❝ Donde Jisoo molesta a Lisa para llamar su atención y lo logra. ❞

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El grito de su padre anunciándole que era hora de desayunar despertó a Jisoo. La chica gruñó y se puso una almohada sobre su rostro. Al retirarla, bostezó y se pasó las manos por la cara queriendo quitar cualquier atisbo de sueño. Frunció el ceño cuando la puerta se abrió de golpe y su golden retriever junto a su pequeña hermana le saltaron encima.

—¡Jisoo, Jisoo! —gritaba eufórica la niña mientras su peludo amigo estaba corriendo al rededor del colchón y saltando sobre el cuerpo de la castaña—. Papá me mandó a que te levantara ¡levántate perezosa! —gritó.

Jisoo, quien se había hecho la dormida, esperó a que su hermanita dejara de saltar sobre ella al igual que el perro y, sin que ninguno de los dos se dieran cuenta, tomó a la niña en brazos y se levantó de golpe con ella.

Los gritos y ladridos se escuchaban perfectamente desde afuera para desgracia de Lisa, que tenía que estar justamente al lado de la escandalosa familia. La chica pelinegra rodó los ojos y miró a través de la puerta de cristal de su balcón a su vecina con la niña sobre sus hombros y el perro corriendo detrás de ellas.

Decidió parase del escritorio y salió, necesitaba concentrarse y el escándalo de sus vecinas no la ayudaba para nada.

—¡Jisoo! —la llamó.

La mayor volteó hacia su vecina y sonrió. Dejó a su hermana en el suelo y salió a su balcón para hablar más cómodamente con Lisa.

—Tan temprano y ya traes esa carita de odio a todos —la molestó.

—Solo te odio a ti.

Ella se rió.

—Tanto me odias que vienes acá y me llamas, seguro querías escuchar mi linda voz y ver mi hermosa cara.

Irritada, Manoban responde.

—Vine acá a decirte que te callaras.

—Pero tienes que darme un beso —señala—. Me parece un buen trato.

—Uhhhh, a Soo le gusta Lisa unnie —canturreó la niña.

Lisa rodó los ojos y Jisoo rió.

—Claro que me gusta, Hyiseo. ¿Acaso no es linda?

La niña sonrió mientras asentía feliz. Lo último que vio la castaña fue el dedo medio de Lisa mientras que entraba a su habitación nuevamente y lo último que escuchó Lisa fue un "¡hay niños acá!" por parte de Kim.

***

—Jennie me invitó a la fogata de hoy —dijo Rosé, la mejor amiga de toda la vida de Lisa. Ambas chicas llevaban siendo amigas desde siempre, prácticamente.

Ahora, Rosé estaba encantada contándole cómo es que Jennie Kim, la mejor amiga de su irritante vecina, la había invitado a la tan mítica y "genial" fogata que solían hacer siempre que el año escolar acababa. A ella no le parecía para nada cool esa celebración, ¿qué tenía de bueno un montón de adolescentes ebrios, hormonales y drogados con una fogata hecha con cualquier basura que hallaban en el bosque? Nada, incluso era peligroso. Así que realmente no entendía.

—Espero te diviertas —dijo Lisa.

Rosé se detuvo y la tomó del brazo para detenerla a ella también.

—¿Cómo que "espero te diviertas"?

Lisa bufó.

—Pues sí, Rosé. ¿Te digo que no te diviertas? —preguntó irónicamente.

—Eres una tonta cuando quieres —respondió—. Tú irás conmigo.

—No —negó—. Además, ni estoy invitada.

Y como si fuera invocada por el mismísimo Satanás, Jisoo apareció en su skate agarrada del sillín de la BMX de Jennie y se detuvo frente a ellas, claro, no sin antes haber espantado a Lisa.

—Señorita Lalisa Manoban, estás cordialmente invitada a la grandiosa fogata que haremos este fin de semana.

Esta frunció el ceño y negó.

—No iré a ningún lado y menos contigo.

De la manera más dramática, Jisoo se llevó las manos al pecho.

—Me acabas de romper el corazoncito.

—Vamos, Rosie —quiso llamar a su mejor amiga, pero ya no estaba a su lado, sino que se hallaba subida en los conos que tenía la BMX de Jennie, con la chica llevándola, y ya estaban lo bastante lejos como para escucharla—. Traidora...

—Te llevo yo —ofreció Jisoo.

—¿Y cómo pretendes llevarme en esa cosa? —preguntó con desdén.

Kim frunció el ceño, ofendida.

—Oye, no te refieras a ella así.

Lisa negó y se dispuso a caminar, dejándola hablando sola. La más baja puso su tabla en el piso y se montó en esta para alcanzar a su vecina.

—Eres muy grosera, Lis —se había posicionado a su lado mientras iba impulsándose levemente—. Me dejaste con la palabra en la boca.

Lisa no dijo nada. Jisoo frunció los labios y volvió a hablar.

—Entonces... —se metió las manos a los bolsillos de su pantalón—, ¿irás?

Lisa se detuvo y ella también.

La pelinegra la analizó rápidamente: no muy alta, castaña de cabello largo con una snapback azul marino, camisa blanca dos talles más grande que ella con el estampado de un dibujito animado que no conocía, un pantalón cargo, un par de Vans de la vieja escuela, un reloj en su muñeca y en la otra varias pulseras y por último, el skate desgastado que llevaba para todos lados, al que apenas y se le percibía un par de pechos en bikini de personaje de anime.

Para nada su tipo y aun así, aunque lo negara a los demás, le atraía.

—Hagamos un trato —empezó Lisa. La otra asintió—. Si yo voy a la fogata tú prometes no hacer ruido por las mañanas como todos los días lo haces, ¿si?

—Lo prometo —dijo rápidamente.

Lisa se sorprendió, creyó que tendría que insistir más.

—Bien...

—¡Genial! —celebró Jisoo—. Nos vemos esta noche entonces.

Lisa hizo un sonido de aprobación y esperó a que la menor se fuera.

Nunca lo hizo.

Decidió dejarlo pasar y retomó su camino con Jisoo detrás de ella nuevamente sobre su tabla. Llegaron hasta sus casas y, despidiéndose, cada una entró a la suya.

***

El sábado había llegado bastante rápido para gusto de Lisa. Rosé había llegado a su casa junto a Jennie listas para irse. "Jisoo es de las que organiza todo", fue lo que dijo la mejor amiga de la castaña.

El camino hacia el estacionamiento medio abandonado fue tranquilo, Jennie iba en su BMX, Rosé en los conos y Lisa al lado de las dos caminando. Al llegar pudieron ver que ya varios adolescentes estaban en el sitio.

Lisa tenía que admitir que el ambiente se sentía bastante agradable. Se las habían arreglado para poner un pequeño escenario con algunos instrumentos para escuchar música en vivo por parte de los que ella pudo reconocer como los chicos de la banda de su instituto. Varias neveras portátiles donde habían bebidas y mesas con comida. Tenían un sitio donde se podían simplemente sentar y charlar y otro donde podían ir a bailar.

A lo lejos miró a Jisoo hablar con unas cuantas personas y como si la hubiese llamado, volteó a mirar a Lisa, quien la miró despedirse, por lo que supuso, y correr hacia ellas.

—Llegaron —habló contenta. Agarró a Lisa del brazo mientras se despedía de su mejor amiga y Rosé y la llevó a uno de los sofá que habían instalado.

Lisa aceptó la lata de cerveza que le ofreció Jisoo y agradeció. Kim se sentó a su lado con una bebida en su mano también.

—Gracias por venir. Sé que a veces puedo ser algo irritante pero... —se mordió el labio—, lo hacía porque fue la única forma en la que me prestaste atención —admitió.

Lisa la miró confundida.

—Te lo juro —aseguró Jisoo—. Era como invisible para ti.

—¿De verdad?

—De verdad. Creí que, tal vez, molestándote, haría que al menos me hablaras para decirme que te dejara en paz y pues, funcionó —Lisa rió al ver la sonrisa de triunfó de la mayor.

Un silencio cómodo se instaló entre ellas. Tan solo estaba su compañía junto a la música y las voces de los demás adolescentes. No pasaron ni treinta minutos cuando escucharon a lo lejos unas sirenas de policía que hicieron que todos empezaran a correr.

Jisoo rápidamente tomó a Manoban de la mano y su skate con la otra y corrió hacia la carretera.

—¡Jisoo! —escucharon la voz de Jennie. Venía pedaleando rápidamente en su BMX hacia ellas. La chica de ojos gatunos se bajó con rapidez y tendió su bicicleta a su mejor amiga—. Váyanse en esto, yo iré con Rosé en el auto de Nayeon. Les diría que fuéramos todas pero no cabemos.

Jisoo asintió y le dio su skate a Jennie, quien lo tomó y salió corriendo al Chevrolet Camaro del sesenta y nueve.

Jisoo se sentó en el sillín y le hizo una seña a Lisa para que se subiera también. Esta, con la adrenalina en su cuerpo y sin pensarlo, puso sus pies sobre los conos y agarró los hombros de la más baja con fuerza. El susto que se dio cuando Jisoo se paró sobre los pedales para aumentar la velocidad fue tanta que pegó un grito.

—¡Kim, más te vale no hacernos caer o te juro que te quemo la patineta!

La amenaza la hizo reír.

—¡Tranquila, princesita, que sé manejar muy bien!

El sonido de las sirenas había empezado a desvanecerse por la distancia, Jisoo también había dejado de pedalear con rapidez y ahora solo dejaba que la velocidad fuese disminuyendo para volver a mover sus piernas.

Lisa cerró los ojos sintiendo la fría brisa en su rostro, su cabello estaba desordenado al igual que el de la castaña, solo que esta llevaba una snapback que lograba disimular un poco. La más alta tomó la visera y se la quitó para ponérsela ella.

—Hey —rió Jisoo.

Había decidido parar en un pequeño parque que había a muchos kilómetros de distancia del parqueadero donde estaban. Lisa se bajó y se paró frente a Jisoo, quien decidió quedarse sentada sobre la BMX. Sonrió al ver su gorra sobre la cabeza de Lisa.

—Te ves muy bien. Mira —se quitó su sudadera grande, quedando en una camisa básica negra y se la tendió a Lisa. La chica se la colocó—, solo te falta la tabla y ya estás lista para ir a un skate park.

Lisa negó con la cabeza mientras sonreía y se quedó mirando a la joven que tenía al frente.

—Siento que la noche haya acabado así —Jisoo fue la primera en romper el silencio.

—¿Ya había pasado antes?

Ella negó.

—Es la primera vez en las cuatro veces que he asistido.

—Bueno, igual no fue malo —habló Lisa—, tengo buena compañía.

La menor se acercó a la chica que seguía aún sentada en el sillín del de la bicicleta y puso una mano sobre su hombro, inclinándose levemente para dejar un beso en sus labios. Cuando iba a separase, una mano en su cintura lo evitó y terminaron compartiendo otro más.

—Una muy buena noche la verdad.

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