Esto si que era relajante, la IA trazó un camino hacia el mar. Todo era tan apacible que me provocaba sueño, pero aproveché para girar y pasar un guante sobre el agua para ver la forma en que se levantaba y movía ante mi toque.
Después de un rato bastante largo decidí volver a la Torre y desde la plataforma de ensamblaje vi a Steve en la cocina, pude notar que preparaba uno de esos horribles licuados que me daba, según él estaban llenos de vitaminas que eran buena para el bebé, me sentía al borde de vomitar cuando los probaba y lo peor de todo es que esperaba frente a mi hasta que lo bebía completamente.
— Hola Cap. — Saludé y él me sonrió amablemente.
— ¿Cómo te encuentras hoy, Tony?
— Todo lo bien que se encuentra alguien atrapado en una jaula de oro.
— No creo que sea tan malo.
— Lo que digas. — Respondí sentándome frente a la encimera. — ¿Y Nat? — Pregunté y tuve que esperar a que el ruido de la licuadora cesara para obtener la respuesta.
— No la veo desde la semana pasada. — Contestó mientras servía el brebaje en un vaso gigante.
— Me dijo que tenía una misión contigo durante toda la semana. — Comuniqué casi arrebatandole el vaso.
— Oh, ¿Natasha? ¿Tú alfa verdad? Estaba pensando en otra Natasha.
— No te queda bien mentir, Rogers.
— Es que olvide que tuvimos una misión, ella tuvo que quedarse un día para presentar el reporte.
— ¿Y tú no lo presentaste? — Consulté entrecerrando los ojos hacía él y noté como tragó grueso ante mi penetrante mirada.
— Yo... — Apenas noté que continuaría con esa mentira me crucé de brazos y dejé salir mis feromonas, el desagrado era lo único que se olía en el ambiente. — Tony, la realidad es que debe estar en una misión secreta, por eso no te lo dijo a ti, ni a mí.
— Jarvis, ¿En dónde está? — Demandé saber después de darle un largo tragó al vaso que tenía enfrente.
— No es conveniente que lo sepa, señor.
Me bajé furioso de la silla y caminé con paso fuertes hacía mi habitación.
— No es bueno que te molestes, puede perjudicar al bebé y todo tiene una explicación. — Manifestó el alfa que me venía siguiendo.
— Un alfa no me va a decir como sentirme. — Exclamé y le cerré la puerta en la cara.
Caminé hacia mi vestidor y abrí una de las tantas gavetas que había, pero sabía perfectamente en cual buscar. Las tarjetas aparecieron frente a mis ojos, una dice T.A.D.A.S.H.I. otra dice J.O.C.A.S.T.A. y la que finalmente tomo es F.R.I.D.A.Y. la pongo en mi mano y me aferro a ella como si mi vida dependiera de ello.
Me traslado hasta la puerta de la habitación y rogandole al cielo que Steve no esté ahí, la abro, afortunadamente no hay nadie. Me encamino silenciosamente a la plataforma en que deje mi traje y manualmente abro la ranura para sacar la tarjeta de J.A.R.V.I.S y reemplazarla por la de F.R.I.D.A.Y.
— A sus órdenes jefe. — Habla una voz femenina después de que la armadura se abre para mi.
— Le notifique al Capitán Rogers sobre esta violación a su seguridad. — Anuncia Jarvis y casi puedo sentir el reproche en su voz.
No respondí, solo me enfundé con la armadura y me familiarizo con la nueva voz que me habla.
— No lo hagas. — Escucho decir al rubio.
— Sí mi alfa me necesita, tengo que estar cerca. — contesté y emprendí vuelo alejándome de la Torre.
— ¿Hacia dónde, jefe?
— Busca los rastreadores en las ligas para el cabello de Nastaha.
Ese era el único lugar en dónde pude dejarlos, la alfa se había encargado de deshacerse de todos los que había colocado en su ropa, zapatos, pulseras y aretes, pero paso por alto ese lugar insospechado.
— El único que se está moviendo está en Rusia.
— ¿Rusia? — Pronuncio sorprendido y detengo mi vuelo.
— No podré llegar en este traje hasta allá.
— Puede hacerlo, pero en la condición que tiene, con cuatro meses de gestación, no es aconsejable hacerlo, por eso recurrí al plan B, unos de sus quinjet está a punto de despegar desde la Torre para llevarlo hasta La Prisión del Séptimo Círculo.
— No me gusta ese nombre.
— Ese nombre es en honor al libro el Infierno de Dante Alighieri, ahí el Séptimo Círculo del Infierno está lleno de almas violentas.
— Eso no me calma. — Declaré.
Me detuve a meditar en la razón por la que Natasha estaba en un prisión y aún peor, ¿La detuvieron por ser una espía américana?
Segundos después divisé el quinjet y volé hacía el, una compuerta se abrió para que yo pudiera pasar. Mi traje se abrió cuando me paré frente al panel y al ver todo en orden me giré hacía los otros asientos, para ponerme cómodo, pero me encontré con unos fríos ojos azules.
— ¿Qué haces aquí, Rogers?
— Es mi deber cuidar de ti mientras no está tu alfa.
— No soy una damisela en apuros.
— Pídele que nos regrese a la Torre. — Habló caminando hacia mi.
— No lo haré.
— Lo harás, porque tienes que descansar.
— No volveré, Natasha está en prisión y tengo que sacarla antes de que le pase algo. Tú mejor que nadie sabes que Rusia odia los espías.
— Entonces, te acompañaré. — Cedió ante mi tozudez.
— No pensaba lanzarte al vacío.
— De ti pensaría... — Silencio sus palabras cuando yo le mandé una mala mirada.
— ¿Y cómo entraste?
— La puerta de emergencia.
— Sabía que me traería problemas. — Susurré dejándome caer en un asiento.
— Mientras el enemigo no lo sepa, es perfecta. — Argumentó sentándose a mi lado. — Tony, no importa lo que estés pensado, Natasha te ama y nunca haría algo para lastimarte, al menos no a propósito.
— Siento que tus siguientes palabras serán, te engaña, pero es contigo con quien quiere estar.
— Ella nunca te haría eso, está demasiado enamorada.
No quería dudar de ella, pero la cuestión del porqué me mintió no me dejaba en paz. La inquietud me estaba carcomiendo la cabeza y no encontrar algo con lo que distraerme empeoraba mi situación. Al final terminé entreteneniendome con un juego en mi celular.
— El objetivo se mueve. — Avisó Friday e inmediatamente me levanté para acercarme al panel que mostraba el punto rojo moverse. — No está caminado, va por vía aérea.
— ¿Hacia dónde irá? — Cuestioné al aire mientras veía el mapa con diferentes nombres, aunque no reconocía ninguno.
— Deberías dormir durante el trayecto que falta.— Sugirió Steve distrayendome de trazar caminos imaginarios en mi mente. — Aún nos queda una hora.
— ¿Tu piensas que podré dormir con esta preocupación que cargo? — Objeté antes de sentarme en el lugar que estaba antes.
Crucé los brazos enfurruñado al reparar en la expresión de inténtalo que me daba Steve, finalmente fingí que lo intentaría. Acomodé mi cabeza y cerré los ojos.
Al parecer si tenía sueño pensé cuando abrí los ojos y noté que el rubio no estaba a mi lado, me levanté y me sentí tambaleante, pero me recompuse.
— El objetivo dejó de moverse. — Escuché decir a la IA mientras me restregaba un ojo.
— ¿Ya llegamos? — Pregunté aunque estaba viendo nuestra posición desde el panel.
— Ya casi. — respondió cortésmente.
— Los objetivos caminan. — Agregó Friday.
— Eso nos da ventaja. — Destacó el alfa y yo me senté cerca a esperar.
— Tony, tu te quedarás aquí adentro y dejaré el quinjet a una distancia prudente.
— No me quedaré a ver.
— Natasha me matará si no te protejo.
— Yo puedo protegerme solo, no te necesito. — Espeté poniéndome de pie.
— El objetivo se detuvo. — Informó Friday. — Tiempo estimado de encuentro: dos minutos.
Me vestí con mi armadura y caminé hacia una puerta.
— Tony, no. — Demandó Steve al ver que estaba a punto de irme.
No hablé, solo toqué el botón que era mi pase de salida y me lancé.
— Tres objetivos están armados. — advirtió Friday y amplió la imagen de Natasha, una rubia, una pelinegra y un hombre. — Un objetivo nos apunta.
Puse máxima velocidad al traje y me preparé para evadir cualquier disparo. Estaba cerca cuando noté que un hombre tomó del brazo a mi alfa y ella se volteó molesta hacía él.
— Sueltela y no le haré daño. — Hablé apenas aterricé a varios metros de ellos y caminé apuntandole, pero sin llegar a encender el rayo de mi guante.
— ¿Iron Man? — Dijo la pelinegra que carga un arma.
— ¡Oh por Dios! Es Tony Stark.
— ¡¿Qué haces aquí, Tony?! — Se exaltó la alfa y caminó molesta hacía mi. Con mi armadura era más alto, pero al verla tan furiosa me sentí pequeño. Me tomo del antebrazo y me hizo caminar alejándome del grupito de desconocidos.
— Yo soy el que debería estar enojado. — Respondí intentando tomar control de la situación. — Me mentiste. — Agregué y mi traje se desensamblo para que pudiera ver mi molestia.
— ¡Oh por Dios! Tony Stark está preñado. — Exclamó la rubia y yo dirigí mi mirada hacia ella.
— No los mires. — Rechistó mi alfa y me hizo girarme un poco. — Aún no has respondido.
— ¡Oh por Dios! Marcaron a Tony Stark.
— ¿Quién es ella? — Consulté algo perdido por los gritos de la chica.
— Su hermana. — Respondió la rubia.
— ¿Tienes un hermana? Pero dijiste que no tienes familia.
— Es complicado. — Contestó exasperada y escuché el sonido del quinjet. — No me digas que los trajiste a todos. — Habló al ver la nave posarse cerca de nosotros.
— Sí que has hecho amigos. — Puntualizó el hombre.
— ¡Oh por Dios! Es el Capitán América.
— ¿Natasha estás bien? — Inquirió el rubio que venía con el frisbee en la mano.
— ¿Por qué no lo estaría? — Ironizó y camino hacia el alfa y cuando estuvo lo suficientemente cerca le dio una cachetada.
— ¿Y eso por qué fue?
— Agradece que no fue un puñetazo por dejar que viniera hasta aquí.
— No me dejó venir solo. — Me quejé.
— Por todos los cielos, es Iron Man, un omega que se rescató solo cuando lo secuestraron, ¿Qué le podría pasar?
— Lo mismo le dije...
— Yelena. — Concluyó la rubia.
— Me caes bien, Yelena. — Me sinceré y le sonreí.
— Es un honor. — Expresó y los dos mayores que estaban a su lado se le quedaron viendo raro.
Caminé hacia Yelena para darle la mano y de paso molestar a Natasha, hasta que estuve a unos cuantos pasos percibí que los tres eran alfas y cuando le extendí la mano parecía estar congelada por la sorpresa.
— Natasha... — Comenzó pero al parecer no podía acomodar las palabras.
— Es mi alfa. — Aclaré, aunque ya debían saberlo por nuestros aromas mezclados después de la marca. — ¿No les dijiste? — Dije girandome hacía la pelirroja, pero repentinamente me vi atraído por unos fuerte brazos, era el alfa.
—No lo toques... que lo ensucias. — Estableció mi alfa sacándome de los brazos del hombre.
— Si que apuntas alto, pero no te culpo, yo te lo enseñé. — Expuso. — Alexei Shostakov, tu nuevo suegro y Melina Vostokoff, tu suegra. — Se presentó y yo levanté mi cejas hacía Natasha. — Ahora si me permiten, tengo que hablar con el Capitán.
— Entonces, ¿Tienes una familia?
— Estoy emocionada de tener un cuñado y un futuro sobrino. — Confesó alegre la rubia.
— Tú y yo tenemos que hablar. — Dictaminó mi alfa y me llevó del antebrazo hacía el quinjet, pasamos al lado de Steve y Alexei, este último parecía muy emocionado hablando con él rubio pero el otro no tanto. — ¿Qué crees que hacías viniendo hasta aquí y exponiendo nuestro bebé al peligro?
— Pensaba salvar a la madre de mi bebé, creí que podías estar en una misión muy riesgosa ya que mentiste sobre lo que harías.
— Sí era riesgosa con más razón debiste mantenerte lejos.
— Y resultó que no lo era, solamente te escabulliste para visitar a tu familia. — Expresé y ella pareció contrariada por mis palabras. — Lo siento... alfa.
— No pienses seguir ese rumbo.
— ¿Cuál rumbo?— Consulté con inocencia aunque ya había comenzado a soltar feromonas y caminé hacia ella moviendo las caderas. — Adoro tenerte cerca.
— Tony... — Susurró cuando acerqué mis labios a los suyos, creí que se iba a negar, pero me tomó de la nuca y comenzó un apasionado beso.
Rápidamente terminé apoyado sobre la pared y sus manos buscaron abrir mi pantalón, parecía muy desesperada por quitarlo del camino y por un momento temí que lo rompiera dejándome desnudo todo el viaje. Mi pantalón terminó en mis tobillos y me hizo quedar de cara a la pared, segundos después bajó mi ropa interior y yo abrí las piernas esperándola pero un gruñido de su parte me hizo echar un vistazo y noté que le estaba costando trabajo quitarse el traje que era de una sola pieza.
— Déjame ayudarte. — Propuse y di un paso para salir de la ropa que había sido despojado.
Saqué de sus hombros la tela y besé uno de ellos, también pasé su cabello hacía atrás para apreciar sus redondos y grandes pechos. Puse mi pulgar sobre su pezón y lo masajeé con delicadeza, luego hice lo mismo con el otro y ella entreabrió sus labios dejando salir un suave suspiró. Bajé el traje por sus voluptuosas caderas y me maravillé viendo la poca tela que cubría su zona íntima, se traslucía su clítoris crecido, no pude evitar morderme el labio al pensar que eso me haría gozar en unos segundos.
La alfa me quitó la camisa y luego se sacó completamente el traje. Cuando pensaba volverme a girar, me adelanté y la dejé a ella contra la pared, pareció confundida por un momento, pero cuando hice presión sobre sus hombros entendió que quería que se sentara sobre el suelo. Me senté sobre su piernas con las mías abiertas y ella tomó con su mano mi erección que ya estaba despierta por todas las feromonas en el aire. Tomé su falo con mi mano y disfrute de ver su expresión de gusto por lo sensible que estaba debido a la espera. Sus dedos terminaron sobre mi entrada y pasaron rápidamente al interior.
— Ya no tendrás que usar nada para recordarme. — Informó al darse cuenta que mi entrada estaba lista para recibirla porque yo había estado masturbarme durante el día. Tomó su miembro con su mano y yo me ubiqué sobre él. Relajate, todo está bien. Me dije al sentir un poco de nervios por estar en esa posición que me traía malos recuerdos. — Te amo. — Comunicó antes de que me penetrara y yo la besé mientras me deslizaba en su erección.
— Yo también te amo. — Confesé cuando mi cuerpo se adaptó a la intromisión.
Mi cuerpo se sentía más susceptible a los toques de Natasha ahora que estaba preñado, mi excitación era más fuerte y los orgasmos más potentes que antes.
Las mordidas de la pelirroja sobre mi cuello hacían que tuviera intensas sensaciones y sus manos sobre mi cintura me ayudaban a subir y bajar con más facilidad sobre su verga. Estaba seguro de que sus manos me dejarían marcas, ya que así se contenía de embestirme con verdadera fuerza, aunque eso no quitaba que los dos disfrutaramos. Nos cuidabamos un poco de tener sexo salvaje por mi embarazo, sin embargo no creo que fuéramos tan suaves, Natasha sólo evitaba dejarme sin poderme sentar.
Justo ahora estaba seguro de que podría correrme sin tocar mi miembro, la alfa estaba torturando mi próstata. Yo no necesitaba moverme más, sólo estaba con las rodillas bien plantadas sobre el suelo recibiendo sus extasiantes penetraciones. Mis gemidos hacían eco sobre las paredes, casi podía sentir que el sonido salía del quinjet, pero no era posible ya que todo estaba cerrado. Su mordida sobre mi marca fue suficiente para hacerme terminar y ella también lo hizo.
Me quedé abrazado mi alfa y sonreí internamente al darle cuenta que ese viejo trauma estaba superado. Un rato después el clítoris de Natasha volvió a su tamaño normal y yo me levanté un poco, vi la mancha de semen que había en su abdomen y ella también fijo su vista ahí y con su dedo la recogió y la llevo a su boca, su mirada maliciosa era digna de enmarcar, pero yo me levanté para buscar mi ropa, pues ya no caería en la tentación.
Silenciosamente nos vestimos y nos fuimos caminado de la mano a la casa de los padres de Natasha.
— Hasta que al fin vuelven, desde aquí podía ver que el quinjet se mecía. — Se rió Yelena.
— Tienes una hermana muy enérgica. — Hablé y noté a Steve algo incómodo.
— No podíamos estar más tiempo lejos. — Agregó Natasha.
— Ustedes tienen limerencia — Confirmó la rubia.
—¿Qué es eso? — Consultó Alexei.
— Es un estado de enamoramiento en el que aparecen la pasión, excitación, deseo, fascinación y un listado de sentimientos e impulsos a veces incontrolables.
— Más bien es un trastorno obsesivo compulsivo. — Acotó el rubio y Natasha y yo lo vimos sorprendido. — Me he puesto al día leyendo mucho. — Se defendió. — Tony, ven, te enseño el baño para que te laves las manos.
— Lo necesito, algo amenaza con escurrirse por mis piernas. — Expresé y Yelena comenzó a reír, mientras que el alfa levantaba un pulgar hacía Natasha, por otra parte, Steve me llevaba tomado por la muñeca hacía el segundo piso.
— Estoy muy orgulloso de que tu omega también esté en números rojos. — Habló el mayor cuando estaba por alejarme y yo volteé extrañado hacia mi alfa, pude leer en sus labios, no le hagas caso y con eso la perdí de vista.
— ¿Por qué me llevas corriendo?
—Necesitan un rato para hablar, hace mucho tiempo no se ven y nosotros no somos parte. — Dijo y casi me empujó dentro del baño.
— ¿Es eso o querías alejarte del padre de Nat? — Formulé, pero no recibí repuesta. — ¿Se puso pijama o era un traje como el tuyo? — Continué con las preguntas después de sacar la corrida de la alfa de mi entrada.
Cuando finalmente bajamos, no había nadie en el comedor y la comida que se veía no me apetecia. Ya podía presentir el regaño que me daría Jarvis por no comer a tiempo.
— Tony, creo que deberíamos irnos y esperar a Natasha en la Torre.
— Supongo que tienes razón, iré a hablar con ella.
No me alejé mucho cuando una luz azul se reflejó en la ventana, inmediatamente Steve se volteó hacía el origen.
— Tony, escondete. — Pidió el rubio.
Unos segundos después un dardo cayó en su hombro y se giró hacía mi, pude sentir el pinchazo de uno sobre mi brazo y luego una ráfaga de dardos cayó en la espalda de Steve, pero no lo detuvo de tomarme con delicadeza y depositarme en el suelo con suavidad para evitar que me golpeara, lo último que pude percibir fue su mano sacando la aguja de mi brazo y luego un golpe a mi lado.
●●
Un pacífico aroma me envolvía, lo que me mantuvo relajado y me apagué más al tibio pecho sobre el que reposaba, pero me obligué a abrir los ojos al sentir que esos senos no eran tan suaves como los de Natasha. Había bastante luz por lo que tuve que adaptarme poco a poco y vi puertas y ventanas pasar rápidamente, segundos levanté mi rostro para toparme con Steve, el me llevaba en brazos, su mandíbula se veía tensa y no logré reconocer el lugar en que nos encontrábamos.
— Hey, Cap, me bajas. — Hablé y hasta ese momento pareció notar que estaba despierto.
— Melina me pidió ponerte en un lugar seguro y eso haré.
— ¿Qué pasó? — Dije al recordar que estábamos siendo atacados en casa de la familia de Natasha.
— Estamos en la habitación roja.
Apenas lo dijo las luces se oscurecieron y pasaron a un tono rojo. Steve decidió al fin ponerme sobre mi pies, pero me tomó de la muñeca. Siempre que lo hacía me sentía como un niño regañado. Una puerta se abrió dando lugar a un grupo de alfas enmascarados.
— Manos donde pueda verlas o el omega pagará. — Habló un alfa con voz de mando. Primera y peor decisión, nadie le hablaba a Steve con esa voz y salía completo.
— El General Dreykov pide al primer omega que ha pisado la habitación roja. — Dijo otra alfa con firmeza y Steve me ubico detrás de él, cosa que agradecí, pues una arma estaba apuntando a mi vientre.
— Oye, puedes dejar de amenazar a mi bebé, no creo que tu jefe este contento de que mates al bebé más inteligente de la generación y con las habilidades de la viuda negra. — Expresé cubriendo mi vientre y Steve me mandó una mirada que decía que me callara.
— Bajaremos las armas si viene por las buenas. — Accedió el que hablo primero, se notaba que no querían pelear, sólo intimidar para llevarme con ellos.
— No nos rendimos sin pelear. — Susurró Steve y un ruido de algo siendo aplastado.
De la nada una pared empujó a los alfas dejándolos totalmente fuera de combate y mi armadura apareció frente a nosotros con el lanza rayos encendido, listo para atacar a cualquiera que se le interpusiera.
— Friday, nos salvaste.
— No soy Friday, Señor.
— Gracias, Jarvis. — Habló Steve
— ¿Cómo nos encontraste? — Consulté viendo que habían varios de mis trajes en diferentes pasillos, cada uno había ayudado a penetrar los fuertes muros.
— La señorita Romanoff ha puesto múltiples rastreadores en su ropa.
— No me sorprende. — Dije y entré en el traje. — Ahora, hay que buscarla.
Entre por el hueco de la pared y todo parecía normal, las luces funcionaban perfectamente así que comencé mi camino. Escuché una explosión a lo lejos y sobre lo que estábamos parados pareció tambalear.
— Nos estamos cayendo. — Pronunció Steve.
— Necesito acceso a las cámaras, hay que encontrar a Nastsha cuanto antes.
— Estoy en eso.
— Y a toda la familia.— Acotó el rubio.
— Mierda. — Me enfadé cuando vi a Natasha correr por un pasillo, pero sólo logré verla unos instantes ya que la cámara perdió la imagen.
— El nivel de daño en los motores les hará caer en unos minutos, deben abandonar está inestable instalación.
— No me iré sin Natasha.
— La Señora y Señor Shostakov, están en un quinjet, van a buscar a la señorita Romanoff y la señorita Belova.
— No estaré tranquilo hasta que la vea. — Declaré y me giré hacía Steve. — No te va a gustar esto, pero debo buscarla y dejarte en un lugar seguro.
Uno de mis trajes tomó a Steve al estilo princesa y salí del lugar haciendo un reconocimiento entre los escombros. Cuando pensaba darme por vencido, localicé a Yelena en caída libre y antes de que me acercará noté a mi alfa ponerle un paracaídas, quedando ella misma sin protección. Me dirigía hacia la pelirroja pero un escombro me golpeó y la perdí de vista entre toda la destrucción que había en los aires.
El golpe me había mandado lejos de ella, sin embargo cuando estaba cerca del suelo la logré identificar moliendose a golpes con alguien en un traje, la careta de mi traje se había dañado, por lo que otra vez salieron de mi campo de visión. Logré aterrizar y como sí Jarvis supiera lo que necesitaba, otro traje se posó frente a mi. Salí del anterior que estaba dañado y entre al nuevo, busqué señales de calor y encontré dos cerca de mi. Caminé hacia ellas y eran Steve y Yelena, la alfa estaba en el suelo, pero al parecer estaba consciente.
— ¿Vieron a Nat? — Inquirí apenas me acerqué.
— Ella está bien, gracias por preguntar. — comentó el rubio mientras ayudaba a la alfa a ponerse de pie y la alfa sonreía feliz de ser sostenida por la cintura por ese gran espécimen.
— Tony, ¿Estás bien? — Interrogó una consternada alfa y me giré hacía ella.
Ambos nos envolvimos en un fuerte abrazo y yo la levanté antes de que unieramos nuestros labios en un demandante beso.
— Yo también quiero eso. — Expresó Yelena y ambos sonreimos en medio del beso.
●●
— Tía, Tía, Tí...a — Decía Yelena a Morgan que estaba sentada mordiendo la oreja de un conejo del felpa.
— Tío. — Dijo lentamente Steve que estaba sentado al lado de la alfa.
— Verlos juntos me hace pensar en bebés rubios. — Los molesté e inmediatamente Steve tomó distancia con la rubia.
— ¿Ya estás listo Tony? — Llegó a la sala mi alfa con un vestido strapless con un bonito estampado negro y su cabello recogido dejando ver su niveo cuello. Yo asentí, ella movió un poco la corbata que yo llevaba y me sonrió. — Dejemos a los tortolos. — Agregó y tocó el botón para bajar del ascensor.
— ¿No has pensado que les puede ganar el calor y dejarán de cuidar a Morgan?
— Steve nunca dejaría que eso pasara. — Respondió segura.
— Estás hermosa. — Confesé cerca de su oreja. — Lástima que en unos minutos te quitaré ese vestido.
Ambos habíamos ideado un plan para poder tener sexo, les habíamos dicho a los rubios que iríamos a una cita tranquila, cuando en realidad iríamos al piso de abajo a follar como conejos durante las próximas tres horas.
— ¿Tomaste las píldoras?
— No hay problemas durante el periodo de lactancia.
Apenas recibió mi aprobación atacamos nuestras bocas en un hambriento beso. Salimos del pequeño cubículo y apenas unos pasos después mi saco y corbata terminaron en el piso, el vestido sobre un sillón y ambos sobre la alfombra, nos necesitábamos, no importaba en donde fuera.
Estaba seguro de que nuestro deseo de estar juntos no era normal, pero era recíproco, así que no había problema, aunque Yelena diría que nuestra atracción se trataba de limerencia y quizá si lo era.
22 de Noviembre 2020
Al fin les traigo el final de esta mini historia, lo terminé gracias a que hoy es el cumpleaños de Scarlett Johansson. A ella le debemos que yo me apurara con este capítulo
El vestido que llevaba al final del capítulo ♡.♡
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