Lean con canción de multimedia, le da el toque. ♡

Rosé se enamoró de Lisa.

Se enamoró de sus brillantes ojitos, se enamoró de su aniñada actitud cuando algo no le gustaba, se enamoró de cuando le sonría sólo para ella.

Y no podría estar más fascinada por los sentimientos que surgen en su pecho cuando ve a Lalisa Manoban ser feliz.

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Rosé sonreía, admirando a su compañera de clases pucherear por su errónea respuesta en un ejercicio de matemáticas. La observaba frustrarse tan tiernamente, que su corazón sólo podía latir a velocidad luz.

Era hermosa, sus ojos grandes llenos de estrellas, sus rosados carnosos labios; todo lo que componía a Lalisa Manoban era hermoso para Rosé.

Se había enamorado y hace tiempo que lo notó. Nunca negó ni reprimió sus sentimientos hacia la pelinegra, no podría cuando éstos eran así de fuertes.

Lisa se da vuelta, notando la mirada de su Unnie sobre sí, y sube las comisuras de sus labios.

—Hola Rosé —le sonríe bonito.

Los ojos de la mencionada parecieron brillar en paz, Lisa era tan dulce. Su perfume de frutos le iba a la perfección con sus blancas prendas y esa carismática personalidad que poseía.

La más alta no lo soporta y se para de su asiento, llegando casi en un salto a su lado.

Le sonríe inconscientemente, agachándose para quedar a su altura y abrazarla, abrazarla con mucha fuerza, porque de verdad estaba enamorada de ella y sus pensamientos sólo le pedían que la cuidase.

Mueve un brazo por detrás de la cintura de la menor, apoyando el otro en la esquina del pupitre. Los ojos de la neozelandesa brillan observando al que cree el amor de su vida y Lisa se sonroja.

—Juro que eres hermosa, Lili.

Los latidos de ambas se aceleran, Rosé decide actuar.

Acerca su rostro y con una mano, toma la mejilla de la chica, sus labios se juntan de manera inocente, inocente al igual que el corazón de Rosé derritiéndose con las delgadas manos de Lisa buscando nerviosas las suyas, para tomarlas y colocarlas en su pecho.

—¡Señoritas! —el maestro les grita, rompiendo esa bella burbuja en la que estaban sumergidas—. Por el amor de Dios, sepárense. Saben que en las clases no están permitidas las muestras de cariño, para eso tienen el receso —las regaña, pero el alto hombre no puede evitar medio sonreír, la notable admiración de Rosé hacia su novia le recordaba a sus tiempos de juventud, cuando conoció a su, lo que sería ahora, esposa.

El amor de adolescentes era tan dulce.

***

—Ven aquí, amor —dice la rubia, y sostiene su mano con delicadeza, enrollando sus dedos en los contrarios para luego acercar más sus cuerpos, caminando en una especie de abrazo de lado.

La mano de Lisa era como un suave panecito que contrastaba con sus notorios huesos.

Se dirigen a la salida de la escuela, las clases han llegado a su fin y Lisa debía ir a una cena familiar.

Luego de bajar por las escaleras que dan al estacionamiento, Rosé la frena. Arregla su desordenado uniforme y le planta un largo beso en la frente, seguido de un pico en los labios.

—Te amo, bebé —la abraza, no pudiendo evitar estrujarla de sobre manera. No quería que se fuera—. Nos vemos mañana, Lili.

La pelinegra se separa y la mira, conectando sus alegres orbes.

—Unnie... También la amo~ —alza mínimamente sus talones para llegar a los rojizos labios de la otra.

Y Rosé jura morir en ese instante.

La tailandesa se despide, corriendo hasta su auto donde su madre la esperaba.

—Esa chica realmente es dulce contigo —le comenta con una sonrisa la señora Manoban, luego de que su hija cerrara la puerta—. Mírala, aún sigue ahí parada, mirando a la nada con una boba sonrisa.

Lisa suelta una risa al ver a su chica hipnotizada, y sabía que era por ella.

Porque sabía que Rosé se enamoró, tanto como ella lo hizo.

***

Esto es una adaptación a una de mis obras de mi cuenta de escritura yunamipolola, vayan a echarle un ojo, tengo historias JenLisa (y próximamente ChaeLisa), juju.

Dato curioso: La letra de la canción en realidad es un tanto triste, pero el ritmo es tan lindo, que me calzó perfecto con la trama de este mini os.