7. Un viejo amigo y una futura cita.
{What's that supposed to be about baby. Go free up ya vibe and stop acting crazy. Reminiscing all the good times daily. Try and put that got me acting shady.}
(Breathe — Years & years)
Una mano se puso en mi brazo y comenzó a zarandearme de una forma algo bruta. Solté un gruñido de molestia y traté de seguir durmiendo, apartando su mano de mi brazo de un empujón. Ni siquiera me preocupé por quién era. Yo sólo quería dormir tranquilamente.
—¡Melody! —una voz rugió mi nombre con rabia y confusión, despertándome de mi glorioso sueño. Alcé la vista cuando me acostumbré a la luz, viendo a Drake mirarme con molestia.
—¡Se te ha olvidado recogerme en el instituto! Además, ¿quién es este tío?
—Deja de gritar, pareces un perro con la rabia —murmuré, incorporándome en el sofá. Un agudo dolor en mi espalda y cuello apareció, a causa de haberme dormido en una mala postura—. Y es Kyle, es un amigo —dije con una pequeña mueca, frotando mi nuca con suavidad.
—Despiértalo y dile que se vaya, ¡ahora! —exigió, relinchando sus dientes del enfado.
—No —me negué, levantándome y quedando frente a Drake. Alcé una ceja, encarándolo.
—¿No? —preguntó abriendo sus ojos desmesuradamente—. Muy bien, tú lo has querido —alzó sus manos con inocencia y de un empujón, tiró a Kyle del sofá—. Venga, idiota. Aquí no acogemos a imbéciles aprovechados, esta no es tú casa. Lárgate.
—¿En serio no acogéis imbéciles aprovechados? Oh. ¿Entonces cómo es que estás aquí? Esta no es tú casa tampoco, amigo, es la de Melody. Parece que se te ha olvidado por un momento —respondió Kyle, con un claro tono de burla que me hizo sonreí y aguantar la risa. Drake estaba muy enfadado, si me reía seguramente la cosa empeoraría—. En fin. Me tengo que ir, preciosa. Si me necesitas, ya sabes dónde encontrarme —dijo Kyle dirigiéndose a mí, sonriente.
Se puso su abrigo, y salió por la puerta, no sin antes depositar un beso en mi mejilla como despedida. Me giré a ver a Drake con el ceño fruncido, muy molesta por su actitud. Él me estaba mirando enfadado, con sus puños apretados a cada lado de su cuerpo. Alcé mis brazos encogiéndome de hombros de forma exagerada mientras negaba con mi cabeza. Su actitud con Kyle había sido de lo más detestable. Vale que se me había olvidado pasar a recogerle, pero tampoco era motivo para ponerse así y para gritarle a mi amigo de esas formas. Le había faltado unos segundos para pegarle un puñetazo en la cara también, se lo veía en la expresión. Y yo suspiré frotando mis sienes. Ya comenzaba a cansarme de su comportamiento y su actitud.
—¡¿Qué problema tienes?! —exclamé, confundida y molesta.
—Ahora, ninguno —dijo suavizando su expresión.
—Me voy. Ya nos vemos luego —anuncié, acercándome a la percha de la entrada para agarrar mi fino abrigo.
—¿A dónde vas? ¡Estamos hablando! —rugió cruzándose de brazos.
—No, Drake. No estamos hablando. Tú sólo me estás gritando. Así que, cuando vuelva y te hayas calmado, hablaremos. Porque no me gusta nada hablar con capullos de tres al cuarto. Y no te importa. No necesito que sepas en donde estoy a cada minuto del día... Hasta luego —espeté, dispuesta a salir de casa dando un fuerte portazo.
—Eso, huye de mí. Es lo que llevas haciendo desde que puse un pie en esta casa —le escuché, cuando estaba a punto de salir.
Caminé apresuradamente hacia él, con una expresión de molestia en el rostro. Él parece que se dio cuenta, porque me miró entre asustado y arrepentido. Cosa que me divirtió.
—Quizás nunca debiste poner tu pie en mi casa. Entonces nada de esto estaría pasando y tú y yo seguiríamos separados; cada uno por su camino. Creo que eso sería mucho mejor para los dos. No somos amigos, no me conoces, métetelo en la cabeza —afirmé, volviendo a andar a la puerta y saliendo finalmente de casa; dando un portazo.
Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y me encogí, comenzando a caminar. Lo cierto era que no tenía ni idea de a dónde ir, simplemente quería estar lejos de Drake. La gente que andaba por la calle chocaba sus hombros contra los míos, pero no me importaba, yo seguía caminando. Además de que era algo normal, porque en New York siempre había gente por todas partes. Es algo a lo que al final te acostumbrabas. Si te empujaban, entonces tú empujabas más fuerte todavía, aunque fuera sólo para molestar o para recriminarle que te había empujado.
Suspiré cuando elevé la mirada y me di cuenta de que las nubes habían comenzado a oscurecerse demasiado, anunciando la llegada de una posible tormenta nada agradable. Abroché los botones de mi chaqueta para cubrirme lo máximo posible, pero tampoco sirvió de mucho ya que un aire de tormenta comenzó a levantarse, haciendo que mis dientes castañetearan entre ellos. Las frías gotas de agua no tardaron mucho en comenzar a caer sobre mí, provocando que tuviera más frío que antes. Estaba comenzando a empaparme mucho y gruesas gotas ya caían sobre mi cabello rubio, que estaba completamente bañado.
Pensé en a dónde podría ir, y me decidí por una cafetería que yo solía visitar mucho cuando era una niña. La señora que la llevaba era algo regordeta, mayor, — de unos cincuenta y tantos años—, tenía ojos claros y pelo casi negro. A pesar de su edad, su aspecto físico se conservaba bastante bien. Y como su apellido era Duncan, mi hermano y yo siempre la habíamos llamado señora D. Además, tenía un nieto muy simpático con el que yo siempre jugaba cuando podía. Se llamaba Ashton, pero se fue a estudiar a la Universidad y no he vuelto a verle desde entonces, era un buen amigo y yo le apreciaba mucho. Por otro lado, la señora D siempre había sido como una verdadera madre para mí, siempre me escuchaba cuando lo necesitaba y siempre se ha preocupado por mí; solía ir muy a menudo a visitarla. Pero hacía meses que no la veía, dejé de verla cuando mi hermano tuvo aquel accidente. Bueno, dejé de hacer muchas cosas desde ese día.
Corrí entre la lluvia y cuando llegué a esa cafetería abrí la puerta provocando que la campanita que colgaba encima de ésta sonarara, anunciando mi llegada. Tirité hasta que pasó un rato y el calor del local casi vacío inundó mi cuerpo. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal a causa del cambio de temperatura tan radical, mientras yo caminaba hacia una mesa con vistas a la ventana. Observé como las gotas de lluvia resbalaban por el cristal y luego simplemente desaparecían al llegar al final del ventanal, a veces me gustaría ser como esas gotas de lluvia y simplemente eso, desaparecer. Sentí como alguien se aproximaba hacia mí, así que desvié mi vista del ventanal y la alcé para mirar a la persona. La señora D estaba ahí parada, dispuesta a tomarme nota, y cuando me vio se quedó unos segundos observándome. Su expresión de amabilidad que siempre tenía al tomar nota se desvaneció, y fue sustituida por una de rebosante sorpresa y felicidad. Le sonreí con ternura.
—¡Pero si es Melody Evenson! ¡Cuánto tiempo sin verte! —exclamó emocionada dándome un fuerte abrazo cuando me levanté para saludarla como es debido.
—Demasiado, señora D. ¿Cómo está? ¿Qué tal va todo con el negocio? —pregunté sonriéndole de forma genuina.
— Oh, vamos. Siempre te he dicho que no me trates de usted, sólo tutéame. Creo que ya hay suficiente confianza para ello —respondió, en una pequeña riña que me hizo gracia—. Y pues yo estoy muy bien, y el negocio va cada vez mejor. Gracias por preguntar. ¿Y tú cómo estás, querida? ¿Dónde está tu hermano Jake? —cuestionó con emoción.
—Estoy bien... Sí. Y pues, hmmmm. Mi hermano Jake sufrió un accidente de tráfico, señora D. Él está en coma —respondí en un murmuro.
—Oh, dios mío —murmuró afligida—. Estoy segura de que todo saldrá bien, tu hermano es fuerte y valiente. Lo logrará. Pero ¿estás segura de que estás bien? —me preguntó, poniendo sus puños en sus caderas, tratando de descifrar si decía la verdad.
Cuando una lágrima se deslizó por mi mejilla, comencé a negar con la cabeza. Me daba igual que las tres personas de la cafetería me vieran llorar, una porque no las conocía y ellos a mí tampoco, y dos porque fácilmente las lágrimas podían hacerse pasar por unas gotas de lluvia que caían desde mi cabello hasta mi frente y acababan deslizándose por mis mejillas.
—No, no lo estoy —negué recibiendo de forma acogedora su abrazo.
—Saldrá todo bien, verás cómo sí. Sólo tienes que ser fuerte, sé fuerte por tu hermano. A él no le gustaría saber que has estado llorando por él —negó con una pequeña sonrisa que me ayudó a animarme un poco.
—Es cierto —dije con una pequeña risa, eliminando mis lágrimas con el dorso de mi mano al separarme del abrazo.
—Además, tengo una pequeña sorpresa para ti que creo que te animará. Pero tendrás que esperar un rato, así que mientras tanto, dime. ¿Qué te apetece tomar? —cuestionó mirándome con una sonrisa amable.
—Un vaso de chocolate caliente, sería genial —respondo llevando mi cabello hacia atrás con mi mano derecha, moviéndolo entre mis dedos. Notando lo mojado que estaba.
—Ah sí. Tu bebida de los días de lluvia, todavía me acuerdo —dijo con una suave risa, retirándose a la cocina.
—Así es —sonreí levemente y me quedé esperando a que llegara mi chocolate.
Un pequeño sonido se escuchó desde mi bolsillo, y saqué mi móvil de éste para comprobar de quién era el mensaje. La pantalla estaba algo mojada, así que pasé la manga de mi camiseta por encima para secarla como pude; aunque la camiseta estaba todavía más mojada que la pantalla, por lo que no lo arreglé mucho. Cogí un par de servilletas del servilletero de la mesa, y conseguí secar la pantalla finalmente. Observé el mensaje y desbloqueé mi móvil para poder leerlo y responder.
Número desconocido.
Melody, ¿dónde mierda estás? Soy Drake, llámame por favor. Está lloviendo a cántaros y sé que no llevas paraguas.
Enviado a las 19:30.
Leído a las 19:35. ✔✔
Resoplé sonoramente al leer el mensaje y eliminé el mensaje junto al contacto, —que no estaba ni agregado—, de mi WhatsApp. No tenía ganas de hablar con él, ni con nadie. Dejé el móvil sobre la mesa y me crucé de brazos frotándolos ligeramente para secar un poco mi ropa. Sonreí débilmente cuando la señora Duncan dejó frente a mí una taza humeante de chocolate caliente. Me asomé para ver el chocolate, y vi un pequeño corazón de nata dibujado en la bebida, cosa que me hizo reír. Se lo agradecí a la señora D y le di un pequeño sorbo que hizo que pegara un pequeño gemido de dolor al sentir como me había abrasado la lengua. Estaba demasiado caliente, y no me había molestado ni en soplar un poco para que se enfriara.
—¿Qué tal está? —cuestionó la señora D, sentándose a mi lado. No había mucha gente, así que se podía dar el lujo de descansar un rato.
—Buenísimo, cómo siempre —admití con una pequeña sonrisa.
—Será mejor que lo dejes reposar un rato. Está recién hecho y te acabarás quemando —me advirtió riendo—. Sé cómo eres cuando tienes chocolate delante.
—Demasiado tarde, ya me he quemado —confesé riendo.
Ella ríe conmigo y asiente efusivamente, recordando los viejos tiempos en los que yo era mucho más pequeña e iba allí a desayunar o a merendar con mis amigos o mi hermano. Sonreí bebiéndome el chocolate cuando ya estaba mucho menos caliente y se había enfriado. Durante todo el tiempo estuve hablando con la señora D y poniéndola al día sobre todo lo que me había estado pasando. Sobre mi hermano, sobre mi niñero y sobre mis amigos. Ella sólo asentía y sonreía, comentando alguna cosa de vez en cuando para demostrarme que me estaba escuchando atentamente.
—Quizás sólo quiera ser tu amigo —comentó al final, encogiéndose de hombros suavemente.
—¿Quién?
—Tú niñero, Mel.
—Oh no. Él no quiere ser nada mío. Estoy segura de que planea algo y que pretende manipularme o usarme para alguna cosa. Pero no le pienso dejar —finalicé, asintiendo.
—Bueno, si tú lo dices —respondió con algo de diversión.
—En fin. Se me hace algo tarde, y necesito volver a casa. ¿Cuál era esa sorpresa? —le pregunté, una vez insistí en pagarle ya que ella quería invitarme. Al final no le quedó más opción que aceptar el dinero.
—Espera aquí —me pidió con emoción.
Arrugué el ceño ligeramente con confusión, pero asentí sin apartar mi sonrisa. A los pocos minutos la señora D volvió con un chico, tenía su brazo rodeando la cintura de él y él le depositó un beso en la mejilla. Inmediatamente me quedé mirando su rostro y sus facciones. Era moreno, con el pelo casi negro y su cuerpo era ligeramente musculado, se notaba que hacía algún deporte. Sus ojos azules me analizaban de arriba abajo de la misma forma en la que yo a él, hasta que nuestras miradas chocaron y yo sonreí sin poder evitarlo. Sonrisa que él me devolvió de la misma manera. Sabía quién era, por sus rasgos tan parecidos a los de su abuela. Pero si no fuera por eso, nunca le hubiera reconocido. Antes Ashton Duncan era muy delgado, como un palo, y llevaba gafas y tenía la cara cubierta de espinillas. La gente solía burlarse de él, pero yo siempre le defendía porque era así como mi mejor amigo, siempre fuimos juntos al colegio y al instituto, hasta que él se graduó y se fue a estudiar a una Universidad. Era unos tres o cuatro años mayor que yo.
—Melody Evenson, vaya. Casi no te reconozco. ¿Dónde quedó esa niña pequeña que siempre iba con vestidos y diademas? —cuestionó con diversión, acercándose para abrazarme.
Se rebeló. Y se dio cuenta de que el negro era lo suyo, no el rosa.
—Ashton Duncan, vaya. ¿Casi no me reconoces? Pero si sigo igual. Mírate tú, a ti sí que casi no te reconozco —respondí riendo, devolviendo el abrazo.
El tacto de sus brazos envueltos en mi cintura logró ponerme nerviosa, y sentí como, —a pesar del frío que hacía en el ambiente—, el calor se apoderaba de todo mi cuerpo. Maldije mentalmente a mis hormonas y me separé con pena, ya que quería seguir sintiendo sus manos en mi cintura. Me sonrió, a lo que yo le sonreí de vuelta de forma genuina. Mientras, su abuela se nos quedaba mirando con picardía e interés. Se retiró a la cocina después de despedirse de mí y pedirme que volviera pronto. Luego le exigió a su nieto que me llevara a mi casa, que no quería que acabara resfriada porque no llevaba paraguas y había llegado andando.
—Claro, yo te llevo. Vamos —me indicó, abrazándome contra su cuerpo para comenzar a correr en dirección a su coche.
Entramos dentro y él encendió la calefacción, llevando una mano a su cabello mojado y revolviéndolo, en un gesto muy sexy que no pasó nada desapercibido ante mis ojos. Me quedé con la mandíbula casi tocando el suelo del coche. Él me miró con diversión y me guiñó un ojo, lo cual sólo hizo que me pusiera más nerviosa. Ni siquiera entendía mi nerviosismo, lo conocía de toda la vida, mierda. Pero estaba muy cambiado. De hecho, estaba genial. Y seguro que ahora era él el que se reía en la cara de los que antes se reían de él por su apariencia física. Y con razón.
—Bien, llegamos —anunció cuando aparcó frente a mi casa. Había estado tan concentrada en mis pensamientos que no me había enterado de en qué momento habíamos llegado a mi casa.
—Gracias por traerme —respondí, desabrochándome el cinturón y besando su mejilla para despedirme.
—De nada. Oye, Mel. ¿Te gustaría tomar algo algún día de estos? Ya sabes para retomar el contacto y ponernos al día —comentó rascando su nuca, visiblemente nervioso.
—¿En plan cita? —pregunté divertida con media sonrisa ladeada.
—Sí, en plan cita —afirmó sonriente.
—Me encantaría — dije sonriendo. Le abracé como despedida y bajé del coche encontrándome a mi niñero mirándome con enojo desde la puerta.
Estaba mirando el coche con furia, tenía sus brazos cruzados bajo el pecho, revelando sus músculos. Y su pelo estaba ligeramente mojado, lo que me decía que había estado esperándome durante un rato. Suspiré haciéndole un gesto con la mano a Ashton y me acerqué con lentitud al portal de mi casa, escuchando como Ash ya se alejaba en su coche. Entré dentro de casa, chocando a propósito el hombro del Drake contra el mío. No tenía derecho a decir nada, no era mi padre. Y no iba a dejar que volviera a gritarme como antes. Se había acabado.
¡Hola, hola needlovers! Aquí traigo — por fin. — el capítulo número siete ya corregido. Me faltan sólo tres capítulos por corregir y la novela estará mucho mejor. Si os fijáis bien ahora, enseguida se nota que hay mucha diferencia entre mi forma de escribir de antes y mi forma de escribir de ahora. No es lo mismo, a mí me parece que ahora está mucho mejor y mucho más pulida. Pero en fin, no os distraigo más. ¡A leer!
¿Qué os parece Ashton? Es muy simpático en realidad, en ningún momento de la novela va a ser el típico idiota rompecorazones, un pequeño adelanto. A mí me encanta su personaje, es muy amable y comprensivo. Y trata a Melody muy bien, cosa que ella valora mucho en él. Además, esta vez no me ha gustado la manera en la que se ha comportado Drake, nah. Así que...
¿#TeamDrake or #TeamAshton? Dejadlo en los comentarios para que yo lo lea. Y no os olvidéis de votar y de comentar cualquier cosa, porque siempre os leo y os respondo.
Nos vemos pronto. ¡Kisses of chocolate!🥰
—needwoolf.
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