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51. La primera prueba

24 de noviembre de 1994

Había pasado unas semanas desde que nos enteramos de que Harry participaría en el Torneo y tanto James como yo intentamos por todos los medios que eso no pasara, pero lastimosamente no conseguimos nada.

Así que debíamos ver a nuestro hijo enfrentándose a todas las pruebas del Torneo, Harry no tenía la culpa de lo que estaba sucediendo y según nos contó Neville, Harry y Ron se habían peleado y también nos contó que se burlaban de Harry en Hogwarts. Obviamente en la amistad de Ron y Harry no me metería porque debían arreglarlo ellos solitos, pero sí que iría a quejarme de esos estudiantes que se creían con el derecho de hacer lo que hacían.

Así que no se libraron de algunas bromas de las mías o de las de James, podíamos ser unos inmaduros por lo de las bromas, pero con mis hijos no se metería nadie, incluso Marie nos ayudo y estaba mas con Harry que con los gemelos.

Lo único que nos quedaba por hacer es animar a Harry y ayudarlo en todo lo que pudiéramos, así que eso solíamos hacer.

Hoy sería la Primera Prueba y según nos contó Harry eran dragones, algo que inmediatamente hice fue quejarme con el Ministerio, concretamente con Crouch al igual que lo hice con Dumbledore.

¿Cómo demonios podían permitir semejante estupidez? Sin duda alguna los dejaron caer de la cuna cuando fueron unos bebés. Por no decir que Rita Skeeter era una mujer demasiado insoportable.

—Para que quede claro, James Potter y Lily Evans son los padres de Harry Potter —la mire mal, ella no tenía ningún derecho a decir eso, era mi hijo y lo sigue siendo, yo lo había cuidado desde que era un bebé y lo volvería a hacer millones de veces.

—James Potter y yo, Adele Potter, somos los padres de Harry, yo lo adopté legalmente cuando apenas tenía un año.

—Sus apellidos son Potter y Evans —claro que no.

—Se equivoca su nombre completo es Harry James Potter Williams, así que tengo que interrumpirle antes de que siga soltando mentiras. No puede insinuar que soy menos madre de Harry porque no compartimos la misma sangre... —ella me interrumpió.

—Señorita Williams, disculpe... —la interrumpí.

—En primer lugar, soy señora Potter, porque le recuerdo que estoy casada, aunque bueno eso no importa porque no voy a utilizar el apellido de mi esposo para defenderme. Lo segundo que sepa que sus comentarios pueden llegar a ser ofensivos para cualquier persona que tiene un hijo adoptado o es una persona adoptada. Que usted diga todas esas blasfemias para poder tener algo interesante para su revista de cotilleos me parece una estupidez. Yo elegí ser la madre de Harry, él no me cayó del cielo. Tuve que tomar una decisión la noche en la que ocurrió la desgracia y es cierto que pude haberme negado, pero no lo hice, fue una de las mejores decisiones que he tomado y no me arrepiento de nada. Yo soy la madre de Harry y nadie dirá lo contrario porque nadie sabe lo que luche por mis hijos, por Marie, por Neville y por Harry. No sabe lo que sufrí por ellos porque quería lo mejor para ellos y sigo queriendo eso. Así que le pido que antes de hablar, mejor piense bien lo que va a soltar porque podría llegar a ser bastante ofensivo.

Ese día sí que me había enfadado demasiado y encima había que rematar que tenía seis meses de embarazo, no era conveniente para nada enfadar a una embarazada.

 Ahora me encontraba en las Gradas con los demás preparados para ver la primera prueba, sin duda alguna no tenía muchas ganas porque sabía que me desmayaría en cualquier momento. 

El primero en empezar la prueba era Cedric. La multitud gritaba, ahogaba gemidos como si fueran uno solo, cuando Cedric hacía lo que fuera para burlar al hocicorto sueco. 

Y luego, tras unos quince minutos, oímos un bramido ensordecedor que significaba que Cedric había conseguido el huevo dorado.

—¡Muy pero que muy bien! —gritaba Dumbledore—. ¡Y ahora la puntuación de los jueces! ¡Uno que ya está, y quedan tres! —gritó Dumbledore cuando volvió a sonar el silbato—. ¡Señorita Delacour, si tiene usted la bondad!

Fleur había salido de la tienda y estaba temblando seguramente de miedo, tenía la cabeza erguida y agarrando la varita con firmeza.

—¡Ah, no estoy muy seguro de que eso fuera una buena idea! —oímos gritar a Lee Jordan que ayudaba a Minnie y a Dumbledore, narrando la primera prueba y todo lo que veía, narrándolo con demasiado entusiasmo—. ¡Ah... casi! Cuidado ahora... ¡Dios mío, creí que lo iba a coger!

Diez minutos después Fleur había conseguido el huevo dorado. Se hizo una pausa mientras se mostraban las puntuaciones de Fleur. Hubo más aplausos y luego, por tercera vez, sonó el silbato.

—¡Y aquí aparece el señor Krum! —anunció Jordan cuando salía Krum con su aire desgarbado. —¡Muy osado! —grito Jordan, se oyó la bola de fuego chino proferir un bramido espantoso, mientras todos nosotros conteníamos la respiración, como si fueran uno solo—. ¡La verdad es que está mostrando valor y, sí señores, acaba de coger el huevo! —todo el mundo comenzó a aplaudir.

El último en salir fue Harry que se notaba la preocupación en su rostro y un poco de miedo aunque él lo intentara esconder.

James, Sirius, Remus, Ivy, Freya y yo gritamos para animarlo al igual que sus amigos y hermanos, debíamos demostrarle que él era muy capaz de eso y que siempre estaríamos a su lado.

Estuvimos viéndolo esquivar las bolas y obviamente ileso no iba a salir de esa prueba

Harry levanto la varita.

—¡Accio Saeta de Fuego! —grito él. Estuvo un poco escondido, de pronto vimos la escoba de Harry volar hacia él. Harry se subió rápidamente y empezó a volar mientras buscaba una manera de atrapar el huevo.

Descendió en picado. El colacuerno lo siguió con la cabeza. Sabía lo que el dragón iba a hacer, y justo a tiempo frenó su descenso y se elevó en el aire.

Llegó un chorro de fuego justo al lugar en que se habría encontrado si no hubiera dado un viraje en el último instante... 

—¡Cielo santo, vaya manera de volar! —vociferó Jordan, entre los gritos de la multitud—. ¿Ha visto eso, señor Krum?

Harry se elevó en círculos. El colacuerno seguía siempre su recorrido, girando la cabeza sobre su largo cuello. Si continuaba así, el dragón se marearía, pero era mejor no abusar o volvería a echar fuego o eso andaba diciendo Charlie que lo teníamos cerca.

Harry se lanzó hacia abajo justo cuando el dragón abría la boca, pero esta vez tuvo menos suerte. Esquivó las llamas, pero la cola de la bestia se alzó hacia él, y al virar a la izquierda uno de los largos pinchos le raspó el hombro.

La túnica quedó desgarrada.

—¡Harry! — grité yo preocupada, él giró un momento para verme.

—¡Estoy bien mamá! —y siguió volando.

La multitud gritaba. Sobrevoló la espalda del colacuerno y se le ocurrió una posibilidad...

El dragón no parecía dispuesto a moverse del sitio: tenía demasiado afán por proteger los huevos. Aunque retorcía la cabeza y plegaba y desplegaba las alas sin apartar de Harry sus terribles ojos amarillos, era evidente que temía apartarse demasiado de sus crías. Así pues, tenía que persuadirlo de que lo hiciera, o de lo contrario nunca podría apoderarse del huevo de oro. El truco estaba en hacerlo con cuidado, poco a poco.

Empezó a volar, primero, por un lado, luego por el otro, no demasiado cerca para evitar que echara fuego por la boca, pero arriesgándose todo lo necesario para asegurarse de que la bestia no le quitaba los ojos de encima. La cabeza del dragón se balanceaba a un lado y a otro, mirándolo por aquellas pupilas verticales, enseñándole los colmillos...

Remontó un poco el vuelo. La cabeza del dragón se elevó con él, alargando el cuello al máximo y sin dejar de balancearse como una serpiente ante el encantador.

Harry se elevó un par de metros más, y el dragón soltó un bramido de exasperación. Volvió a azotar con la cola, pero Harry estaba demasiado alto para alcanzarlo. Abriendo las fauces, echó una bocanada de fuego... que él consiguió esquivar.

—¡Vamos! —lo retó Harry en tono burlón, virando sobre el dragón para provocarlo—. ¡Vamos, ven a atraparme...! Levántate, vamos... —juro que cuando terminara la prueba le daría un buen golpe.

El dragón rompió las cadenas y empezó a volar con gran velocidad hacia Harry, él empezó a volar lejos de la prueba y ya no pudimos verlo ni al dragón ni a él. Estaba demasiado preocupada por él.

Un rato después Harry apareció y fue a toda velocidad hacia los huevos. Harry iba hacia el suelo a toda velocidad, hacia los huevos por fin desprotegidos. Soltó las manos de la Saeta de Fuego... y cogió el huevo de oro.

Y escapó acelerando al máximo, remontando sobre las gradas, con el pesado huevo seguro bajo su brazo ileso. De repente fue como si alguien hubiera vuelto a subir el volumen, Todo el mundo empezó a gritar tan fuerte de la emoción.

—¡Miren eso! —gritó Jordan—. ¡Mírenlo! ¡Nuestro paladín más joven ha sido el más rápido en coger el huevo! ¡Bueno, esto aumenta las posibilidades de nuestro amigo Potter! —James me abrazo y todos celebramos que Harry había cogido el huevo con éxito.

Harry lo había conseguido y había salido medianamente ileso.






NOTA DE LA AUTORA

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