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With love, Cupid | Lisoo (II)

...Abandonó sus alas para amar con los pies en la Tierra.

[♡]

Lisa no se hubiera creído absolutamente nada de esa carta, y hubiera pensado que era una molesta y estúpida broma de Jisoo, de no ser porque la azabache desapareció de un momento a otro, dejando todas sus cosas, y al tercer día apareció un tipo vestido en una túnica blanca estilo romana, con unas sandalias con alas que aletearon cuando sus ojos se posaron en estas

—¿Tú eres Lalisa Manoban? —preguntó aquel hombre, tenía el cabello corto y algo rizado. La humana no podía negar que era muy r, así que se ruborizó, sólo pudiendo asentir—. ¿Conoces a... Kim Jisoo? —leyó el nombre en un papel que cargaba en su mano.

De inmediato Lisa asintió, en sus ojos se notó su preocupación.

—¿Sabes dónde está? No ha regresado y-

—Y no regresará —la interrumpió, le extendió el papel que llevaba en las manos—. Es una carta de su parte, la escribió para ti, espero que te sirva de algún consuelo, los humanos siempre son un asco para afrontar las pérdidas.

Lisa frunció el ceño y tomó el papel lentamente mientras aquel hombre terminaba de hablar, haciendo que no entendiera nada.

—¿Qué? —preguntó, esperando que aquel tipo aclarara algo de todo aquello, pero en vez de responder, el hombre tan atractivo desapareció en una nube de humo y brillos frente a ella—. ¿Qué putas...?

Miró a cada lado pero no había rastro de nada, y se preguntó a sí misma si no estaba drogada, mientras cerraba la puerta del departamento.

Miró el papel, que resultó en una carta, bastante larga, y estaba sorprendida de que Jisoo pudiera escribir tanto.

Comenzó a leerla, no entendía nada, le tomó varias lecturas terminar de creerlo, aunque las lágrimas comenzaron a caer por su rostro en la primera, sin poder detenerlas.

Primero eran lágrimas llenas de enojo, pero no pudo ocultar la tristeza de perderla, de tener su corazón roto, otra vez, pero esta vez estaba completamente sola.

Y es que todos sus corazones rotos los había pasado en compañía de Jisoo, era ella quien la envolvía en una manta calentita cuando lloraba por otro fracaso, era ella quien le preparaba chocolate caliente y le decía palabras lindas y suaves con cada cosa mala que ella opinaba de sí misma.

Cada vez que Lisa decía que iba a quedarse sola
para siempre, que nadie la querría y que se sentía horrible; Jisoo siempre le decía que iba a quedarse a su lado, que ella la quería muchísimo y que era hermosa.

Cómo no podría enamorarse de Jisoo, si era maravillosa, como persona, en cada gesto dulce que hacia para hacerle sentir bien, siempre podían sonreír juntas, era siempre la que le levantaba el ánimo y la impulsaba continuar. Quién cada vez que se lastimaba, la curaba con sus palabras para que pudiera salir de nuevo.

Y así, de la nada, tenía que pasar todo sola, otra vez, tan sola como la primera vez que se habían visto.

—Y no volverá... —murmuró, sorbiendo su nariz—. Lo que sea que le hayan hecho... No volverá... —ahora las palabras de aquel tipo raro tenían sentido.

Solo esperaba, que lo que sea que estuviera pasando con Jisoo, que al menos no estuviera sufriendo en ningún lugar del infierno, porque no había hecho nada malo.

Está vez, se envolvió sola, aunque la manta no la abrigó lo suficiente, sintió frío igual, y fue al cuarto de Jisoo, que tenía todas su cosas, y su olor, sólo para abrigarse en algo más.

Pasaron varias horas, el sol se ocultó en el horizonte y en el comienzo de la noche, el hambre hizo que su estómago doliera, pero no se sentía capaz de comer nada.

En ese momento, quedarse en cama para siempre sonaba como un buen plan.

Quizás eran cerca de las diez de la noche cuando el timbre del departamento sonó, y no quiso ir a abrir.

Se suponía que estaba sola, no debería tener ninguna visita.

Espero a que se fuera, pero volvieron a insistir, y al tercer timbre se levantó sin ganas, y juró que si era la vecina pidiendo azúcar le iba a meter la azucarera en el trasero.

Abrió la puerta y su corazón dio un vuelco al ver a Jisoo, quién sonrió de forma tímida.

—Hola. ¿Tú eres Lalisa? —preguntó, y se acomodó sus anteojos sobre el puente de su nariz.

Lisa frunció el ceño, le pareció que había algo raro en todo aquello, Jisoo no usaba lentes y había hablado como si en serio no tuviera idea de quién era.

Asintió y sintió un nudo crecer en su garganta.

—Oh, que bueno... Intenté encontrar esta dirección todo el día —buscó entre sus bolsillos para dar con un papel pequeño—. Quizás me puedas explicar algo de lo que está pasando, porque no recuerdo nada y sólo aparecí aquí de... No sé dónde... Con este papel en la mano —le enseñó un papel pequeño, que tenía la dirección de su departamento, y una nota que decía: "Busca a Lalisa".

—Jisoo, ¿no recuerdas nada?

La azabache la miró sin entender, frunció un poco el ceño.

—¿Cómo sabes que me llamo Jisoo? —murmuró, de golpe sus cejas se alzaron con sorpresa y rió un poco—. Oh, claro, me conoces, por eso quién sea que escribió esto me mandó a buscarte, claro, tiene sentido.

—Cuando ese tipo dijo que no volverías... No se refería a que no estarías aquí de nuevo, se refería a que no serías tú de nuevo.

—¿Quién? ¿Qué tipo? ¿De dónde no iba a volver?

—Jisoo —tomó sus mejillas, y de inmediato esta se ruborizó—. ¿En verdad... No recuerdas nada?

Kim sólo murmuró un "Ehhh..." nerviosa, sin saber qué decir, sus ojitos iban al rostro de Lisa y a sus manos, sintiéndose muy acalorada.

—¿No me recuerdas? ¿No recuerdas lo que eras? ¿Lo que hacías? —comenzó a llorar y Jisoo se sintió horrible por aquello.

—Lisa... —sus manos dudaron un momento en limpiar sus lágrimas o no, hasta que sus pulgares acariciaron sus mejillas para borrarlas.

—¿No recuerdas que te amo? ¿No recuerdas que tú me amas también? ¿En verdad te perdí? —rompió en llanto y la abrazó, escondiendo su rostro en el hombro de la mayor.

"Al menos está aquí... Una parte, al menos no estaré completamente sola", pensó, en un intento de sentirse mejor.

—Ay, ustedes los humanos sienten tanto las emociones que esto duele mucho más de lo que imaginaba —Jisoo también comenzó a llorar—. ¿Por qué son tan sensibles?

—¿Qué? —se separó de ella y borró sus mejillas de forma brusca, mirándola aún más confundida que antes.

Jisoo sonrió y limpió unas cuantas lágrimas de sus ojos también.

—Lo siento mucho, Lis... Sí te recuerdo, recuerdo todo.

—Maldita desgraciada —dijo la menor en un sollozo.

—Gracias... Y, ¡adivina quién es humano ahora! —abrió sus brazos—. ¡Yo! ¡Sorpresa! Ahora tengo astigmatismo, mis huesos son débiles, soy hipersensible y siento todo muchísimo más fuerte que antes y... Dios, quiero llorar, qué mierda.

Lisa no pudo evitar reír, era la misma idiota de siempre.

—¿Dejaste tu estatus de ser inmortal en el que puedes disparar a la gente...?

—Para estar con mí alma gemela —sonrió—. Que por cierto, algún Cupido nos va a disparar así nos unimos oficialmente, en algún momen-... Oh —llevó una mano a su pecho, sobre su corazón, donde sintió un ligero apretón—. ¿Lo sentiste?

Lisa negó, riendo.

—Me siento igual que siempre, igual que antes.

—Entonces ya estabas flechada, te has flechado sola, Lisa —sonrió ampliamente—. Y de mí, Dios, qué gustos tan malos que tienes.

—Jisoo... —Lisa tomó sus manos—. Eres maravillosa, y desde el primer momento en que te vi fuiste hermosa conmigo, me has tratado mejor que nadie más, me has hecho compañía en mis peores momentos y nunca me dejaste de lado... Tengo un muy buen gusto porque eres muy buena.

Jisoo estaba más ruborizada que nunca, y no pudo decir nada al respecto, balbuceó un poco antes de cambiar de tema.

—Lo siento por todo eso, me gusta el drama y-

La tailandesa volvió a abrazarla y unió sus labios en un beso que había esperado mucho tiempo, el contacto fue más fuerte y más intenso que antes, Jisoo experimentó por primera vez las emociones humanas pudiendo sentir toda la emoción que transmitía un beso, un roce de lenguas, unas pequeñas manos presionando sus mejillas, y la falta de aire hasta quedar algo mareada, embriagada en los belfos de la linda menor.

Al separarse sólo pudo mirarla con sorpresa y admiración.

—Se siente mejor de lo que ya era —murmuró, habiéndola reír, Lisa la entró al departamento y cerró la puerta para besarla otra vez.

Comenzaron una sesión de besos dónde Jisoo sintió todas la sensaciones tan humanas; como el cosquilleo en su estómago, la sensación de que sus piernas se debilitaban, el como su corazón se aceleraba y sentía calor en todo su rostro.

Como Cupido, el ser inmortal y superior, era muy insensible, tanto físicamente como emocionalmente, como humano, podía sentir las cosas un millón de veces más.

—Lisa, necesito respirar o me desmayaré —dijo, mientras la rubia dejaba un chupetón en su cuello, luego de tanto besuqueo, la otra sonrió contra su piel y tomó su mano, llevándola lentamente al cuarto que le pertenecía.

Jisoo se recostó en su cama individual e invito a Lisa a acostarse sobre ella, cosa que la menor aceptó con gusto, colocándose sobre su pecho para escuchar sus acelerados latidos.

—Creí que... Te habías ido para siempre, y que estaba sola de nuevo —murmuró.

—Te dije muchas veces que no te dejaría sola, Lisa.

Ella sonrió y se frotó contra su pecho con cariño.

—¿Qué te dijeron en tu juicio, Chu?

Jisoo suspiró, acariciando su cabello antes de hablar.

—Me dijeron que si yo fui capaz de sentir amor, hacia ti, que si yo era capaz de enamorarme, es porque el sentimiento era enorme, más grande que la insensibilidad de los inmortales... Y que el amor no era un castigo, por lo que no me harían nada malo. Me dijeron mis opciones, yo nunca podría amarte correctamente siendo inmortal, y tarde o temprano te vería envejecer y morir, tú me verías siempre igual... Aunque en realidad, tendría que cambiar de lugar para que nadie se entere de mí inmortalidad y dejarte antes de que eso pasara, huir cuando todavía fueras joven... Aunque aceptara amarte tendría que dejarte pronto. O podía perder mis alas, mí puesto y mí inmortalidad, me convertiría en humano y podría vivir contigo todo lo que quede de vida... Pero si vengo a esta vida a estar sola, sin compartirla con alguien, ¿cuál es el punto? La decisión no fue muy difícil.

Lisa sonrió y alzó la vista hacia la azabache.

—¿En serio?

Jisoo asintió.

—No dudé ni un segundo —dijo, y sonrió, haciendo que la contraria se sintiera una afortunada de verla—. Porque te amo, Lisa.

Rió de felicidad y se acercó de nuevo a su rostro.

—Yo también te amo —susurró, antes de unirse en un beso de nuevo.

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