Condones | Chaelisa
❝ Lisa decide ser quien compre los condones esta vez. ❞
Adv: Rosé G!P.
[ ♡ ]
Ahí, parada como una estatua, se hallaba Lisa frente a la farmacia mirando la fachada desde hace unos quince minutos. Había llegado decidida a comprar preservativos porque a la descuidada de su novia solía olvidársele llevar siempre. Ya habían dejado de coger en muchas ocasiones por eso y no quería una más.
Sintió su celular vibrar y lo revisó, un mensaje de Rosé viéndose en la pantalla de bloqueo.
Rosie
Amor, ¿estás bien? ¿Dónde estás?
Lisa suspiró y apagó el móvil para luego guardarlo en uno de los bolsillos del buzo que le robó a su novia y al fin entrar decidida.
Al estar dentro del establecimiento se arrepintió de no haber mandado a Rosé a que comprara los condones, debió dejar que fuera ella la que saliera y lo hiciera, que fuera ella la que pasara vergüenza. Pero no, ella y su impulsivo enojo por no poder coger en ese mismo momento ganaron.
Se acercó a la fila de tres personas que había y esperó.
¿Cómo tendría que pedirlos? Hola, buenas, vengo por condones... Ay no sé... ¿Tiene globitos? Por favor, Lisa, ya tienes dieciocho años, sé seria.
—¿Señorita? —sintió una mano sobre su hombro y el llamado de la persona de atrás. Volteó rápido y se encontró con una señora mayor llamándole—. Es su turno.
Lisa le sonrió apenada y se acercó al mostrador. La empleada le sonrió.
—Hola, buena tarde. ¿Qué deseas?
—Eh, vengo por... bueno, lo que se usa para, ajá —hizo un gesto con el brazo. La joven del mostrador frunció el seño. Lisa suspiró y se acercó más para susurrar—. Preservativos.
—¿Qué cosa? Disculpa, hablaste muy bajito.
—Condones...
—Ah, vale. ¿Qué talla?
Lisa quedó en blanco. ¡¿Los condones tienen talla?!
***
Lili
Ya voy a casa.
Envió el mensaje apenas salió de la farmacia y caminó enojada hasta casa.
Al entrar lo primero que hizo fue sacar la caja de condones de la bolsa y lanzarlos a su novia que estaba sentada sobre su cama mirando la televisión.
Rosé se enderezó y tomó la cajita. Miró a su novia y quiso enterrarse en las sábanas al ver la expresión de enojo.
—¡¿Tienes idea de lo difícil que fue decirle a la vendedora que tienes el pito más grande que el promedio?!
Rosé se mordió el labio evitando reír.
—Te ríes, Roseanne Park, y te juro que reduzco lo que te cuelga a más pequeño que el promedio.
La rubia se paró de la cama y la abrazó, queriendo calmar la situación.
—Amor, pude haber ido yo —le dio un beso en la frente—, pero saliste toda endemoniada de la habitación, hasta me asusté.
—Te odio.
—No, me amas —la agarró de la cintura y las guió hasta la cama—. Ahora cuéntame cómo le explicaste a la chica de la farmacia que estoy bien dotada.
—Ay, eres una egocéntrica. Me caes mal, adiós.
© whorefrs
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