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Sensitive | Chaelisa

"Lisa era tan sensible, y eso a Rosé
le encantaba".

Adv: Smut.

[♡]

Era un noche cálida, habían cenado bien y ahora simplemente estaban pasando el tiempo acostadas en la cama esperando la hora de dormir. Lisa estaba jugando en su nintendo y Rosé solo se encontraba mirándola, abrazada de costado a su cintura. La rubia observaba la linda cara de su novia, como de vez en cuando fruncía el ceño por lo que veía en la pantalla, o cuando sacaba un poquito su lengua y la mantenía entre sus dientes, simplemente adorable.

Pero Rosé se estaba cansando, y de repente sus dos semanas sin sexo debido al periodo de ambas se hizo presente. Si, ella definitivamente quería tener relaciones, entonces, ¿por qué no provocar a Lisa?

Empezó con un juguetón toque en los senos de la pelinegra, esperando algún tipo de respuesta pero esta ni se inmutó, esto hizo que la rubia ponga más empeño en que su novia le dé atención.

Bajó la blusa blanca de su novia, dejando expuesto su brasier blanco con una linda tira de encaje en la parte superior. Rosé miraba la cara de la tailandesa, esperando alguna respuesta, pero solo vió como fruncía el ceño y movía un poco su consola.

Rodó los ojos y presionó uno de sus pechos, eran tan suaves, le encantaban.

—Liz~ —lloriqueó la mayor mientras subía su mano al cuello contrario. Le indignaba que no se inmutara ni un poco.

—¿Si, amor? —habló finalmente. Lisa no era estúpida, tal vez solo se estaba haciendo. Quería ver a cuánto llegaba su Rosie, por esa razón, no la miró cuando le contestó, ella seguía "muy concentrada" en su juego.

—¿Quieres dejar eso y darme atención? —preguntó mientras seguía acariciando por sobre encima de su pecho.

—No —realmente tenía ganas de reír, amaba ver a Rosé frustrada.

—Bien.

Claramente no se iba a conformar con eso, así que se acomodó un poco más arriba y comenzó a acariciar los senos de Lisa con más intensidad, ella sabía que quería, nunca haría algo para sobrepasarse con la menor. Subió su cabeza y besó la clavícula de la pelinegra, y lo sintió, sintió cuando el pulso de su menor se aceleraba. Sonrió. Subió aún más y besó su cuello a la vez que metía su mano debajo de su ropa interior, acariciando su pezón.

—No me dejas ver, Chaeng —se quejó y ella hizo un puchero.

—Lili, deja eso amor —ahora su mano también estaba por su abdomen—. Yo sé que quieres, vamos —susurró a su oído mientras comenzó a repartir besos por su cuello y clavículas.

—No~ —se negó, intencionalmente sacó la mano de su novia de su pecho.

—Ay Dios, deja esa mierda —Rosé llegó al borde de su pequeña paciencia y le quitó la consola. Lisa sonrió, su Rosie tenía tan poca paciencia, iba a darse la vuelta para posicionarse encima de la rubia, pero no se lo permitieron—. Ah no, Lisa, hoy te quedas abajo.

Lisa se sonrojó. ¿Ella? ¿Debajo? No, definitivamente no le gustaba la idea.

Pero al parecer a su novia sí, ya que bajó hasta su cuello y succionó fuerte.

—Ah~ Rosé, déjame —no le gustaba ser la que recibía placer directamente, ella disfrutaba más dándolo, o eso decía.

—Vamos, Liz, ambas sabemos que te gusta. No es algo que no hayamos hecho antes —le sonrió.

Rosé se sentó sobre la menor y le sacó la blusa. Llegó su momento favorito, definitivamente amaba los pechos de su novia. Corrió un poco el brasier de Lisa y tocó su pezón rosado, lo amaba. La respiración de la chica era pesada, no miraba, tenía la cabeza hacia el costado, no estaba en sus planes ser la pasiva esa noche, pero no iba a negar que lo disfrutaba.

Rosé apretó el pequeño pezón antes de llevar su boca hacia el. Succionando fuerte, no tanto para lastimar a su pequeña, pero si para hacerla gemir. La pelinegra daba pequeños quejidos mientras Park trabajaba en sus pechos, de uno al otro. Sintió como se detenía y tuvo que alzar la cabeza para mirar, vió a la rubia levantar la cabeza mientras un hilo de saliva conectaba su boca con el pezón, hechó la cabeza hacia atrás mientras largaba un gemido. Era la cosa más caliente que había visto en semanas, y pobre de Lisa lo que le faltaba por ver.

Rosé sabía que la de ojos grandes era muy sensible, así que estaba dando todo su esfuerzo para complacer bien a su novia.

El último gemido la sorprendió, no lo esperaba, no cuando ya no estaba haciendo nada. Subió hasta la boca de la pelinegra y se besaron con fuerza, lenguas entremedio, quejidos por parte de ambas y el calor cada vez más fuerte. Se separó y bajó hasta su cuello, succionó fuerte, quería marcarla, ni siquiera pensó en lo que tenían que hacer al día siguiente o si era muy visible, solo los hizo; uno, dos, tres, se detuvo cuando iba a hacer el cuarto.

—Basta amor, basta por favor —suplicó, por un momento pensó que la lastimó pero luego completó—. Mañana debo trabajar y los estás haciendo muy a la vista —y entonces, Rosé sonrió, recordando las veces que le había suplicado de igual manera a ella para que parara pero la ignoraba.

Era su turno de jugar.

—Entonces más abajo, Lili —y bajó a las clavículas, su segundo lugar favorito en el cuerpo de Lisa. Hizo lo mismo mientras la más baja gemía cada vez más fuerte y sujetaba su cabeza aún más cerca de ella, si era posible.

—Sácatela —dijo refiriéndose a la remera que tenía la rubia. Esta no rechistó y lo hizo, la pelinegra se sorprendió cuando se dió cuenta que no llevaba sujetador—. Mierda —hizo el intento de subir su cuerpo para besarla, pero Rosé se negó.

—Mm, mm, hoy no Lili, hoy eres solo tú —negó.

—Per-

—Pero nada Lili, no seas testaruda y se una niña buena, ¿si? —sonrió con codicia, bajando nuevamente a sus pechos—. ¿Te parece si sacamos este? —señaló el sujetador. Lisa asintió y levantó un poco su espalda para poder desabrochar el sostén.

—¡Ah! Rosé~ —gimió cuando repentinamente la rubia dió una suave, pero fuerte para su sensible pezón, mordida. La mayor quería más, notaba a Lisa cada vez más excitada y eso la entusiasmaba.

Bajó su mano por el abdomen de la pelinegra y la metió dentro de sus shorts.

—Mm, no, Rosie —paró su mano, se seguía negando y Rosé no sabía por qué la avergonzaba tanto recibir placer.

—Amor, relájate, confía en mi —aconsejó mientras tomaba sus brazos y los colocaba a sus costados. Bajó del regazo de la menor y desabotonó los pantalones de esta, los bajó y pudo ver lo húmeda que estaba. No se contuvo mucho tiempo y rápidamente llevó su mano hacia su centro.

Lisa se llevó un brazo hacia su cara, tapándola, le avergonzaba que la vean así, no sabiendo muy bien la razón, solo lo hacía, y mucho. Rosé siguió frotando su centro mientras ella largaba pequeños quejidos y gemidos. Sus caderas se levantaban casi involuntariamente, buscando más contacto.

Finalmente bajó las bragas de la pelinegra y la tocó sin la tela de por medio.

—Ah~ Rosé... —se quejaba. Rosé lo amaba, amaba verla tan débil ante ella, con el cuerpo sudoroso y el cuello marcado por ella. También amaba lo sensible que era Lisa, siempre se preguntaba porqué solía ser ella la que llevaba el control cuando era mucho más placentero cuando estaba debajo.

A estas alturas Lisa estaba completamente desnuda, con las rodillas flexionadas, un brazo tapando su cara y otro sujetando su muslo, sus uñas clavándose fuerte en este. Y Rosé juraba que era la escena más caliente que había visto nunca.
No quería hacer esperar a su pequeña, así que bajó la mano hasta su centro y comenzó a acariciar su clítoris. Los gemidos contrarios ahora eran más fuertes, junto con quejidos y pequeñas negaciones.

Llevó su cuerpo sobre el de la tailandesa y con su mano libre sacó el brazo de la cara de Lisa.

—No dejas que te vea, bebé —comenzó a repartir besos por su mandíbula y cuello.

—No quiero... Ah... Que mmh me veas —insistió en taparse el rostro. Park rodó los ojos y dejó un rápido beso en sus labios. Bajó hasta su centro y dió una lamida—. ¡Roseanne! —gritó mientras seguía largando gemidos cada vez más fuertes, esto volvía loca a la rubia, comenzó a lamer más fuerte, encontrando el clítoris y concentrandose en ella.

Lisa no paraba de gemir, movía sus caderas para aún más contacto, estaba al borde del orgasmo y entonces, Rosé se detuvo.

—Mm, no no amor, ya casi —sonrió ante la súplica de la tailandesa y llevó dos dedos a sus labios.

—Chupa —Lisa no se hizo rogar y rápidamente comenzó a chuparlos, pasando la lengua entre los dos, sintiendo aún su escencia en ellos. No dejaba de largar pequeños jadeos y quejidos, odiaba ser tan sensible.

Luego de unos segundos, Park sacó sus dedos de la boca de su novia y los llevó a su entrada, sin esperar, la penetró fuerte y duro. Lisa largó una mezcla entre un gemido y grito, totalmente desgarrador, pero la rubia sabía que estaba bien, no la había lastimado. Las manos de Lisa ahora estaban presionando las sábanas a su costado, los nudillos blancos por la fuerza que ejercía. Su cabeza hacia atrás, dejando su cuello expuesto, y la espalda arqueada. Los gemidos no se detenían, las embestidas tampoco, ambos cada vez más fuertes. Rosé sintió como los músculos de la muchacha se apretaron al rededor de sus dedos.

—¡Ah! Mmh, Rosie, me voy a correr —sus caderas cada vez moviéndose más.

—Hazlo, vente en mis dedos —y Lisa se soltó, con un fuerte gemido y su cuerpo en pequeños espasmos. La mayor subió rápidamente a su boca, besándola fuerte mientras lentamente sacaba sus dedos de su interior. Llevó nuevamente sus dedos a la boca de Lisa y gustosa la abrió, probándose a si misma una vez más.

La neozelandesa la vió así, con sus dedos en la boca, su rostro colorado y sudado, ojos llenos de lágrimas y el cabello alborotado. Casi tiene un orgasmo de tan solo ver esa imagen, pero entonces decidió que ese no era el fin. Haría que Lisa le suplicara parar, tal vez dos o tres orgasmos más, haría que su pequeña dejara de tener vergüenza. Si Lisa minutos atrás se quejaba de las marcas ahora se tendría que quejar del dolor que le provocaría caminar.

Sacó sus dedos de la boca de la otra y los llevó a la suya, cuando Lisa hacía eso le resultaba tan caliente, pero ahora que era ella la que llevaba el control, se le hacía mucho más excitante. Los chupó y largó un gemido, se acomodó sobre Lisa una vez más y le dió un beso corto.

—¿Seguimos? —cuestionó inocentemente, Lisa la miró a los ojos rápidamente.

—¿Seguir? —Rosé volvió con su labor de acariciar su cuerpo—. Creo que fue suficiente y- —se cortó cuando la rubia comenzó a lamer su pezón nuevamente—. Mierda, mierda, mierda-

—¿Qué es esa bocota, Lalisa? —se levantó—. Lisa —comenzó, mientras bajaba su mano al sexo de la chica de nuevo—, me suelo preguntar por qué te pones en el papel de activa y controladora cuando ambas sabemos que eres mucho más sensible que yo —Lisa luchaba con mirarla mientras jadeaba y solamente quería cerrar los ojos y disfrutar.

—Es mejor cuando te lo hago a tí —contestó.

—¿Si? Pues hoy las cosas son diferentes así que, ¿dónde está ese juguete que usas conmigo? —salió de la cama y fue a buscar en los cajones.

—No, Rosé, mierda eso no —se levantó detrás de ella. Rosé reía.

—Oh, aquí está —alzó el vibrador con el que tanto lan había torturado—. A la cama, Manoban —mandó. Dios, le encantaba tener el control, definitivamente tenía que ser así más seguido.

—Pero —Rosé la miró seriamente.

—Creo que ambas sabemos que esto es mejor que las esposas —alzó una ceja, sonrió en su interior sabiendo que ahora tenía algo con que amenazarla.

—Carajo, Roseanne —se dió la vuelta para volver a la cama—. Por lo menos desnúdate, no es muy cómodo el roce de tus pantalones —la rubia rodó una vez más los ojos y se sacó las únicas prendas que tenía. Se dió la vuelta y agarró el pequeño control del vibrador.

Caminó hacia la cama y se posicionó arriba de Lisa, bajó hasta sus labios y comenzaron un beso duro, luchando por el control. Se separaron por la falta de aire y Park volvió a su cuello, Lisa le acariciaba la cabeza mientras jadeaba. Rosé siguió bajando hasta llegar a sus pechos, contorneó el pezón con su lengua y chupó, los quejidos de la otra eran cada vez más fuertes. Antes de continuar su camino se aseguró de dejar algunas marcas en sus senos.

—Mmh... —jadeaba. Rosé bajó por su abdomen, dejando pequeñas chupadas y besos. Llegó a su centro, empapado nuevamente y sonrió, antes de pasar su lengua por ahí, acarició un poco con sus dedos—. Rosé~ mhm —la rubia alzó la mirada y la vió agarrando la almohada detrás de su cabeza, sonrió, estaba haciendo un buen trabajo.

Dio una lamida antes de concentrarse en succionar el clítoris, los gemidos de Lisa aumentaron, metió dos de sus dedos nuevamente y empezó a bombear dentro y fuera.

—Ahh Rosie, sí... —sus manos estaban apretando fuertemente la almohada, con su espalda arqueada. Sintió como la más alta sacó sus dedos de su interior y ella se quejó.

Rosé tomó el vibrador y lo fue metiendo lentamente, alzó su cabeza para ver a Lisa, cuando se aseguró que estaba dentro completamente tomó en control y subió hasta la boca de la pelinegra, comenzando otro beso lleno de gemidos ahogados y cuando Manoban menos se lo esperaba, prendió el juguete.

—¡Ah! Mmh, Rosé-mmh —bajó los brazos y cerró sus manos sobre sus pechos, se sentía fallecer y sabía que aún no estaba en la potencia más alta. Rosé la miraba con admiración, como si esa pelinegra que masajeaba sus pechos con una capa de sudor, el cabello desarreglado, cuello lleno de marcas y piernas flexionadas fuera la obra de arte más bonita, y muy lejos de la realidad no estaba, ver a Lisa en esas condiciones era lo mejor de la vida.

Se sentó a un costado, solo quería verla. Lisa estiró su brazo hacia ella.

—Dame el control —exigió, Rosé rió, y hasta ahora creía que se lo iba a dar.

—No-

—¡Roseanne! ¡Mierda! —gritó al sentir como las vibraciones subían de intensidad. Y entonces la rubia le subió más, 4 de 7 niveles, sí, estaba bien con eso por el momento. Lisa solo gemía y largaba quejidos, tenía sus uñas enterradas en sus muslos.

Rosé solo la miraba jadeante, la miró fijamente por lo que creyó fueron cinco minutos, cinco minutos llenos de placer para la pelinegra que nuevamente estaba al borde del orgasmo, sujetando sus muslos por debajo que ahora estaban a la altura de sus pechos. Y entonces sus gemidos se hicieron mucho más fuertes, los espasmos la comenzaron a invadir.

—Rosé~ me mmh m-me corro, —y subió aún más la intensidad, en 7, gritó fuerte mientras sus caderas se sacudían brutamente, había llegado al segundo orgasmo de la noche. Seguía tan sensible, pero al parecer Rosé no tenía intenciones de apagar el aparato.

—Amor —lloriqueó—. Basta amor, no puedo más —la miró suplicante.

—Si puedes —claramente no lo apagaría, Lisa hizo el amague de quitárselo pero esta quitó su mano—. Quieta. ¿Recuerdas cuando yo te suplicaba, Lisa? ¿Lo recuerdas? No parabas hasta que se te diera la gana y ahora es mi momento de hacerlo —Lisa no había parado de lloriquear y largar gemidos, era tan sensible, ambas lo sabían.

Llevó una mano al clítoris de la menor mientras la besaba, estaba tan sensible que sabía que iba a tener otro orgasmo en cualquier momento, más no espero que la mano de Lisa se vaya a su centro, haciéndola gemir fuerte.

—No haz tenido ningún orgasmo, amor —la miró.

—Estoy bien, así —jadeó.

Ambas estaban completamente al borde del orgasmo, Lisa sentía que iba a morir al ser este su tercer en la noche. A Rosé no le tomó mucho tiempo correrse mientras la menor la penetraba.

—Liz... Me vengo.. mmh —y en cuanto Lisa sintió el orgasmo de la rubia golpear contra sus dedos se corrió fuertemente, sus caderas se alzaron con violencia mientras gemía fuerte.

—Apágalo, apágalo —sujetó el brazo de la rubia. Ella tomó el control y lo apagó. Lisa se relajó—. Eso... Eso fue genial —le sonrío.

—Ven, te lo voy a sacar —le ayudó a sacarse el vibrador y luego subió para darle un beso, se quedaron abrazadas hasta que sus respiraciones se calmaron—. ¿Te puedes parar? Vamos a la ducha —se burló la rubia y Lisa la miró mal.

—Rosé, hoy no porque estoy cansada —Park largó una carcajada—. Pero me las vas a pagar —dijo mientras se levantaba de la cama.

—Con gusto —la siguió. Cuando llegaron al baño, la tailandesa se miró al espejo.

—¡Roseanne Park, mira lo que haz hecho! Carajo, esto no se va a tapar con maquillaje —se quejó, Rosé rió y le dió un pequeño beso en la mejilla.

—Vamos al agua, luego te quejas.

© tolippie

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