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9. Addie te quiere mucho

31 de julio de 1982

Bueno, hoy sería un gran día, ya que se trataba del cumpleaños de Harry, el pequeño Cornamenta iba a cumplir dos años y todos estábamos muy felices al igual que el pequeño. 

Los meses anteriores habían sido tranquilos aunque obvio ir al Callejón Diagon, era un pequeño infierno porque todo el mundo que veía a Harry nos paraba para verlo o a para decir que era el Niño que Sobrevivió. Algo que ya lo sabíamos y que no era divertido que nos lo recordaran, habían pasado exactamente nueve meses desde la tragedia y aunque siguiera doliendo, ya no dolía tanto como las primeras semanas. 

Tener a los niños y estar juntos había tenido algo que ver, al igual que estaba demasiado agradecida de que Dumbledore me hubiera dado la custodia de Harry, porque esos Muggles eran unas personas malvadas. No quería ni pensar en lo que hubiera sido de Harry en ese lugar, aunque igualmente Remus y yo hubiéramos luchado para tener su custodia.

Remus, que puedo decir de él, digamos que las cosas con él iban con calma y lo prefería así. No quería hacerle daño, él no se lo merecía. Así que decidimos que lo mejor era ir con calma y dejar que todo surgiera entre nosotros.

—Rems —él se encontraba limpiando los platos mientras que Freya se había llevado a los niños al jardín a jugar un rato con ellos.

—¿Si? —él se dio la vuelta para mirarme con una sonrisa.

—¿Podemos hablar? —él asintió.

—¿Ocurre algo?

—Es por... —no tenía palabras para explicarlo, estaba nerviosa.

—¿Por nosotros? —asentí apenada. Él se acercó a mí con una sonrisa y coloco sus dos manos en mis hombros— Escúchame Addie, no vamos a hacer algo que tú no quieras. Si no estás cómoda con esto, lo dejamos, lo menos que quiero es que te sientas obligada o mal. Iremos con calma, y no quiero que creas que me estoy aprovechando de ti. Te quiero y lo único que quiero es tu felicidad Addie. Sé que aun amas a James y no estoy intentando que lo olvides ni mucho menos... —no lo deje terminar porque me acerque a él para abrazarlo fuerte.

—Tengo miedo de que creas que estoy contigo para olvidar a James y no es así. Me siento muy bien cuando paso tiempo contigo Rems, y lo menos que quiero es hacerte daño, porque no te lo mereces. Te mereces lo mejor del mundo y te quiero demasiado. 

—Lo sé Addie por eso mismo si quieres podemos parar o si no podemos seguir como hasta ahora con calma —asentí con una pequeña sonrisa. Siempre fue muy fácil hablar con él de todo, él no me juzgo nunca y siempre me apoyo en todo.

Desde ese momento nos lo tomábamos con mucha calma incluso fuimos a algunas citas. Solía llevarme al campo, obviamente llevábamos comida y Remus siempre llevaba libros. Era perfecto estar en el campo leyendo mientras disfrutaba del clima o viendo incluso las flores florecer.

Amaba esa paz que solía transmitir el campo y tener la compañía de Remus era mucho mejor. Era atento, amable, divertido... Era perfecto, sobre sus Lunas Llenas, bueno él siempre unas horas antes se iba a la Casa de los Gritos, como cuando estaban en Hogwarts e iban los chicos a ayudarlo.

Yo me ofrecí acompañarlo, pero él se negó rotundamente porque según él no quería que estuviera en peligro. Aunque si mi memoria no fallaba fui una vez, pero salió horrible, ya que Sirius le había dicho a Snape como entrar en el Sauce Boxeador. En ese momento estaba con James cuando nos enterramos y yo como era yo no quise dejar a James solo.

Nos encontrábamos todos dentro viendo como Remus se acercaba peligrosamente a Snape. James me coloco detrás de él protegiéndome, mientras veía a Peter ya convertido en su forma animaga. Sirius, en cambio, estaba viendo todo preocupado, juro que cuando esto acabara le daría un buen golpe.

—¡Sirius! ¡Saca a Snape y a Addie de aquí! —le grito James preocupado, Sirius lo miro y asintió rápidamente.

—¡James no! —James me miro mientras me agarraba delicadamente de la cara.

—Te prometo que estaré bien, siempre lo estoy y siempre vuelvo a ti. Así que ve con Sirius y cuando acabe iré contigo, te lo prometo —susurro él, en cambio, yo lo mire con lágrimas en los ojos.

—James... —James miro a Sirius y este me agarro delicadamente del brazo al igual que a Snape y nos sacó de ahí. Lo último que yo vi es como James se alejaba un poco supongo que para convertirse en su forma animaga.

Ese día algo en la amistad de Sirius y Remus se rompió, el segundo se alejó varias semanas de nosotros, aunque siendo nosotros siempre íbamos con él. Pero tiempo después ellos volvieron a ser amigos aunque los dos sabían que no sería lo mismo, pero al menos intentaron recuperar algo de su amistad.

—Addie —levante la mirada para ver a Harry abrazando un peluche de ciervo mientras soltaba un pequeño bostezo, mire la hora y apenas eran las seis de la mañana. Todo el mundo estaba durmiendo menos nosotros dos.

—¿Todo bien campeón? —me levanté de la cama para ir con él y agacharme a su altura.

—Pis —susurro él bajando la mirada, lo que me dio a entender que no había llegado a tiempo, menos mal que aún llevaba su pañal.

—Cariño, no pasa nada. Es normal esto —lo tomé en brazos con cuidado—, no quiero que te sientas mal por eso, aún eres pequeño y lo estás haciendo muy bien, pero debemos ir poco a poco. No puedes hacerlo todo en un día, se necesita tiempo y mucha paciencia y Addie estará aquí para ayudarte —Harry asintió para abrazarme más fuerte y esconder su cara en mi cuello.

—Lo siento mami —susurro él, yo abrí los ojos sorprendida al oírlo. Me había dicho mamá, a pesar de que sabía que yo era Addie y Lily su madre, él me había dicho mamá.

Era una sensación maravillosa, escucharlo decir esa palabra hacía que todo mi interior se emocionara demasiado. Obvio que le contaría de sus padres, como no hacerlo si fueron las dos personas más increíbles que había conocido, a pesar de que Lily me odiara. Le diría a Harry la verdad, que ella había sido una persona maravillosa y una mujer muy valiente.

—No pidas perdón mi tesoro, está bien. No debes preocuparte por nada cariño —menos mal que tenía cosas de los niños en mi habitación, así que lo deje en la cama y busque un pañal para poder cambiárselo. Cuando ya lo tuve lo cambie mientras le hacía reír, amaba oírlo reír, era una melodía muy hermosa—. Listo, ya estás limpio cariño —lo tomé en brazos y él me sonrió mientras me abrazaba— ¿Tienes sueño? —él negó— Bueno yo tampoco... ¿Quieres que hagamos galletas?

—¡Si! —grito él emocionado, yo simplemente asentí con una gran sonrisa para tomarlo en brazos e ir juntos hasta la cocina.

—Un momento —susurré en el pasillo y Harry me miro confundido—, pero si es el cumpleaños de mi pequeño campeón —empece a darle besos en toda la cara haciendo que él riera—. Addie te quiere mucho.

—Yo más —sonreí abrazándolo muy fuerte mientras seguía caminando hasta la cocina. Al llegar lo senté en su silla y empece a preparar todos los ingredientes— Mami yo —lo miré sonriendo.

—Bien, pero déjame ayudarte —él asintió con una sonrisa. Coloque todos los ingredientes en el bol y con mi ayuda Harry empezó a mezclar todo—. Eso es Harry —el me miro con una sonrisa.

Al terminar los dos hicimos las formas de las galletas y él solito puso las virutas de chocolate, cuando termino las puse en el horno y los dos fuimos hacia la Sala para jugar con algunos juguetes que él tenía en lo que se hacían las galletas.

El tiempo había pasado muy rápido,  deje a Harry un momento para que jugara en lo que yo iba a sacarlas. Pero él no se quedó, ya que empezó a caminar con cuidado hacia mí.

Una hora después nos encontrábamos todos comiendo entre risas las galletas que habíamos hecho Harry y yo. Después Marie y Harry se fueron a la Sala a jugar en lo que Freya, Remus y yo decorábamos el Jardín para el cumpleaños de Harry.

—¿Ya está todo? —asentí a lo que había dicho Freya y de pronto llamaron al timbre, menos mal que Remus se había ido a preparar a Harry y Marie.

Freya fue a abrir y las primeras en llegar fueron Mary y Claire, que nos ayudaron con la comida, bueno con lo poco que había que hacer. Después ellas dos fueron con los pequeños a jugar, en lo que Freya y yo veíamos que todo estuviera perfecto.

Los últimos en llegar fueron los Weasley y también llegaron la señora Longbottom y Neville. Digamos que yo era muy amiga de Alice, pero con la guerra habíamos perdido un poco de contacto, la última vez que la vi fue cuando nació Neville y en ese momento tanto Frank como ella quisieron que fuera la madrina del pequeño.

Así que hace unos meses los había visto por fin y entable una agradable conversación con la señora Longbottom, era horrible sentirse así y la comprendía bastante bien. Augusta se encontraba sola cuidando de Neville, así que yo me ofrecí a ayudarla en todo lo que pudiera, además el pequeño era mi ahijado y ya había perdido bastantes meses sin verlo.

Ahora todos nos encontrábamos en el jardín mientras veíamos a los niños jugar y reír sin parar. Poco después llego Remus con la tarta y todos le cantamos el cumpleaños feliz a Harry, él que se encontraba en mis brazos no paraba de sonreír. Después de que los niños comieran tarta, Harry estuvo muy impaciente queriendo abrir sus regalos, así que le dejamos que lo hiciera.

Fue una tarde demasiado agradable en compañía de gente muy importante para mí después de todo.





NOTA DE LA AUTORA

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