Only her | Jenlisa
❝ Donde Jennie deja de sentir satisfacción sexual y cree que una persona en específico puede ayudarla. ❞
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Rosé y Jennie iban saliendo del apartamento que compartían rumbo a la discoteca donde habían quedado para celebrar el cumpleaños número veinticinco de Jisoo, la novia del primo de la Rosé, aunque primero debían ir por la mujer, ya que el chico le había pedido a ambas que por favor la recogieran porque la fiesta era sorpresa y él seguía organizando todo. Haein se había esmerado bastante con el regalo que le daría a su novia, rentar el lugar no le había salido nada barato después de todo.
Rosé miró a su amiga que se hallaba en el copiloto y pudo darse cuenta que estaba nerviosa y sabía cuál era la razón.
—Hey, Jen, tranquila —trató de calmarla—. Ya verás que Lisa caerá —aseguró.
La pelinaranja apretó los labios y casi que rezó para que fuese así, lo último que quería era cagarla y, claro, un rechazo.
Había conocido a Lisa hace un año aproximadamente, en una de las reuniones de fin de año que hacía con sus amigos. Haein había llevado a Jisoo y la chica, siendo mejor amiga de Lisa, la había invitado a ella aprovechando que estaba sola en la ciudad y no tenía con quién más pasar la celebración.
Ese día habían tenido un tipo de acercamiento y Jennie, recién salida de una relación que duró cuatro años, tenía los sentimientos a flor de piel. Así que no fue realmente difícil para ella encapricharse con la chica. Se sentía sola y deseaba a otra mujer que le ayudara a aliviar esa soledad, así sea de manera sexual.
Lisa no deseaba lo mismo y, aunque le pareció atractiva, decidió no seguir frecuentándola e incluso la evitaba. Hasta que a las semanas Jennie se había acercado a pedirle disculpas por haber sido pesada e invasiva, le explicó su situación, lo difícil que le estaba resultando y desde entonces se volvieron amigas.
Y todo había estado tranquilo, Jennie a los dos meses había empezado a salir con una de sus compañeras de clases y estuvo así durante un mes hasta que decidió terminarle porque algo fallaba ahí.
No se excitaba.
Se ponía dura, sí. Pero no sentía nada cuando la chica la tocaba. No importaba la cantidad de orales que le hiciera, lo mucho que la masturbara o las veces que se metía en ella, simplemente no sentía absolutamente nada.
¡Nada!
Y eso la tuvo muy frustrada y le enojaba de sobremanera porque no sabía cuál era la solución y ya estaba cansada de pensar en ello.
Te juro que no entiendo por qué me está pasando esto, Rosé. Solía parecer un adolescente hormonal, cualquier cosa me calentaba. Ahora no importa las veces que Irene me haga una mamada, ¡simplemente no siento nada! Fue lo que le había dicho a Rosé la vez que le contó que había terminado con la mujer.
Recuerda a Park burlándose de ella y diciéndole que seguro Lisa sí lograría "deslecharla". Lo único que había optado por hacer fue ignorarla y tratar con otras chicas hasta que eventualmente se aburrió y ahora llevaba cinco meses sin tener sexo y pensando seriamente en que quizá sea verdad que la mujer tailandesa logre excitarla.
Y eso es lo que la tiene así, hoy haría otro movimiento con Lisa.
—¿Tú crees? —preguntó insegura.
Rosé asintió y se estacionó frente a la entrada de la casa de Jisoo, sonó el claxon y volteó a mirar a su mejor amiga.
—Ustedes se llevan muchísimo mejor. Hasta he llegado a pensar que le gustas a Lisa —le sonrió para trasmitirle algo de confianza.
Jennie suspiró.
—Espero que sí, estoy harta de no disfrutar del sexo.
—Si esto no sirve, hazte revisar. Capaz usaste tanto la verga en el pasado que dejaste los nervios en la última chica —se burló la rubia.
Jennie le dedicó una sonrisa sarcástica e iba a hablar pero Rosé la interrumpió.
—Silencio, Ruby. Jisoo me escribió y está con Lisa —le avisó—. Hazte atrás, irás con ella.
Llena de nervios y sin salirse del auto, se pasó a los asientos traseros con las quejas de Rosé de fondo porque le estaba ensuciando el tapiz.
Mirando por la ventana, se encontró a ambas mujeres saliendo de la casa. Jisoo estaba hermosa, pero Lisa le había robado el aliento. Una minifalda rodeaba sus caderas dejando a la vista las esbeltas piernas de la chica, Jennie se había relamido los labios de solo pensar en ella apretándole los muslos mientras la penetraba sin parar.
No ahora, pensó al sentir su jean abultarse en la entrepierna. La verdad es que celebró porque hace tiempo no pasaba eso, pero no era el momento y menos el lugar para excitarse. Saltó del susto cuando la puerta a su lado se abrió y vio a Lisa entrar y sentarse a su lado.
—¡Jennie! —escuchó a Rosé gritarle—. Las chicas te están saludando hace rato.
Colocando disimuladamente las manos en su entrepiernas las saludo de vuelta. Suspiró tranquila al notar que las chicas no se dieron cuenta de su raro comportamiento y decidieron hablar con Rosé.
Al llegar a la disco las cuatro bajaron, Lisa y Jisoo yendo adelante mientras conversaban.
—¿Estás bien? Estuviste callada todo el viaje —preguntó la neozelandesa.
—Sí, solo... —la tomó del brazo y se alejaron un poco de las demás personas que seguían caminando hacia la entrada—. Es verdad lo que dijiste —Park frunció el ceño—, lo de Lisa.
Rosé abrió la boca sorprendida y, sin que Jennie se lo esperara, le dio un apretón a su aún existente erección. El grito de susto por parte de la pelinaranja y la escandalosa risa de la otra chica había llamado la atención de algunas personas.
—Joder, Jennie, estás como una puta roca —seguía burlándose.
—¿Por qué hiciste eso? —se quejó.
—Ni que fuera la primera vez —rió—. Eso es bueno, ahora ve y entierra esa cosa en Lisa.
Jennie al final terminó riéndose junto a Roseanne y ambas entraron.
***
No sabe cómo pasó, pero ahí estaba con Lisa delante suyo, restregándole el culo en la pelvis y ella estúpidamente dura. ¿Acaso la mujer no lo notaba? ¿Tan ebria estaba? ¿Se estaba aprovechando de ella?
Ese último pensamiento había hecho que tomara las caderas de la mujer y la alejara de ella. Lisa, totalmente confundida, se volteó y la miró sin entender qué pasaba.
—¿Por qué me alejas? —preguntó casi ofendida—. ¿Ya no te parezco sexy?
Ella rápidamente negó.
—Claro que me pareces sexy.
—¿Entonces por qué me alejas? —un puchero se asomó por su labio y eso le hizo tragar fuerte a Jennie, ese falso tono inocente hizo estragos en ella.
—Estás ebria —fue lo que atinó a decir.
Lisa se rió y se acercó para abrazarla por el cuello.
—Estoy consciente de todo, Nini —susurró a centímetros de sus labios—. Y cuando digo de todo, es todo.
Se pegó aún más al cuerpo tonificado de la coreana y gimió por lo bajo cuando sintió la erección sobre su abdomen.
—Haz estado más atenta de lo habitual conmigo, sé lo que quieres —habló de nuevo la menor—. Y yo también lo quiero, así que llévame a tu apartamento porque la verdad no quiero coger en esos baños —y con eso último la besó profundamente.
Estuvieron unos minutos besándose hasta que Jennie decidió separase de ella y tomarla de la mano, caminó hacia Rosé que estaba con una chica en su regazo que había conocido fuera del área VIP del lugar y, con tan solo una mirada, la mujer le sonrió y se sacó las llaves del auto del bolsillo para dárselas. Un "cuídate" y "nos vemos" salió de sus labios sin sonido y ambas caminaron hacia el estacionamiento. No tardaron nada en subirse al auto, cuando ya iban saliendo del sitio.
Jennie estaba impaciente, su apartamento quedaba lejos y la dura erección se notaba a leguas, ya ni siquiera se molestaba en taparla.
Lisa, quien estaba a su lado, miró a la mujer a su lado y se fijó en el paquete que se formaba en su entrepierna. Sabía de la condición de la chica y nunca supuso un problema para ella, al contrario, ahora mismo deseaba que estuviera muy dentro de ella.
Sonrió con malicia y acercó una mano hacia su muslo para acariciarlo, haciéndola sobresalta debido al repentino tacto, miró por el rabillo del ojo a la mujer que no le quitaba los ojos de encima y volvió su vista al frente.
Lisa se mordió el labio y arrastró perezosamente su mano a la erección, apretándola y robándole un gruñido a Jennie.
Lejos de alejarse, Kim se acomodó de tal forma que su pelvis quedaba más expuesta para que la menor siguiera acariciándola. La mano sobre su erección se sentía muchísimo mejor que cualquier mamada que le habían hecho anteriormente, que cualquier penetrada que haya dado y que cualquier cosa que se le ocurriera.
Trataba de mantenerse concentrada en la carretera, pero le resultaba algo difícil. Suspiró y se relamió los labios cuando Lisa decidió empezar a quitarle el cinturón y desabrocharle el jean.
—¿No es algo peligroso? —pregunta con gracia.
Lisa sonríe mirándola a los ojos y luego baja su vista al pantalón desabrochado, mordiéndose el labio al mirar cómo el miembro de Jennie se marcaba deliciosamente en el apretado boxer blanco Calvin Klein.
—Es grande —susurró Lisa.
El comentario había hecho que el ego de Jennie creciera drásticamente.
—¿Y te gusta que sea grande? —preguntó con sorna.
Escuchó a Lisa reír y miró rápidamente, estaba sonrojada.
—¿Lo dije en voz alta? Creí que lo había pensado para mí —tomó su rostro e hizo que volviera su vista a la carretera—. Ten cuidado, no querrás que nos accidentemos.
Jennie le hizo caso y siguió conduciendo, estaba encantada con la mano de Lisa en ella. La verdad es que nunca creyó que estaría en un auto con la mismísima Lalisa Manoban casi masturbándola encima del boxer.
Creía que tan solo haría eso, pero qué equivocada estaba cuando sintió a Lisa bajarle el boxer y liberar su pene.
Y Lisa estaba extremadamente caliente mirando el duro miembro de la chica apoyado sobre su abdomen vestido. Se relamió los labios mirando extasiada algunas venas brotadas y la cabeza del pene húmeda. Lo agarró sintiéndolo caliente al tacto y, sin soltarlo, se acomodó de rodillas en el asiento.
Al ver lo que pretendía, Jennie decidió estacionar rápidamente, miraba a todos lados para cerciorarse de que nadie estuviera por ahí, aunque siendo casi las tres y media de la mañana lo dudaba, aún así subió un poco las ventanas del auto.
La menor decidió primero besarla, soltó su pene y colocó ambas manos en el rostro de la pelinaranja, quien le correspondía el beso enseguida. Un beso lento y sensual. Lisa sintió una mano pasar desde su cuello hasta su culo, gimió por el apretón que le dio. Al separarse del beso la miró y, sin poder evitarlo, dejó otro pequeño en sus labios. Su vista fue hacia el miembro de la coreana y lo tomó empezando a subir y bajar lentamente.
Jennie decidió besarle el cuello mientras sentía las suaves caricias de la mujer, su mano nunca había abandonado el culo de su acompañante, al contrario, había subido sin falta y ahora le acariciaba las nalgas con más libertad. Sintió a Lisa separarse de ella y bajar su rostro a su pene.
—Espera —le dijo. Rápidamente echo el asiento más para atrás y lo inclinó, así estarían más cómoda ambas.
Lisa sonrió por la acción y volvió a inclinarse, lamió el glande y se lo metió a la boca chupándolo mientras su mano seguía masturbándola.
—Mierda —susurró Jennie complacida. Estaba feliz porque por fin volvía a sentir ese placer que tanto había extrañado. Siempre fue amante de recibir mamadas, era de las cosas que más le gustaba y el haber perdido esa satisfacción la había decepcionado un poco. Ahora tenía a una hermosa mujer en el auto haciéndole una.
Agarró el cabello de Lisa con ambas manos y siguió el movimiento de la cabeza de la tailandesa. Gimió cuando sintió que me había bajado más el boxer para poder agarrar sus testículos y apretarlos mientras iba entrando más a su boca.
Lisa soltó sus testículos y volvió a agarrar el pene, sacándolo de su boca y tomando aire. Al parecer es más difícil de lo que pensó metérsela completa. Subió y bajó su mano con más rapidez, escuchando los suspiros de Jennie que aún tenía ambas manos en su cabello. Sintió que la haló hasta su boca y la besó con fuerza, gimiendo en el proceso.
—Me la vas a chupar otra vez.
Lisa sintió un cosquilleo en el vientre bajo y asintió complacida.
Así como la había atraído hacia su boca, hizo lo mismo, pero esta vez con su miembro.
Jennie miró a Lisa y sonrió, una de sus manos abandonó su cabello para llevarlo al cuerpo de la mujer y empezar acariciarlo, parando nuevamente en su culo. Se estiró un poco para poder tocar la entrada totalmente húmeda de su coño sobre la ropa interior.
—Estás mojadísima, Lili.
La mujer gimió sobre su miembro y, sin esperarlo, sintió a Jennie agarrar su cabeza apoyándola en su abdomen dejándola quieta y luego las embestidas.
Le estaba cogiendo la boca y eso había hecho que se calentara aún más, si es que era posible.
—Qué rica boca tienes —la voz le había salido profunda y ronca, Lisa sintió que su sexo se apretaba, necesitaba que la tocara, aunque quería seguir haciendo lo que hacían.
Se podía escuchar claramente el sonido del miembro de Jennie entrando y saliendo de la boca de Lisa, los suspiros de la mayor y sus gemidos.
Lisa agarró con una de sus manos los testículos de la mujer y los apretó, acto que hizo que Jennie le metiera lo que más podía de su pene en la boca de la menor. Quería llegar lo más profundo y luego verla jadear cuando saliera de ella. Sintió unas palmaditas en su muslo y dejó que se alejara.
Miró su miembro mojado de saliva y luego a la mujer delante de ella que le sonrió como si no la hubiera casi ahogado, tenía los ojos aguados y la boca brillante, su cabello estaba desordenado, pero aún así seguía luciendo esa linda sonrisa.
Se veía preciosa.
Jennie se relamió los labios y volvió a atraerla hacía ella en otro beso lento.
—Se sintió bien tenerte tan profundo dentro de mi boca, Nini —le dijo una vez se separaron—. Ahora lo que quiero es tenerte dentro de mi coño.
Y tras decir esto, Lisa se puso encima suyo con sus piernas a los costados de su regazo. Gimió al sentir sus húmedas bragas tocar el caliente miembro de la pelinaranja. Decidió mover sus caderas creando una deliciosa fricción. Las manos de Jennie agarraron su cintura y llevó su boca hacia el escote de su camisa, besando y lamiendo del valle de sus pechos. La pelinegra, ansiosa de sentir la lengua de la chica en sus pechos, se sacó la prenda y desabrochó el sostén, ofreciéndoselos.
Jennie recibió gustosa sus senos, soltándole la cintura y subiendo sus manos para agarrarlos ella misma y que Lisa apoyara las suyas sobre sus hombros mientras seguía meciéndose sobre ella.
—Tienes unas hermosas y deliciosas tetas —le dijo encantada—. Cuando lleguemos al apartamento me las cogeré también.
Lisa rió y le tomó el rostro para darle otro beso, pasó una mano entre las dos y, haciendo a un lado su ropa interior, tomó el caliente miembro de Jennie y bajó sobre él. El grito que soltó fue alto y agudo, echó la cabeza hacia atrás y se deleitó con lo perfecto que la abría.
—Qué apretada estás —Jennie besó su cuello y la tomó de las caderas enterrando sus dedos.
Lista, Lisa empezó a montarla. Había pegado su cuerpo al de Jennie mientras lo hacía, la mujer debajo de ella le ayudaba a subir y bajar sobre su miembro, agarrándola de las caderas. Su boca ocupada en su boca, su mandíbula, cuello, pechos. No había sitio donde no hubiese pasado ya.
En el cielo, ahí se hallaba Jennie. Estar disfrutando de un encuentro sexual la tenía feliz, hace mucho que no lo hacía. Rezaba para que siguiera siendo así, porque sino, no sabría qué haría. Decidió dejar de pensar en eso y centrarse en la hermosa mujer que estaba montándola como una campeona.
No sabían cuánto tiempo llevaban así, pero Jennie ya estaba a punto de correrse y lo haría si Lisa no paraba.
Tragó fuerte y habló.
—Lis, me voy a correr.
La advertencia que le dio, lo único que logró fue que la mujer se alejara de ella y pusiera ambos brazos en sus hombros para impulsarse con más rapidez. Jennie abrió la boca y cerró los ojos, apretándole la cintura con fuerza.
—Lili... —trató de hablar, pero Lisa la besó, haciéndola callar.
—Córrete, Nini —casi le rogaba—. Córrete muy dentro de mí. Lléname.
Y con eso, una descarga de caliente semen entró en ella. La última estocada que había dado la dejó totalmente llena del duro miembro. Lo sentía tan dentro suyo y tenerla llenándola aún la hacía gemir contra los labios de la pelinaranja.
Sin aviso, también se corrió.
Las cortas uñas de Jennie pasaron por su cintura, bajando hasta su culo y enterrando sus dedos en ambas nalgas. Separó su boca de la de Lisa y dejó besos por su cuello.
—Sigues dura —habló luego de haber estado unos minutos en silencio. Sentía sus piernas doler debido al esfuerzo que había hecho.
—Contigo imposible no estarlo.
Lisa se abrazó a su cuello y suspiró complacida, Kim envolvió su cintura con los brazos y le besó la sien.
Sonrió sabiendo que apenas habían comenzado.
© whorefrs
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