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Interludio 4

Enterramos a Camille... Pero me estoy adelantando demasiado, porque antes, mientras yo aún la lloraba, Tom liberó a las demás, que se armaron de valor y pistolas, y así salieron afuera, a acabar con los enfermos y con los que quedaban del grupo de Brad.

Habían asesinado personas por primera vez. Pero ninguna pensó en eso, no, porque lo importante era Cam. Y la habíamos perdido, así que regresaron dentro para llorarla junto a mí.

Dany fue quien me tocó el hombro, volteé a verla y me lancé a sus brazos.

—Lo lamento tanto, yo no quería que... Yo quise... Intenté, pero... No pude salvarla —sollocé, con voz entrecortada, quebrada, hablándole a todas, aunque la miraba a ella. Dany me estrechó entre sus brazos.
—Te va a hacer mal llorar así —murmuró Ari con preocupación, sentándose a mi otro lado mientras lágrimas silenciosas bajaban por sus mejillas. Su mano acariciaba mi espalda en círculos y sabía que tenía razón, jamás había llorado con tanta fuerza en mi vida, sentí que mi cerebro explotaría en cualquier segundo y que mi corazón colapsaría.

Sí antes me había sentido destrozada, ahora sabía lo que era estar muerta por dentro.

—Deja que lo saque todo de una vez —negó Kelly, llorando también.

Dany comenzó a sollozar en mis brazos, pero dijo con voz clara:

—No fue tu culpa, jamás será tu culpa. Solo hiciste lo que pudiste... Todas lo sabemos, ella lo sabía —articuló, para luego sorber su nariz—. La amaste como todas y ella nos amó. Lo demás está fuera de nuestro alcance.

Lloré hasta que ya no salió ni una sola lágrima más. Mis ojos debían estar rojos e hinchados, veía muy borroso y tenía la vista demasiado cansada.

Sam había llorado en silencio y se había quedado parada, observándonos. Kelly estaba a su lado cubriéndose el rostro y limpiando sus lágrimas de forma constante. Ariana sostenía las manos de Cam y lloraba con su frente pegada a ella. Tom se había sentado del otro lado de Cam, miraba su rostro con las lágrimas cayendo en silencio y el rostro sonrojado.

Pasaron horas hasta que las vi demasiado cansadas y me ofrecí a hacer la guardia para que descansaran.

—Al menos dos horas. Las necesitan —expliqué.
—Deberíamos volver a la cabaña —opinó Dany, negando.
—Deberíamos llevar a Camille, quisiera poder enterrarla en un lugar familiar. Un lugar donde sepamos que estará descansando en paz, no en medio de la nada —explicó Ariana.
—Pero ni siquiera sabemos dónde estamos. Hemos caminado por días, ¿no? —murmuró Kelly.
—Podemos volver a la cabaña, sí es que Lilith sabe cómo. Tenemos suficiente agua, comida, armas y municiones para hacer el viaje. Tal vez después podamos ir de nuevo a la ciudad por comida.
—Estoy de acuerdo —asintió Tom—. Volvamos, por favor. Desde que salimos solo la hemos pasado terrible. Ahí no nos encontramos con nadie, vivímos en paz por semanas...
—Nos encontramos con Brad —murmuró molesta Sam.
—A Brad lo mandó Theo —nos contó Tom, por lo que todas giramos a mirarlo, desentendidas—. Me contó que cuando lo echaron caminó por el bosque hasta que se encontró con el grupo de Brad...

Tom también nos dijo que Theo se había ganado la confianza y ayuda de aquel grupo porque estaba muy herido. Theo les contó que nosotras, un grupo de chicas con las que estaba, lo traicionaron. Ellos estaban muy carenciados en cuanto a las armas y Theo les dijo que nosotras teníamos de sobra, que podrían infiltrarse y ganarse nuestra confianza, y luego robarnos. También quería una venganza por él, por lo que yo le hice. El grupo aceptó y Theo siempre estuvo cerca, vigilándonos.

Todo se les fue de las manos cuando apareció este otro grupo de hombres, los del campamento, quienes nos emboscaron. Los amigos de Theo huyeron por su vida, y en medio de todo el lío, Brad tomó a Tom diciéndole que Theo lo buscaba y se lo llevó, desprevenido, por lo que él no opuso resistencia, estaba confundido y además no consideró que nosotras quedaríamos allí baradas entre los ladrones desconocidos. Cuando estuvieron algo lejos y a salvo, se encontraron con Theo, quien le explicó todo a Tom. Después se mantuvieron cerca y cuando vieron que todos los que nos emboscaron estaban muertos (aunque sin entender el porqué) y nosotras aún desarmadas, vieron su oportunidad de emboscarnos también.

Ninguna culpó a Tom por lo sucedido. Después de todo, fue él quien me liberó, y lo hizo antes de que sucediera lo peor (mi herida, los enfermos, Camille), así que desde el inicio estuvo de nuestro lado y fingió que no por nuestra propia supervivencia, para ayudarnos. De no haberlo hecho, ¿quién sabía cómo nos tendrían ahora? Tal vez estaríamos muertas, tal vez convertidas, tal vez seríamos juguetes. Ni siquiera quise pensarlo.

Olvidé lo enojada que estaba con él por dejarnos. No lo culpaba por eso, pero no habría una segunda vez. Sabía que sí nos volvía a abandonar así (o cualquier otra cosa semejante a una traición), nosotras lo dejaríamos, lo echaríamos, no le permitiríamos volver.

Pero, también sabía muy dentro de mí, que eso jamás volvería a suceder. Confiaba en él con total plenitud. Era mi soldado más fiel.  

Comenzamos el trayecto. Caminamos hasta el mediodía, con Tom cargando a Camille. Paramos a descansar. Sam y Kelly se ofrecieron a hacer guardia y yo acepté porque todos necesitabamos dormir, y siendo muy sincera, yo la primera. No me encontraba nada bien, necesitaba descansar aunque fueran solo tres horas. Las heridas de mi muslo me tenían mal; una era peor que la otra, pero Daniela me había curado y suturado ambas, pero aún así una inflamación había comenzado y los medicamentos que me había dado aún no estaban haciéndome efecto, y para peor, el efecto de la anestesia local había desaparecido ya.

Me desperté cuando al anochecer, con todos estaban despiertos comiendo unas conservas alrededor de una fogata.

—A tiempo para el desayuno —habló Tom, pasándome una lata abierta y una cuchara. Solo tomé la lata, a levanté, la puse sobre mi boca y la volteé, el contenido comenzó a caer y me lo acabé en diez segundos.

Ni siquiera tenía hambre. No quería comer, pero no me dejarían marchar sino probaba un bocado, así que lo hice. Fingí que estaba bien.

Me comentaron que el primero en despertarse había sido Tom, que reemplazó a Kelly, luego despertó Dany y reemplazó a Sam, para que ambas pudieran dormir un poco antes de seguir. Y como ya estábamos todos descansados, comenzamos a juntar nuestras cosas.
Fue cuando escuchamos quejidos. Quejidos de un enfermo.

Miramos a todos lados, pero venían de una sola dirección... Volteé a ver el cuerpo de Camille y la vi levantarse del suelo, dirigiéndose hacia mí, eignorando a los demás, como sí yo fuera su objetivo.

Ojos celestes sin vida. Boca abierta susurrante. Labios que se movían buscando algo vivo que comer.

Mi boca se secó y yo... no me moví. No me defendí. Sí nadie se hubiera interpuesto, tal vez hasta hubiera dejado que me comiera. Era Camille, después de todo. ¿Y sí estaba enojada por lo que sucedió? ¿Y sí quería venganza? ¿Y sí me culpaba por su muerte? ¿Y sí...?

Tom la tomó de los brazos y la detuvo. Sam tomó su cuchillo y dudó cuando estuvo frente a ella, pero terminó por clavarlo lento a un lado de su cabeza. Camille cayó muerta, de verdad muerta, en los brazos de Tom y vi que le dolió sostenerla así. Apretó fuerte los párpados, dejando caer unas cuantas lágrimas. Sam lloraba en silencio de nuevo, pero el resto de nosotras estábamos impactadas, en completo shock.

Me pregunté porqué yo aún seguía con vida. ¿Por qué? ¿Por qué ella debió morir y yo no? Cam no lo merecía, mucho menos irse de aquella forma tan inesperada, dolorosa y sangrienta.
Yo merecía morir en su lugar. Yo debía haber estado con la garganta cortada, con los ojos azules y con la piel descompuesta.

—Estaba muerta —dijo Sam—. Muerta, muerta.
—Muy muerta —murmuró Ariana.
—No la habían mordido, rasguñado, nada... No tuvo contacto con esas cosas, jamás. No hubo forma de contagio, es... imposible. No lo entiendo —comentó Kelly, negando—. Sí hubiera estado infectada, lo hubiéramos sabido. Se hubiera enfermado y muerto como los demás. Ella estaba perfecta.

Yo no dije nada, aún seguía muy perturbada. Sam asintió, demostrando que estaba de acuerdo. Se limpió las lágrimas.

—Los de Brad tardaron en caer muertos al menos doce horas después de que comieron el cordero. Y luego un poco más antes de volver a levantarse. Sí hubiera sido por eso... lo de ella tardó demasiado. Además... ya llevaba horas muerta. ¿Se pueden contagiar después de muertos? ¿Transformarse después de muertos? —preguntó, aún algo aturdida.
—Bueno... —comenzó diciendo Dany—. He estado estudiando un poco su comportamiento y otras cosas. Cuando todo empezó, leí unas cuantas noticias y blogs. La mordida, rasguño o contacto con su sangre te da una infección, que te enferma y te puede matar en horas o días y luego vuelves como una de esas cosas. Pero... cuando estábamos en la residencia y pasó lo de Cath; ella murió por las heridas que le causaron, quedó muerta en el suelo cuando los demás enfermos le quitaron toda la carne que pudieron y se fueron por otra presa. Ella estaba muerta por esas heridas, no en sí por el contagio, sino por la falta de sangre y órganos vitales, y a pesar de eso, «revivió» como una de ellos. Su muerte fue muy rápida como para dar tiempo de contagiarse, y al estar muerta, la infección no debería haberse propagado por su torrente sanguíneo, ya que no tenía sangre, ni presión, ni nada que lo hiciera posible. Pero se infectó igual.

Quedaron en silencio, pensativos.

—Tal vez Cam no comió el cordero como los demás, pero... No sé, se pudo haber infectado de otra forma, ¿no? Tal vez, el cuchillo que usó Theo estaba sucio con sangre enferma —habló Tom.
—Solo volvamos a casa, estamos muy cansados como pensar en esto —negó Kelly.

Asintieron, de acuerdo y retomamos el viaje callados.

Llegamos a la cabaña tres noches después, durmiendo y deteniéndonos demasiado poco. No nos importaba, solo queríamos volver a nuestro hogar.

Vimos mucho humo en el cielo, parecía venir de algún incendio gigante, pero que se apagó hacia unas horas, ya que se estaba disipando.
Mientras más nos acercábamos, más aumentaba mi malestar. Tenía un presentimiento terrible causado por el olor a quemado, que se hacia cada vez más fuerte. Entonces llegué a una conclusión y tuve que comenzar a correr.

—¡Lilith! ¡Mierda, Lilith! —Escuché que alguna de mis hermanas me gritó, pero no me detuve hasta estar frente a la cabaña.

Estaba casi en cenizas. Bueno, no es cierto, era un bodoque gigante de madera quemada, eso era lo que era, pero yo sentí que estaba en cenizas. Había muchas zonas negras, otras grises Y faltaban pedazos de techo o de pared.

Los demás llegaron bastante rápido, justo a tiempo para verme caer de rodillas. Ahogué un grito por el dolor de las heridas de mi muslo, que tenían un pedazo de pantalón roto haciendo hemostasia sobre los puntos para evitar que se soltaran por mis movimientos.

—Tuvo que ser él. —Me costó entender esas palabras, pero al final lo hice y miré sobre mi hombro a Tom, quien las dijo—. Tuvo que ser Theo. Seguro esperó a que nosotros nos fuéramos para hacerlo.

Me estaba quitando todo, todo lo que más quería, incluso aún seguía quitándome cosas, aunque estaba muerto. Mis arcos, Camille, mi hogar.

Muerto por mí, muerto por mis manos, por mis flechas. Tendría que estar arrepentida, tendría que haber sentido algo de culpa en algún momento... Pero no fue así.
Sí sentía alguna clase de culpa, pero no por él, no, sino por mí, por Cam. La culpa era desde mi egoísmo, egoísmo alimentado por el amor que le tenía a mis hermanas. La única culpa que sentía era que por estar decidida a ir en su contra, él mató a Camille. Sentía culpa porque ella estaba muerta por mí, por mi estúpidez, por mi testarudez, por mi rencor. Por mi culpa.

¿Qué hubiera pasado sí en vez de lanzar esa flecha, hubiera tirado el arco al piso? ¿Qué hubiera sucedido sí yo le prometía irme junto con Tom y darle un día de ventaja? No, no hubiera podido, porque ¿y sí en vez de irse, se quedaba a matar a las demás? Ellas estaban atadas e indefensas y él tenía las armas.

¿Pero y sí yo le pedía cambiar de lugar con Cam? Que su cuchillo estuviera en mi cuello y no en el de ella. Me hubiera querido atar para que no fuera un peligro para él y yo no habría puesto ninguna clase de resistencia. Me hubiera llevado lejos y abandonado atada por ahí hasta que mis amigas me encontraran, corriendo peligro de que cualquier otro hombre me viera antes o incluso un enfermo me atacara. Pero no me hubiera importado sí Camille siguiera viva.

Esa hubiera sido la opción correcta, porque él no quería a Cam, yo lo sé bien, él me quería a mí y por eso le cortó el cuello a ella. Me dolía más que ella hubiera muerto, a que me hubiera asesinado a mí. Él lo sabía bien, le dejé en bandeja de plata lo que yo sentía por esas chicas cuando le creí a Cam y no a él, cuando le disparé en la rodilla y lo amenacé con que no volviera. Le dejé bien en claro cuál era mi única debilidad y él se aprovechó de eso.

Había hecho todo mal, todo muy mal. Yenso más hacia atrás, al pasado, tampoco tendría que haberle disparado aquella primer flecha, esa que le hizo mierda la rodilla. De haber estado bien, él solo se hubiera ido muy lejos y jamás hubiera vuelto... ¿No? Ya no hubiera tenido porqué vengarse. ¿O sí? ¿Hubiera vuelto por comida o armas? ¿Hubiera vuelto por Tom? ¿Hubiera vuelto por mí de todas formas?

Puse las manos en la tierra y volví a romperme, volví a llorar viendo la cabaña en donde me críe con mi padre, la cabaña en donde tenía mis mejores recuerdos, la cabaña en donde había hecho una vida al lado de las dos personas que más amé, donde había tenido una familia, donde viví con mis hermanas... Todo estaba destruido. Mi hogar. Me había arrebatado hasta eso.

Y no quería centrarme en ello, poque había muchías cosas más importantes, tantas cosas... ¿Dónde nos quedaríamos? ¿Qué haríamos? ¿Dónde iríamos? Pero sentía que lo estaba perdiendo todo, que volvía a perder a mi padre, que volvía a sentirme abandonada por Merle, que volvía a echar a Daryl. Ya no volvería a sentir su olor, no volvería a tocar las cosas que dejaron ahí y por las que nunca regresaron, no volvería a sentarme en el sillón en el que compartimos tantas risas, no volvería a acostarme en la cama en donde mi padre me acurrucaba y Daryl me abrazaba. Y tampoco volvería a ver la madriguera de Dixie, pero al menos a ella, al igual que a mi padre, los vería en el patio, donde estaban sus tumbas.

Tumbas. Camille.

Me sequé las lágrimas y me fui levantando de a poco, ignorando el dolor de mi herida, a lo mejor se me habían saltado los puntos... Pero eso lo vería después. Giré hacia mi grupo y miré el cuerpo de Camille.

—Hay que cambiarle la ropa, limpiarla. No vamos a enterrarla así —negué.
—No tiene que ser ahora, podemos... —empezó a decir Dany, pero dejé de escucharla.

Miré mis manos llenas de tierra, las cerré en un puño y las volví a relajar.

—Sí, tiene que ser ahora. Kelly, Tom, Sam, caben un pozo en el patio de atrás, podría ser al lado de la tumba de mi padre, sí quieren. Cuidado con la tumba de Dixie —dije en forma de orden, ellos asintieron—. Nosotras nos encargaremos de Cam y cuando terminemos los ayudamos. Usen lo que puedan para cavar. Tampoco tiene que ser tan grande, ni tan hondo. Luego del funeral nos vamos. Iremos a la carretera, buscaremos un auto, nos alejaremos de la ciudad porque ya murieron suficientes de nosotros ahí.

Nadie me contradijo y empezamos a trabajar en lo que pedí. Mientras buscábamos la ropa de Camille, encontramos en su bolso sus libretas de escritos. Tomamos una cada uno y leímos los relatos e historias más interesantes durante el funeral. Estaban llenos de ideas y frases sueltas que no entendíamos, muchos borrones, pero también podíamos vernos reflejadas en algunos párrafos de sus novelas, en algunos personajes de sus historias y cuentos. Y por supuesto que la veíamos a ella en cada palabra, en especial en las hojas que escribía con tinta negra, en vez de azul. El color azul era para historias de ficción, el rojo para ideas sueltas y usaba el negro para pequeños párrafos sobre su vida, nuestras vidas, como sí fuera un diario.

—No puedo creer que todo lo que tiene en su mochila sean libros y más libros. Hasta hay sin usar, en blanco por completo —río Tom, con ternura.
—Tú no puedes decir mucho, tu mochila está llena de comics —negó Sam.
—Oigan, miren, este era en donde escribía durante los últimos días —dijo Ariana, sacando un cuaderno de tapa negra. Todos sus libros tenían diferentes colores para no confundirlos y era cierto que la habíamos visto escribir en ese negro desde que empezó todo esto. Ella lo ojeó—. Creo que es su mayor obra... Es una crónica de nuestros días sobreviviendo. Empieza al día siguiente que quedamos encerrados en la residencia. Habla sobre todas nosotras...

Nos acercamos a ver, pero al final prendimos una fogata y nos pasábamos el libro uno por uno, cada uno de nosotros leía en voz alta un día y luego seguía la siguiente persona con el siguiente día, hasta que terminó en el día antes de que nos emboscaran el grupo de hombres desconocidos, cuando nos abandonó el grupo de Brad. Horas antes de la muerte de Cam.

—Tendríamos que seguirlo —murmuró Dany.
—No lo sé... —negó Sam.
—No quiero manchar su cuaderno —dije yo.
—No sabría qué poner... —soltó Tom.
—Da igual, cualquier cosa está bien —contestó Dany.
—A ella le habría encantado —asintió Ari.

Sonreí y asentí, sin embargo, me levanté.

—Podremos hacer eso luego, cuando encontremos un asentamiento seguro. Ahora guarden bien sus cuadernos. Los que están escritos, el resto déjenlos. Tenemos que cargar con menos cosas. Sí hay algo que sepan que no necesitan y pueden dejarlo, háganlo. Tenemos que entrar bien en un auto —ordené.
—Podríamos buscar una camioneta —aportó Tom.
—Sí, podríamos, pero sí nos topamos con varios enfermos, los que estén atrás, en la parte expuesta, van a estar en problemas.

Tom hizo una mueca y asintió. Abrió su mochila y comenzó a dejar unos comics.

—Estos ya los leí, así que... —murmuró encogiéndose de hombros.

Sam dejó su celular, una tableta y algunos cables, pero se quedó con el discman, los auriculares y algunos discos.

—No hay electricidad, pero la música es necesaria —se justificó.

Kelly dejó un par de zapatillas y algo de ropa.

—No creo que los necesite, ya llevo bastante.

Ariana, Daniela y yo seguimos sus pasos y dejamos algo de ropa, porque al salir de la residencia llevamos tanto como pudimos, como si nos fuéramos de vacaciones durante un mes. Todos llevábamos una mochila a nuestras espaldas en donde cargábamos nuestras cosas, pero algunos también llevaban bolsos con provisiones.

Daniela era quien más cosas cargaba porque llevaba un bolso lleno de artículos médicos y manejaba al perro con una correa. Kelly iba con el hacha doble en la mano, pero también ayudaba a Dany con un bolso que tenía las cosas del perro. Tom llevaba la comida y de vez en cuando ayduaba a Dany a manejar al perro. Sam llevaba el bolso de las armas, que habíamos robado de la tienda de caza y del grupo de ladrones, e iba con la katana en la mano, lista para usarla. Y Ariana llevaba en su mochila sus cosas, pero también los libros de Cath, además de la lanza que había sido de Theo, porque se la habíamos querido dar a Tom, pero él no la quiso, así que ella se la quedó.

Además, todos llevaban al menos dos cuchillos encima y una pistola.
Yo, por otra aprte, llevaba un bolso en vez de una mochila, porque era más fácil así para cargar con el carcaj, que iba a mi espalda con las pocas flechas que había podido salvar.

—Antes de irnos, déjame que te vea las heridas —me pidió Dany.

La dejé, los puntos se habían abierto, así que volvió a anestesiarme la zona y a suturarme; lo hizo tan rápido que me impresionó. En media hora retomamos el camino y me sentía mejor porque al tener dormidas el lugar de las heridas, no me sentía dolor.

Caminamos a paso rápido hasta la carretera, llegamos en menos de dos horas y la recorrimos yendo hacia la dirección contraria de Atlanta. Encontramos varios automóviles, pero ninguno tenía gasolina, hasta que por fin dimos con uno, que para nuestra no tan buena suerte, era una camioneta vieja. Era demasiado igual a la que usaba Merle y con la que aprendí a conducir, en mi interior, me reía mientras me metía en el asiento del conductor y comenzaba a pelar los cables... Aquello que había aprendido también de Merle.

Recordaba como había quedado asombrada cuando vi que lo hizo en mi cumpleaños número dieciséis, cuando robamos aquel auto y dimos unas cuantas vueltas. A los pocos días, cuando recordé eso, le pedí que me enseñara y se lo rogué por un tiempo hasta que por fin accedió porque lo tenía harto rogándole a diario. Yo se lo pedía pensando que no necesitaría ese conocimiento, pero me gustaba saber aquello porque me parecía una habilidad muy interesante, incluso era algo que presumiría. Pero desde que él me enseñó y lo aprendí, no lo volví a practicar.

Recibí aplausos cuando admití saber encender coches sin las llaves y aunque me demoré una hora con la camioneta, debido a la falta de práctica, lo logré, la encendí. Todos sonrieron aliviados al oír el rugido del motor, porque sino hubiéramos tenido que encontrar un automóvil con las llaves puestas. Nos montamos en el coche y comenzamos nuestro camino.

—¿Y ahora qué? —preguntó Tom.
—Tendríamos que buscar una casa abandonada, asentarnos allí —aportó Ariana. La vi por el espejo retrovisor acariciando al perro que iba sentado en su falda. Daniela le había preguntado sí podía llevarlo con ella, lo había hecho para que se concentrara en esa tarea y en el cachorro, y no en que la gata, Princesa, como le había llamado, a quien había cuidado con tanto esmero y con quien siempre estaban juntas, se había perdido sin dejar rastro.
—Podría ser una casa cercana al pueblo, pero no debe estar en el pueblo —respondió Kelly.
—Sí, también debe estar infestado, aunque no pienso que tanto como la ciudad —comentó Dany.
—El problema no son los enfermos, el problema son los sanos. Las personas vivas —corregí yo, volviendo mi vista a la carretera vacía—. Es buena idea estar cerca por sí necesitamos algo, pero no tanto como para que quienes estén buscando provisiones se encuentren con nosotros. Es mejor que evitemos el pueblo todo lo que podamos.

El paisaje era campo y algunas granjas aisladas que ignoramos porque no nos servirían de nada, estábamos aún muy lejos del pueblo y era probable que los granjeros estuviesen muertos, e incluso los animales. De vez en cuando llamábamos la atención de algún enfermo que andaba caminando por allí, pero jamás alcanzaban el coche. Yo iba manejando tan rápido como esa chatarra podía, que por suerte, era bastante. Sí teníamos suerte, encontraríamos un lugar donde pasar la noche antes de que bajara el sol.

Pasamos por una cárcel donde pudimos ver a unos cuantos presos enfermos, seguimos y recorrimos varios kilómetros más hasta que por fin llegamos al pueblo. Antes no habíamos visto casas, más que las de los granjeros, así que continué el camino por la carretera principal mientras evaluábamos la zona. Había unos cuantos enfermos, aunque la mayoría parecían estar encerrados, tal vez en lugares comunes y públicos, como escuelas, hospitales, supermercados, etc. Continué el camino, faltaba poco para el anochecer. Encontramos una casa a dos kilómetros, era bonita, colores claros, estructura clásica, dos pisos y no se percibían movimientos dentro, pero no me fíe, aún estaba bastante cerca del pueblo, así que seguimos. Vi una segunda casa a otros dos kilómetros, muy parecida a la anterior, pero yo decidí ir por una tercera, para más seguridad, y cuando al fin la encontré, nos detuvimos allí.

Dejamos las cosas en el auto con Kelly y Dany custodiando. El resto del grupo bajamos con armas y entramos al hogar. Había una familia enferma dentro: dos hijos mayores, dos hijas jóvenes, y un niño pequeño, además de los padres y una abuela. El único que tenía el cuerpo más completo era el hermano mayor, que seguro fue el primero en infectarse y se comió a los demás, a su familia.
Terminamos con ellos y sacamos sus cuerpos al patio trasero, luego le dijimos a Kelly y Dany que estacionaran allí, detrás de la casa, para que nadie viera la camioneta. Luego bajamos nuestras cosas, tapamos puertas y ventanas, limpiamos la sangre y nos acomodamos como quisimos. Nos quedaríamos allí por tiempo indefinido.

Todas las noches, cuando los demás dormían, yo me quedaba despierta pensando en Camille y en Theo.
Noche tras noche pensando en sí había hecho lo correcto o sí había fallado. ¿En algún universo alterno, había una Lilith que encontró la forma de que todas sus hermanas sobrevivieran? ¿Mató, hirió o dejó ir a los malos con tal de conseguir esa paz?

Entonces me di cuenta. Mi error no fue haber llegado a la conclusión de que matar a Theo era lo que debía hacer. No.
Mi error no fue disparar esa flecha cuando atacó a Cam, no.
Mi error fue haberle dado en la rodilla como aviso y no en la puta cara de una vez. Sí él hubiera muerto en ese momento, luego de haber atacado a Cam y haberse hecho la víctima, no hubiera podido regresar nunca. Un muerto -un muerto de verdad, no un enfermo- jamás te haría daño. No podía.

Fue ahí que encontré la solución: no había segundas oportunidades. Hasta dudaba que hubiera primeras oportunidades. Cualquier persona desconocida era un peligro para nuestro grupo, no debíamos dejar entrar a nadie más. Y sí alguien se veía fuerte o un peligro en potencia... No debería dejarlo vivir. Debía matarlos.

N/A: Sepan que he estado leyendo sus comentarios de la parte anterior, lamento haberlas hecho sufrir, pero ya conocemos como son las cosas en el mundo de TWD... Encariñarse de un personaje puede resultar muy mal, porque todos mueren🥹

Podría adelantarles que por ahora las muertes se han acabado... Pero ya saben, no serán las únicas que habrán.
En realidad, tenía planeado acabar con dos personajes más, pero al final decidí ser indulgente y darles otra oportunidad (estoy demasiado encariñada con ellos, por ahora, pero eso no evitará lo que tiene que suceder a futuro🫠). Todo sea por el desarrollo de la trama y los personajes(?)

Por otro lado, se supone que este era el capítulo final, pero me quedó demasiado largo (entre 7 y 8 mil palabras) así que decidí dividirlo en dos. Disfruten la última parte💖

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