Capítulo 3: What the waves tell you
Algo que su abuela no se esperó fue encontrarse con Hikari y él, los dos abrazados y tambaleandose por la calle alegremente, por lo tanto, salió de la casa para ayudarlos antes de que ocurriera algo que podrían lamentar más adelante.
─Con cuidado... ─dijo la mujer mayor, guiando a ambos antes de que caigan desmayados por los efectos del alcohol. ─Tu madre va a preocuparse pero no puede verte en este estado...
Hikari no sabía ni en donde estaba parada, diciéndole palabras sin sentido y tratando a la mujer como si fuera su madre. Shuntarō, por su parte, se había caído en el suelo, quedándose mirando el techo.
─Mamá... te juro qué estoy sobria, solo bebí un trago. ─habló Hikari, intentando ir en dirección a las escaleras, mientras qué la mujer suspiró pesadamente y la detuvo, guiándola hasta el sofá dónde cayó al instante.
─Llamaré a su madre para que sepa dónde está. ─soltó en voz baja, para luego mirar a su nieto. ─Y tú... agradece que mañana es domingo.
Shuntarō ya se encontraba dormido en el suelo, por ende, no escuchaba los reclamos de su abuela. La mujer decidió levantarlo y llevarlo a su habitación, debido a que no podía ayudarlo a subir las escaleras.
Lo dejó acostado sobre su cama y cerró la puerta. También verificó que Hikari se encuentre bien.
Suspiró nuevamente, preguntándose cómo esos dos habían vuelto a verse y terminaron de esta forma.
( . . . )
Hikari abrió los ojos con desgano, sintiendo un fuerte dolor de cabeza producto de la resaca. Al despertar completamente y mirar a su alrededor, se dio cuenta que no se encontraba en su casa, lo cual le generó una sensación de miedo y no ayudaba el hecho de no recordar nada de lo que sucedió la noche anterior.
La mujer se levantó cuidadosamente del sofá en dónde estaba sentada, tratando de buscar con la mirada una salida y de paso, encontrar sus zapatos. Para su mala suerte, una voz detrás suyo la hizo alarmarse aún más.
─Oh, veo que ya despertaste. ─Escuchó la voz de la abuela de Shuntarō, lo cual hizo que se calme un poco al notar de quien se trataba realmente. ─¿Dormiste bien? ¿Te duele la cabeza?
« Un segundo... ¿Cómo diablos terminé en la casa de la abuela de este imbécil? » Fue lo primero que se cuestionó Hikari, dándose vuelta, dándole una sonrisa nerviosa a la mujer mayor.
─Si, creo haber dormido bien y el dolor de cabeza ya se me pasará. ─respondió la susodicha, mientras intentaba buscar sus zapatos lo más rápido posible. ─¿Sabe dónde quedaron mis zapatos?
─Están en el cajón de la entrada.
Hikari asintió con la cabeza y fue a buscarlos, a la vez, intentaba hacer memoria de cómo había terminado allí.
─¿No quieres quedarte a desayunar, Hikari? Shuntarō salió a correr, así que no estará aquí. ─habló la mujer, viendo a la muchacha ponerse sus zapatillas.
─Se lo agradezco, pero debo ir a ver a mi madre, seguramente debe estar muy preocupada. ─dijo de forma amable. ─¿Usted sabe... cómo terminé durmiendo aquí?
─Si tú no lo sabes, yo menos. ─Fue lo que respondió. ─Sólo vi que tú y Shuntarō venían caminando por la calle borrachos y por eso los entré, también llamé a tu madre para que no se preocupe.
Hikari sintió que iba a desmayarse en cualquier momento, con más razón, decidió despedirse de la mujer, agradecerle por ayudarla y salir corriendo de la casa sin un rumbo fijo. Cuando se cansó, optó por detenerse y tomar aire.
De un momento a otro, una serie de recuerdos atravesó la mente de la mujer, siendo uno de esos, el beso que ella y Shuntarō se dieron la noche anterior estando borrachos.
─Dios, estoy jodida...
( . . . )
Shuntarō se encontraba caminando de regreso a casa, ignorando el hecho de todo lo ocurrido la noche anterior y esperando que Hikari se haya ido de su casa; no se atrevía a mirarla a la cara después de recordar aquel beso que le dio.
Cuando llegó, abrió la puerta y se quitó los zapatos una vez entró, dejándolos acomodados a un costado. No había señales de Hikari y sus zapatillas no se encontraban ahí, por lo que supuso que se había marchado antes de que vuelva.
─Shuntarō, al fin llegas... ─dijo su abuela al verlo ingresar a la cocina con tranquilidad. ─Hikari ya se fue, por si ese es tu miedo.
─Aja... ─El susodicho no parece darle importancia a las palabras de su abuela. ─Lamento haber llegado borracho la noche anterior.
─Agradece que no terminaron muertos en el mar. ─regañó la mujer. ─Ten, estuve todo el día preparando este pescado.
Shuntarō agradeció por la comida y comenzó a comer con tranquilidad.
─¿Cómo Hikari y tú terminaron caminando borrachos? ─la pregunta hizo que el hombre se atragante.
─Yo caminaba por la playa y ella estaba en el muelle borracha, luego para que ella deje de beber me tomé un par de las latas y terminamos bebiendo allí. ─explicó él, para luego llevarse comer otro bocado.
« De haber sabido que terminariamos besándonos la hubiera ignorado y seguido mi camino. » Pensó lo último, pero no lo dijo en voz alta.
─¿Entonces ella aún te importa?
─No, me resulta insoportable... solo lo hice porque no quería terminar siendo cómplice de un crimen futuro. ─se defendió con rapidez.
─Hikari es la que debería guardarte rencor, después todo, fuiste tú quien la dejó y le rompió el corazón.
─¿De qué lado estás?
─De ninguno, sólo te digo las cosas cómo son. ─la mujer suspiró.
Shuntarō no dijo nada, terminó de comer y se puso de pie.
─Iré a la playa, no hay demasiada gente hoy. ─Fue lo último que dijo antes de salir de la cocina.
( . . . )
Hikari decidió regresar a casa luego de estar "escondida" por varias horas en la florería. A pesar de qué era domingo, Yuzuha se encontraba ahí debido a qué tenía que acomodar las nuevas flores que habían ingresado y la mujer de rastas no dudó en ayudarla durante unas horas, después de todo, eran socias de trabajo.
También utilizó aquel tiempo para desahogarse sobre lo de Shuntarō, sin embargo, Yuzuha la regañó por las decisiones qué tomó al besarlo estando borracha.
Cuando abrió la puerta, lo primero que escuchó fue la voz de su madre junto con las de dos personas.
─Oh, Hikari, no te escuché entrar.
Su madre sonrió alegremente y la susodicha se sorprendió al ver a Ann y Mahiru sentados frente a la mujer, también felices de verla de nuevo.
Hikari se lanzó a abrazarlos fuertemente, al punto de casi dejarlos sin aire, cuando se separó decidió sentarse mientras su madre iba a preparar unas tazas de café.
─No esperaba que vinieran, ¿Qué hacen aquí? ─preguntó la mujer.
─Necesitábamos vacaciones y decidimos venir unas semanas aquí, la ciudad a veces puede ser estresante de vez en cuando.
Fue la respuesta de Rizuna y Yuuji asintió con la cabeza, dándole la razón a su esposa.
─Nos quedaremos en la antigua casa de Rizu. ─habló él. ─En fin, ¿Cómo has estado, Kuina?
Hikari aprovechó qué su madre había dejado el café para luego marcharse, ya que no quería compartir demasiados detalles.
─No muy bien, han sido unos días algo complicados. ─respondió, dando un suspiro para luego tomar un sorbo de su taza. ─Chishiya volvió a la ciudad.
Los rostros sorprendidos de la pareja se hicieron bastante evidentes.
─¿Acaso se volvieron a cruzar?
─¿Por qué volvió?
Hikari se sintió interrogada de repente y optó por responder de la manera más corta posible.
─No lo sé, simplemente me lo crucé en la tienda de conveniencia... y ahora siento ganas de darle un buen golpe en el rostro. ─habló, tirando de su mechón claro, omitiendo el hecho de que se habían besado borrachos.
─Kuina, la violencia no es la solución. ─Fue lo que dijo Rizuna en un tono calmado. ─¿Aún sientes algo por él?
─¿Qué demonios dices? ─Exclamó, indignada. ─No, no siento nada por él, ni él tampoco me quiere.
Yuuji y Rizuna se miraron un segundo con complicidad y luego volvieron a ver a la mujer de rastas.
─¿Qué debo hacer? ─Hikari dejó caer su cabeza al lado de la taza.
─Deberías intentar seguir con tu vida, no podrás ignorarlo, pero al menos ambos deberían aprender a convivir con el hecho de que viven en el mismo pueblo. ─Dijo Rizuna.
─Y si te vuelve a lastimar, Usagi y yo le iremos a partir la cara. ─Agregó Yuuji con una sonrisa confiada.
─¡Yuuji!
─Está bien, Ann, créeme que yo también tengo ganas de hacerlo.
« Él no me importa, no siento nada por él... ¿Cierto? » La cabeza de Hikari no hacía nada más que confundirla.
─Oigan... ¿Qué tal si vamos a la playa? ─Sugirió y la pareja asintió con la cabeza.
( . . . )
Shuntarō se encontraba sentado en la arena bajo una pequeña lona, mirando la marea subir y bajar mientras disfrutaba de un libro.
A lo lejos se podía ver una feliz pareja caminar hasta el muelle de la mano y dándose pequeños besos en el hombro. Shuntarō sintió que su estómago se revolvía.
─¿Las parejas de adolescentes son así de cursis hoy en día? ─se dijo a sí mismo en voz baja, mientras pasaba de página al libro.
─No lo sé, tú y yo no eramos así de cursis.
La voz de Hikari lo hizo alarmarse de repente, al darse vuelta, la tenía a su lado con una sonrisa juguetona.
─¿Qué haces aquí? ─Le preguntó él, cerrando su libro.
─La playa no es de tu propiedad, amor. ─Bromeó, mirando sus uñas pintadas de amarillo.
─Sabes que no me refiero a eso.
─Necesito hablar con alguien. ─Le dijo. ─Ann y Mahiru salieron en caminar y yo estoy aquí sola.
─Deja de jugar. ─Dijo y decidió retomar su libro. ─Lárgate, no me interesa hablar contigo.
─Pero tú y yo tenemos que hablar, Shiya. ─Explicó y él no dijo ninguna palabra, pero ella continuó hablando. ─Escucha, yo no te importo y tú tampoco me importas a mí, así que podríamos hacer cómo si nada entre nosotros hubiera pasado y actuar normal, sin incomodidad ni nada, solo dos compañeros de pueblo normales que se saludan por respeto, nada más.
─¿Ya terminaste?
─Eres un imbécil. ─dijo entre dientes y le tiró arena al libro, viéndolo molestarse.
─Y tú eres insoportable. ─habló, poniéndose de pie. ─Si entonces no te importo, ¿Por qué vienes a hablarme cómo si nada hubiera pasado?
─Por qué quería intentar tener una convivencia contigo que no fuera incómoda, ya que cada tanto vamos a terminar cruzandonos sin que podamos evitarlo. ─explicó y se cruzó de brazos con el ceño fruncido. ─No es cómo si fueras a agarrarme de las rastas y arrojarme al océano.
─Créeme, ganas de hacerlo no me faltan. ─murmuró entre dientes, tomando sus cosas, dispuesto a irse.
Ella se indigno y le arrojó arena nuevamente, haciendo qué él se detenga y la mirara de reojo, sin embargo, siguió caminando para ignorar sus reclamos.
Hikari se cansó y decidió ir por él, tomándolo de la manga de la chaqueta blanca y obligando a que la viera a los ojos.
─No te interesa ser mi amigo, pero tampoco quieres que seamos dos conocidos qué se saludan de vez en cuando... ¿Qué quieres que seamos realmente, Shuntarō?
Aquellas palabras lograron impactar en lo más profundo de su corazón, sin embargo, no hizo más qué apartar sus manos y suspirar.
─¿No era qué yo no te importo?
─No... bueno, si lo haces un poco... pero eso no es a lo que voy.
─¿Entonces...
─Por favor, Shiya... tú y yo sabemos que esto nunca tuvo que terminar así. ─dijo. ─Sé que tú no me quieres y yo tampoco debería tenerte ningún afecto, pero me interesa tener una convivencia sana contigo a pesar de qué cuando te vi en esa tienda me dieron ganas de golpearte el rostro.
Shuntarō abrió un poco los ojos tras aquella confesión, recordando todos esos momentos que habían pasado juntos y preguntándose que habría sido de ellos si las cosas no hubieran acabado de esa forma.
Hikari lo miró con esperanza y él asintió con la cabeza, tenía una idea.
─Soy Chishiya Shuntarō... ¿Cuál es tu nombre? ─fingió presentarse, extendiendo su mano para luego verla sonreír ampliamente.
─Kuina Hikari, es un placer.
♡; lamento la tardanza, trataré de ser un poco más constante con este fic.
© SUNSET.
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