12 de agosto de 1995

Habían pasado unos meses desde la desgracia y las cosas no mejoraban para nada, la gente tachaba a Harry de mentiroso, nadie quería admitir que Voldemort había regresado algo que a James y a mí nos molesto bastante.

A Marie le había afectado bastante la perdida de Cedric, pero ella intentaba mantenerse fuerte por sus hermanos. Neville estaba un poco asustado y siempre que tenía la oportunidad defendía a Harry de todo el mundo. 

Los mellizos bueno iban creciendo demasiado rápido y solían ser unos traviesos, aunque a Marlene le encantaba que su padre la tomara en brazos, incluso se dormía. Por no decir que cuando querías llevarla a su cuna hacia una pequeña mueca para que James no la dejara ahí y que siguiera teniéndola en brazos. Charlus la verdad era de otra manera, a él no le importaba mucho si lo tomabas en brazos o no aunque debía reconocer que amaba demasiado cuando Harry lo tomaba en brazos. Los dos eran demasiado consentidos por todos.

El verano siendo sinceros se paso demasiado rápido, había que admitir que estuvimos haciendo hasta lo imposible para distraer a los niños un poco de todo, lo habíamos logrado o eso queríamos pensar James y yo.

Hace días Harry quiso salir por el Mundo Muggle, al principio me negué a que fuera por ahí solo, pero él me dijo que solamente iría a un parque para reflexionar y que volvería pronto. Además, llevaba su varita por si algo pasaba, no pude negarme, porque sabía que si a una persona le negabas algo, ella haría hasta lo imposible para cumplir su objetivo, así que lo deje ir prometiéndome que volvería antes de las siete. 

Lastimosamente, Harry no había llegado para ese momento y James fue a buscarlo, para que veinte minutos después ellos dos aparecieran. Según nos contó Harry, Dudley su primo estaba con unos amigos molestándolo, lo que no se espero Harry fue que hubiera dementores. Así que los dos corrieron hasta un túnel para refugiarse, pero los dementores los atraparon y él sin mas remedio había utilizado magia para poder salvar a su primo. Lo que llevo a otro problema, ya que el Ministerio inmediatamente se entero de eso y nos mandaron una carta diciendo que Harry tendría una Audiencia y que estaría expulsado de Hogwarts. Algo que ni a James ni ya mí nos parecía normal, por no decir que debíamos ir al Cuartel porque ahora sí que estamos en mas peligro con Voldemort por ahí suelto. Odiaba a Peter tremendamente, porque por su culpa Voldemort regreso, porque por su culpa Cedric murió. Solamente tenía 17 años y Peter le había arrebatado la vida cruelmente. 

Ahora nos encontrábamos en el cuartel todos, ya llevábamos unos días y era un buen lugar para escondernos, así que algo era algo. Aunque bueno hoy sería la Audiencia de Harry y tendríamos que ir al Ministerio en un rato. Obviamente, James y yo iríamos con él y estaríamos dentro, ni loca lo dejaría solo en ese lugar, ya bastante me parecía ridículo que le hicieran esto a Harry.

En estos momentos me encontraba preparando el desayuno porque los primeros en bajar estaba convencida de que serían James y Harry y si no fuera así debería ir a despertarlos. Así que cuando termine de preparar el desayuno, Harry bajo con una sonrisa.

—Buenos días mamá —se acerco a mí y me dio un beso en la mejilla, no podía creer que ya tuviera 15 años y solo hace nada era un bebé que amaba dormir conmigo y con Marie.

Obviamente, estos meses había crecido bastante por no decir que tuve que obligar a James y a Harry a cortarse el pelo porque ya les quedaba horrible. En verdad no, pero simplemente quería demostrar mis dotes en peluquería.

—Buenos días cariño, ¿pudiste descansar? —él asintió con una sonrisa y se sentó mientras yo le servía el desayuno.

—Mamá, ¿por qué no me despertaste para ayudarte? —lo vi con una sonrisa dándole un beso en la cabeza.

—Porque te veías muy adorable durmiendo y sé que llevas unas semanas sin dormir muy bien —él soltó un pequeño suspiro mientras asentía.

—¡Buenos días! —James apareció con una gran sonrisa, revolvió el pelo de Harry logrando que él soltara una pequeña sonrisa. Después James se acerco a mí para darme un beso en la mejilla y sentarse en la mesa al igual que yo. Los tres empezamos a desayunar entre risas para animar un poco a Harry. Cuando acabamos Harry se ofreció a limpiar todo, así que después de eso los tres salimos del cuartel para ir al Ministerio.

Al llegar fuimos al ascensor y James apretó el botón para bajar, un rato después ya estuvimos y caminos por los pasillos para llegar por fin a la Sala, lo raro es que Dumbledore no estaba. 

Harry se coloco en su lugar mientras James y yo nos colocamos unos asientos un poco mas alejados de él, pero no demasiado.

—Muy bien —dijo Fudge— ¿Están preparados? —preguntó a las demás personas que ocupaban el banco. 

—Sí, señor —respondió una voz ansiosa, miramos y era Percy. 

—Vista disciplinaria del doce de agosto —comenzó Fudge con voz sonora, y Percy empezó a tomar notas de inmediato—. Por el delito contra el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad y contra el Estatuto Internacional del Secreto de los Brujos, cometido por Harry James Potter Williams. »Interrogadores: Cornelius Oswald Fudge, ministro de Magia; Amelia Susan Bones, jefa del Departamento de Seguridad Mágica; Dolores Jane Umbridge, subsecretaria del ministro. Escribiente del tribunal, Percy Ignatius Weasley... 

—Testigo de la defensa, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore —De pronto Dumbledore caminaba hacia Harry para posicionarse detrás de él, suspire un poco aliviada mientras James me agarraba de la mano.

Los miembros del Wizengamot murmuraban, y todas las miradas se dirigieron hacia Dumbledore. Algunos parecían enfadados, otros un poco asustados; dos de las brujas más ancianas de la fila del fondo, sin embargo, levantaron una mano y lo saludaron. Al ver a Dumbledore, 

—¡Ah! —exclamó el ministro, que parecía sumamente desconcertado—. Dumbledore. Sí. Veo que..., que... recibió nuestro mensaje... de que habíamos cambiado el lugar y la hora de la vista... —malditos.

—Pues no, no lo he recibido —contestó Dumbledore con tono alegre—. Sin embargo, debido a un providencial error, llegué al Ministerio con tres horas de antelación, de modo que no ha habido ningún problema. 

—Sí..., bueno... Supongo que necesitaremos otra silla... Esto..., Weasley, ¿podría...?

—No hace falta.

—Bueno. Está bien. Los cargos. Sí... —separó una hoja de pergamino del montón que tenía delante, respiró hondo y leyó en voz alta—. Los cargos contra el acusado son los siguientes: que a sabiendas, deliberadamente y consciente de la ilegalidad de sus actos, tras haber recibido una anterior advertencia por escrito del Ministerio de Magia por un delito similar. Realizó un encantamiento patronus en una zona habitada por muggles, en presencia de un muggle, el dos de agosto a las nueve y veintitrés minutos, lo cual constituye una violación del Párrafo C del Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad. Mil ochocientos setenta y cinco, y también de la Sección Trece de la Confederación Internacional del Estatuto del Secreto de los Brujos. ¿Es usted Harry James Potter Williams? —preguntó Fudge, fulminando a Harry con la mirada por encima del pergamino. Lo odiaba demasiado, mira que no solía desear el mal, pero este hombre ojalá se atragantara con el agua.

—Sí —respondió él. 

—Recibió una advertencia oficial del Ministerio por utilizar magia ilegal hace tres años, ¿no es cierto? 

—Sí, pero... —el viejo no le dejo terminar.

—Y aun así, ¿conjuró usted un patronus la noche del dos de agosto? —inquirió Fudge. 

—Sí —contestó Harry—, pero... 

—¿A sabiendas de que no le está permitido emplear la magia fuera de la escuela hasta que haya cumplido diecisiete años? 

—Sí, pero... 

—¿A sabiendas de que se encontraba en una zona llena de muggles? 

—Sí, pero... 

—¿Completamente consciente de que estaba muy cerca de un muggle en ese momento? 

—¡Sí! —exclamó Harry con enojo—. Pero sólo lo hice porque estábamos... 

NOTA DE LA AUTORA

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