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Cena inesperada.

Chuuya caminaba por la calle congelándose de frío, tenía una misión clara. Llevar café y panes dulces a la casa de Kouyou; todos los años se encargaba de lo mismo, comprar, para luego desayunar junto a su familia en casa, aunque no eran tan numerosos. El problema era que su madre invitaba a los vecinos a comer también. 

Se rio por lo bajo el pelirrojo, al recordar que su madre lo había levantado casi echándolo, por conseguir todo, mientras ella llevaba media pantufla puesta y su pelo parecía un nido de pájaros. 

Aunque dejo de reírse cuando sintió un escalofrío por la espalda, al recordar cuando por no querer levantarse, esta le tiro agua encima. 

Aún paseando por las calles, llegó a la cafetería. Sintió como su cuerpo se aliviaba al entrar y sentir el aire acondicionado activo; sin perder mas tiempo, se dirigió al mostrador donde se veían los dulces. 

Se quedo absorto, analizando si solo llevar pan dulces o probar traer mas cosas. Cuando de reojo vio a alguien moviéndose, era un empleado azabache. Aunque le extraño que solo fuera uno, aunque se regaño mentalmente al recordarse que era época de navidad.

Seguro el era un pobre diablo que lo truquearon para que se quedara ese día, el pelirrojo se pregunto como buen chismoso, si aquel pelinegro tendría planes esa noche. Se veía joven, aunque muy serio, pensó para si mismo que tal vez el otro tendría 17. 

Antes de que se diera cuenta, el otro ya lo había volteado a ver. 

Chuuya se sintió avergonzado por su actitud infantil, pero ya no podía hacer nada, había quedado como un cliente raro. 

Suspiro, al menos el otro ya había notado su presencia. Tal vez en un acto de valentía o de idiotez, el pelirrojo pensó que no estaría mal preguntarle si el otro quisiera ir a la cena de navidad con su familia. No esperaba que el otro fuera, pero no perdía nada intentándolo.

Aunque con solo estar frente a frente con el otro, su valentía se fue a la mierda, podía jurar que su ego había abandonado su cuerpo, al igual que sus pensamientos; porque nada salía de su boca. 

—Disculpa —dijo el pelinegro— ¿Necesitas algo? 

Ahora el chico lo veía preocupado, Chuuya pensó si capaz su cara estaba pálida o solo el otro había descubierto que su alma se había ido de su cuerpo. Casi como en una serie cliché, sintió como un empujón lo incitaba a responder. 

—¿Quieres ir a cenar con mi familia esta noche? —pregunto, aunque se corrigió de inmediato—. Claro, solo si no tienes planes. Pensé que, nadie debería pasar solo las festividades ¿no? Aunque, no es como si yo pensará que tú no tienes planes, solo que yo... Agh. 

El pelirrojo sentía como su cara estaba sintiéndose caliente por la vergüenza, la había cagado, estaba por retirarse de la tienda sin haber comprado nada, pero antes de caminar a la salida, escucho una risita por parte del otro. 

Levanto la mirada, lo que dejo observar como el otro se reía, mientras intentaba estar serio como en el inicio, aunque eso fue contraproducente porque termino tosiendo. Cualquiera se habría ido, pero Chuuya se quedo observando las facciones del otro. 

Se veía alivio en ese mirar, como si ese simple gesto no lo hubiera hecho hace tiempo, tuvo curiosidad, pero se la guardo para si mismo, cuando noto como el otro había logrado recomponer su postura. 

—Gracias por la invitación —respondió, intentando volver a su semblante—. Iré y sobre lo otro, no tengo planes, así que. No te preocupes. 

El pelirrojo se sintió aliviado por la respuesta del otro, aunque sabía que probablemente el otro lo había dicho por cortesía. Así que pidió su pedido, y con todas las bolsas, se dirigió a su casa. 

.

La noche se prestaba para una noche perfecta, la luna llena brillaba, alumbrando toda la ciudad con su belleza. La casa de Chuuya ahora estaba siendo iluminada con grandes decoraciones, aunque mas destacaba porque las risas sonaban por cada rincón de aquel hogar. 

La cuadra entera estaba festejando junto a su familia, aunque el pelirrojo no lo disfrutaba del todo, al tener que hacer de mesero en aquella celebración. Se regaño a si mismo numerosas veces por haber apostado con su madre hace unos meses. 

Aunque su semblante cambio, cuando diviso como el pelinegro de la mañana, estaba a unos pasos de su casa. Haciendo que casi se cayera junto con las bandejas, por la impresión. 

El había jurado que no iba a venir, entonces ¿Por qué? Aunque no tuvo mucha oportunidad de pensarlo, porque su madre ya se había dado cuenta del porque de su torpeza. 

—Cariño ¿Pasa algo? —dijo, mientras lo mirada con una ceja alzada, esperando que lo confesara.

—No pasa nada. —respondió de forma seria, esperando que la otra le creyera. 

Su madre al ver que el otro no lo iba a soltar, se guío por sus instintos y se encamino rumbo al chico pelinegro que observó que su hijo había visto, antes de estar por caer. 

Aunque, no pudo ni dar seis pasos, porque ya le había impedido la pasada, su hijo. 

—Mamá —llamó Chuuya—. Es un amigo, no vayas, por favor. 

Kouyou se cruzo de brazos. 

—¿Por qué no me dijiste? —dijo con un tono de regaño en su voz—. Te habría dejado irte hace un rato, si me hubieras dicho. 

Chuuya pestañeo escéptico ante eso. 

—No me hagas esos ojos, lo digo en serio. —dijo su madre, dándole un par de empujones para que fuera a hablar con el pelinegro. 

El pelirrojo hizo nota mental para reclamarle esta noche a su madre, pero ya se lo guardaría para después, ahora estaba de nuevo frente a frente con el chico. 

—¿Quieres dar un paseo por la cuadra? —pregunto. 

—Pero ¿No que la cena es aq- —respondió el pelinegro, aunque ni pudo terminar, porque el otro ya lo había jalado del brazo, llevándolo a rastras.  

Tal vez debió pensarlo dos veces antes de jalarlo, porque no pasaron ni dos casas, cuando el otro freno en seco, cosa que dejo perplejo al pelirrojo. 

—¿Paso algo? —pregunto Chuuya. 

El chico solo suspiro. 

—¿Si quiera sabes mi nombre? —al ver la expresión del otro, continuo—. No arrastres gente sin siquiera saber su nombre; soy Akutagawa, ¿tú? 

—Soy Chuuya —respondió—. Lo siento, es solo que quería estar lejos de todo el ruido de mi casa; además, no pensé que vendrías. 

El pelinegro sonrío por eso. 

—Yo tampoco tenía en mis planes hacer algo esta noche, pero al final pensé en la frase idiota que dijiste en la mañana. 

—¿Nadie merece estar solo en navidad? —pregunto asegurándose el pelirrojo. 

Akutagawa asintió. 

—Bien, entonces... —el pelirrojo agarró con fuerza la mano del azabache—. Te daré el mejor tour de tu vida, ¿preparado? 

—Espera, yo solo dec- —intento responder el pelinegro, pero al parecer el pelirrojo no tenía ningún cuidado con jalar a otros. 

Si se lo preguntaban, Akutagawa si tuvo el mejor tour de la ciudad, tal vez no todos opinarían lo mismo, pero gracias a la compañía de ahora un chico pelirrojo que daba saltitos con cada cosa que le fascinaba, fue mas que suficiente para llevar su recuerdo en sus memorias. 

El chico no quería mencionarlo, pero no tuvo mas remedio que hacerlo, cuando escucho a Chuuya quebrarse a su lado, por haber recordado a su padre. Aunque, claro, primero no lo dijo, pero luego de que Ryuunosuke lo calmará, termino por contárselo. 

Tal vez era la primera vez que se conocían, pero sentían que tenían una conexión con el otro. Ninguno lo dijo aquella noche, ni en las que siguieron, sin embargo; con el tiempo, se volverían indispensables para el otro. 

No se lo decían con palabras, pero con la compañía del otro, ambos sabían que estaban destinados a estar juntos. 

Tal vez solo fue un regalo de aquella navidad, el darle al otro la otra mitad que complementaban sus almas. 

-




.

fyodxr 

Okey, esto era mi regalo. Aunque creo que el efecto del cansancio, tal vez hizo que cometiera errores. Igual, nada mas decirte, feliz día de la amistad, aunque ya haya pasado, te quiero mucho. <3


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