✰ 𝙿𝚛𝚘𝚕𝚘𝚐𝚘.
Una mujer fuerte de pelo castaño y piel morena deseaba una pequeña niña, alguien a quien amar, cuidar y mimar; que pueda demostrarle amor sincero. Decidió así, que una noche salió en busca de un hombre que le amara para juntos criar una hermosa niña con todo el amor que cualquiera desearía.
Los meses transcurrieron, todo el proceso fue tan hermoso para ella que disfrutó cada patadita, cada antojo, cada contracción, pero sobre todo le temía al parto al ver tantos embarazos perdidos y muerte de alguno de los dos, no podía imaginar dejar su bebé sola. Su esposo con unos perfectos ojos color café y piel canela la acompañó, la tranquilizaba las veces que fueron necesarias mientras esperaban con ansias la hermosa llegada de su bebé.
El día del parto estaba tan asustada que todavía no quería que saliera de su interior, no se sentía lo suficientemente preparada para su llegada, pero aquel hombre que siempre la cuidó y amo le dio fuerzas para hacerlo. Unos días después, ya en casa a esa hermosa niña le empezaba a crecer el pelo blanco y su piel no oscurecía, se tornaba más pálida y ahí, en ese mismo instante empezó la confusión de su padre.
—¿No cargarás a nuestra hija? — ella lo miraba con decepción y tristeza.
—No me veas de esa manera— susurró su esposo entre dientes y amenazante antes de salir de la casa.
La madre se sentía triste, no podía creer que le hubiese hablado de esa manera y se halla ido, ella estaba tan preocupada que luego de dejar la bebé en su cuna empezó a llamarlo a su celular luego de haberle dejado unos mensajes que no respondió. Ya era muy tarde y su marido no llegaba, caminaba de un lado a otro tratando de no pensar lo peor hasta que escuchó la puerta abrir.
—¿Dónde estabas?, me tenías preocupada ni siquiera respondiste mis llamadas.
—No molestes, mujer— escupió cortante.
—¿Por qué me hablas de esa manera? — su rostro se contrajo en tristeza y amargura.
—Deja de ser tan dramática, al menos yo no fui quien traicionó la confianza que pensé que teníamos— dijo mirándola fijamente a los ojos.
Ella se quedó boquiabierta, sin poder decir palabra alguna y él solo asintió y le pasó por un lado dirigiéndose a la cocina, ella lo siguió.
—¿En serio crees eso? como podría engañarte si eres el único hombre que amo y ha demostrado quererme, o acaso ¿eso fue actuado?
—Nada ha sido actuando, te amo como a nadie.
—Lo sé, y yo también lo hago, créeme.
Ella se acercó a abrazarlo y todo se arregló, o eso creíamos todos ya que al pasar de los años las cosas iban empeorando...
—Lily, pequeña, a dormir.
La que antes era una pequeña bebé ya era una niña imperativa de entre 4 a 5 años.
—Solo si me cuentas un cuento— su voz, la que a su madre le parecía tan tierna y la podía convencer de hacer cualquier cosa volvió a comentar suplicante mientras daba pequeños saltos a su alrededor —solo uno, madre.
Con una sonrisa, su madre asintió y la cargó para llevarla a la cama, luego de leerle el cuento dos veces seguidas quedó profundamente dormida, su madre bajó a la cocina para lavar los platos, hasta que escuchó la puerta abrir y luego cerrar de golpe haciéndola paralizarse y temblar, sabía que venía a continuación porque era muy tarde así que rápidamente se secó las manos y corrió hacia él.
—Buenas noches, cariño... ¿cómo te fue en el trabajo?
—Fuera de mi camino.
La empujó hacia un lado entrando a la cocina, ella se levantó y rápido fue tras de él sin decir una palabra y evitando chocarse.
—¿Dónde está mi cena?
—Discúlpame cariño, se ha acabado toda la comida y el dinero y no...
Antes de que pudiese terminar de hablar le dio un fuerte golpe en la cara haciéndola caer al suelo, le sangraba la boca al chocar sus dientes con la carne y tosía mientras temblaba del miedo.
—¡NO ME IMPORTA! ¿Qué mujer no le guarda cena a su marido luego de llegar cansado del trabajo? no sirves ni para ser ama de casa— la levantó y sostuvo su cabello acercando su cara a la de él —no deberías ni estar viva.
Él volvió a empujarla al suelo con fuerza y darle una patada mientras ella gemía del dolor tapándose la boca para no despertar a Lily, empezó a acercarse a ella con un cuchillo en la mano.
—No, no, ¡espera! — ella gritó —no me mates, por favor, ¿con quién se quedaría nuestra hija? — lágrimas corrían por su rostro a montones.
—¡ELLA NO ES MI HIJA, MALDITA SEA!
Junto al grito de esa frase hubo otro desgarrador provocado por el cuchillo enterrándose en el abdomen de la mujer, ella sostuvo su brazo con la fuerza que aún le quedaba.
—Ella no es mi hija, nunca lo fue y tú me traicionaste— refunfuñó de ira.
—No, yo nunca podría hacer algo así— susurró sin fuerzas dejando caer sus manos.
—¡ERES UNA MENTIROSA! — volvió a gritar enterrando el cuchillo en el lado izquierdo del pecho acabando con su vida en cuestión de segundos.
Decidió ocultar toda evidencia metiendo su cuerpo en una gran bolsa negra de basura y luego al auto, subió por la pequeña Lily sentándola en el asiento de bebés mientras dormía, fue a aquel bosque en donde se rumoraba que quien entraba no salía nunca de él, dejando la niña recostada dormida sobre el cadáver de su adorada madre y se marchó rápidamente en su auto de ese oscuro y tenebroso bosque dejándolas atrás, en completa oscuridad y siendo vista fácil para cualquier animal salvaje.
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