4
Fue como si el mundo se detuviera para nosotros. El humo ayudaba a ignorar a la multitud que corría desesperada, a sus gritos y a los disparos.
¿De verdad habían pasado cinco años sin vernos? ¿Sin oirnos? ¿Sin tocarnos? ¿Sin... besarnos?
Él dio un paso hacia mí, dubitativo. Estiró su mano libre y tocó mi mejilla, la que tenía las cicatrices del fuego. Su tacto se sentía caliente y era... real.
Y no pude evitarlo. ¿Cómo podría?
Solo estiré mis manos hacia sus mejillas y tiré de él hasta que nuestros labios se juntaron.
Esta era otra forma de sentirme en mi hogar.
Correspondió mi beso sin dudar y fue un viaje en el tiempo hacia cinco años atrás, cuando todo estaba bien. La suavidad de sus labios, su olor, la familiaridad de su lengua contra la mía y su sabor. ¡Su sabor! Me estaba derritiendo.
Nos separamos por un poco de aire y vi cómo me inspeccionaba con la mirada.
—Estás aquí —murmuró, impresionado, mirando con detenimiento mi cuerpo—. De verdad estás aquí.
—Estoy aquí hace mucho —respondí, notando que pensaba igual que yo: que esto era increíble—. Y también me alegra que seas real.
—¡No tenemos tiempo para esto! —Oí el grito de Merle, que apareció corriendo entre el humo y nos empujó hacia la salida—. ¡Nos vamos ahora! Los besos después.
Lo seguimos, aunque sin sacarnos la vista el uno del otro. Esto era increíble.
Pasamos por un basurero donde había un hombre de la edad similar de Daryl, con barba, vestido con ropa oscura y un arma con la cual disparaba hacia la arena.
Debía ser de su grupo. Dbeía estar con Daryl.
Corrimos hacia la muralla y vi a una chica dirigirse hacia nosotros. Era Maggie.
Merle dijo algo de aprovechar que estaban distraídos e irnos, pero el hombre desconocido le respondió que él no iría a ningún lado con ellos. Al final, se llegó rápido a la conclusión de que no había tiempo de discutir eso ahora.
Mi hermano abrió un hueco en la muralla y todos salieron, pero yo no pude moverme. Esa última charla me había hecho pensar en qué había estado tan concentrada en Daryl, que había olvidado todo lo demás.
Recordé que, aún tenía a mi gente allí adentro, y no podía abandonarla.
—¿Lilith? —Oí la voz de Merle, que ya había cruzado la muralla.
Vi su rostro aparecer ante mi de nuevo. Su expresión no presagiaba nada bueno.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, su tono era duro y molesto.
—No puedo irme. Tengo que volver por ellos. Nosotros los seguiremos... —me interrumpió.
—¡No, no, no! —negó—. Lilith, tenemos que irnos. Ellos estarán bien.
Di un paso hacia atrás, molestándome. No iba a abandonarlos.
—Será rápido. Vete, Merle. Los encontraremos —sentencié, decidida, lista para dar media vuelta y dirigirme hacia nuestros departamentos.
Pero él se dirigió hasta mí, me tomó de la cadera y me alzó como sí no pesara más que una bolsa de patatas, para colocarme sobre su hombro y arrastrarme lejos de allí, al igual que el principe azul rescataría a la princesa de la torre encantada, de la madrastra malvada y del dragón enojado.
El problema era que Merle no era un principe azul, y yo no era una puta princesa. Pero por más que grité y pataleé y me enfurecí y lo golpeé, no me convertí en nignún dragón que escupe fuego y mi fuerza no fue nada en comparación con la suya. Mi hermano me triplicaba en peso, y siempre fue la única persona a la que me había enfrentado y nunca había podido ganarle, algo que nunca me había causado miedo, porque siempre supe que jamás me haría daño, pero justo ahora, me estaba destrozando por dentro al alejarme así de mi gente.
Me estaba obligando a alejarme de mi gente.
No podía dejarlos, no podía abandonarlos. No a las chicas, no a Tom.
Sí el Gobernador los encontraba después de enterarse que desaparecí junto a Merle... No, no, no.
Él iría a por la gente más cercana a mí. Iría por ellos. Iba a acabar con ellos.
Merle lo traicionó por su hermano. Yo lo traicioné por mi hermano. Ellas lo traicionarían por mí.
Pero él se adelantaría y ellas no tenian ni idea de lo que estaba pasando.
Grité como para llamar a toda una horda de muertos, pero aún así mi hermano no me soltó, ni con aullidos, maldiciones, ni con suplicas. Y me negaba a llorar también, porque allí, más adelante, estaba Maggie y aquel hombre desconocido. Dbería importarme un comino lo que ellos pensaran de mí, pero no era así. Nunca hay que mostrarle una debilidad a los demás, a aquellos que no eran familia.
Daryl, por otra parte, intentó preguntarle a su hermano qué estaba pasando. Notaba su mirada interrogante, pero Merle le cortaba el rollo y le pedía que no se metiera. Yo no le decía nada tampoco. ¿Cómo podía explicarle todo en hombros de su hermano con la furia y la desesperación que me comía el aliento?
Merle me llevó así hasta que gasté toda mi energía intentando luchar, y solo entonces me bajó, pero no me soltó. Él sabía que en cuanto tuviera la vía libre, saldría corriendo, así que me sostuvo con fuerza del brazo.
—Ya me pusiste de malhumor —comentó en un gruñido mientras me arrastraba a través del bosque, íbamos últimos.
—Imaginate yo —me quejé, mirándolo molesta y tirando de mi propio cuerpo hacia el lado contrario, en vano.
Sino fuera porque estaba triste y furiosa, hubiera estado pasando vergüenza de ser llevada así, como si fuera una niña caprichosa que no quería irse del parque de diversiones.
—Deja de comportarte como una malcriada, Lilith.
—¡Estamos hablando de mi familia, Merle!
—Nosotros somos tu familia; ellos estarán bien —negó.
No pude evitar escupirle los zapatos con rabia.
—Jódete, imbécil —espeté.
Llegamos a la carretera cuando el sol comenzó a salir y nos encontramos con Glenn, Michonne y había una chica rubia que no reconocí, pero tenía los mismos ojos que el hombre de barba al que había escuchado que durante el camino llamaron Rick. Todos vinieron corriendo preocupados hacia nosotros, pero la rubia se les adelantó y fue derecho a los brazos de Daryl, algo que pareció por un momento, que él no esperaba que pasara.
Entonces, cualquier plan de huida que estaba pensando para salvar a mi gente desapareció cuando vi cómo ella lo besó, como si no lo viera en cinco años y hubiera pasado todo este tiempo preocupándose por sí estaría vivo o no.
Lo besó con el cariño, la desesperación y la pasión de una enamorada.
Y él, aunque tenía los brazos colgando, poque no lo esperaba, le correspondió.
Duró solo un instante, pero fue el suficiente para mí.
Otra raya más al tigre y otro hoyo en mi corazón, no hacia la diferencia.
¿Hacia cuánto estaban juntos? ¿Merle lo sabía, la conocían desde antes, estuvieron con ella cuando empezó todo esto? No, no podia ser. Me lo hubiera dicho, ¿no? ¿O se lo hubiera guardado pensando que jamás aparecería ella? Cualquiera podría estar muerto si lo pierdes de ista cinco minutos... ¿Pero entonces la conocía siquiera? ¿Quién era ella? ¿Por qué estaba ahora, cuando volvíamos a encontrarnos?
Miré hacia otro lado, incómoda, justo a tiempo para notar cómo Daryl se separaba de ella y me buscaba con la mirada, hasta que Glenn y Michonne llegaron a nuestra altura y se atacaron al ver a Merle.
Por fin, mi hermano me soltó, por sí tenía que defenderse, pero en verdad no estaba muy preocupado por ello, porque tanto Rick como Daryl se interpusieron.
Discutieron, y Merle se puso en plan idiota, y yo no hice nada para detenerlo. Mi energía física y mental estaba por los suelos, así que al final, todo terminó con Rick golpeándolo por detrás en la cabeza cuando se estaba poniendo agresivo con Daryl.
Entonces el pelinegro me miró, esperando mi reacción, sin saber sí yo estaba allí a favor o en contra de mi voluntad, sí estaba con Merle porque nos llevabamos bien o sí quería matarlo.
—¿No pudiste hacer eso hace dos horas? —solo pregunté, lo cual le confundió—. Imbécil de mierda —gruñí, mirando al gigante recostado en la tierra y pateé su trasero con desgana.
Ellos se apartaron para charlar: para discutir sobre Merle y sobre mí. Daryl fue el último en irse, no dejaba de mirarme con esos ojos de perro apaleado. Quería hablar, conmigo.
—Lil, puedo... —comenzó diciendo, pero fue interrumpido.
—Daryl, necesito que vengas—le llamó Rick.
—Deberías ir, parece importante —dije, indiferente.
Él suspiró y miró a Rick, lo siguió después de echarme una última mirada triste.
Unos minutos más tarde, Merle despertó aún más enojado que antes.
—¿Ves? Es por esto que nadie te quiere —le molesté y él gruñó levantándose.
—¿Qué tanto charlan? —preguntó, observando a lo lejos al grupo.
—Sobre nosotros. Daryl debe querer que nos quedemos con su grupo, pero... Bueno, es probable que nadie te quiera a ti, porque cada vez que debes dar una buena impresión, haces lo contrario.
—Ah, sí, claro. Me olvidaba que hablaba con la chica perfecta —se burló.
Entonces, mientras espiaba al otro grupo, vi algo que rompió aún más mi corazón: Daryl y la rubia estaban uno al lado del otro, y sus dedos chocaron con suavidad.
Podría haber sido un gesto accidental, pero yo noté la intimidad y complicidad que había allí.
—Al menos yo sí les agrado a Glenn y Maggie, sus votos deben ser importantes —gruñí al volver mi vista a Merle. Ya estaba sintiéndome enojada.
—¿Y a la negra no?
Fruncí el entrecejo ante su forma despectiva de llamar a Michonne, porque bien el sabía cómo se llamaba ella, ya que habíamos convivido bastante tiempo.
—No tuve la oportunidad de hablar con Michonne, pero sé que algunas de mis hermanas sí —comenté, refiriéndome a Sam y Kelly, a quienes yo sabía que les agradaba la mujer, y no me contuve en remarcar su nombre, para que supiera que su comentario fue molesto.
Al final, vimos a Daryl dirigirse al auto por algunas cosas. Él iba a venir con nosotros. Iba a abandonar a ese grupo, a su grupo, a esa chica, por nosotros.
O por el idiota de Merle, ya que era obvio que no lo querrían allí. Y yo entendía muy bien el porqué, esa misma razón los llevó a esposarlo en una terraza en medio de este apocalipsis, así que no los culpaba.
¿Este idiota le estaba arrebatando una nueva familia a Daryl, como hace un momento atrás, cuando me separó de la oportunidad de salvar a mis hermanas?
—¿Cuánto tardarás en preguntarme quién es la rubia? —soltó Merle, mirándome con maldad.
Bien, claro que la conocía. ¿Por qué no me había dicho nada antes? Él muy maldito idiota...
—¿Por qué me importaría eso? —gruñí, mordaz.
Él se encogió de hombros, fingiendo inocencia.
—Tal vez porque se besaron como si no hubiera un mañana.
—¿Quieres que te diga por dónde puedes meterte tus observaciones tan inteligentes? —comenté, echando fuego por los ojos.
—Ella es Kayden, la hermana del buen sheriff Rick. Ella fue quién me golpeó y ayudó a que él me esposara en la azotea.
—Que admirable de su parte. Hiciste que me agradara mucho una completa desconocida —solté con maldad.
—Parece que mi querido hermano quedó destrozado luego de mi perdida y habrá buscado consuelo entre sus brazos... O entre sus piernas —se burló.
No pude evitar dar un paso amenazante hacia él y apretar mis manos en puños, mostrando los dientes como un perro rabioso.
—Vas a terminar de nuevo noqueado en el piso sí sigues actuando como un idiota de mierda. Y me iré, Merle, y no volveré —advertí—. Poco me importará si no vuelvo a verte —solté, molesta, sin pensar claro en mis palabras.
Él solo rodó los ojos y se calló, velando por su bien. Fue entonces que Daryl vino hacia nosotros.
—Bueno, ahora podemos volver —murmuré.
—No vamos a volver, olvida esa estúpida idea —negó Merle, hablando alto.
—¿Se puede saber por qué han peleado todo el camino? —se metió el menor de los dos hermanos
—Porque tu hermano es un maldito egoísta —gruñí.
—Tu chica es una imbécil de ideas suicidas —se quejó Merle.
Me aguanté para no acestarle un golpe, ya que la forma en la que se refirió a mí fue con sarcasmo, apropósito, para hurgar en mi muy reciente y nueva herida.
—¿Qué sucede? —preguntó Daryl, y su hermano abrió la boca para responder alguna idiotez de nuevo, pero ninguno de los dos lo escuchamos ya que él me miraba a los ojos a mí, esperaba mi respuesta.
—Merle me obligó a dejar gente, mi gente, en Woodbury. Necesito volver por ellos —confesé.
Daryl asintió, entendiendome.
—Es muy peligroso volver, Lil —comentó con calma—. Entrar ni siquiera está en discusión.
Merle soltó un risa de superioridad por tener la razón, mientras un suspiro de decepción abandonó mis labios. Negué y me alejé de ellos dando un paso hacia atrás.
—¿Así que le haremos caso al vampiro chupa sangre succionador de vidas? —dije, refiriéndome a Merle—. ¿Y como él te alejó de tu grupo, yo también tengo que abandonar el mío?
—¡Espera, Lil! —negó, dolido por mis palabras—. Déjame terminar —suspiró y yo le miré atenta—. Es peligroso, sí, pero lo podemos intentar. Tal vez rodear el pueblo. Espiarlos, estar atentos, pero entrar será imposible. Deberíamos hacer lo que tengas que hacer, pero desde fuera.
Asentí, sabiendo que tenía razón. Pero de todas formas, yo conocía ese lugar más que él. Tal vez podía encontrar el modo de entrar sin que me vieran...
Y aunque así no sucediera, al menos estaría en los alrededores buscando a mi gente. Volvería por ellos. Estaría haciendo algo. Y tal vez hasta habían logrado escapar. Capaz los encontrara en el bosque huyendo, eran rápidos e inteligentes, lo que lo hacia posible.
—Gracias —murmuré, sintiendo como mi corazón comenzaba a enloquecer y sin darme cuenta, estiré mi mano hasta que alcancé las suyas y les di un leve apretón, en un gesto de cariño. Sus ojos brillaron en respuesta.
Entonces me giré y comencé a correr en dirección a Woodbury.
—Ya me hicieron acordar porque odiaba tenerlos juntos. —Escuché decir a Merle a mis espaldas antes de que ambos me siguieran.
Solo reduje mi paso cuando supe que estabamos cerca de los muros de la comunidad.
Miré hacia arriba, a la copa de un árbol y comencé a trepar, mientras pensaba en lo útil que me vendrían mi par de vinoculares ahora.
—¿Qué haces ahora? —preguntó Merle al llegar al tronco.
—Necesito visiblididad, ver la cantidad de guardias, sí hay algún hueco por el cual puedo colarme, ver cuánto movimiento hay dentro, lo que sea —informé.
—¿Y? ¿Qué es lo que ves? —preguntó Daryl, una vez que me vio llegar bien arriba.
Observé con atención, analizando el lugar.
—Triplicaron la seguridad, pero no son en realidad una amenaza. Los conozco bien a todos. Aunque aún hay ciertas zonas con humo que no me dan gran visibilidad y... ¿Qué es eso? —murmuré, observando algo extraño en un edificio de departamentos.
—¿Qué es qué, Lilith? —Oí la voz brusca de Merle.
Destello. Metal.
—Jodida mierda —gruñí lanzándome hacia abajo, mientras me daba cuenta de la verdad.
Pero no fui muy rápida, porque alcancé a ver chispas y sentí un ardor abrasador en mi hombro.
Me quejé y por el dolor perdí fuerza en el brazo izquierdo, así que comencé a caer y golpearme con las ramas por todas partes. Lo que al final fue una suerte, porque los disparos no se detuvieron y destrozaron y astillaron varias ramas.
Escuché que gritaron mi nombre y también oí maldiciones, pero estaba ocupada tratando de aferrarme a algo, como para poder responder. Al final, logré engancharme a una rama fuerte y mantenerme allí en equilibrio, en vez de caer otros tres metros hacia el suelo.
—¿Estás bien, niña?
—Mierda, ¿estás herida?
—Necesito un minuto —logré articular con voz entrecortada. Jodida mierda, me dolía todo.
—Subiré por ti —articuló Daryl.
—No, en serio. Denme un minuto —pedí, rogué, no quería que corrieran ningún peligro y yo sabía que podía sola—. No se arrieguen. Estoy bien. Solo necesito recuperar el aliento.
Respiré hondo y logré subir a la rama, para estar más cómoda mientras pensaba en cómo bajar. Miré hacia abajo, a las demás ramas y tracé un camino mental hasta una rama baja, donde podría saltar, así que seguí el plan y aterricé con las rodillas dobladas en la tierra. Entonces un agudo dolor me recorrió desde la cintura hasta el hombro y caí de espaldas. Los dos hermanos se acercaron rápido a socorrerme.
—¿Es solo aquí? —preguntó Daryl preocupado mirando mi hombro ensangrentado.
—Creo que sí —murmuré y lo vi romper su camiseta para parar mi hemorragea.
—No quiero decir te lo dije, pero... Te lo dije. —Oí decir a Merle.
—Vamonos, lo ideal seria que nos alejemos ahora mismo. Vendrán por nosotros —murmuró Daryl y asentí de acuerdo—. Deberíamos conseguir algo para tu herida.
Di un último vistazo al bosque, viendo a lo lejos el pueblo, decepcionada y triste porque sería imposible volver por mis hermanas, entonces sentí el brazo de Daryl rodearme para ayudarme a avanzar y parpadeé múltiples veces para despejar las lagrímas de tristeza de mis ojos. Las aguanté durante todo el camino.
Me costaba respirar, me dolía todo el cuerpo y tenía una bala dentro, pero aún así el verdadero sufrimiento lo causaba otra cosa. Eran mis sentimientos. No mis sentidos, no mis nervios, ni la hemorragia, ni las decenas de pequeños cortes que me hice o las astillas que seguían clavadas en mi piel, ni aquel agujero en mi hombro. No. Era la perdida, el duelo por mi familia. Otra vez. ¿Cómo es que siempre terminaba perdiendo a todos? ¿Por qué no me iba yo y ya? Muerta no sentiriría esto.
—Estamos cerca de Yellowstone —mencionó Daryl.
Oímos gritos. Gritos de miedo. Alguien necesitaba ayuda.
Daryl me miró y yo asentí, asegurándole que estaría bien, que él fuera. Casi le rogué con una mirada, porque podría tratarse de mi familia que logró escapar y ahora necesitaban ayuda. Él corrió hacia allí luego de dejarme apoyada en un árbol.
Merle lo siguió y yo, irreverente y preocupada por mi gente, di un paso hacia ellos para ir, pero se me comprimió el pecho, mi vista se puso borrosa y no pareció ser por las lágrimas esta vez.
Me doblé por la mitad, el dolor se volvió insufrible. Me apreté el estómago con los brazos, porque las punzadas habían bajado y sentía que las tripas iban a salirse de mi abdomen. Sentí algo caliente y pegajoso en mi mano derecha. La observé y vi la sangre: se debía a que tenía otro disparo en la cintura, del cual no me había enterado.
Con todos los movimientos que hice, debí haber empeorado la herida y la bala debió llegar más profundo, debió romper algo importante, porque perdí el conocimiento.
Antes de que mis ojos se cerraran atiné a levantar la mirada y observar el puente, buscando a mis hermanas. Pero noalcancé a verlas. No había nada.
N/A: ¡Felices fiestas! Regalito de Papá Noel adelantado💋🫶 Gracias por la espera y el apoyo, les amo❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro