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3. Noches oscuras

Antes de dejarte ir,
no sabía que el mundo era tan solitario.
Hermosos retoños florecieron y se marchitaron en este lugar.

Nuestra estación que nunca volverá otra vez.

I will go to you like the first snow - Ailee.






Noches oscuras 

La incomodidad y miradas esquivas hacen parte de las interacciones más comunes entre los dos adultos de la casa. Yixing cree que hasta el niño se ha dado cuenta de algo, ya que se encuentra anormalmente callado, obedeciéndole a su padre sin quejarse.

Ya ha pasado una semana desde aquella celebración y no han hablado de lo ocurrido, parece un acuerdo mutuo entre los habitantes de la casa, puesto que nadie menciona o hace algún comentario respecto a la mencionada celebración, y todos actúan bajo una calma superficial.


—He decidido mudarme —anuncia Yixing al dueño de casa una vez que Kyungsoo va a dormir—. He abusado de tu hospitalidad, y no creo poder hacerlo más.

—¿Por qué?, ¿estás incómodo? —Junmyeon se detiene y con aire pensativo señala—. ¿Es por lo que dije aquella vez?

Yixing niega rotundamente y se acerca al largo mesón de madera donde se apoya.

—No —niega—. Solo que no me gusta ser una carga para los demás y en este momento lo soy, además las pocas monedas que consigo no son suficientes para pagar un hospedaje.

—¿Acaso va a cambiar en algo sí te mudas; vas a recibir más dinero si ya no vives aquí? —interroga Junmyeon de brazos cruzados y un semblante serio con algunas arrugas horizontales en su frente.

Yixing ha caído en su propio juego de palabras y Junmyeon lo ha descubierto: él no tiene una buena razón para marcharse.

—Dices que no es por lo que te confesé aquel día, pero yo creo que si —insiste con una expresión apagada, tomando entre sus manos la piedra de jade que cuelgue de su cuello.

—Ya dije que no es eso —responde al instante. Junmyeon arquea una de sus cejas en su dirección—. No quiero nada por lasti...

—¡No es lástima! —exclama al tiempo que resuena su mano en puño sobre el mesón. Yixing nunca lo ha visto así de alterado—. Se llama empatía —prosigue entre dientes—. Nunca te tendría lástima. Puedes quedarte aquí por el tiempo que quieras, está bien por mí, además Kyungsoo te ha tomado algo de aprecio y se llevan bien, pero sí quieres marcharte no te detendré —concluye amargamente.

No tiene tiempo de responder, en eso Kyungsoo aparece con un puchero en sus labios, frotando sus ojos con su mano libre ya que con la otra lleva el libro que su papá le regaló en la tarde, tras regresar del trabajo.


—Y a ti jovencito —señala con el dedo índice a su hijo, en un gesto que le parece demasiado severo—. Te he dicho que no escuches conversaciones de adultos.

El niño se sobresalta y sigue con cautela.

—Papá, te juro que no he escuchado nada —indica antes de explicarle—-. Estaba intentando leer el libro que me regalaste, pero no pude hacerlo, es que no entiendo nadita —dice el niño frustrado rascando su cabeza.

Junmyeon frunce el ceño.

—Si lees mejor que otros niños más grandes que tú, ¿qué pasa? —pregunta esta vez en un tono gentil, invitando al niño a que se acerque.

Kyungsoo sigue con el mohín en sus labios y le pasa el libro, Junmyeon apenas lo hojea, amplía sus ojos y termina con su boca convertida en una pequeña "o", antes de mirar a su hijo un poco apenado.

—Parece que no me he fijado bien, y he comprado el libro en otro idioma, es por eso que no entiendes, tontín. —Finaliza tomando entre sus dedos la mejilla derecha de Kyungsoo quien se queja riendo.

Yixing los observa y también les sonríe.

—No te preocupes mañana iré y pediré otro libro.

El extranjero aprovecha el libro olvidado y lo toma entre sus manos, lo puede leer perfectamente, es la historia de una sirenita en alta mar que observa el mundo de los humanos y se emociona al ver un navío acercándose hacia ella, pero algo parece no andar bien con el barco, humo negro parece salir de la...

—¡Papá, mira! —exclama el menor—. Yixing está leyendo el libro, ¡él entiende! de seguro está escritor en ashdudjusdjshhad —balbucea el menor emocionado.

Yixing sin proponérselo había seguido ensimismado en la lectura del cuento, así que se siente casi apenado al ser descubierto; el niño parece radiante, como si apenas comenzara el día. Yixing se disculpa, pero Junmyeon lo detiene restándole importancia y se dirige nuevamente hacia su hijo.

—Se llama mandarín, Kyungsoo —explica— no ajsdhsshekrlttshh. —Termina haciendo una cómica imitación de su hijo.

Yixing ríe discretamente, ha dejado el libro sobre la mesa.

—Tú papá tiene razón —interviene—, es mandarín y es mi lengua materna por lo que me es fácil leerlo.

Los ojos de Kyungsoo se amplían y sonríe con todos sus dientes, al menos los que le han salido.

—¿Yixing, me podría leer el cuento?

—No —responde de inmediato el otro hombre cuando Yixing se disponía a asentir—. El señor Zhang debe estar cansado de trabajar en la playa, no lo vas a molestar con esto, Kyungsoo.

El niño se ve desilusionado, cabizbajo da media vuelta y se dispone a marcharse, esta vez la boca de Yixing es más rápida y le responde.

—-No hay ningún problema para mí, no estoy cansado. Sí Junmyeon está de acuerdo yo puedo...

—¿Sí? Papi di que sí, por favor.

A Yixing le intriga el comportamiento tan reacio y hasta cierto punto malhumorado del mayor cuando antes era tan abierto y sensible.

—Está bien —Junmyeon lo mira y Yixing asiente—. Supongo que por esta vez el señor Zhang puede leerte un cuento.

El niño de saltitos de alegría y se dirige hacia su habitación, Yixing está a punto de seguirlo, pero se detiene, algo en el semblante de Junmyeon lo detiene.

—¿Está bien para ti? —pregunta en un tono confidencial tomando el libro entre sus manos.

El contrario solo asiente y le indica con un gesto para que siga al menor. Yixing obedece no muy convencido.

Luhan amaba las historias de piratas, a pesar de vivir en las montañas lejos del mar, le contaba en las noches de tormenta, cuando su niño no podía dormir, las aventuras del pirata Oveja Negra, eso parecía ser suficiente para que durmiera. Soojung siempre se burlaba de él —según ella— porque hacía demasiadas muecas con su rostro y cambios de voz divertidos para relatar las historias.

Así que tener el libro en sus manos es una experiencia que de alguna manera lo conecta con su familia, y por primera no los recuerda bajo un tinte doloroso; nostálgico, sería una sensación más apropiada. Hay una pequeña sonrisa en sus delgados labios en reemplazo de un par de ojos empañados en su rostro.

Entra a la habitación del niño y empieza a traducir en su mente y contar el cuento para que el niño lo entienda; Kyungsooo parece más despierto que antes, escuchando atentamente. Yixing no ha perdido el ritmo, sin embargo, a medida que se adelanta hacia el final, nota que la historia tiene un tinte trágico, así que sin que Kyungsoo lo note, empieza a improvisar cambiando el final.


—La pequeña sirena logra recuperar su voz y canta una hermosa canción para el príncipe, se enamoran perdidamente, se casan y viven felices en el castillo... fin. —Termina por cerrar el libro.

Kyungsoo parece quedarse sin palabras por un momento.

—¿Así que se queda humana y ya no vuelve a ser sirena?

—Por supuesto que sigue siendo Sirena porque está en su esencia.

—¿Qué es esencia?

Ahora el que está sin palabras es Yixing, que no sabe cómo explicar algo que no se puede tocar. Por suerte es salvado por Junmyeon, que ingresa a la alcoba, regañando a su hijo por no estar durmiendo y hacerle perder el tiempo al señor Zhang con preguntas innecesarias. El pequeño Kyungsoo una vez que está listo para dormir con las sábanas que lo tapan hasta los labios, le agradece y le indica que le ha gustado mucho mucho. Por último, Junmyeon apaga el candelabro quedando totalmente oscuro y salen de la habitación.

Una vez en el pasillo y dispuesto a ir hacia su habitación, es detenido por la voz susurrada de Junmyeon.


—Gracias por lo que hiciste, no tenías que complacer al niño.

—No hay nada qué agradecer. Lo hice con el mayor de los gustos.

Yixing pensaba que nunca más tendría la oportunidad de hacerlo, y en cierto modo es él quien siente la necesidad de agradecer, pero no lo hace.

Los dos hombres permanecen en el oscuro pasillo bajo un silencio. Yixing se dispone a despedirse allí mismo, Pero una vez más, la intervención del mayor le hace detener.

—¿Cómo termina la historia? —señala suavemente.

—¿Cómo? —pregunta a cambio.

—Trastabillaste al final —explica debido a su evidente confusión—. Me imaginé que de algún modo cambiaste el final de la historia.

—Oh, sí en verdad lo hice —continúa con el mismo tono confidencial—. El final es demasiado triste para un niño.

—Es la historia de una sirena que cambia para encajar en el mundo de la persona que ama —medita Junmyeon como si siguiera un monólogo—. Debí imaginarlo, el final no podía ser un "felices para siempre". Así que señor Zhang, ¿cuál es ese final?

—Uhm no es nada bonito—dice algo inseguro sin muchas ganas de revelar el crudo final.

Junmyeon parece igual querer saberlo, Yixing suspira pesadamente antes de contarle:

—La sirenita se dio cuenta que ha sacrificado demasiado por un hombre que no la ama, que además se ha casado con otra mujer; así que decide convertirse en sirena nuevamente, para ello, debe asesinar a su amado, pero no lo puede hacer, así que abatida sale del aposento del príncipe y se tira hacia el acantilado que la separa del mar, al entrar en contacto con el agua se convierte en espuma de mar.

El temor más grande de Yixing es ser olvidado y que los suyos que ha dejado atrás, sean también olvidados, convertidos en una gota de agua en todo el extenso océano o ser como la espuma de mar; reflexiona fatídicamente tras revelarle el verdadero final. Junmyeon ha permanecido en silencio.


—Volvió a su esencia original —opina serenamente—, se convirtió en parte del mar, moviéndose con las olas. No me parece que sea un final triste.

—Será olvidada —señala, en conflicto con la conclusión del otro hombre.

—Todos en algún momento lo seremos —dice con un tinte melancólico— o acaso crees que en quinientos años alguien recordará a un tal Kim Junmyeon boticario de una pequeña aldea.

—No quiero convertirme en espuma de mar —confiesa.

El dueño de casa tiene algo que aportar.

—Seguirás por donde el viento y el agua te lleven, serás parte de algo mucho más grande, porque el aire y el agua son...

—Vida —complementa.

Junmyeon parece estar complacido que todavía lo recuerde.

—¡Sí, son vida! y seguirás viviendo en tanto pertenezcas al aire y al agua.

Yixing sonríe al escuchar a Junmyeon con ese mismo toque risueño. Es bueno que la oscuridad oculte sus mejillas, que, por alguna razón desconocida para él, se sienten calientes.

—Gracias Junmyeon —dice sinceramente.

Su punto de vista siempre tan optimista, siembra un poco de esperanza en su corazón y le hace reconsiderar su decisión de marcharse.

—Creo que voy a tomar tus palabras —añade— y no me iré, pero si llego a convertirme en una molestia, por favor, debo ser el primero en saberlo para así marcharme.

—Está bien.

Lo escucha suspirar.

—Es una promesa... ¿Señor Zhang, le sigue temiendo a olvidar? —le pregunta al final con algo de indecisión en su voz.

—Cuando no esté para recordarlos, solo así habrán desparecido para siempre sobre la faz de la tierra, —confiesa con un aire de tristeza—. Así que seguiré temiendo al olvido.

Y con esto concluye su charla tarde en la noche, la cual se vuelve a repetir al día siguiente y al siguiente.







🌦🌘🌦









Llevan dos semanas en las que terminan teniendo prolongadas conversaciones hasta altas horas de la noche luego de arropar a su hijo, hasta que Yixing nota que Junmyeon oculta sus bostezos para seguir hablando, por lo que lo despacha con una media sonrisa insistiendo que tendrán otros días para seguir en esa rutina, lo que parece ser suficiente para el mayor.

En esas oscuras noches se sientan alrededor de la hornilla —que en esas jornadas tan frías no se apaga— para entrar en calor, y bajo una taza de té con algo de leche, Yixing termina por contarle de sus aventuras cuando era comerciante, antes de casarse y tenía un pequeño navío con el que recorría varias aldeas de la costa.

De igual forma, conoce un poco más de Junmyeon, confirma que es alguien que le gusta hablar mucho, constantemente hace chistes y Yixing —confiesa—, no siempre logra entenderlos, aun así, ríe cuando él otro hombre también lo hace, su risa es incluso más cómica que cualquier chiste, porque constantemente hace caras extrañas cuando ríe y le divierte ver esa expresión. A pesar de su personalidad brillante y risueña, descubre que también es un hombre que constantemente se preocupa y se estresa, especialmente en lo concerniente al bienestar de su hijo. A veces Junmyeon se dispersa y es porque piensa en muchas cosas a la vez y analiza siempre todo; también es bastante intelectual y ha leído mucho. Yixing ha descubierto esos detalles y contrario a lo que se pensaría, hace que su curiosidad por conocerlo, solo aumente un poco más a medida que transcurren sus encuentros nocturnos.


—El señor Leetuk ha estado enfermo últimamente, hoy me ha comentado que no podrá seguir dando clases por una temporada hasta que se recupere por completo.

—Es una mala noticia para los niños —comenta sirviendo más té en las dos tazas.

—Sí, lo es. —Junmyeon parece algo inquieto—. Pero eso no es todo, le propuse, si era posible, que alguien pudiera enseñarles a los niños de más edad, un segundo idioma, ya que a esta aldea llegan comerciantes de otras partes que hablan mandarín... y pensé en ti, Yixing.

—¿Yo? —pregunta sorprendido señalándose a sí mismo.

No se le ha pasado por su mente llegar a ser profesor, a la única persona que alguna vez le enseñó mandarín fue a su esposa cuando se instauraron en Changsha y ella hizo lo mismo con Luhan al enseñarle su lengua materna. Yixing piensa que, aunque está lejos de ser un erudito, le parece que puede llegar a dar algunas lecciones de mandarín. Recuerda, hace unas semanas atrás el hijo de Junmyeon le había mencionado su deseo por aprender ajsjdkfskaahshdd.

—La paga no es mucha —añade— y sé que has estado buscando otros trabajos.

Tenía razón ha estado buscando otros empleos pero no lo ha conseguido, ya que es evidente sus cicatrices en su pómulo derecho y una más pequeña en su frente casi oculta por su cabello que cae hacia ese lado; además de otras sobre sus brazos; agradece, que las más profundas estén en su pecho, y nadie salvo Junmyeon las ha visto cuando le aplica algunos ungüentos en su piel para aliviar el dolor y que no dejen marcas en su piel; eso y su leve cojera, le han hecho portador de una imagen de alguien débil, que no podrá tomar trabajos que impliquen esfuerzos físicos, como lo son prácticamente todos los oficios en Jemulpo.

—Jun... —dice suavemente, intentando hablar, pero no lo consigue.

—Me pareció una buena idea, pero está bien si no aceptas, Yixing. Además, creo que es una buena opción ya que no implica esfuerzos físicos —continúa sumergido en sus argumentos.

Algo que también había logrado es que finalmente lo llamara por su nombre, sin el tono formal. Se suma a una pequeña victoria para él.

—Junmyeon —replica a punto de reír.

El nombrado se encuentra cabizbajo como si estuviera hablando solo pada él.

—No es que quiera cobrarte más es solo que... —Finalmente alza la mirada y se da cuenta que ha seguido en su monólogo—. Estoy hablando de más ¡Caray! Qué pasa conmigo. —Se queja avergonzado tapando su rostro entre sus manos.

Yixing extiende su brazo y está a punto de retirarle sus manos de su rostro, pero retrocede al final. Desconoce la naturaleza de ese impulso de seguir observando el rostro afable del dueño de casa.

—La verdad nunca he enseñado, pero acepto, además me gustan los niños. ¿Qué puede ir mal?







🌦🌥🌦










Todo, absolutamente todo es un caos dentro de su aula; niños riendo, niños llorando, niños haciendo travesuras ¡niños, niños! Tal vez está exagerando, su personalidad calmada ha hecho pensar a sus estudiantes que pueden hacer travesuras y salirse con la suya, y aunque intenta disciplinarios no lo ha conseguido durante esa primera semana.

Yixing se dirige antes de la hora nona a la botica de Junmyeon para quejarse, pero él solo se ríe, y le aconseja que tenga paciencia. Además, no había sido tan fácil como se lo había pintado Junmyeon en un comienzo, ya que debió recibir lecciones para enseñar por parte de Leetuk, el antiguo profesor de literatura. La ventaja, es que solo tenía que dar lecciones de mandarín, ya que, en la pequeña escuela, los niños reciben clases de matemáticas, geometría, arte e historia; pero por todo lo demás era un caos, y su paciencia se agotaba.


—En serio Junmyeon esos niños son pequeños duendecillos —se queja el viernes luego de finalizar su primera semana.

Junmyeon que ha estado organizando algunos frascos de uno de sus estantes se voltea y lo mira severo.

—¡Hey! allí está mi hijo —protesta para luego reír. Yixing niega en silencio.

—Por eso mismo —agrega bajito, pero no lo suficiente ya que Junmyeon nuevamente está serio estrechando la mirada—. Solo bromeo. —Levanta sus manos en señal de arrepentimiento.

Pero no está bromeando, en más de una ocasión ha tenido que llamarle la atención a él y a JongIn, pero estos niños siempre lo sobornan con pastel de dátiles y nueces, que prepara la madre del morenito y asunto olvidado, así que no le comenta de sus actos de indisciplina a Junmyeon. Es un trato justo.

—Paciencia, Yixing. —Le sonríe al terminar de organizar el primer estante. El extranjero suspira cansino y Junmyeon solo se burla.

Definitivamente, le hace gracia su desgracia y lo peor es que no puede molestarse con el otro hombre, que se ha convertido en su único amigo.


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Gracias por su apoyo y comentarios.
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