El sabor de la sangre resbala por mi garganta, asfixiándome pero a la vez extasiándome.

No se por que lo hago, pero es la única forma como puedo sentirme yo misma a través de las sombras de la fría y pálida noche.

Este olor putrefacto me embriaga de un sentimiento nuevo e innovador; algo mas que solo felicidad o simple melancolía. Algo que una simple persona no entendería.

Esta cabeza llena de sombríos recuerdos y perturbadores sueños de muerte necesita desahogarse en un momento de locura.

Es agradable, es satisfactorio escuchar los sollozos y gritos de suplica de todos aquellos que me hicieron gritar alguna vez a mí también.

Ya olvide lo que es la piedad, lo que es el perdón y aquello que estos tristes humanos llaman afecto.

Mis ojos no saben mirar a otro lado que no sea al vacío infierno que se refleja en la mirada de una persona mientras muere. Mi risa enferma atormenta sus almas en sus últimos minutos de agonía.

Algún día nos volveremos a ver, cuando llegue mi momento de acompañarlos al limbo en donde mis susurros se escucharan con mas fuerza, haciendo estremecer cada unos de tus sueños.