|𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 1|
Cuando la pequeña Lily despierta sintiendo algo húmedo en su cuerpo y como la ropa se pegaba a ella abre bien los ojos, ve que se encuentra en medio de muchos árboles, que ya no estaba en su casa, en su habitación y ve una gran funda negra a su costado, su mirada fue desde la funda negra hasta su ropa y soltó un fuerte grito al ver su ropa empapa de sangre. Se levanto rápidamente y empezó a gritar por su madre mientras corría mirando a todos lados con la vista borrosa a causa de las lágrimas, estuvo a punto de tropezarse cuando sintió alto sostenerla y levantarla en el aire. Ella no dejaba de llorar asustada con su pequeño rostro completamente rojo mientras lo cubría con sus diminutas manos.
—Tranquila mocosa, estas bien, todo está bien— la voz ronca de un hombre se escuchó intentando tranquilizarla pero ella gritó aún más asustada y aquel hombre la dejó sentada en el suelo -escucha, quiero ayudarte ¿puedes, por favor, dejar de lloriquear?
Ella lo miró a la cara y la ladeo parándose frente a él —¿Quién eres?, ¿Dónde está mi familia?, ¿Por qué mi lindo vestido esta manchado...?— su cara volvió a desencajarse en tristeza y miedo.
—Ey ey, ya- susurró— cierra los ojos, te daré un regalo pero es sorpresa ¿bien?
Lily cerró inocente sus ojos y aquel hombre movió su dedo índice dibujando un círculo en el aire, la niña despegó sus pies del suelo y dio una vuelta para luego quedar parada en el suelo con un lindo vestido rosa.
—Ya puedes ver, mocosa.
Ella abrió los ojos y se cruzó de brazos mirándolo enojada y él la miro sin entender nada —no me llames asi, mi nombre es Lily, ¿Vale?
Él asiente con la cabeza y la señala, Lily siguió su dedo y sonrió amplió chillando de felicidad mientras daba saltitos emocionada —¡Gracias, gracias, gracias! eres una persona muy buena, seré tu amiga— la pequeña niña extendió su mano a él y él aun dudoso de lo que hacia la tomó con delicadeza - ¿Cómo te llamas?
—Greg— susurró mientras la miraba.
—Greg, ¿Dónde están mis papis?— ella lo miraba atenta y sin miedo, él estaba completamente sorprendido.
—Ellos se fueron, dijeron que te cuidara mientras no estaban— la observó cauteloso y luego empezó a caminar con ella de la mano centrándose más y más al bosque.
—¿A dónde iremos, Greg?— la niña caminaba a su lado mirando sus pequeños pies descalzos —mis piecitos duelen ¿Puedes cargarme?
Él la miró unos segundos y luego creó un unicornio negro, con una linda melena del mismo color que su piel, brillante, que la llevará en su lomo y ella al verlo sonrió divertida abrazándolo y sin soltarlo miro a Greg.
—¿Vives aquí?
—Sí.
—¿Y vives... Solo?
—Sí.
—¿Por qué vives solo?, ¿Dónde están tus padres?— La pequeña Lily interrogaba mientras que Greg respondía con poca palabras.
—Están...— Greg mira a Lily unos segundos haciendo una pausa antes de responder —viven lejos y no puedo verlos más.
—¿Por qué no puedes verlos más?
Él se queda en silencio sin dejar de caminar mientras que la pequeña niña pensaba en que más responder hasta que logra ver un castillo enorme y sus ojos se iluminan volviéndose un poco inquieta.
—¿Es tuyooooo?— preguntó con emoción y Greg asintió levemente con la cabeza , ella solo un pequeño grito de emoción al verlo y aplaudió —rápido, rápido, quiero verlo— ella insistía pero él seguía al mismo paso sin prestarle mucha atención hasta que volvió a hablar —¿seré yo una princesa cuando entré al castillo?
La pregunta tomó a Greg desprevenido y se detuvo mientras el poni seguía avanzando, ladeó su cabeza mirándola y ella al ver que se detuvo me removió incómoda encima del poni.
—Caballito detente— decía algo asustada —¡Greg! ¿Dónde me lleva el caballito?, ¿Por qué no vienes?— sus ojos se llenan de lágrimas —no me dejes sola...— su rostro se torna muy rojo y empieza a llorar.
Greg al ver cómo lloraba se teletransportó justo frente a ella haciendo que el poni se detuviera y sostuvo el mentón de la delicada y pequeña cara pálida de la niña estudiando su rostro con detenimiento mientras ella lloraba. La suelta y empieza a caminar nuevamente a su lado, ella secó sus lágrimas mientras estaban justo fuera del castillo, las puertas abrieron y continuaron caminando, vieron un hermoso espacio con plantas coloridas que dejaba atrás toda oscuridad y falta de color. Él mira a la niña por encima del hombro volviendo a ese preciso momento en que lo habían llevado a aquel castillo por primera vez, al mismo día que lo abandonaron allí sin piedad. La guio hasta una de las puertas, no entendía porqué esta vez duda de lo que estaba a punto de hacer, por otro lado la niña se mantenía en espera mirándolo con detenimiento y al Greg ver que notaba su inquietud por bajarse hizo que el poni se agachara para que pudiese bajarse, ella torpe y rápida se bajó para pararse justo al lado de él y sostenerle su mano moviéndola un poco para luego abrir los brazos.
—Greg... ¿Me cargas?— susurra y se estruja los ojos con una de sus manos sin dejar de alzar la otra hacia él.
La mira con sigilo y en completo silencio la carga sorprendiéndose cuando se abraza a él por el cuello y decide cambiar su rumbo a una nueva puerta, al abrirla siente un escalofrío, a paso lento se dirige a la radiante cama blanca para recostarla y al notar que no lo suelta se sienta en una esquina de la cama.
—Extraño a mi mami— su voz sonó triste y Greg suspira quitándola de encima de él y recostándola y haciendo aparecer su peluche y biberón, la ve quedarse dormida luego de tomar su biberón y abrazar su peluche.
—Aprenderás a no hacerlo, a no aferrarte a nada ni nadie.
Dice por lo bajo antes de salir de la habitación y dirigirse a aquella donde iba a entrar primero con la niña, les da un vistazo a las paredes e imagina lo que le hubiese hecho, cómo reaccionaría al verlo a él acercarse a ella con alguna de esas cosas en las manos, como en cuestión se segundos su rostro confundido se transforma en uno de completo terror. Greg ignora los pensamientos y se dirige a la puerta que queda justo al lado y se sienta detrás de su escritorio para tomar algunos apuntes de sus próximas creaciones.
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