31. Mi cumpleaños y un regalo especial.
{Girl, you know I want your love. Your love was handmade for somebody like me
Come on now, follow my lead. I may be crazy, don't mind me. Say, boy, let's not talk too much.
Grab on my waist and put that body on me. Come on now, follow my lead. Come, come on now, follow my lead.}
(Shape of you — Ed Sheeran)
—Mel —escuché mi nombre en un murmuró, abrí mis ojos con lentitud encontrándome a siete personas con sus caras asomadas sobre mí.
—¡Dejad de hacer eso! —exclamé dando un pequeño salto a causa del susto—. ¿Qué hacéis todos aquí?
—¡Feliz cumpleaños! —exclamó Ethan con una pequeña sonrisa.
—Idiota, se supone que teníamos que decirlo todos a la vez —se quejó Ela mirándole de brazos cruzados—. Feliz cumpleaños, Melody.
—Gracias, y ahora, buenas noches —respondí, dándome la vuelta en la cama y enredándome en mis sábanas con comodidad.
—Te hemos comprado una tarta para desayunar —murmuró Drake en mi oído.
Un escalofrío bajó por mi cuerpo al sentir su aliento en mi oído y su sonrisa tan cerca de mí. Una sonrisa se formó en mis labios en cuanto escuché sus palabras y me levanté de golpe apartando las sábanas de mi cuerpo.
—¿Es de chocolate?
Mis siete amigos asintieron y yo sonreí, estaban ahí todos. Ethan, Liam, Ela, Ashton, Kyle, Drake y Finn; arremolinados a mi alrededor y mirándome con una sonrisa divertida. Asentí bajando a la cocina seguida por ellos hasta que Finn me detuvo antes de entrar.
—Espera. Te hemos traído a una invitada especial.
Fruncí el ceño confusa en cuanto, seguidamente de sus palabras, el timbre sonó. Finn se dirigió a la puerta y la abrió de golpe dejándome ver a mi abuela con una collar hawaiano y unas gafas de sol puestas.
—¡Feliz cumpleaños, nieta mía! —exclamó, abriéndose paso para entrar a casa.
Tras ella, mi abuelo venía cargando las maletas de ambos. Hizo una mueca ante lo que pesaban y las dejó en la entrada con una pequeña sonrisa al verme.
—¡Habéis venido! Gracias —reí ayudándoles con las maletas para después darles un abrazo a ambos con una sonrisa. Me alegraba que estuvieran aquí.
—Llamamos a tus padres primero, pero ellos tenían trabajo y no quisieron venir. Después ya contactamos con tus abuelos, que estaban en un crucero por Hawái, tu abuela cortó el viaje en cuanto se acordó de que hoy sería tu cumpleaños —respondió Drake, con una sonrisa ladeada. Él realmente se había preocupado por llamar a mi familia.
—Gracias, por todo —sonreí de forma genuina, dándole una mirada cómplice. Le estaba dando las gracias por devolverme esa sonrisa que ya creía perdida, y esperaba que se diera cuenta de ello.
—No tienes que agradecerlo, gracias a ti —murmuró en respuesta, dejando un beso en mi mejilla. Si me había entendido.
Me giré para saludar a mis abuelos que ya les habían dado abrazos a todos mis amigos. Mi abuela me hizo un gesto con una pequeña sonrisa burlona al verme hablar con Drake. Movió su cabeza hacia las escaleras y asentí levemente subiendo las escaleras detrás de ella. Era hora de una nueva charla de abuela a nieta.
—Vale, sí. Estoy segura de que sólo querías oír esto. Tú tenías razón sobre Drake y yo estaba demasiado equivocada respecto a él y a su forma de ser —anuncié una vez llegamos a mi habitación y nos sentamos en la cama, una frente a la otra.
—Nah, eso estaba claro. En verdad yo venía a decirte dos cosas. La primera, a explicarte la razón por la que te insistí tanto en que le dieras una oportunidad. Bueno, resulta que cuando yo conocí a tu abuelo, me parecía un egocéntrico impertinente. Simplemente, me recordabas mucho a mí cuando le conocí. Y la segunda cosa que quería decirte es lo que le dije a Drake cuando nos quedamos a solas antes de ir a la playa. Le conté lo maravillosa que era mi nieta antes de que se derrumbara, y luego le conté lo maravillosa que sigues siendo. Le di razones de sobra por las que merecías la pena, le di razones para luchar por ti. ¡Y, diantres, que bien que me escuchó! Le conté lo especial que eras, aparte de otras muchas cosas. Le hablé sobre tus padres, sobre tu infancia, sin tocar temas que fueran muy sensibles o muy privados para ti. Le informé de las cosas que te gustan y que te gustaron en el pasado, siempre respetando tu privacidad. Y veo que ha hecho efecto. Porque, con solo ver cómo te mira, puedo notar lo especial que eres y lo mucho que significas para él. Y con solo ver tu sonrisa cuando le miras, puedo notar lo especial que es y lo mucho que significa para ti —una pequeña lágrima se deslizó por la mejilla de mi abuela. Se estaba poniendo sentimental, que tierna—. Melody, hacía años que no te veía sonreír como sonríes cuando le ves.
—Oh, abuela. No llores. Es precioso todo lo que me has dicho y, te aseguro, que me alegra demasiado que intentaras persuadirlo de esa manera para intentar algo conmigo. Es gracias a eso que hemos llegado hasta donde estamos ahora. Aunque él no tiene ni idea de que he descubierto que me gusta, pero no te alteres, espero decírselo... aunque no estoy segura de cuando —añadí esto último con una mueca de inocencia.
—Está bien, díselo cuando estés preparada, pero dios mío no tardes mucho porque ya me estáis poniendo nerviosa.
Mi abuela era, sin duda alguna, nuestra mayor fan. Sonreí y asentí con mi cabeza a modo de respuesta. Quizás mañana se lo diría, no estaba segura porque tenía demasiados nervios acumulados como para pensar en su reacción o en su respuesta. No tenía ni idea de que hacer, él me ponía muy nerviosa solo con mirarme. ¿Cómo se supone que hablas con una persona que sabes que tiene ese efecto en ti? Os puedo asegurar que es demasiado complicado.
—Genial, bajemos con los demás. Estarán sirviendo el pastel ya.
Asentí a modo de respuesta y ambas nos alzamos de la cama a la vez, bajando las escaleras en dirección hacia la cocina. La escena que tenía delante de mí me hizo sonreír, todos mis amigos y mi abuelo estaban riéndose y hablando entre ellos.
—Espero que hayáis dejado hueco para dos más —sonrió mi abuela yendo a sentarse al lado de mi abuelo y dándole un pequeño beso antes de coger un trozo de tarta y darle un mordisco.
Me senté al lado de Ela y de Drake y me dieron un trozo de tarta a mí también, encendiendo una vela sobre este para después cantarme todos a la vez la canción de cumpleaños feliz. Reí ante su forma de cantarme y luego soplé la vela. Ela cogió un poco de chocolate de la tarta con su dedo y lo esparció sobre mi nariz entre risas.
Bajo la atenta mirada de todos, Drake llevó su dedo a mi nariz recogiendo nuevamente el chocolate para después meterlo en su boca, saboreándolo. Me guiñó su ojo antes de volver a sentarse en su sitio con toda la tranquilidad del mundo.
Mis hormonas, idiota.
—¡Hora de los regalos! —chilló Ethan levantándose de la silla de golpe, tirándola al suelo tras él. Negué con la cabeza mientras Liam le daba una mala mirada y volvía a poner la silla en su sitio.
—¿Regalos? ¿Me habéis comprado regalos? —murmuré confusa.
—Pues claro, ¿acaso no te daban regalos en tu cumpleaños? —cuestionó Kyle divertido.
—Sólo mi hermano y ellos —señalé a Ela, Liam y Ethan mientras me encogía de hombros nostálgica.
—No, no. No es momento de ponerse triste, de eso nada. Vamos a abrir los regalos —me regañó Liam, levantándome de la silla subiéndome a su hombro y comenzando a caminar al comedor donde varias bolsas descansaban en los sillones—. Venga, este primero que es el mío —señaló Liam una de las bolsas sobre uno de los sofás.
Sonreí cuando me dejó en el suelo y me senté para abrir los regalos con la misma ilusión que una niña de diez años el día de Navidad. Me sorprendí cuando encontré un par de libros.
—Muchísimas gracias, Liam. Me encantan —anuncié con un leve puchero, apretando los libros contra mi pecho. Me alcé para abrazarle y dejar un beso en la mejilla, volviendo después a mi postura inicial.
—¡Ahora el mío! —chilló Ela posando en mis manos otra de las bolsas que había en el salón.
Asentí sonriendo. En la bolsa había dos envoltorios. Uno bastante pequeño que parecía tener dentro dos trozos de papel, no pesaba nada. Y otro pequeño también que parecía tener algo de plástico. La miré confusa y abrí primero el que no tenía peso. Eran dos pases para una de las discotecas más conocidas de la ciudad. La miré sorprendida.
—Esta noche celebramos las dos tu cumpleaños ahí. Los chicos se quedan aquí jugando a la play y tus abuelos los vigilarán para que no hagan tonterías —explicó con una sonrisa—. Pero venga, abre el otro.
Hice lo que me decía con una pequeña sonrisa, me había agradado el regalo, necesitaba una noche loca con Ela y otra de las andadas de M&E. Abrí el otro regalo y lancé un grito que obligó a los chicos y a mis abuelos a taparse las orejas, mientras Ela me miraba con emoción. Eran dos malditas entradas a un concierto de Blackbear y otras dos para uno de Yungblud. No me pudieron encantar más.
—Sé que nunca has llegado a ir a un concierto, así que espero que te guste el regalo. Puedes elegir al acompañante que quieras llevarte, sin problema —sonrió asintiendo.
—¿Estás de broma? Tú te vienes conmigo, no sé ni como has podido dudarlo, no quisiera llevar a otra persona que no fueras tú. Eres mi mejor amiga, estúpida —reí abrazándola con fuerza.
— Menos mal, ya pensaba que me ibas a cambiar ahora que te gusta Drake —susurró en mi oído con burla—. Finn me lo contó —murmuró antes de separarse con diversión.
— Eres mi mejor amiga, eso no lo va a cambiar ni ningún chico, ni nadie, ni nada —sonreí llevando mi dedo índice a mis labios en un gesto, para indicarle silencio.
—¡Ahora el mío! Bueno, este es un poco colectivo, pero igual espero que te guste —sonrió Finn, era una bolsa pequeña también que no pesaba, como la de Ela.
Abrí con rapidez el regalo. Eran siete boletos para viajar a Italia. Uno para cada uno de nosotros. Sonreí abrazándole en agradecimiento, eran unos regalos increíbles y en realidad los apreciaba demasiado.
—Y bueno, esto no es un regalo exactamente, pero estaba seguro de que te gustaría —me extendió una chaqueta que enseguida reconocí, sonreí con tristeza al ver el ''bad boy'' escrito en la parte trasera de ella. Era la chaqueta de mi hermano, la que llevaba en el accidente.
—Gracias, Finn, en serio. Gracias —agradecí con sinceridad llevando la chaqueta a mi nariz con tristeza, aún olía al perfume que llevaba puesto ese día, aunque algo mezclado con detergente ya que la habían lavado.
—Bueno, suficientes sentimentalismos por hoy, aún falta mi regalo, el de Drake y el de tus abuelos —anunció Ethan, entregándome su bolsa.
Había dos pequeñas cosas envueltas dentro, abrí una y reí ante su contenido. Eran un par de calcetines de color negro. Sonreí ladeando mi cabeza dejando un beso en su mejilla.
—Gracias, Ethan —reí asintiendo.
—Venga, abre el otro —me indicó con una tierna sonrisa.
Cuando lo abrí no pude evitar confundirme, y automáticamente pensé que era imposible y que me tenía que estar vacilando. Esperé a que se explicara mientras observaba las llaves que sujetaba entre una de mis manos.
—Sal fuera, rubia —indicó haciéndose a un lado y abriendo la puerta.
—¡No puede ser! —exclamé cuando ante mí había un Aston Martin Valkyrie negro, era precioso. Y tampoco me sorprendió del todo, mi familia era rica, pero la de Ethan y Liam tiraban dinero hasta por los poros.
—Muchísimas gracias, no sabes cómo te lo agradezco —sonreí abrazándole con fuerza.
Si, era cierto que teníamos varios coches. Pero todos estaban a nombre de mis padres y en general sólo ellos podían conducirlos, este era el primer coche que tenía yo a mi propio nombre. El primero que era realmente para mí.
—¡Aún falta el nuestro! —exclamó mi abuela subiendo, corriendo a la habitación y bajando de regreso con una simple caja de cartón.
—¿Qué es? —cuestioné cuando me la extendió, y solo por el peso supe que era.
—¡Abuela, no puede ser!
Me apresuré a destapar la tapa y sostener entre mis brazos a un pequeño cachorrito de Husky blanco de ojos azules realmente claros. Era uno de los mejores regalos que me habían hecho en mi vida, mis padres nunca me dejaron tener perro de pequeña. Decían que lo único que hacían era estorbar y ensuciar en todas partes, y mi madre decía que no era propio de una persona de mi clase ir recogiéndole las cacas al perro. Siempre pensé que era una estupidez y que adoraría tener un perro porque me haría sentirme menos sola cuando ellos se iban de viaje.
—Me encanta, es precioso —añadí acariciándole mientras dejaba que lamiera mi mano—. Lo voy a llamar Holt —sonreí dejando un beso sobre su cabecita.
—Falta el mío, que quizás se haya quedado un poco por los suelos con todos los regalos que te han dado, pero espero que te guste igual —sonrió Drake levantándose y extendiendo su mano para ayudarme a levantarme.
Después abriría los de Kyle y Ashton, ahora mismo me importaba más ir a donde quería llevarme Drake para ver mi regalo. Sonreí sosteniendo su mano y levantándome del suelo parándome tras él.
—Espera —dijo, posicionando sus manos en mis ojos—. Si confías en mí, yo te guío.
—Confío en ti —respondí con una amplia sonrisa comenzando a caminar.
Caminamos despacio hacia una habitación y destapó mis ojos dejándome ver un precioso piano con un lazo rojo rodeándolo. Sonreí algo confusa al verlo, ¿por qué un piano? ¿Cómo sabía que yo sabía tocar el piano?
—Feliz cumpleaños —murmuró antes de acercarse al piano para quitarle el lazo rojo de encima—. El día que hablé con tu abuela, me dijo que de pequeña solías tocar el piano. Y me contó el porqué de tu nombre. Me dijo que tu madre siempre quiso estudiar música, pero su padre la obligó a meterse a la empresa y a estudiar la carrera de empresariales y economía. La música fue su sueño frustrado, y por eso te puso ese nombre. Cada vez que te ve o te llama, recuerda que una vez ella tuvo toda la felicidad en la palma de la mano y fue obligada a dejarla.
—Sí, mi madre lo pasó demasiado mal cuando era joven, ella adoraba tocar el piano y me enseñó cuando apenas era una niña. Fue después cuando encontró trabajo y dejó de darme clases de piano y tampoco me dejó asistir a ninguna. Decía que eso no tenía futuro y que no me llevaría a nada. Así que dejé de tocar el piano. Y aun así, el que lo haya pasado mal, no es excusa para ver bien todo el daño que me ha hecho.
—Lo sé. ¿Crees que aún recuerdas como tocar el piano? ¿Podrías tocarme alguna canción? No estaba seguro de si te iba a gustar, sinceramente, sólo esperé que sí...
—Es perfecto, Drake. Es el regalo perfecto —sonreí, interrumpiéndole y asintiendo levemente con mi cabeza—. Hmmmm, está bien, creo que si recuerdo tocar una canción que aprendí cuando era pequeña.
Me senté en el taburete frente al piano y sonreí antes de posar de forma delicada mis manos sobre las teclas. Cerré mis ojos intentando concentrarme y recordar cómo era cada nota para formar la melodía de la canción. Mis dedos se desplazaron por las teclas del piano con lentitud tocando cada una en el orden correcto, poniendo la melodía de Shape of You de Ed Sheeran.
Drake sonrió sentándose a mi lado cuando me escuchaba tocar la canción. Apoyó su mejilla sobre el dorso de su mano y me miró con atención, aún con una pequeña sonrisa en su rostro. Tras un par de minutos, terminé de tocarla entera y me giré a mirarle con una sonrisa.
—Estás preciosa concentrada —murmuró con la voz ligeramente ronca, a lo que mi cuerpo reaccionó y me vi obligada a revolverme en el asiento antes de girar mi cuerpo hacia él.
—Drake, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Tú sientes algo por mí? Me refiero a algo más que amistad.
No os voy a negar que me costó demasiado preguntárselo. Se me atascaron las palabras en la garganta, pero finalmente tuve el valor de preguntarlo. Aunque no sabía si iba a tener el mismo valor para escuchar y aceptar la respuesta, fuera cual fuera.
—¿Qué si siento algo por ti? Melody, yo lo siento todo por ti. Y me alegra ver que por fin te has dado cuenta, ¿tú sientes algo por mí?
—Bueno, creo que somos dos los que sentimos todo el uno por el otro entonces —sonreí levemente de forma ladina, respondiendo a su pregunta.
—Eso me parece suficiente respuesta porque llevo días con ganas de hacer esto.
—¿Hacer qué?
Nada más hacer la pregunta, ya no pude hablar, porque me besó. Drake Callen me estaba besando y yo le estaba correspondiendo ese beso porque, mierda, me gustaba demasiado. Sus labios se movían contra los míos de forma lenta, el tacto de estos era cálido. Tras unos segundos, su lengua se abrió paso en el interior de mi boca y yo no dude en entreabrir mis labios para dejarle paso con comodidad. Sonrió sobre mis labios, gesto que devolví, mientras profundizaba nuestro beso. Nos separamos un momento después, para coger aire, mientras abría mis ojos.
—Creo que hay que repetir eso más a menudo —comenté sonriendo con inocencia.
¿Sabía besar? Creo que saber besar se le quedaba demasiado corto, jodidamente corto. Dos segundos más y tendría las bragas como las cataratas del Niagara. Le sonreí, y antes de poder volver a juntar mis labios con los suyos, un grito hace que me sobresalte y me levante de golpe del asiento, junto a Drake.
—¿Estáis bien? —pregunté preocupada llegando al salón.
—¡Liam me ha roto el zapato!
Una Ela cabreada le tiraba el zapato de tacón a un Liam que corría por su vida, diciéndole que se estaba loca. Yo miré a Drake de forma cómplice mientras sonreía de igual manera. Mi abuela, al vernos, me guiñó un ojo. Como si supiera que había pasado.
Y en ese momento todo me dio igual. Estaba en el salón, celebrando mi cumpleaños con mis amigos y el chico que me gustaba. Y aunque me faltaba una persona para completarlo todo, disfruté de la noche como nunca.
¡Hola, hola! Bueno, dije que ayer subiría nuevo capítulo y como al final no lo hice pues he terminado de escribirlo hoy y lo subo ahora que creo que hay más gente conectada, además. Y pues nada, decir que se me ha quedado un poco largo el capítulo pero que igual espero que os guste.
¡QUE YA SE HAN BESADO, AHHH! ¡MIS BEBÉS ESTÁN CRECIENDO COMO PAREJA Y COMO PERSONAS, LLORO! ¿Qué os ha parecido el capítulo?
¡Nos vemos pronto! ¡Kisses of chocolate!
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