17
Últimamente miraba bastante televisión en mis días libres, generalmente variaba entre videosmusicales y realitys shows.
En aquel momento estaba con los videos, Avril Lavinge cantaba Complicated cuando llegó Merle a la cabaña.
—¿Y mi hermano? —preguntó sentándose a mi lado y robando mi vaso de whisky.
—Haciendo galletas —respondí.
Merle escupió algo de whisky y yo me sobresalté por su reacción.
—Que asco, hombre. ¿Ahora tengo que beber de ese vaso con toda tu saliva? Ni loca, vas a tener que buscarme otro —me quejé.
—¿Qué Daryl esta haciendo galletas? ¿Eso dijiste? —habló, ignorándome.
Puse los ojos en blanco.
—Sí —respondí.
Mi padre tenía un gran recetario, que yo había comenzado a utilizar cuando me mudé a la cabaña. Había una receta de galletas de limón que a Daryl le gustaron demasiado, tanto que todos los días me pedía que hiciera.
—Le dije que no era su madre para estar todos los días metida en la cocina por sus antojos así que lo obligué a aprender y la verdad le salen mejor que a mí —seguí diciendo y me encogí de hombro.
Merle negó, incrédulo.
—La próxima vez vendré y estará usando una falda.
—¿Por qué no te callas? Sí a ti te enseñé a hacer pizzas y guisado.
Merle, molesto y con ganas de evitar el tema, preguntó:
—Oye, ¿y tu novio? Ese Jack, nunca me dijiste lo qué pasó entre ustedes. Solo volviste con nosotros como si nada.
—¿Jack? —Pensé en voz alta—. Oh, Jack. Ese idiota —murmuré recordando—. Tenía esposa e hijos. Lo dejé, volvió a buscarme, pero lo mandé varias veces a la mierda. Se cansó y me dejó en paz.
Jamás se lo había contado a Merle y él tampoco había preguntado. Recordé que en cuánto supe la verdad fui a buscar consuelo con él y en cambio me encontré con Daryl, quien me consoló y nos reconciliamos quemando el auto del imbécil, ahí fue qué me di cuenta que sentía atracción hacia Daryl, algo que rápido trascendió a enamoramiento y finalmente a amarlo con locura.
—¿Por qué preguntas ahora? —solté, curiosa.
Se encogió de hombros.
—Anna el otro día veía un programa de chismes y estaba él, lo reconocí. Hablaban sobre que apareció una tercer amante con un hijo que dice ser de él, y el ADN que le mandó la justicia dio positivo.
—¿Tercera? No me sorprende.
—¡Ya están las galletas! —gritó Daryl, llegando con un plato de galletas de limón, que olían delicioso.
Me hice a un lado para darle un lugar en el sofá entre Merle y yo. Tomó asiento y dejó el plato en la mesa de té que teníamos enfrente.
Merle le palmeó los muslos mirando la televisión en donde salía Christina Aguilera cantando Beautiful. Daryl miró la televisión y luego a su hermano.
—Esta chica le encanta a Daryl —soltó Merle.
—No es cierto —negó Daryl
—Claro que sí, siempre que aparece se pone bobo. Con las rubias en general, esa que usa cueros rojos en un vídeo y en otro está con uniforme escolar. ¿Cómo se llama?
—Britney Spears —contesté, mirando a Daryl.
—¡Sí! Y la que estaba hace un rato, media como gótica, usa mechas de colores —siguió diciendo Merle.
—Avril Lavinge.
—Sí, esa también y Kylie Minogue.
—¿Y de esa sí te sabes el nombre? —pregunté arqueando una ceja.
—Sí, también me gusta a mí. Aunque soy más de las morochas. ¿Por qué no te tiñes de rubio? —me dijo Merle, burlón.
—Prefiero pintarme el pelo de negro. —Sonreí y tomé una galleta.
Aunque sí estaba celosa. Pero era una mierda, una gran idiotez, estar celosa de chicas famosas que jamás se cruzarían con mi novio.
—Solo te está molestando —murmuró Daryl, pisoteando a su hermano.
Hice un gesto para quitarle importancia y cambié el canal de televisión por uno en donde pasaban un partido fútbol americano. Tal vez hasta deje de escuchar esa música.
—No sean llorones —se quejó Merle y luego tomó una galleta—. Como sea, vine porque Anna insistió en que los invite hoy. Hará una fiesta.
—Pero sí la semana pasada fue su cumpleaños —dijo Daryl.
—Sí, bueno, le gusta mucho hacer fiestas en su departamento, salir a antros, bares y todo eso.
—¿Así que le agradamos? —pregunté, porque llegué a pensar que solo nos lo dijo de cortesía.
—Por supuesto. ¿Por qué no lo harían? —dijo Merle, sincero.
—Bien, buscaré algo que ponerme —dije yendo hacia mi dormitorio.
Yo seguía durmiendo en la misma habitación que cuando era una niña, había guardado juguetes y peluches en cajas en cuánto llegué, y de a poquito había ido cambiando la decoración. De todas formas, no tenía muchas cosas materiales.
Había una habitación de invitados donde antes se quedaban los hermanos, con una cama grande y un sofá. En cuanto comencé a salir con Daryl, de a poco se fue mudando a mi dormitorio (y yo también fui cambiando sus cosas de una habitacion a la otra para acelerar las cosas, aunque nunca le conté eso). Ahora, Merle solía quedarse en su departamento o en el de Anna, y nosotros cambiamos la cama grande de la habitacion de invitados por ahí la pequeña de mi habitación, aunque seguíamos durmiendo apretados por costumbre. Me gustaba.
La habitación de mi padre no la toqué, nadie lo hacia. A lo sumo ponía cajas llenas de cosas viejas ahí, porque no me animaba a tirarlas o donarlas.
Comencé a revolver mi armario, buscando algo que ponerme. No encontraba nada. Al fondo vi una caja y la abrí sin recordar lo que tenía. Eran fotos de mi familia. Había de mamá, pero las dejé de lado. Miré unas cuantas de Lily y yo cuando teníamos meses de vida.
—¿Qué miras? —Era Daryl.
—¿Tardarás mucho? —interrumpió Merle.
Ambos entraron y se posicionaron detrás de mí.
—Nada, unas fotos —dije dejando el álbum en la cama—. Ya voy a encontrar algo —comenté, metiéndome de nuevo en el armario.
—¿Quienes son? —Era la voz de Daryl.
Miré hacia atrás y lo vi sentado en la cama mirando las fotos. Merle, muy curioso, las tomó.
—Mi hermana y yo.
—¿Tienes una gemela? —habló Merle, sorprendido—. Nunca nos dijiste nada.
—La tuve, murió cuando tenía diez meses. No es importante —contesté encogiéndome de hombros.
No tenía importancia. Pero sí ella no hubiera muerto, o sí no hubiera existido... Mamá no se habría deprimido y vuelto adicta. No nos habría abandonado, jamás nos hubiéramos mudado a la cabaña. Ella no me habría vendido, no habría muerto. Yo no hubiera sido huérfana, no habría vivido en una casa de acogida. No hubiera conocido a los hermanos.
—¿Este es tu padre? —preguntó Daryl.
—Probablemente —murmuré, no había fotos de otros hombres.
Papá no era de esas personas que llenaba su casa de fotos así que las únicas que teníamos estaban en álbumes bien guardados.
—Supongo que ésta eres tú con... ¿Seis años? ¿Cinco? Me suena tanto tu cara... Una vez me perdí en el bosque y no tenía idea de cómo volver a la cabaña de mi padre. Y me encontré con una niña que me dijo dónde quedaba la carretera, salí corriendo enseguida y cuando llegué me pude ubicar. Llevaba perdido como una semana o algo más, comiendo lo que encontrara, limpiándome el culo con algo probablemente venenoso —comentó, en tono divertido.
Al principio, me sonó la historia. Creía recordar algo parecido, encontrar a un niño mayor, todo mugroso, perdido...
Él lo contaba como si fuera un chiste. No lo era. Pero preferí no decir nada de eso.
—A lo mejor eras tú. Sería una gran casualidad. En estas fotos te ves como esa niña.
Volteé y lo miré. Le sonreí y me acerqué.
—A lo mejor sí. Tal vez salvé tu trasero de pudrirse con las hiedras venenosas —bromeé, sentándome a su lado y dejando un beso en su mejilla. Tomé su mano entre las mías y las llevé hasta mis labios.
—No se pongan a hacerlo ahora, apúrense que me quiero ir —dijo Merle con molestia y se retiró de la habitación.
La mirada de Daryl escapaba de mi vista.
—¿Qué pasa? —le pregunté, porque cuando hacia eso, era que quería decir algo, pero lo apenaba.
—Nada...
—Daryl...
—¿Crees en el destino?
—¿Por qué lo dices? —Sonreí con su pregunta y él entonces me miró, sus ojos azules clavándose en mí.
—Tal vez estabas destinada a salvarme.
—Tal vez sí. Y tú estabas destinado a salvarme años después.
No sabía quién sería yo sin los Dixon y eso se convirtió en una duda que me atormentó.
¿Quién era yo?
¿Quien fui? ¿Quién soy? ¿Quién seré?

Anna nos recibió con una enorme sonrisa y nos ofreció un plato con varias porciones de brownies.
—Son especiales. Espero que te gusten.
Sonreí, agradecí y tomé uno. Lo mordí y estaba espectacular.
—No comas más de dos, ¿sí?
Llegué a pensar que lo decía porque quería que hubiera suficiente para todos. Pero un rato después, todos, incluyéndome, estábamos sentados en la sala de Anna, riendo como tontos y tomando algo de vino.
¿Por qué yo estaba tomando vino sí yo odiaba su olor? Aunque también odiaba el del cigarro, y allí estaba también, dentro del departamento, rodeada de fumadores dando caladas a sus cigarrillos, con todo el salón lleno de humo.
—Toma —Anna me ofreció uno.
—No, yo... No, no es para mí.
—¿Segura? Un poco de humo de vez en cuando no mata a nadie. ¿Sí no como te relajas? ¿Cómo te diviertes? —dijo, casi poniendo el cigarrillo en mi mano.
—Es que yo... —Miré a mi alrededor, pero los demás estaban charlando de otra cosa y no nos prestaban atención—. No sé, nunca lo hice —me limité a decir.
—Te va a ayudar a relajarte un poco más, no tanto como los brownies, pero... —comentó riendo.
Llevé el cigarrillo a mi boca, algo dudosa.
—Aspira —me señaló.
Lo hice. Mantuve un poco el humo en mi boca y... Tosí. Las conversaciones se interrumpieron y bajé la cabeza con mucha vergüenza. Hubo unas risas y luego las conversaciones fueron retomadas. Sentí el brazo de Daryl pasar por detrás de mi espalda y su mano apretarme desde la cadera, de forma reconfortante.
—¿Estás bien? —me susurró.
—Sí, no importa. No fue nada —me limité a decirle, él aceptó eso y siguió charlando con Merle. Yo miré a Anna.
—Prueba de nuevo —me insistió, sonriéndome suave.
Tragué saliva y repetí el proceso. Sentí un leve picor, pero no tosí, solo solté el humo.
—¿Ves? Mucho mejor, ¿no? —me preguntó y asentí.
Entonces recordé los comentarios que hizo sobre los brownies y me obligué a preguntar.
—¿Los brownies tenían algo?
—Sí, estaban hechos con marihuana —respondió y abrí un poco los ojos, sorprendida—. Quería que todos se sintieran cómodos, relajados, incluidos, que estuviermos en la misma sintonía. ¿Entiendes?
—¿Por qué no me dijiste algo?
Me estaba sintiendo algo molesta, pero no mucho. Tal vez era la marihuana, seguro que era la marihuana.
Por una parte, no quería estar relajada allí. Quería estar alerta entre aquellos desconocidos, en medio de esas mujeres que me drogaron sin decirme. Pero, por otra parte, estaba tan tranquila, era raro que estuviera en aquella calma tan inmensa. Solo los hermanos conseguían ese efecto en mí.
Así que en vez de querer huir a la cabaña ante su confesión, me reí negando.
—Lo siento, no pensé que importaría. ¿Nunca antes lo habías probado? —dijo con arrepentimiento genuino. Yo negué—. Ay, lo siento, amor. No sabía. La próxima te avisaré, ¿sí? Pero me alegras que lo hayas comido, ahora estás mucho más relajada que en mi cumpleaños. ¿No te parece?
Y era tan cierto, no me sentía fuera de lugar, incómoda o apartada como antes (como siempre). Me sentía parte del grupo y además también notaba que ella me quería como parte de su grupo, algo que me gustaba y hacia que cualquier pequeña molestia o sentimiento negativo desapareciera.
—¿Hay algo más para comer? Tengo hambre —dije sonriendo y cambiando el tema, mis tripas gruñían.
—Ven, vamos a la cocina. Merle hizo hoy en la tarde unas pizzas caseras riquísimas, me dijo que tú le enseñaste.
Así que hacia allí nos dirigimos, solas y hablamos mientras picoteábamos de las pizzas, sin compartirlas con nadie aún. Se sentía bien. Me sentía muy bien. Tan bien que cuando el efecto se me pasó, quise volver a intentarlo, volver a probarlo, una y otra vez.
Sé que muchas personas no pasan de la marihuana a otras drogas, sé que la mayoría de personas la toma de forma recreativa, sé que es muy poco adictiva... Pero no fue mi caso.
Ese fue mi comienzo. Podría culpar a Anna, podría decir que sino fuera por ella jamás me habría metido en eso, pero solo puedo culparme a mi misma. Tuve tanta mierda metida en la cabeza, tuve tantos traumas, tantas cosas escondidas en mi inconsciente que, no fue sencillo para mí. Ojala fuera de las que se fuman un porro de vez en cuando en una fiesta, pero no, yo soy de extremos. Yo voy al fondo de todo.

N/A: Sé que subo un capítulo semanal, pero ando feliz con el recibimiento que le dan a la historia y quise traerles otro cap. Sepan que leo todos sus comentarios y me encantan❤ Agradezco enormemente todas sus interacciones y que dediquen tiempo a leer esta novela🥰 Me alegra muchísimo que les este gustando🏹
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