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Un nuevo inicio (Final)

[Semanas después]

La muerte de Justin Hammer había dado menos espectáculo que la de Víctor von Doom. Lo habían encontrado en su departamento, en la cama, y según los expertos, muerto por una sobredosis.

—Tenemos a Pierce. —James lo miro con seriedad, mientras los soldados detrás de él lo miraban con temor.

—Bien. —Steve se levantó de su asiento, para dirigirse a los largos pasillos, siendo seguido por el pequeño grupo de Hydra.

Bucky se puso a la par.

—¿Lo matarás? —Preguntó siendo sabedor de la respuesta.

—Hay que divertirnos un poco. —La sonrisa de Steve era burda—. Que ellos desquiten un poco su resentimiento. —Apunto con un ademán a los hombres que venían atrás.

Barnes asintió sin dejar de seguir al rubio.

Hydra estaba moviendo sus cartas sobre ellos, sin embargo, Steve ya tenía todas las de ganar. Varios soldados habían jurado lealtad al Capitán, tal vez por miedo a morir por ese bonito escudo que siempre cargaba.

Además de que Peggy había estado totalmente de acuerdo con Rogers; ella lo respaldaba en todo ese descabellado plan.

—¿Cómo te sientes? —Escucho la pregunta del rubio.

James dejó que una pequeña sonrisa se mostrará—. Mejor, siento mi mente menos confusa.

Rogers estaba satisfecho con su respuesta.

Cuando llegaron a la puerta, está inmediatamente se abrió revelando a una hermosa castaña de labios rojos.

—Capitán, Sargento. —Peggy miró a un punto dentro de la habitación—. El secretario Pierce los espera.

Steve sentía la emoción correr en su cuerpo. No sería difícil deshacerse de una escoria más.

—Gracias Peggy.

La mujer asintió sin más, tomó su saco y una elegante sombrero—. No quiero que el lugar quedé sucio, lo odio. —Los soldados asintieron obedientes—. Iré con Tony. Diviertanse.

—¡Margaret! ¡Sácame de aquí! ¡Margaret! —Los gritos de Alexander eran como música para los oídos de Barnes.

Steve levantó la mano indicándoles entrar.

Bucky sonrió siniestro.

—Sólo una cosa. —Rogers los miro con seriedad—. No lo maten en seguida, ese es un privilegio que le daré al Sargento. —Los soldados afirmaron ante sus órdenes—. Tómalo como... Un regalo de nuestra amistad. —Se dirigió estaba vez a Bucky, quién negó divertido.

—Lo tendré en cuenta.

Cuando James entró junto con los soldados, Steve se sentó enfrente de todo el espectáculo.

Los gritos de Alexander no podían traspasar las paredes.

—Debe ser una broma. —Tony se dejó caer en el asiento viendo con incredulidad a su mejor amiga.

Rhodey sorbió de su bebida con algo de sorpresa.

—Vamos, esperaba alguna felicitación. —Pepper golpeó el hombro de Anthony—. Eres mi mejor amigo, deberías estar feliz por mi.

—Lo estoy, pero... —El genio se cruzó de brazos—, también estoy preocupado.

Potts sonrió con ternura. Era algo muy de Tony.

—Sólo dile que estás muy bien cuidada. —James dejó la bebida en la mesa—. Stephen Strange tiene que ser un príncipe contigo.

Anthony asintió de acuerdo con Rupert.

Virginia sonrió feliz por los amigos que tenía.

—Se los aseguro. —Pepper suspiró enamorada—. Es un principe en todos los sentidos.

Tony dió una gran mordida a su hamburguesa, pensando, que varias cosas estaban poniéndose en su lugar.

Se alegraba por Pepper, ella merecía al mejor de los hombres, así que esperaba no utilizar la armadura para darle una lección al tal Strange.

—Bien chicos, tengo que volver al trabajo. —Rhodes se levantó del sofá—. Los veré después.

—Me voy contigo. —Virginia tomó su bolso—. Tengo que arreglar algunas cosas en la industria y después ir con Stephen.

Luego de que sus amigos se fueran, Tony se encargó de limpiar el tiradero que había en su pequeña mesa de centro. A los minutos, escucho el elevador.

—¿Qué se les olvid...? —De las puertas salió la mujer de sus ojos— ¡Tía Peggy!

Dejando lo que estaba haciendo, fue directamente a la bella mujer. Está lo recibió con los brazos abiertos.

—Tony. —La mujer beso su frente— ¿Cómo te encuentras?

—Ahora de maravilla. —Anthony tenía una sonrisa alegre.

Margaret era dichosa por la muestra de cariño.

Stark la invitó a sentarse y prometio pedir algo decente de comer. Así que conforme pasaban más tiempo juntos, hablaron de todo y nada, específicamente de lo que había pasado con Justin.

—Pepper consiguió quien ocupará su puesto. —Tony se encogió de hombros—. No tuvimos ningún problema.

Carter asintió ante las palabras de su pequeño. Estaba feliz de ver a Tony tan tranquilo.

—Me alegra escuchar eso. —Con cariño tomó las manos del castaño—. Tengo que irme, pero vendré más seguido para vigilar que comas bien y no toda esa chatarra.

Anthony renegó como niño pequeño. Las hamburguesas no eran chatarra.

—Tía. —Antes de que Peggy cruzará la salida, Tony continuó—. Rogers es un buen hombre, dentro de lo que cabe. Él no me hará daño. —Margaret se quedó estática en su lugar. Tony sabía sobre...—, soy un genio. No puedes engañarme tía Peggy.

Carter soltó una fina carcajada. No esperaba menos de su niño consentido. Sin poderlo detener, regreso sus pasos y abrazo el cuerpo del millonario.

—Aun así estaré vigilandolo. —Susurró—. Si te hace algo, no dudes en decírmelo.

—Tienes mi palabra.

A veces Peggy no entendía como es que Howard dudaba de su hijo.

Después de unos días, en donde se habló de la trágica muerte del secretario Alexander Pierce, todo volvió a ser calmo.

Las Industrias Stark habían progresado con nuevos proyectos y con Tony al frente.

Todo mundo ahora conocía al tan afamado Iron Man, quién había hecho algunas apariciones en público salvando vidas de inocentes. Era una locura, pero Anthony se sentía de maravilla siendo un héroe digno de admiración.

Y si bien, recibió una buena reprenda por parte del rubio soldado, ya sea por arriesgar su vida o por simplemente traer alguno que otro rasguño en el rostro, no logró hacerlo persuadir de su decisión.

Cada uno estaba haciendo su parte en el trato de permanecer a bandos diferentes

—Steve. —Sintió los brazos del Capitán rodear su cintura—. Siempre me pregunté de dónde sacaste el escudo. Debo de admitir que es impresionante.

Rogers sonrió ante la mente inquieta que tenía su pareja.

—Peggy lo robo de SHIELD, específicamente a tu padre. —Contestó ganando una mirada sorprendida del castaño—. En la guerra me dieron uno en forma triangular, era frágil y muchas veces salí herido por eso, así que cuando empecé a laborar para Hydra, Peggy no encontró otra solución más que robar el escudo que tu padre había fabricado.

Tony silbo impresionado. Su tía era un estuche de monerías.

—Tampoco es como si me importará mucho ese hecho, después de todo, Howard lo había creado para mí, según me contó Margaret.

Anrhony negó divertido. Inconcientemente, su padre y su tía habían hecho una competencia por quién encontraba más rápido al soldado.

—Tía Peggy es genial. —Steve rodó los ojos con cierto fastidio. Tony sabía que Rogers odiaba cuando hablaba bien de alguien más.

Ambos se quedaron viendo como las estrellas resaltaban en medio de toda esa oscuridad. La azotea parecía ser el lugar favorito de su Capitán.

—¿Sabes qué quiero hacer ahora? —El rubio le mordió el lóbulo coquetamente.

Stark se giro entre sus brazos, se levantó de puntas (cosa que odiaba) y comenzó un beso hambriento en el que Rogers contesto de inmediato.

—Sin marcas. —Condicionó el castaño—. Odio cuando los inversionistas no quitan la mirada de mi cuello.

Steve por supuesto que iba a dejar marcas.

Anthony era suyo.

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