|𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 2|
La pequeña niña despierta desconcertada por el lugar desconocido, lo mira unos segundos mientras empieza a entrar en razón y su cara se contrae en tristeza y miedo mientras se intenta bajar de la enorme cama cuando algo o más bien alguien aparece tras ella bajándola de la gran cama para que no se haga daño. Lily mira al gran hombre frente a ella y abraza una de sus largas piernas.
—Buenos días— sonríe amplio y con dulzura, él solo la mira relajado y en completo silencio —tengo hambre, ¿tienes comida? Yo sé cocinar sándwiches con jugo de naranja, mi mamá me enseñó— dijo la última oración orgullosa.
Greg empieza a caminar hasta una habitación donde hay una pequeña mesa con una silla y sobre la mesa algunas cosas que Lily le gusta comer, ella emocionada sonríe pero lo mira extrañada.
—¿Tú no comerás?
Greg empezaba a cuestionarse el porqué hace esto, pero aunque sabe perfectamente la respuesta aún no la acepta. Mira a la niña y hace un leve movimiento con la cabeza en negación, la pequeña niña sentada mira su plato y luego a él.
—¿Te sientas conmigo?— mira a su alrededor y luego su plato susurrando —no me gusta estar sola.
Él no dijo nada, solo se sienta y mira al frente mientras ella come tranquilamente, la miraba con atención, buscando algo distinto que las diferencie pero no lo encontró, hasta en sus breves emociones, las breves muecas que hacía, hasta algunas manías que ha hecho en el poco tiempo que la observa es su viva imagen. Ella dejó el plato a un lado y empezó a beber de su vaso de jugo para luego mirar a Greg sonriendo.
—He terminado y ha estado muy rico, ¿podemos jugar?, ¿me muestras tu castillo?
—Debes decidirte, Lily ¿Qué quieres tú?
—Uhm... Qué me muestres tú castillo, por favor.
Greg se levanta y empieza a caminar, mientras que la pequeña Lily corre para tomar su mano e intentar seguir sus largos pasos, él empieza por enseñarle las demás habitaciones de la parte alta.
—¿Podemos divertirnos luego?
A su pregunta el solo suelta un leve suspiro y le muestra su habitación, aunque no la deja pasar de la puerta, la lleva a otra puerta donde está el parque y los niños y al ver su emoción y ansias de entrar la mueve a un lado cerrándola para enseñarle un par de puertas cerradas.
—Nunca entres a ninguna, tienes prohibido.
—¿Por qué? Yo quiero entrar allí— señala la puerta donde esta el parque— por favor, quiero jugar con ellos.
Su voz sonaba algo triste pero Greg hizo aparecer de nuevo el poni, dejándola en el lomo del mismo, ella lo abraza al instante feliz, siguió caminando para bajar las escaleras, todo estaba oscuro abajo con una leve luz proveniente de un candelabro a lo alto, el pasillo parecía vacío, ella miraba el lugar con algo de miedo y el solo con tranquilidad. Al llegar a una puerta trasera la abrió y el perfecto bosque se abrió a su vista, Lily sonrió feliz, nunca había visto un lugar tan lindo, lleno de árboles, flores y hasta una cascada proveniente de unas altas montañas, río al mirar el cielo, tenía un color chistoso para ella ya que no era como lo solía ver por la ventana o las caricaturas. Greg la observó con su semblante habitual, empezó a caminar fuera, solo dio unos pasos lentos y miró también el cielo algo pensativo.
—¿Te gusta estar solo?
La pregunta de la niña lo sorprendió, no podría negarlo luego de la expresión que hizo, lo pensó, realmente se cuestionó las palabras que alguna vez dijo a su hermana sobre que preferiría vivir solo y no necesitaba su ayuda pero la verdad es que extrañaba la dulce risa de su reluciente hermana menor. Miró nuevamente a la niña y pensó que solo era eso, una niña humana que no entendería muchas cosas que él podría comentarle pero aún así negó, sabiendo que luego vendrían tantas preguntas que no sabría que hacer para callarla.
Lily acariciaba el pelo del poni sin saber que esas caricias Greg podía sentirlas en su propio pelo.
—Puedo quedarme contigo si quieres, me agradas, eres bueno— ella río y miro a Greg a los ojos.
Él en un momento lo dudó, pero su mirada estaba fija en los ojos de la niña, tan inocente y débil, con tanta sinceridad en su voz que causó que su pecho sintiera un leve calambre, un suspiro algo pesado salió de si nariz mientras cerraba por un instante sus ojos y las abrirlos la niña abría las manos hacia él.
—¿Me abrazas? Por favor.
Mientras que él no movía un solo músculo el caballo se acercó, tú podrías suponer que lo manejaba él como corresponde pero realmente era algo más, la pequeña Lily empezó a alzarse en el aire y cuando estaba lo suficientemente cerca lo abrazo por el cuello, por alguna razón esto hizo que Greg contuviera la respiración y ni siquiera hizo algún amago de responder el abrazo, no recordaba que era sentir a alguien tan cerca de él, no desde hace siglos y entonces la alejó, devolviéndola al lomo del poni. Soltó el aire y se sentó, ella intentó bajarse y el poni se agacho para que lo lograra, así se acercó a él otra vez.
—¿Estas bien?
Greg la evita su mirada por inercia, así como un niño evita la de su madre luego de causar problemas. La niña toca la mano de él en espera y luego se sube a la banca como puede.
—Greg, ¿no quieres ser mi amigo?
Volvió a sonar triste y Greg sintió por primera vez en mucho tiempo tristeza, ningún niño humano había podido hacer nunca nada parecido en él y por eso él voltea levemente su cabeza hacia ella y toma su pequeña y débil mano, piensa un poco en sí hace lo correcto con esto pero sin evitarlo las palabras salen de su boca sacándole una hermosa u dulce sonrisa a Lily.
—Seré tu amigo, pequeña luz.
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