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16. La insistencia de mi abuela y la playa.

{Baby, this love, I'll never let it die. Can't be touched by no one. I'd like to see 'em try. I'm a mad man for your touch, girl, I've lost control. I'm gonna make this last forever, don't tell me it's impossible. 'Cause I love you for infinity(Oh, oh, oh) I love you for infinity.}


(Infinity—Jaymes Young)


Salí del hospital cabizbaja. Me estaba imaginando a Drake riéndose de mí en mi cara mañana, o quizás se esperase a que mi abuela se fuera para tener un poco de respeto. Lo que sabía seguro era que me había visto llorando, me había visto completamente frágil y rota. Y yo nunca quise que él me viera así. No quería que me viera tan mal, porque no confiaba en él en absoluto. Seguro que iría a contárselo a la estúpida de su novia para que se pudieran reír los dos de mí a gusto. Ambos me odian, así que tenían razones.

Me giré para mirar la cara de Drake, esperando encontrármelo riéndose o aguantando la risa. Pero no fue eso lo que me encontré. Él caminaba mirando al suelo, completamente sumido en sus pensamientos y muy serio. Tenía los labios y los puños ligeramente apretados. En momentos como esos es en los que me gustaría tener el poder de poder leer los pensamientos de los demás. Me gustaría saber que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

—Bueno, creo que ya ha habido demasiado silencio por ahora. Os dejo charlar solos porque está claro que lo necesitáis. Yo me voy adelantando, os veo en casa —anunció mi abuela con una enorme sonrisa, comenzando a andar mucho más rápido.

Joder, como corre. Ni siquiera yo soy capaz de correr así.

—Menuda forma de correr —dijo riendo Drake a mi lado.

Sonreí débilmente y asiento ante sus palabras mostrando que estoy totalmente de acuerdo.

—Creo que tu abuela tiene un poco de razón en lo de nuestra conversación. De verdad creo que deberíamos hablar —suplicó Drake, aun manteniendo su mirada seria, que conseguía helarme la sangre.

—Drake... —suspiré agotada pasando mis manos por mi rostro a gesto de cansancio y desesperación—. Sé lo que va a pasar cuando lleguemos a casa. Te vas a reír de verme llorar de esa manera, irás a contárselo a tus amigos y a tu novia y os reiréis todos de mí porque me veía realmente patética. Así que no, creo que no tenemos nada de qué hablar —negué comenzando a andar más rápido.

—Espera —su mano se envolvió en mi antebrazo y tiró de mí con suavidad para que no siguiera caminando—. No voy a reírme de ti, Mel. No tiene nada de bonito ver llorar a una persona, y no es motivo para reírse tampoco. De verdad que quiero hablar contigo.

Suspiré un poco aliviada al escuchar sus palabras y aminoré mis pasos para quedar a su lado. No sabía que era esa cosa tan importante que quería hablar conmigo, pero ahora era el momento, porque iba a escucharle, y probablemente me acabaría arrepintiendo de abrirme tanto con él.

—Quiero que dejemos de discutir tanto. A ver, no es que ahora vayamos a ser amigos del alma. Eso no es de mi interés tampoco. Pero vivimos en la misma casa, y si vamos a estar nueve meses con esto —señaló su pelo de color rosa fosforito, a lo que yo sonreí—. Entonces no va a ser nada fácil la convivencia.

—No te puedo prometer nada, Drake. Sabes que no me caes precisamente bien —me encogí de hombros con una pequeña sonrisa ladeada.

—¿Estás segura de eso? —alzó una ceja en mi dirección cruzándose de brazos.

—Sí, además discutir contigo me entretiene —admití sonriendo inocente.

—A mí también me entretiene discutir contigo —admitió también imitando de mala forma mi sonrisa.

Solté una carcajada al ver su cara y asentí riendo. Le di un golpe a su costado a forma de broma y él me miró entrecerrando sus ojos. De pronto se paró, a lo que me paré también, confusa. Él sonrió con perversión y burla antes de agacharse a mi altura y cogerme por las rodillas para cargarme en su hombro riendo.

—Nos vamos a casa —dijo con diversión comenzando a caminar conmigo ahí cargada.

—¡Drake, bájame! —me quejé bufando.

—Nop —negó con burla.

Mordí mi labio para aguantar mi risa y me encogí de hombros para aprovechar la postura y darle una nalgada.

—Sé que soy increíblemente precioso y que estoy muy bueno pero mi trasero es sólo mío de mí —comentó falsamente indignado.

—Perdona, don ego, ¿en qué momento he dicho que había sido yo? Ha sido una ráfaga de aire —comenté sonriente.

Mi honor antes que nada. No iba a admitir que le había dado una palmada en el trasero, aunque fuera realmente obvio. No quería subirle más el ego, pero si era cierto que tenía buen trasero y no podía desaprovechar la oportunidad tampoco. Son las hormonas, lo juro.

—¿Qué locura crees que hará ahora mi abuela? —le pregunté con diversión una vez accedió a dejarme en el suelo.

—No lo sé, pero no quería que nos viera llegar así o me lanzaría otro zapatillazo —confesó con una mueca.

Reí empujándole y corrí con él persiguiéndome. Las personas se giraban a mirarnos de forma curiosa, y algunos nos miraban con disgusto. Pero la verdad era que me daba igual lo que la gente opinara, y parecía que a Drake tampoco le importaba mucho, porque seguía corriendo y empujando a la gente. Finalmente me atrapó, volviendo a subirme en su hombro.

—¡Te pillé! —dijo sonriente sin apenas un atisbo de cansancio.

En cambio yo estaba jadeando como un perro con demasiada sed y sudando como una morsa moribunda. Literalmente, hacer ejercicio no era lo mío en absoluto.

Reí antes de golpearle la espalda, convenciéndole de que me bajara. Ni siquiera me había dado cuenta de en qué momento habíamos llegado a casa. Si Drake había tardado tanto, era porque llevaba la capucha de su sudadera puesta en la cabeza para que su nuevo look capilar no se pudiera ver. Sólo verlo me hacía recordar como llevaba el pelo, y eso me hacía reír también.

—Playboy, bonito pelo —dije con burla sacándole la lengua, sonriendo.

—Niña mimada, que te den —me respondió de la misma manera.

Puse mis ojos en blanco antes de abrir la puerta y encontrarnos a mi abuela en el salón haciendo ejercicio desde un canal de YouTube. Me acerqué riendo a leer el título del vídeo. Ejercicios para aumentar el volumen de cadera.

Comencé a reírme de forma estruendosa cuando leí el título. La abuela se levantó, ligeramente sudada, y sonrió cuando me vio parada mirándola hacer ejercicio.

—¿Has decidido darle una oportunidad ya? —cuestionó mi abuela, esperanzada.

—Nop, no me sale ser su amiga. Discutir con él es mucho más entretenido —le confieso riendo.

—Eso está bien también, vosotros seguid discutiendo que ya veréis a donde llegaréis —dice con burla riendo.

Fruncí el ceño confundida, y moví mi cabeza para apartar las últimas palabras de mi abuela. La verdad era que no sabía que había querido decir, pero no iba a comerme la cabeza tampoco porque seguramente era alguna tontería.

—Hazme caso, estos ojos han visto ya muchas cosas. Y no es la primera vez que veo esto —dijo con una amplia sonrisa—, de hecho me recuerdas mucho a otra persona cuando tenía tu edad —admitió exhalando un suspiro.

—¿A quién? —pregunté confusa.

—A mí —respondió sonriente dejando su toalla a un lado y la esterilla del yoga apoyada en uno de los armarios de la cocina.

Se acercó a dónde estaba su móvil y puso su huella para después abrir la galería y enseñarme una foto. Era una chica rubia, de ojos azules claros y con el ceño fruncido, con cara de querer matar a la persona que hacía la foto, o a cualquier persona realmente.

—Era yo, de joven —sonrió.

—Vaya, abuela. Éramos prácticamente iguales. ¿Pero por qué mirabas a cámara con esa cara? ¿Quién hizo esa foto? —pregunté con curiosidad.

—El abuelo —respondió guiñándome un ojo antes de desaparecer hacia su habitación.

Alcé una ceja y negué con mi cabeza sonriente. Mi abuela era la única persona que se merecía todo mi respeto, incluso cuando se inventaba algo para tratar de darme una lección de vida. Yo sólo me preguntaba, ¿qué habría descubierto de Drake para que pensara que era tan genial y que debíamos de ser amigos? Es que realmente no lo entendía, él y yo éramos tan diferentes que una amistad entre ambos sonaba imposible.

—Vamos, nos vamos a la playa niños. Id a prepararos —dijo mi abuela bajando de la habitación con un vestido playero suelto de flores.

Reí asintiendo con rendición, —era imposible negarse a nada cuando la abuela se ponía así—, y subí a mi habitación para ponerme un bikini negro y arreglar una bolsa con la toalla, un libro, la crema solar, y otras cosas que tal vez necesitaríamos en algún momento. Bajé a la sala encontrándome con mi abuela y Drake ya listos, hablando animadamente.

Fruncí el ceño confusa y una vez estuvo todo listo, salimos juntos hacia la playa. La verdad era que la playa no era mucho mi ambiente. Aunque tenía que admitir que siempre me negaba a ir, pero que cuando llegaba se me pasaban las horas volando y me lo pasaba realmente bien. Solía ir con Ela, Liam, Ethan y a veces con mi hermano también. Pero hace bastante tiempo ya que no pisaba la playa, así que me parecía bien hacerlo aunque sólo fuera para recibir a mi abuela.

—Niños, estaros quietos —se quejó mi abuela al darse cuenta de que Drake y yo nos habíamos comenzado a dar patadas.

—Ha empezado ella —me señaló Drake con rapidez.

—¡Mentiroso! Abuela, ha empezado él —me quejé como una niña pequeña.

—No, no —negó él.

—¿Ah no? ¿Estás seguro? —cuestioné mirándolo maliciosamente con algo de burla.

—Sí —respondió con firmeza.

En ese momento mi pie aterrizó de lleno en su espinilla, logrando que comenzara a quejarse de dolor y a sujetar la parte golpeada por mí.

Sonreí triunfante y caminé dejándole atrás hasta ponerme al lado de mi abuela. Ella me miró divertida, negando con su cabeza. Subió sus gafas de sol hasta dejarlas sobre su cabeza, y me miró seriamente antes de dirigirse a mí.

—Melody, él es buen chico —dijo mirando atrás, dónde estaba Drake andando entre quejas e insultos.

Reí al verlo y volví a mirar a mi abuela con mi característica seriedad.

—En serio, abuela. Creo que es mejor que olvides el tema, porque no va a pasar nada de eso. Él no es mi amigo, sino mi enemigo. Él no me cae bien, él es muy diferente a mí, y a él también le caigo mal —digo con obviedad.

—¿Estás segura de todo lo que has dicho? —alzó una ceja con una sonrisa traviesa.

—¡Sí! Déjalo ya, por favor —supliqué cansada.

—Está bien, está bien. Ahora sólo vayamos a la playa. Que necesitas sol, estás muy pálida, nieta —comentó asintiendo.

Me encogí de hombros. La verdad era que el hecho de tener la piel más blanca o más morena me daba igual. Porque sea como sea, siempre me encontraré personas con la piel más blanca, y personas con la piel más morena.

Caminamos unos minutos más hasta llegar a la playa. Me sentía realmente observada ya que el look de mi abuela captaba la atención de muchas personas. Miré a la gente frunciendo mi ceño ligeramente y seguí caminando mientras pensaba en mis cosas. Cuando llegamos, mi abuela comenzó a caminar por la arena para encontrar un sitio entre toda la multitud.

Finalmente, encontramos un espacio cerca de la orilla. Pusimos ahí nuestras toallas y una sombrilla para mi abuela. Me quité las zapatillas para después quitarme la camiseta y los shorts, quedando en bikini. Sentí una pesada mirada sobre mí, así que me giré encontrándome a Drake mirándome con atención, él iba sin camiseta, con su bañador. Mi mirada se paró un momento en su abdomen marcado y por poco se me caían las babas al suelo. Malditas hormonas.

Miré a mi abuela, —que estaba en bañador tumbada en una hamaca que ella misma se había traído—, y ella me miró también a través de sus gafas de sol con una sonrisa de diversión y sus dos cejas alzadas. La situación le estaba divirtiendo bastante, al parecer. Aunque a mí no me hacía gracia.

—No están mal las vistas, rubia —escuché a Drake antes de mirarme de arriba abajo, sin disimulo alguno.

—Siento no poder decir lo mismo de ti —respondí riendo con burla.

Eres una mentirosa.

Lo sé, soy genial.

—Estás mintiendo —canturreó divertido.

Yo rodé mis ojos y cogí mi móvil para enchufar los auriculares y poner algo de música, me despedí de ambos con un movimiento de cabeza y comencé a caminar por la orilla, sintiendo como el agua fría chocaba contra mis pies, humedeciéndolos. Mientras sonaba Infinity de Jaymes Young, yo sólo podía pensar en que harían mis amigos, y en que faltaban sólo unas semanas para mi cumpleaños. Para ser exactos, faltaban seis semanas. Y estaba aterrorizada, porque si mi hermano no se despertaba para entonces, lo desconectarían y yo ya no volvería a verlo.

No me había dado cuenta de en qué momento había llegado al extremo final de la playa, y ya estaba regresando con mi abuela y con Drake. Me paré unos pasos antes de llegar a mi abuela, fijándome en que en unos metros más atrás estaba Drake coqueteando con una chica. Dejé mis auriculares y mi móvil en la bolsa e hice una mueca ante la escena. En ese momento Drake se giró, y al verme me guiñó el ojo de forma descarada.

Maldito idiota.
















¡Hola, hola needlovers! Aquí tenéis el nuevo capítulo de esta historia. La verdad es que ya me han mandado todas las recuperaciones y las actividades que tendré que hacer y estoy agobiadísima porque son muchísimas, en serio. Así que lo publico como disculpa por los próximos que no podré publicar debido a este mismo motivo. 

Y pues nada más, que decir. Bueno, que también estoy trabajando en mis borradores cuando tengo tiempo y en mis otras historias, y pues eso. La canción de multimedia es genial, me gusta mucho aunque a veces se me hace demasiado empalagosa JAJAJA. Espero que os guste el capítulo y que esperéis con ansia a ver el siguiente. 

¿Qué creéis que sabe la abuela de Melody sobre Drake para pensar así de él? ¿Por qué insiste tanto en que Mel le de una oportunidad? Algo está claro. Esa señora sabe algo que Melody no ajsjasjaj.

Y fin del comunicado. Espero que estéis todos bien y sanos en vuestras casas. Aquí mañana podremos salir una hora a ver a los familiares y a hacer deporte. ¡Ánimo que poco a poco vamos avanzando!


Nos vemos pronto. ¡Kisses of chocolate!🥰

—Needwoolf.


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