Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16

En la radio sonaba Drop it like its hot de Snoop Dogg a todo volumen, Daryl estaba distraído en el patio jugando con su moto (bueno, él decía que le daba mejoras o la arreglaba, pero a mi me gustaba molestarlo diciendo que se la pasaba jugando con ella).

Los hermanos escuchaban mucho hiphop, rock y metal, y sí bien a mí también me gustaba, a veces quería disfrutar de las nuevas modas, por lo que aproveché el momento y cambié la estación de radio que yo sabía que solían escuchar las chicas de mi edad. Sonaba Oops!... I did it again de Britney Spears. No podía evitar amar a Britney, sus canciones eran buenísimas.

Escuché una queja y un golpe fuera. Sonreí mientras tomaba una cerveza del refrigerador, al girarme para salir de la cabaña vi a Daryl venir hacia mí.

—Yo estaba escuchando —se quejó.

Yo me limité a sonreír sin culpas y le dejé la botella fría en sus manos.

—Odio que me cambies la emisora —siguió diciendo.

Fingí no oírlo. Canté el estribillo de la canción y bailé a su alrededor como si nada. Él gruñó molesto y destapó la botella con los dientes antes de pegarle un trago.
Entonces la canción terminó y comenzó Toxic. Sonreí aún más, era lo más nuevo de la rubia y mi favorita.

Daryl actuaba molesto y se dirigió a cambiar la emisora.

—Ni se te ocurra, Dixon, hablo en serio —grité.
—¡Lo escuchas todo el tiempo! Me tiene harto —dijo enojado.

Me dirigí a él y me interpuse entre su cuerpo y la radio. Canté el estribillo de la canción y él cerró los ojos con hartazgo. No me rendí, hice lo mismo que antes de bailar a su alrededor mientras le cantaba, pero esta vez también le ponía mis manos encima acariciándolo lento.

Daryl estaba todo sudado por estar al sol trabajando en su motocicleta. A pesar del calor, usaba una camiseta y yo ya sabía bien porqué, me había dado cuenta en estos días, pero todo había empezado aquel día en que confesé mis sentimientos y terminamos haciéndolo en el sofá.  La mayor parte del tiempo se dejó llevar y estuvo muy relajado, pero mientras descansábamos abrazados, toqué su espalda y sentí las marcas. Cuando dejé mi mano quieta ahí, algo confusa, él se tensó y al notarlo, seguí como si nada acariciando el resto de su cuerpo.

Recordé que la única vez que lo había visto sin camiseta fue en la camioneta, nuestra primera vez juntos, yo misma se la había quitado, él se había tensado, pero se dejó llevar sin decir nada.
En aquel momento no le ví la espalda, y el día que estuvimos en el sofá tampoco, en cuanto me levanté, antes de seguirme, él se puso su ropa, que yacía en el piso donde la habíamos dejado caer.

Desde entonces, la mayoría de las veces que teníamos sexo usaba camiseta y cuando no, era porque yo se la retiraba, mientras él procuraba que no le viera la espalda y se vestía rápido luego del acto.

Escondía las cicatrices. Lo entendía. Yo también las tenía, pero no eran tan fáciles de esconder para mí porque estaban por todas partes: piernas, brazos, pecho, abdomen, espalda... Eran quemaduras de cigarrillo, muchas ya se habían ido y casi no se notaban, otras parecían grandes lunares extraños y aún les faltaban años para desaparecer. Tal vez algunas nunca se irían.

Los hermanos jamás preguntaron por eso y yo jamás pregunté por sus padres (aunque ya me habían contado sobre su madre), ni por las cicatrices de Daryl. Cuando estuviera listo me contaría, así como yo les diría lo de mi madre.

Daryl de a poco iba cediendo ante mis caricias y sonrisas.

—Sí te encanta esta canción —murmuré cerca de su boca y comencé a dejar besos por su rostro mientras mis manos subían por su cuerpo y me deshacía de su camiseta.

Seguí cantando, mis manos recorriendo su cuerpo mientras bailaba suavemente y daba vueltas a su alrededor, como sí fuera un show. Vi sus marcas al pasar detrás de él y tragué saliva, seguí cantando, tratando de que no se me notara nada. Llegué frente a él, crucé mis brazos detrás de su cuello y lo besé. Me apoyó contra la mesa y nos desvestimos.

Una hora después llegó Merle, quien no se paseaba mucho por la cabaña porque se había conseguido una nueva chica. Yo le daba de comer a Dixie, la bebé zorro que estaba criando. Le había puesto Dixie porque sonaba parecido a Dixon, el apellido de nuestra pequeña familia. La chiquita ya estaba más grande, no creía que corriera alguna clase de riesgo de muerte aunque siguiera tomando biberón. Ya tenía un mes, abría los ojos y oía bastante bien. También se arrastraba y hasta daba pequeños pasos, aunque algo tambaleantes.

La había llevado a una veterinaria hacia unos días, ellos no tenían mucha idea de animales exóticos, pero pudieron ayudarme con algunas cosas. Fueron quienes me informaron que tratábamos con una hembra, que tenía que darle leche tibia en biberón y que cuando le salieran un poco los dientes comenzara con papilla para perro hasta que ya pudiera comer por su cuenta alimentos más sólidos.

Siempre pensé que los zorros eran carnívoros, pero al parecer son omnívoros como los humanos, pueden comer de todo y se adaptan al ambiente en donde viven.

También tuve que comprar un libro de zorros para aprender más sobre ellos. Dentro de dos semanas tendría que empezar a comer semisólido, luego sólido y cuando pueda moverse muy bien tendría que enseñarles a cazar (no tenía idea de sí eso sería fácil o complicado de hacer). A los dos meses pasaban a comer algo de carne, cuando sus dientes se vuelven más fuertes, mientras tanto aprenden a cazar y sobrevivir con su madre.

Dixie se quedó dormida a mi lado,  yo le quité el biberón y seguí mirando la televisión, en donde estaban pasando un reality de supermodelos.

—Uff, aquí huele a sexo —dijo Merle, sin siquiera saludar, arrugando la nariz.
—Pensé que te gustaba el olor a sexo —solté, sin importancia.
—Por supuesto. Pero no él de ustedes, par de incestuosos —soltó cuando vio pasear a Daryl en ropa interior y camiseta por la cocina.

A veces bromeaba con eso, como Daryl era su hermano y él me veía a mí como su hermana, veía divertido decirnos «incestuosos». Ninguno de nosotros le prestaba atención.

Pero, claro que, a veces me gustaba molestarlo y yo había encontrado una nueva forma de hacerlo.

Me levanté, dirigiéndome hacia Daryl, lo besé y luego me subí encima suyo rodeando su cadera con mis piernas. Mi novio lo aceptó gustoso.

—¿Sabes qué? —dijo, volteando a mirar a su hermano—. Mejor vete, Merle. Quiero coger con Daryl.

Él apenas había logrado sentarse en el sofá, abriendo una cerveza.

—¡¿Qué?! Pero sí recién... ¡Ustedes son unos...! Par de conejos —negó, molesto, se levantó y se fue.

Me reí en cuanto escuché que su camioneta encendió. Daryl dejó un besó en mi mejilla antes de bajarme.

—Eres mala —dijo con una sonrisa llena de gracia.
—Él empezó —me defendí.

Luego fui a poner a Dixie en su cama, le había hecho una especie de madriguera en una caja larga con la base cubierta por trapos viejos para que durmiera cómoda. Ya era bastante grande como para no necesitar de las botellas calientes para mantener su temperatura, además estábamos aún en una temporada cálida, así que eso ayudaba.

Merle aún creía que criaba a Dixie para engordarla y comerla. Yo le juraba que sí le tocaba un solo pelo, le clavaría una flecha en las bolas.

Entre nosotros teníamos un humor y una relación bastante particular, diría que nos gustaba odiarnos. Supongo que es igual a como son las relaciones de los hermanos reales. No podría decirlo con certeza, porque yo al final me había criado como hija única. Pero pasaba algo parecido con Merle y Daryl, se pinchaban bastante, pero uno siempre seguía al otro (bueno, Daryl siempre seguía a Merle).

Una vez, no recuerdo qué era lo que quería Merle que hiciera yo, solo sé que no tenía ganas, entonces él me amenazó.

—Vamos, cariño, hazlo o le digo a Daryl que te deje y nos mudamos de estado —dijo, sonriendo, vivaz.
—¿Qué? —Reí—. ¿Crees que Daryl te sigue obedeciendo como si fueras su todo? Me tiene a mí. —Sonreí, tierna, como si fuera un ángel.
—Unas tetas y un hueco donde ponerla lo encuentra en cualquier esquina. Un hermano no —habló.

Estaba tan seguro... Y yo no pude dejar de sonreír.

Entendía que Daryl había tenido solo a Merle durante su vida, pero ahora yo también ocupada un lugar muy importante en ella. No digo que sea más importante que su propio hermano, ni siquiera diría que «valíamos» lo mismo, pero éramos una familia de tres. Nada podía cambiar eso.

—Una chica como yo, Merle, querido... Lo que yo soy para Daryl —negué—... No se encuentra en cualquier lado. Pero como quieras. ¿Quieres saber que opina tu hermano? ¡Daryl! —le llamé en un grito.
—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Lilith? ¿Qué sucede? —gritó durante todo el camino hasta que llegó al patio, en donde estábamos nosotros sentados disfrutando del sol de primavera.
—¿Me traes unas uvas, bebé? —pregunté con dulzura.

Él bufó.

—Claro. Pero me lo hubieras dicho así no hacia dos viajes. —Puso los ojos en blanco y se giró para volver a la cocina.
—¡Y a mi también! ¡Y una cerveza! —gritó Merle, molesto, viendo como se iba.
—No, buscate las tuyas, hombre —gruñó Daryl y desapareció dentro de la casa.

Volví a sonreír, vivaz, mirando a Merle, aunque sabía que él no hablaba en serio, que poco le importaba sí Daryl me seguía a mí o a él, porque nos queríamos entre todos y jamás ninguno se interpondría.

—¿Lo ves? —Arqueé una ceja.

Merle bufó y se cruzó de brazos.

—Bien, pequeña perra. Ganaste esta partida. Domaste a mi hermano —asintió, suspirando decepcionado.
—No, bonito, los domé a los dos. Solo que tú aún no te enteras.

Él rodó los ojos negando, pero reía.

Más tarde ese día, nos invitó al cumpleaños de la que era su pareja. O bueno, él no le decía pareja, novia, ni nada. Creo que tenían algo casual, pero estaban juntos, entonces yo le decía que era su pareja, para simplificar.

¿Por qué todo tenía que ser complicado para algunas personas? Sabía que tenían sexo y era exclusivos, sería suficiente para ser una pareja aunque no hubiera sentimientos. Hay parejas que se aman y no tienen sexo, ¿cuál es la diferencia? Para mí, ninguna.

Llegamos al anochecer a su departamento. Ella se llamaba Anna y yo la conocía muy poco, creo que solo la había visto tres veces en el bar de Albert. Solía costarme mucho llevarme con otras mujeres y abrirme a ellas. Y a ella parecía no importarle mucho que fuéramos familia de Merle ya que nunca trató de acercarse a nosotros, así que daba igual.

Pero, a pesar de eso, había notado que era una chica simpática y bonita, tenía curvas pronunciadas, usaba ropa oscura y mucho maquillaje.

Su departamento era muy lindo, bastante amplio, pero comencé a toser en cuanto entré porque estaba lleno de humo. Había más gente, amigos de Anna, y al parecer todos eran fumadores y yo no estaba acostumbrada a eso. A veces Merle y Daryl fumaban, pero no lo hacian cerca de mí porque no soportaba el olor. Así que después de saludar, me fui hacia el balcón y me quedé allí, respirando aire puro, apartada del resto, con la única compañía de Daryl.

En un momento, las chicas salieron al balcón, también Merle, que se dirigió a Daryl.

—Vamos a comprar más bebidas, ya no hay —le ordenó. Daryl asintió y me tomó de la mano. Entonces Anna me tomó por la otra y sonrió, deteniéndome.
—Tranquilo, Daryl, nosotras te la cuidamos —dijo, mirándolo, luego me regaló un guiño.

Daryl dudó y me miró, esperando mi opinión.

—Vamos, Lilith, quédate. Pasemos un tiempo entre chicas, seguro tienes cosas muy vergonzosas que decirme de Merle —murmuró juguetona.

Yo la observé, luego a las demás chicas, que se veían inofensivas, y por último a Daryl. Asentí y solté una pequeña sonrisa, algo tímida.

—Ve, no pasa nada. Aquí te espero —le dije a mi chico. Seguía dudoso, pero obedeció y siguió a Merle.
—¿Hace cuánto tiempo los conoces? —preguntó ella, acomodándose el pelo negro.
—Hace unos cuantos años, cuatro años —respondí.
—¿Y desde entonces sales con Daryl?
—No, empezamos este año, hace unas semanas —contesté.
—Ahh, claro. Sí, todavía eres algo jóven, ¿no?
—Tengo diecinueve. ¿Tú cuántos años cumpliste? —pregunté, arrugando algo el entrecejo porque vi que encendió un cigarrillo.
—Veintinueve, linda —me contó.

Dio una calada y soltó el humo, el humo olía diferente...

—¿Quieres? —Me lo ofreció al verme pensativa.
—No, yo no fumo —me negué, tratando de sonar amable.
—Tranquila, hay una primera vez para todo, ¿no? Créeme, te va a gustar.
—No, gracias. —Sonreí.
—¿Segura? Te va a ayudar a relajarte.

Miré su mano tendida y me fijé en el pequeño papel enrollado en sus dedos.

¿Relajarme? ¿En medio de un grupo de borrachos, un grupo de desconocidos? ¿Entre aquellas mujeres?

Tragué saliva y negué.

—Ok, sí cambias de opinión me avisas —me contestó y se lo pasó a otra chica.

Conversamos de todo un poco, qué hacíamos, de qué trabajábamos, dónde vivíamos, pero yo por alguna razón no podía dejar de mirar aquel cigarro. Ya había reconocido el olor, era un porro de marihuana. Había pensado que era de los cigarrillos que uno compra para armar, pero no, no era de nicotina, era de marihuana. Me puse incómoda muy rápido.

Daryl y Merle volvieron un rato más tarde. No tardaron en notar que estaba más apartada del grupo que antes.

—¿Quieres ir a casa? —preguntó Daryl y yo asentí. Merle se quedó, no importó, era el cumpleaños de su chica. A ninguno de ellos dos les importó que nos fuéramos, al menos habíamos venido a cumplir con la presencialidad, aunque no fuera por mucho tiempo.
—Espero Merle los vuelva a traer, fue un gusto conocerlos. Gracias por venir —se despidió de nosotros Anna, con una sonrisa.

Me agradaba, pero había algo en ella que no terminaba de convencerme. Parecía buena, y no dudaba de que lo era, pero... No lo sé. Tal vez me estaba dejando cegar por viejas experiencias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro