5. Una pelea y una carrera.
{I'm always so alone even when surrounded by people that I know. I'm always so astounded by my ability to ruin everything. Losing friends and starting fires. Everyone thinks I'm a liar.}
(Worthless-Eli)
Por fin era viernes. La semana había pasado con demasiada lentitud y con bastante aburrimiento. Y la verdad era que tenía ganas de que llegara ya ese día, que era mi día favorito de la semana. Pero no sólo por el hecho de ser el último día antes de que llegue el fin de semana y de poder tomarme un pequeño respiro. No, hay más razones por las cuáles este día era mejor que ninguno.
Estaba segura de que iba a empezar genial, por eso por la mañana me vestí con rapidez y me dirigí caminando con calma a un Starbucks para poder comprarme un buen frappuccino con extra de nata y sirope de chocolate por encima. Me encantaba esa bebida en especial, aunque el Starbucks era un sitio con mucha variedad, yo siempre me pedía lo mismo.
Una vez tuve entre mis manos el frappuccino, caminé hacia el instituto a paso ligero, pero sin ninguna prisa. Cuando llegué al recinto, tiré mi vaso ya vacío a la papelera y alcé las cejas sorprendida y confusa, mirando lo que tenía delante. Justo, —casi en la entrada—, en el inicio del pasillo estaban la mayoría de las personas haciendo un extenso círculo. Por los gritos que podía escuchar desde donde yo estaba, se estaban peleando. Parecían dos personas, y estaba casi segura de que eran dos chicas. Así que decidí acercarme a ver un poco el espectáculo.
Pero, la gracia del asunto duró muy poco. En cuanto me acerqué pude distinguir a las dos chicas que se estaban peleando. La zorra asquerosa de Samantha, y mi mejor amiga. Ahí, delante de todas estas personas que solo estaban mirando la escena sin hacer nada por separarlas. ¿Pero cuál era su maldito problema? Me apresuré a localizar a Liam y Ethan, que estaban a un lado discutiendo sobre que hace con ellas.
Estúpidos.
Exhalé un sonoro suspiro captando la atención de algunas personas del círculo, a lo que sólo les miré de forma cínica con una sonrisa de la misma manera para acompañar. Empujé como pude a algunos de ellos y me abrí paso hasta llegar a las dos chicas. Ela tenía la camiseta rasgada y un arañazo en su mejilla derecha, mientras que la otra tenía una pequeña herida insignificante en el labio y la camiseta un poco subida.
—Liam, sujeta a Ela —le pedí mientras arremangaba mi camiseta dejando ver mis brazos y mis manos.
Él hizo caso a mi petición y cargó a Ela en su hombro. Me acerqué a ella revisando su rostro y sus brazos en busca de heridas profundas. Sólo encontré una en el pómulo derecho, a lo que hice una mueca y le pedí a Liam que la llevara a la enfermería para que pudieran curarla y que así se pudiera calmar también.
—En cuanto a ti, capulla engreída. ¿No te han quedado claras todas las veces que te he dicho que no te metas con mis amigos? Verás, yo soy un poco protectora con lo mío. Y ella, es mi mejor amiga, y tú le has pegado. Así que. ¿Sabes que va a pasar ahora? —comenté en voz clara y calmada agachándome a su altura.
Las personas del círculo miraban atentas la escena esperando algún movimiento agresivo por parte de alguna de las dos. Empezaron a gritar por golpes y pelea, hasta que entre la multitud pude observar a Drake, el cual estaba ligeramente apoyado en la pared mirando la escena con una pequeña sonrisa de diversión hacia mí, lo cual sólo hizo que Sam se enfureciera más y me lanzara un bofetón en la mejilla izquierda.
Reí divertida mirándola y rodé mis ojos. Sam tenía miedo, podía notarlo por la forma en la que me estaba mirando y por la forma en la que temblaba como una gelatina debajo de mí. Sonreí agarrando parte de su cabello entre mis manos para estirarle.
—Tienes miedo, Sam. Tienes miedo de que te quite a tu chico, que es lo único que te hace sentir medianamente especial. Pero sólo eres una perra con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho. Estás acojonada porque sabes de lo que soy capaz, así que no me retes. Pero no te preocupes por tu novio, si yo lo quisiera ya te lo habría quitado —concluí soltando su cabello para levantarme del suelo comenzando a alejarme.
—Eres patética. Creyendo que puedes quitarme a mi novio cuando ni siquiera le llegas a los talones —escupió riendo como una hiena, pensando que su comentario me afectaba en algo.
No la aguanto.
—Nah, no lo soy en comparación contigo. ¿Pero sabes que es más patético? Que necesites la aprobación de un imbécil cualquiera, que va tirándose a toda chica que encuentra, para sentirte mejor contigo misma. Eso, eso sí es ser patética —hice un movimiento con mi mano en forma de despedida para después sacarle el dedo.
—Sólo eres una zorra que se cree mucho, como lo fue el asqueroso de tu hermano. Que bien poco tardó en bajarse los pantalones conmigo —gruñó todavía riendo, esperando mi reacción.
Oh no, ahí se ha metido en terreno prohibido. ¿Me estaba buscando? Pues me acaba de encontrar.
—Aquí la única que se cree algo eres tú, yo sólo vengo a bajarte el ego. Y no sé si eres creyente, pero ya puedes rezarle a lo que sea para no acabar muerta hoy —escupí con rabia acercándome apresurada a ella.
Una vez estuve a su altura, lancé un fuerte puñetazo hacia su ojo haciendo que se formaran coágulos de sangre en este. Después mi puño fue a parar a su mandíbula, dando otro fuerte golpe que le obligó a agacharse para escupir sangre. Luego mi pierna fue a parar a su estómago comenzando a dejar varias patadas en este, haciendo que se retorciera. Hasta que fui sujetada de la cintura y levantada del suelo, aun dando patadas al aire. Mientras, veía como otro chico sostenía a Samantha de la cintura, estaba segura de que era uno de los quarterbacks del equipo de fútbol.
—Cálmate. Melody, tranquila. Respira —la voz de Drake llegó como un susurro a mi oído, y su mano derecha acariciaba mi cintura en un intento de calmarme.
Era la primera vez que alguien lograba calmarme tan rápido y no era mi hermano. Suspiré de forma sonora, inhalando y exhalando aire un par de veces. Hasta que mi respiración por fin se normalizó y los latidos desenfrenados de mi corazón, a causa de la adrenalina, fueron a menos, regularizándose también.
—¡¿Qué está pasando aquí?! ¡Ya está bien, todos a clase! Señorita Gibson, vaya a la enfermería a que le curen. Y usted, señorita Evenson, venga a mi despacho ahora mismo —exclamó el director al ver la pelea.
Puse mis ojos en blanco suspirando, y entonces algo hizo click en mi cabeza, recordándome que el más estúpido del universo todavía me sostenía de la cintura. Me aparté de él, dándole un empujón y le miré con una mueca para después sacarle el dedo ante su mirada de diversión.
—No me toques —espeté manteniendo mi ceño fruncido y recogiendo mi mochila, la cual había terminado en el suelo justo al empezar la pelea.
—De nada —respondió con burla cruzándose de brazos, todavía con su mirada puesta sobre mí.
—Si estás esperando a que te dé las gracias, mejor coge una silla y siéntate por si te cansas. Yo no tengo nada que agradecerte a ti. Más bien, te lo tendría que agradecer tu novia, que acabas de salvarla de una muerte a puñetazos —sonreí con una expresión de diversión cínica en mi rostro.
Me colgué la mochila en el hombro y la acomodé bien para después caminar hacia el despacho del director, dónde este ya me estaba esperando sentado en una silla con sus manos entrelazadas sobre la mesa de forma pensativa. Solté mi mochila en el suelo, en algún sitio del pequeño despacho, y me senté en una de las sillas cruzando mis brazos aún con mi sonrisa socarrona asomando por mi rostro.
—Porque será que la pelea que acabas de crear hace un rato no me sorprende en absoluto —dijo pasando sus manos por su rostro.
—Porque no es la primera, supongo —me encogí de hombros esperando la típica bronca de siempre.
—Ya me he cansado de echarte la bronca, sobrina. Supongo que al menos habrás tenido alguna razón para hacer eso. Ya me he enterado de la reputación de Gibson así que, entiendo que no sea de tu agrado —recalcó asintiendo y sacando una cajetilla de tabaco de uno de sus bolsillos.
El director era un hombre de no más de veintisiete años, bastante esbelto, y con algunos tatuajes por sus brazos. Sus ojos eran de color verde azulado y su pelo negro como el azabache, y suave como tocar algodón de azúcar. Su mandíbula estaba marcada, así como su nuez, su apariencia física era bastante llamativa ya que hacía bastante ejercicio y se conservaba bastante bien para estar cerca de los treinta años. La mayoría de las chicas del instituto tenían un enamoramiento con él, incluso Ela. Pero yo no, sería demasiado raro, teniendo en cuenta que es mi tío, el hermano de mi madre. La única parte familiar que vive aquí, y que si me hace un mínimo de caso.
Y os preguntaréis, ¿por qué no te quedaste con él los nueve meses en vez de contratar a un niñero? Pues, para empezar, porque nadie sabía que era mi tío, pondría demasiado en riesgo su seriedad profesional en el instituto si se enteraran de que yo era su sobrina. Lo podrían despedir, ya que pensarían que me cumplía los caprichos y me aprobaba los exámenes por el morro, aunque eso no era cierto. Y segundo, porque tenía cinco hijos y acababa de nacer otro, ya tenía bastante gente y problemas en su casa como para que me metiera en ella yo también y tuviera que ocuparse de mí por tanto tiempo, quitando que sería un gran riesgo si alguien nos viera. Así que, me tocaba aguantar a Drake de todas formas.
John me miraba fijamente esperando que dijera algo, ya que me había quedado con la mirada perdida sumida en mis pensamientos por varios largos minutos. Sacó de la cajetilla un par de cigarros y colocó uno entre sus labios para encenderlo y darle una suave calada. Él era el director, y estábamos en su despacho, así que podía hacer lo que le viniera en gana. Guardó la cajetilla y me extendió el otro cigarro, a lo que yo asentí colocándolo entre mis labios y acercándome para que lo encienda con su mechero.
Al ser el único que me prestaba atención, —además de su mujer, que era un amor—, era el único que se había dado cuenta de mis malos vicios, algunos de los cuáles ambos compartimos. Como el de fumar, aunque yo fumaba en variedad y él sólo usaba tabaco. Estaba pensando en dejarlo también y en pasarme solo al tabaco, que es lo que más lograba reducir mi ansiedad, además de la droga que no tenía pensada dejarla del todo.
—Samantha es una hipócrita y falsa que ha insultado a mi hermano delante de todo el instituto. Me han mirado con mucha pena. Ha sido horrible —expliqué haciendo rodar el cigarro entre mis dedos para después volverlo a poner entre mis labios dando otra calada.
Tragué el humo, para después expulsarlo con lentitud por mi nariz. Dejé caer la ceniza en uno de los ceniceros que había sobre la mesa, y lo apoyé ahí un segundo para pasar mis manos por mi rostro en un intento de calmar mis pensamientos y dejar la mente en blanco. Cuanto más pensaba en una cosa, más mierda sacaba de otras, y cuanta más mierda, más me juzgaba a mí misma y me hacía sentir culpable de toda la situación.
—Está bien, lo entiendo. Pero entiende también que debo castigarte. Estarás un par de días expulsada sin venir, así que hazte a la idea. Puedes irte cuando quieras, ya se ha hecho tarde y me imagino que querrás irte a tu casa —comentó con una pequeña sonrisa asintiendo.
Alcé una ceja confusa y saqué mi móvil del bolsillo para ver la hora. Ya iban a ser las dos, hora de irse a casa. El tiempo había pasado bastante rápido, supongo que me había quedado demasiado tiempo pensando en mis cosas.
Asentí en su dirección dándole las gracias en un murmuro y me despedí de él con una sonrisa volviendo a cargar mi mochila en mi hombro. Salí del recinto ante la mirada de algunas personas, algunas me miraban con miedo, otras con lástima, y otras con curiosidad. Yo sólo sonreí con burla de forma cínica aún con mi cigarro entre mis labios. Caminé con calma hasta llegar a mi casa y me apresuré a dejar la mochila dentro y coger mi moto para montarme en ella y conducir al único lugar dónde podía sentirme libre, dónde podía sentirme yo misma.
Conduje hasta la pista de carreras ilegales a las que solía acudir muy a menudo y bajé de la moto apoyándome en esta para buscar a mi amigo Kyle con la mirada. Una vez me encontró sonrió ampliamente al verme y camino hacia mí con los brazos abiertos de par en par para recibirme con un abrazo. Aparté con rapidez mi cigarro terminándolo y pisándolo ya en el suelo para apagar lo poco que quedaba de él. Después corrí a su encuentro abrazándolo con fuerza, lo había echado mucho de menos. Sólo podía venir a participar los viernes y los domingos, pero él sólo estaba los viernes.
—¿Estás lista? Luego te llevo a tomar algo —asintió sonriendo, señalando las pistas con la cabeza.
Kyle era moreno de ojos azules, tenía diecinueve años y la mandíbula marcada. Sus músculos se podían distinguir a la perfección con la camiseta negra de ese día que se pegaba a sus músculos. Además de unos vaqueros del mismo color que le sentaban como anillo al dedo. Y era una de las únicas personas que sabían de mi situación con las drogas, con mi hermano, y con mi psicólogo.
Asentí ante su comentario y me apresuré a montarme en la moto y en ponerme en la línea de salida. Una vez sonó el disparo que anunciaba la salida, me apresuré a acelerar en mi moto sin perder de vista a mi contrincante. Aceleré bastante dejándolo atrás, y entonces divisé una pronunciada curva a lo lejos que era parte del circuito. Reduje la velocidad, dejando que me adelantara imaginando lo que iba a suceder. Efectivamente, como esperaba, él aceleró y su moto cayó al suelo con él encima. Aproveché para pasar la curva con tranquilidad y acelerar hasta llegar a la meta. Una vez anunciaron mi victoria conduje marcha atrás para ayudar al otro chico a levantarse del suelo y así asegurarme de que estaba bien.
—Otra victoria. Así que creo que si te mereces ese helado al que quería invitarte —comentó Kyle una vez llegué a su lado.
Rodé mis ojos y reí indicándole que subiera detrás en la moto para conducir hacia el bar que él quisiera. Kyle era como un hermano pequeño para mí a pesar de tener tres años más que yo. Siempre me había estado apoyando en todas mis decisiones salvo en la de la droga, esa no le agradaba mucho, pero aunque intentó convencerme no lo logró nunca, aun así todavía me hablaba sobre el tema. No estaba dispuesto a rendirse conmigo, según él.
Era la única persona que consideraba que me merecía lo mejor que me pudiera pasar. Aunque yo no le creía.
¡Holaa, queridísimos lectores! Aquí tenéis el quinto capítulo de esta novela empezada con muchísimo amor hacia todas las personas que están apoyándola tanto. Decidí editarlo por completo ya que quiero mejorar mi forma de redactar, y como este capítulo ya estaba antiguo quise adaptarlo un poco y corregir sus faltas de ortografía; y pues espero que os agrade el resultado. No se olviden de darle a la estrellita y comentar.
Espero que os guste el capítulo. Ya sabéis lo que me gusta ver vuestros nombres entre mis notificaciones. Añadir que la canción es muy muy triste y deprimente pero que, por una razón que creo desconocer, a mi me encanta. Y pues eso quería aclarar. Tampoco quiero que ahora venga alguien a decirme que se va a cortar las venas después de yo ponga esa canción ahí, really no lo hagáis JAJAJAJA. Mucho love, needlovers.
Nos vemos pronto. ¡Kisses of chocolate!🥰
-needwoolf
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro