14
Me bajé los anteojos de sol un poco para observar mejor a Daryl, que se encontraba con camiseta sin mangas, sudado y engrasado, recostado debajo de la camioneta tratando de arreglarla.
No voy a mentir, podría haber babeado. El sol estaba fuerte, pero no tanto como él; hacia que su piel brillara como si fuera de oro y sus musculos se veían tan grandes así... Parecía esculpido, acostado allí en la tierra.
Además, desde allí yo tenía una perfecta vista de sus fuertes brazos y la camiseta pegada al cuerpo por el sudor me dejaban entrever mucho más que nunca. Entonces salió de allí, se la levantó y se limpió las manos negras en su pantalón, dejando marcas en su ropa.
—No hay nada que pueda hacer ahora, vas a tener que decirle a Merle y tendremos que caminar a casa —dijo, pero lo escuché a medias.
Al notar que no respondí, Daryl me observó y entendió la forma en qué lo estaba mirando. Puso los ojos en blanco y sacudió las manos, como sí yo fuera idiota (lo estaba siendo, sí, un poco).
—Adolescentes hormonales —se quejó en murmullos y comenzó a caminar.
Yo sonreí con picardía. Ya para esa altura, luego de meses de vivir juntos, a veces lo pinchaba un poco, con miradas traviesas y cumplidos en forma de broma. Creo que él de verdad se lo tomaba a broma, o no le importaba demasiado, como sí entendiera que era algo que podía suceder (sentir atracción por él, solo por ser una adolescente hormonal).
Carraspeé y lo seguí, antes de echar una última mirada a la vieja camioneta.
La camioneta se había averiado en medio del campo, dónde habíamos ido a practicar porque yo quería aprender a conducir y sacar mi licencia. Merle sabía de esto, estaba de acuerdo, pero ahora me mataría por dejar a su bebé, Betty (como él la llamaba), en medio de la nada, averiada.
—Dios, Merle me matará —dije, dándome cuenta de la situación.
Sin embargo, traté de no pensar en eso durante el camino. Ya sería suficiente cuando tuviera que aguantar a Merle regañándome, así que fingí que no pasaba nada hasta que fuera el momento.
Tuve que prometerle a Merle que no volvería a tocar su camioneta (mentí), que pagaría el arreglo (Daryl se encargaría de hacerlo) y le debía dos rondas de cervezas en el bar. Así que esa noche me tocó seguirlos en mi bicicleta hasta el bar (como castigo, dijo Merle; a veces se comportaba como un bastardo), mientras que ellos fueron en la motocicleta de Daryl.
Era claro que yo llegué bastante tiempo después que ellos.
Al día siguiente, fueron a remolcar la camioneta para llevarla al taller y Daryl se encargó de ella, con las herramientas correctas pudo revivirla (por suerte, porque sino la próxima víctima seria yo). Esa noche fuimos al bar a festejar doble, por Betty y por que era noche de superbowl.
Nos acomodamos cerca del televisor y compartimos unos tragos antes de que el partido comenzara, luego le dedicamos toda nuestra atención. En el medio tiempo, un chico, al que nunca había visto, se me acercó y me quiso invitar una copa. Acepté, porque no le negaba una copa a nadie, pero en cuanto se retomó el partido, no volví a mirarlo.
Nunca volví a tener nada serio con nadie, no luego de lo de Jack.
Él me había buscado, había intentado comunicarse conmigo hasta con señales de humo y trató de que lo perdonara, prometiendo que me amaba, que dejaría a su esposa y que se casaría conmigo.
Una tarde luego del trabajo, le dejé muy en claro que no estaba interesada, que no rompería un matrimonio, que no dejaría a sus bebés sin el padre y que era un mentiroso que no me amaba, sino que me usaba. Él siguió insistiendo, hasta que vio que los hermanos llegaban por mí a mi trabajo.
Daryl se había bajado de la camioneta, listo para romperle la cara. Él huyó, rápido; entendió el mensaje. No se arriesgaría de nuevo conmigo, no sabiendo que Daryl lo haría pedazos.
Y desde entonces, yo no había vuelto a salir con nadie de forma oficial o seria. No sabía bien sí Jack me había dejado algún trauma que resolver o sí se trataba de que jamás podría pensar en alguien de forma romántica si no se trataba de Daryl.
En general, tenía amoríos de una noche. A veces, se extendían unas semanas, pero solían acabar porque se encariñaban demasiado de mí y esos sentimientos terminaban por entorpecer todo, siendo sincera yo no quería lastimar a nadie, así que me retiraba cuando notaba que las cosas comenzaban a tornarse distintas. Algunas veces fue a tiempo, otras fueron tarde. Algunos de ellos aún me querían, otros me odiaban.
Aquella noche, yo quería disfrutar sola, tomando mi whisky y viendo el partido del año con la mayoría de nuestros conocidos del bar. Durante un comercial, por fin presté atención a Daryl, al chico que sí me interesaba. Noté que él no había estado en mi radar de visión desde el medio tiempo. Se habia levantado de la banqueta para ir al baño y no había regresado...
Lo busqué con la mirada entre el gentío y solo di con él cuando miré a lo lejos, a una de las esquinas oscuras del bar.
Lo había visto coquetear, bailar y manosear a múltiples mujeres diferentes. Nunca intervine, no me correspondía, porque entre nosotros solo había una amistad.
Incluso había visto algunos besos, pero en esos casos yo desaparecía rápido, porque mi corazón no era tan fuerte.
Pero aquel día no lo pude soportar. No podía quedarme de brazos cruzados y tampoco podía irme, porque él estaba siendo tocado por ella, la pelirroja que me odiaba tanto como yo a ella.
Eso fue mucho para mí, demasiado, y aún peor cuando noté que él le devolvía el coqueteo, claro.
La tipa era hermosa, con grandes ojos celestes, abundante cabello brillante, alta y delgada. Llevaba un vestido bordó que hacia resaltar su piel bronceada.
Él no sabía todo lo mal que me lo había hecho pasar esa chica, sino nunca la hubiera mirado, de eso estaba segura. Yo no recordaba habérselo contado, tal vez supiera el chisme por otra persona, pero no debía saber que se trataba justamente de esa mujer.
Y yo no iba a decírselo en aquel momento, no, preferí actuar y alejarlo de ella.
Además, más que seguro que ella solo lo quería para vengarse de mí, porque habrá notado que me gustaba el menor de los Dixon, o tal vez con ver que era cercano a mí, le bastaba para joderme. Tal vez hasta quería ponerlo en mi contra o algo así.
No la iba a dejar.
—Es hora de irnos —dije al presentarme frente a ellos.
Lo tomé de la mano y tiré de él a pesar de que balbuceaba protestas, pero me siguió sin oponer resistencia. En aquellos años, los Dixon jamás me decían que no, mucho menos Daryl.
La chica quiso detenernos, pero solo bastó una mirada mía para que no se atreviera a tocarnos. Le volvería a romper la nariz de ser necesario.
—Llevo demasiados tragos encima como para que me importe pasar toda la noche tras las rejas —dije, por las dudas, por sí no había quedado claro.
Ella no le tocaría un pelo más a Daryl. Lo entendió y se apartó. Yo gané.
Me llevé al castaño hasta la camioneta y subimos a los asientos traseros, esperando a Merle.
El partido aún seguía, por lo que todavía no era hora de irnos y no había charlado con Merle sobre esto, así que nos íbamos a tener que quedar ahí hasta que él notara que faltábamos o quisiera irse, porque él tenía las llaves y siempre era quien manejaba. Seguro todo eso iba a suceder cuando acabara el partido, al que yo había abandonado por completo por celos.
Merle no se iría antes de que acabara el superbowl y sí acababa mal para su equipo, que Dios nos salvara.
—No puedes hacer eso —se quejó Daryl.
—No puedes acostarte con ella —dije en el mismo tono que él.
Ambos estábamos muy ebrios, con la vista levemente nublada, el mundo girando suavemente y la cabeza atontada por tantas bebidas alcohólicas.
—No me digas con quién puedo acostarme. No soy tuyo —aclaró, molesto.
Era cierto. No lo era.
Pero ojalá sí lo fuera.
Ambos quedamos en silencio. Él se removió incómodo y se llevó una mano a su entrepierna. La poca luz que entró por los vidrios polarizados me dejó ver la gran erección que le incomodaba.
¿Cuánto tiempo habían estado manoseándose antes de que yo los viera e interrumpiera? Lo suficiente sí lo había puesto de esa forma.
Sentí una inmensa cantidad de celos mezclados con ira y envidia. ¿Por qué ella lo ponía así y yo no? ¿Qué tenía ella y todas las demás mujeres que yo no?
—Tengo que ir al baño —dijo tratando de bajarse, pero lo detuve tomándolo del brazo—. Juro que no la voy a volver a tocar —prometió arrastrando las palabras.
Mi corazón se ablandó al pensar que él sería capaz de no tocar a una chica si yo se lo pedía, no importa si se moría de ganas por follársela.
No pude evitarlo. Por fin, luego de tantos años, le salté encima, aunque en ese momento fue de inocencia. Con un movimiento agraciado, me senté a ahorcadas en su falda, rodeé su cuello con mis brazos y le abracé. Él se dejó llevar por un momento, hasta que su erección se volvió un problema muy real para ambos.
—Este no es momento para... —comenzó a murmurar.
Me aparté un poco, para enfrentarlo cara a cara y coloqué mis manos en sus mejillas. Le acaricié suavemente mientras nuestras miradas conectaban.
—¿Qué haces? —Tragó saliva, lucía nervioso. Muy nervioso.
—Nada, nada de nada... —murmuré. Mi corazón latía a mil por hora—. Aún.
Entonces lo besé, lento, fogoso, sexy, húmedo... Él estaba tan sorprendido que no me correspondió sino hasta que, como último recurso, metí mi lengua entre sus labios. Reaccionó de forma fuerte y salvaje. Como sí dejara por fin escapar sus impulsos más primitivos conmigo.
Sus manos aferrándose con fuerza a mi cintura. Yo temblaba como una hoja. Su lengua acariciando la mía. Su aliento a cerveza y mis suspiros. Me estaba derritiendo.
Y todo acabó rápido cuando me froté sobre su entrepierna, dejando libres mis impulsos.
Él me apartó de golpe, diría que, con miedo. Terminé contra la ventana, respirando agitada y mirándolo confundida.
—Daryl —murmuré, mi voz rota.
—No, no está bien, no —repitió. No me miraba, me evitaba.
—Daryl, por favor. Ambos queremos esto. Lo necesitamos. —Busqué su mirada.
—Lilith, por favor. No me hagas esto. —Creí oír que dijo, pero susurraba mirando hacia otra parte, así que podría haber dicho cualquier otra cosa.
Tragué saliva y me acerqué suavemente.
—No está bien —repitió.
—No, está bien —corregí. Por fin me miró, su atención estaba pérdida, pero me encontró y se aferró a mí—. Sí ambos queremos esto, está bien. Yo lo quiero, Daryl... ¿Y tú?
Volví a mi posición inicial, me monté sobre él y coloqué mis manos en sus mejillas para que solo me mirara a mí.
—¿Y tú? —Comencé a dejar besos húmedos en todo su rostro—. ¿Quieres esto? —Llegué a su boca, dejé un beso largo y profundo—. Por favor, Daryl. ¿Quieres esto? Sí me dices que no, no volveré a tocarte. Pero de lo contrario... Necesito que digas que sí. —Volví a besarlo, a duras penas me seguía el beso, se dejaba llevar muy suavemente, pero me volvía loca igual. El calor de su cuerpo, su erección en «ese» punto entre mis piernas, sus manos dirigiéndose a mi trasero... Apretó y liberé un gemido sobre sus labios, entonces asintió.
—Sí. —Fue algo así entre un gemido y un gruñido—. Sí, sí, sí... —murmuraba en mis labios.
Y por fin, se dejó llevar sin problemas, y yo también. Me moví sobre él mientras él me apretaba y besaba todo lo que quería. Desapareció mi camiseta primero, porque él quería disfrutar de toda mi piel, y luego desprendí su pantalón porque necesitaba más de él, más, más, más. Después sus manos tomaron mi short y se deshicieron de él, comenzaron a jugar con mi ropa interior y mi piel más sensible. Entre gemidos, retiré su camiseta y lo lamí por todas partes.
Al final, cuando no aguantamos más el juego previo, nos deshicimos del resto de la ropa. Y lo hicimos en esos asientos de cuero desgastado hasta que sentimos que nos partíamos en pedazos y no podíamos respirar.
Nos volvimos a vestir al terminar. Creo que nos quedamos dormidos allí. Marle llegó en algún momento y condujo a casa en silencio. Creo que Daryl me llevó a mi cama, pero dormí sola esa noche. Y al otro día, ni siquiera lo encontré en toda la casa.
N/A: ESTOS DOS ME QUITAN EL ALIENTO AAAAAAAAAAAAAAA
PD: por fin tuve animos de editar, espero disfruten el cap <3 ya voy a editar el siguiente para no tardar tanto la otra semana, seguro lo subo el lunes :)
PD2: No escribí esto con ánimos de sexualizar a Daryl, ni a Norman, ni a nadie. Por eso no he sido muy explicita (hacerlo así me pondría muy incómoda, por eso me gustó mucho como quedó este capítulo, es suave y picante a la vez).
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