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Capítulos plagados de pegging así que si les incomoda ese tipo de historias les ánimo a dejarla.
Significado de pegging: práctica sexual en la que una mujer penetra analmente a un hombre empleando una prótesis que usualmente va sujeta en el pubis por medio de un arnés de cintura.
En este caso no se necesitan esos objetos ya que la historia es omegaverse.
Mpreg
2012
- Coulson recuerda que Stark confía en mi tanto como confiaba en Ivan.
- Yo voy con Stark, tu ve con el fortachon.
- No, dejamelo a mí, estoy segura de que lo persuado
- No sería más efectivo que yo vaya con él por ser omegas y tú con el alfa.
- Los alfas tenemos trucos para convencer a los omegas y los omegas tienen trucos para los alfas.
- Nos vemos mañana.
-Боже мой (Dios mío) ¿Por qué acepté esto?
Unas horas después en la Torre Stark
- ¿Quieres quedarte a dormir?
- Ya no puedo hacerlo, cuando una relación termina, el sexo también. - Respondió risueña la omega.
-Señor mis protocolos fueron desactivados. - Avisó mi IA salvandome de un momento incómodo
-Tenemos que hablar- Salió una voz femenina de mi teléfono, la voz de Natalie o Natasha.
- Usted está llamando a la copia señuelo de Tony Stark. Deje su mensaje.
- Es urgente.
- Déjelo con urgencia.
-Seguridad violada- hablé al ver que las puertas del ascensor se abrían y de ellas salía la pelirroja.
- Es tu culpa- reproché a Pepper.
-Stark - saludo la alfa
- Nat, Hola, pasa- saludó de vuelta Pepper.
- No me quedaré - respondió la agente.
- ¿Por qué la llamas Nat? Su nombre de pila es agente.
-Lee estos documentos- Dijo acercándose a mí y extendiéndome unas carpetas.
- Odio que me entreguen cosas.
- Esta bien porque a mi me encanta- Contestó Pepper pasándole su copa y luego me quito mi copa para entregarme los papeles.
- Las horas oficiales de consulta son de vez en cuando los jueves de 8 a 4.
- Esta no es una consulta.
- ¿Es algo de los Vengadores? -Interrumpió Pepper -De eso no se nada en absoluto.
- La iniciativa Vengadores fue eliminada según creí, además no califiqué.- Manifesté alejándome de ellas.- Al parecer tú crees que soy voluble, soberbio y no trabajo en equipo.
- Esto va más allá de un perfil de personalidad.
- ¿Puedes venir aquí? - Llamé a Pepper mientras veía lo grande de la investigación en los papeles.
- Esto parece ser algo importante Nat se ve algo perturbada. - Declaró y yo la vi por unos segundos, pero no noté nada diferente, solo lo bien que le quedaban esos pantalones - ¿Qué es esto?
- Esto es... Esto - Proclamé mientras hacía que todas las imágenes de las carpetas pasarán a mis pantallas, ella había fotos del Capitán América, Hulk y un rubio con estilo de beachboy.
-Tienes mucha tarea- Afirmó Pepper dándome un rápido abrazo y caminando hacia la alfa que estaba cerca del ascensor.
- No me quiero quedar solo. - Hablé volteandome hacía las chicas que conversaban en voz baja.
- Te puedo acompañar un rato, para asegurarme de que hagas tus deberes. - Se ofreció la espía.
- Sería genial, siempre necesita una niñera. - Comentó mi supuesta amiga y yo bufé por sus palabras.
- No es necesario que te quedes, perturbas mi espacio feliz. - Hablé mientras veía que Pepper ya se había ido.
- ¿Qué tienes en contra de los alfas?
- Ustedes no me importan en lo absoluto, es más, no siento nada hacía tu casta.
- Por eso siempre que hay alfas buscas la forma de huir.
- Yo no huyo. - Me defendí dejando lo que hacía para voltearme hacía ella.
- En tu empresa no tienes que hacerlo, a penas tomaste el mando despediste todos los alfas y contrataste omegas.
- ¿Y ya viste las estadísticas de S.H.I.E.L.D? Es una de las entidades que menos omegas contrata, por eso yo intento ser lo contrario a ustedes.
- Solo acepta que tienes un problema con nuestra casta.
- Lo tengo, odio que se crean superiores a todos.
- ¿Por qué te molesta si tu eres igual?
- Hay una diferencia, yo no me creo superior, se que lo soy. - En algún momento mis pasos me había llevado a pararme frente a la alfa.
- Me gusta que no te dejes intimidar por los alfas. - Habló mientras sonreía y acercó su rostro a mi.
Mis instintos me gritaban que diera un paso atrás, pero no les haría caso. No me amedrentaría frente a ella, nunca le demostraría temor a un alfa, no le dejaría ganar.
- No soy como la mayoría de omegas. - Dije cruzandome de brazos, para que notará que me negaba a echarme atrás por sus jueguitos.
- Creeme que me dí cuenta en el tiempo que estuvimos juntos. - Comentó y casi podía sentir el tono seductor de voz.
- ¿Qué quieres de mi? - Pregunté cansado de tantos rodeos.
- Me gusta admirarte. - Respondió dejándome sin palabras.
Sus ojos estaban fijos en los míos, como si esperara que yo me enfadara por sus palabras, pero más bien me sentía aturdido ante su confesión.
Extendió su mano hacía mi mejilla, pero no me tocó, esperaba una invitación para hacerlo y contra todos mis ideales, terminé acercándome a sus caricias. Apoyé más mi rostro es su mano y goce de sentir su aroma tan cerca de mi.
- ¿Qué haces? - Gruñí alejándome cuando la razón llegó nuevamente a mi cuerpo.
- Acariciarte. - Respondió coqueta.
- ¡Sal de mi Torre! - Demandé volviendo a la pantalla con toda la información que tenía que leer.
- ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? - Consultó ubicándose detrás de mi.
Su respiración chocaba contra mi oreja y la diferencia de tamaño lo hacía posible. Como odiaba esa características que nos diferenciaban, ¿Por qué no habían omegas altos? Era injusto.
- Alejate de mi. - Establecí girandome hacía ella y tomandola de los hombros para hacerla retroceder.
La alfa se dejó hacer pues sabía que si ella quisiera yo no habría podido moverla del lugar.
- ¿Por qué me tienes miedo?
- No te tengo miedo.
- Te estudie durante meses, conozco tus reacciones y justo ahora se que estás asustado.
- Te odio.
- Mientes.
- Por Dios, ya vete, tengo mucho que leer y tú me estás atrasando.
- Está bien, me iré. - Declaró. - Pero tienes que soltarme.
¿Por qué no la solté? Me recriminé cuando ella tomó mis manos que aun estaban sobre sus hombros y las junto frente a su boca para dejar un beso en cada una.
Y todo sucedió en cámara lenta, antes de que ella diera otro paso para alejarse de mi atrapé su mano y le impedí retirarse.
- ¿Quieres terminar lo que comenzamos aquella vez? - Susurró cuando se acercó a mi oído y yo solo pude asentir. - Dilo. - Pidió levantando mi rostro con su mano para que nuestras miradas se encontraran.
- Si quiero. - Accedí. - Con la condición...
Mis palabras fueron silenciadas por el apasionado beso que ella comenzó, intente luchar por el dominio de los movimientos, pero sus manos toqueteando todo mi cuerpo me distrajeron. Me empujó hasta hacerme caminar de espaldas hasta el escritorio, pero en ningún momento se rompió el beso. Tiro todas las páginas en el suelo y me hizo sentarme en la superficie. Esto no estaba tomando el rumbo que yo quería pensé cuando se metió entre mis piernas.
La última vez dejamos las cosas a medias por la misma razón, Natasha no parecía de las alfas que se dejaban dominar con omegas y yo no era de los omegas que les gusta ser sometidos por alfas, por eso me fui antes de terminar con las piernas abiertas y justo ahora ya estaba pasando.
- Nat... - Intente hablar cuando comenzó a besar mi cuello.
- No tengas miedo de mi, se lo que hago. - Insistió metiendo sus manos debajo de mi camisa para comenzar a quitarmela.
- No. - Decidí bajando mi camisa y me bajé de la mesa. - No pienso estar abajo.
-No te preocupes, me encantaría verte autocompleciendote sobre mí. - Aceptó tomándome de la cintura para subirme otra vez al escritorio.
- No hagas eso, lo odio.
- No puedo evitarlo, está en nuestra naturaleza la superioridad física. - Respondió ofreciéndome la mano para bajar, pero yo lo hice sin ayuda. - ¿En el sillón o arriba?
No conteste, solo la tomé de la mano para guiarla a las habitaciones, por unos segundos dude sobre a que dormitorio llevarla, pero al final la llevé al mío.
Cuando cerré la puerta se inclinó y me besó, terminé con el cuerpo pegado a la puerta, con una de sus manos en mi nuca y la otra en mi mentón. Sus labios eran exigentes y firmes, pero después se volvieron lentos, se acoplaban perfectamente a los míos. Después de un rato, me condujo despacio hacia la cama, hasta que la sentí detrás de las rodillas. Creí que me empujaría, pero no lo hizo, más bien me soltó y de pronto se arrodilló frente a mi para abrir mi cinturón y el botón del pantalón, luego hizo caer mi pantalón y me hizo un gesto para que me sentara y así poder sacarme los pantalones.
Se subió sobre mi hasta que me terminé acostado en la cama y tomó mis piernas para hacer que rodeara su cintura, pero yo no quería esa posición, por eso nos hice rodar hasta que quedé sobre ella. Con mi mano moví algunos de sus perfectos rulos rojos para poder detallar sus exquisitas facciones y cuando lo hice no pude evitar sonreír, pues realmente Natasha es una creación magnífica.
Besé su clavícula que estaba expuesta gracias al escote de su camisa y ella se la quito para que yo continuara mimandola. Llevé las manos a su espalda para liberar ese gran busto que estaba contenido en esa tela. Cuando lo quité mi boca se llenó de saliva al ver su piel blanca como la nieve pero con unos botones de un tierno rosado. Curvé mi mano para que su seno encajara en mi mano y en esa posición lo metí a mi boca, la alfa puso su mano en mi cabeza disfrutando de mis succiones. Me divertí un poco con ella y luego pasé a la otra mientras con mi pulgar jugaba con el pezón de la que ya había probado.
Mi erección ya estaba dura, así que para aliviarme un poco me restregué contra la espía, pero tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no correr lejos cuando sentí que su clítoris ya se había extendido. Natasha jadeo por las caricias sobre la ropa. Sin embargo yo me detuve mientras pensaba en la excusa que pondría si la alfa quería tomarme, aunque estaba claro que no usaría ninguna.
Antes de que pudiera alejarme la pelirroja nos hizo rodar y nuevamente quedé bajo su merced. Restregó lentamente su falo contra el mío y yo no pude hacer nada más que intentar serenarme. No serviría de nada intentar luchar por quedarme arriba, no sería yo el activo esta noche.
La alfa metió su mano en mi ropa interior para acariciar mi miembro y yo solo pude quedarme en mi lugar disfrutando silenciosamente de las caricias que me proporcionaba la imponente mujer sobre mi. Mis piernas temblaron levemente cuando llevó ambas manos a mi culo.
- ¿Es tu primera vez? - Consultó fijando sus ojos en los míos al mismo tiempo que se quitaba su ajustado pantalón sin batallar mucho.
- ¿Has visto las noticias? - Ironicé cuando se volvió a subir sobre mi.
- Sabes a lo que me refiero.
- Obviamente no, ya lo he hecho.
- Solo se te ha visto con alfas y omegas hembra, así que uní cabos y pensé que nunca te han desflorado.
- Eso solo significa que prefiero las tetas y no las bolas.
- ¿Entonces por qué estás tan nervioso? Y no intentes negarlo, te conozco.
- No estoy... No produzco suficiente lubricante natural, ¿Contenta? - Terminé confesando ante su intensa mirada.
- Oh, eso no es problema. - Puntualizó dejando un beso detrás de mi oreja. - Soy experta en dar placer, así que el recuerdo de ese alfa que no estuvo a la altura quedará olvidado.
Sus palabras me tomaron por sorpresa y por unos segundos dude de si esa información estaba en mi expediente, pero no, nadie más que Jarvis supo lo pasó ese día.
- Está bien, hazlo, termina con esto. - Accedí enrollado mis piernas en su cintura aunque los dos estábamos en ropa interior.
- Si lo hago así es obvio que no produciras suficiente lubricante para que la penetración no sea dolorosa. - Dijo con obviedad y por unos segundos mi mente reflexionó en que en todos mis años de vida no investigué sobre como complacer un omega macho, solo me centré en placer de las chicas y durante los celos sufrí solo.
La chica se levantó y se deshizo de su ropa interior y seguidamente me quitó la mía, yo estaba perdido viendo la magnitud del falo que traía entre las piernas. Todos los que había visto eran pequeños y delgados, pero el de ella era del mismo tamaño que el mío, y el mío era grande para el de un omega promedio.
- Si no te gusta algo me lo dices, nos detenemos y te dejaré hacerlo como siempre lo haces.
- Está bien. - Acepté sintiéndome raro por no ser yo el que decía esa frase.
Me hizo recostarme hasta que mi cabeza quedó sobre las almohadas y tomó otra para ubicarla bajo mi pelvis, el nerviosismo comenzó a cosquillear en mi cuerpo, además de que el recuerdo de lo doloroso que había sido el sexo en aquella ocasión regresó a mi.
Los labios alrededor de mi glande detuvieron cualquier miedo o pensamiento coherente. La tibia humedad de su boca bajando por mi verga fue suficiente para hacerme suspirar de placer. Deslizó su dedo por el área que debía haber vello púbico, pero no había nada, todo estaba perfectamente depilado, siempre me asegurada de retirarlo, porque me gustaba apreciarme en el espejo totalmente lampiño.
Sacó mi miembro de su boca y comenzó a lamerlo de arriba a abajo al mismo tiempo que deslizaba sus dedos por mis testículos, zona que la mayoría de mis conquistas evitaba, pero era un área realmente erógena para mi.
- ¿Tienes un bote de lubricante?- Consultó y yo negué. - No importa, ya se como me las arreglaré. - Me calmó al notar que yo estaba por alejarme.
Apretó un poco mi muslo para que abriera las piernas y tener acceso a mi entrada, con algo de renuencia lo hice pero ella se dedicó a acariciar mi muslo interno y por momentos pasaba las uñas por mi piel sin llegar a hacerme daño.
El momento de la culminación por la increíble manada que me estaba haciendo llegó y ella alejó su boca aunque todo mi semen cayó en la palma de su mano.
Se acercó nuevamente a mi boca y cuando me encontraba perdido en el beso aprovecho para depositar el semen que había en su mano entre mis nalgas. Untó toda el área con mi corrida, en otro momento me habría parecido asqueroso, pero ahora no, porque me sentía increíblemente sumiso ante la alfa y el oscuro deseo de ser penetrado creció en mi. Mi omega llevaba décadas sin sentir esa necesidad y hoy habían vuelto las ganas, esperaba que esto no terminara en una decepción.
Se separó del beso y se arrodilló frente a mi. Tomó mi tobillo para hacerme flexionar las piernas y llevó su índice a mi entrada.
- ¿Listo? - Consultó antes de meterlo y cuando yo asentí lo deslizó con delicadeza, poco a poco lo metía y lo sacaba.
No me provocó dolor, solo había algo de incomodidad, pero nada más. Cuándo su dedo estuvo completamente dentro me besó una rodilla y luego me sonrió para comprobar que yo estaba bien, así que le devolví la sonrisa. Continuó moviendo su dedo hasta dejarlo casi totalmente fuera y lo introducía hasta el nundillo. Después de repetir esa acción por un rato insertó su dedo medio y repitió las acciones anteriores, sin embargo todo cambio cuando abrió y cerró sus dedos, pues logró rozar algo que me envió una corriente de placer hasta mi pene.
Al alfa se divirtió cuando encontró mi punto de placer, pues aprovechó para tocarlo todo lo que pudo para hacerme jadear y retorcerme por el gozo.
- Esto es mejor de lo que pensé.
Nunca imaginé que fuera posible que un omega macho gozará tanto de estar abajo, siempre creí que todo se basaba en esperar a que el alfa disfrutará y llegará al orgasmo, mientras que el receptor solo tenía que soportar el dolor.
- Y todo se pondrá mejor.
Después de hablar mordió mi cadera, no me importó que me dejara una marca ahí, ya que mi mente estaba en el cielo gracias a los dedos de Natasha.
- Hay condones en la mesita. - informé cuando ella sacó sus dedos.
Bajo mi mirada se colocó el preservativo y ella se acercó a mi para que yo lo empuñara con mi mano. Bombeé su falo un par de veces y ella echó su cabeza hacia atrás ante el deleite que le provoqué.
- ¿Seguro que quieres continuar? - Interrogó cuando se metió entre mis piernas.
- Solo metemelo. - Respondí abriendo más las piernas.
- Y pensar que no queri...
No la deje continuar burlandose, pues la abracé para unir mis labios con los suyos. Restregó su miembro entre mis nalgas y a continuación se introdujo en mi estrecho canal. Lo estaba haciendo con calma, pero mis ojos inevitablemente se llenaron de lágrimas.
- ¿Todo bien? - Preguntó separándose un poco para mirame a los ojos y yo asentí. - ¿No te duele?
Había un leve ardor, pero el dolor es tan dulce que solo quiero cerrar los ojos, pero los suyos, que me miran ardientes, me hipnotizan y me hacen responder con una negación.
- ¿Seguro? Porque te siento bastante estrecho.
- Me gusta como se siente, casi como si estuviera soñando.
- Eres la cosita más linda que he visto, - Me halagó besando dos veces mi mejilla. - Prometo que no podrás pensar en nadie más después de esto.
Ella enganchó mis muslos en su cintura y yo me balanceé para que se mueva y lo hizo con leves impulsos, con suma lentitud, sacándome jadeos bajos. Estar abajo de un alfa es lo mejor de la vida, ¿Por qué no lo hice antes?
Gimo y me embiste con fuerza, cada vez más deprisa, sin piedad, a un ritmo implacable, y yo mantengo el ritmo de sus embestidas. Me agarra la cabeza con las manos, me besa bruscamente y tira de mi labio inferior con los dientes. Se retira un poco para ver con deseo mi cuerpo y siento que algo crecer en lo más profundo de mí, un placer nuevo.
La desesperación por el placer me hizo llevar una mano a mi propio pene para estimularlo al ritmo de las embestidas. Voy poniéndome tenso a medida que me penetra una y otra vez, me tiembla el cuerpo, me arqueé y ya estoy bañado en sudor. No sabía que sería así...
-No tiene idea de la ganas que he tenido desde que te vi de tenerte así.
-Esperaste demasiado
-No te preocupes, compensaré todo ese tiempo perdido.
No sabía que la sensación podía ser tan agradable y los músculos de mi parte más profunda y oscura se tensaron con infinito placer, arqueé mi espalda ante el inminente orgasmo y la alfa aprovechó para restregar sus senos sobre mis pectorales.
La placentera fricción en mi zona íntima, su piel sobre la mía, más el lío de feromonas que había en el ambiente me llevaron a la cúspide del éxtasis y con un gemido me deje ir.
- ¿Estas bien? - Preguntó besando mis párpados cuando ella también terminó, yo aún tenía mis ojos cerrados por el gozo, pero con su pregunta los abrí.
- Acabo de tener el mejor orgasmo de la vida.
- Creí que no dabas cumplidos.
- A veces no pienso lo que digo, no te creas la gran cosa. - Dije y ella sonrió ante mi actitud.
Un leve escozor quedó en mi zona íntima cuando la alfa salió de mi. Se acostó a mi lado y yo aproveché para quitar la almohada que estaba abajo de mi. A penas la quite sentí un ligero dolor de espalda, esperaba que se fuera pronto, pues tenía mucho que leer.
- No me gustan las caricias postorgasmo. - informé cuando la pelirroja tiró de mi cintura para acercarme a ella.
- No seas gruñón. - Dijo y yo me reí mientras el sueño me vencía.
Lo último que sentí fue que acomodó mi cabeza cerca de su pecho y beso mis húmedos cabellos.
31 de Julio 2021
Miren a su escritora... Sabe que tienes dos historias sin terminar pero se aventura a comenzar otra 😂 aunque esta es corta. Esperamos que no interrumpa las actualizaciones de mi historia favorita.
Pd. Disculpen mis errores ortográficos
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