2 de agosto de 1993

Bueno ya había pasado dos meses más o menos desde el incidente y la verdad solo quería unas vacaciones tranquilas. Debo reconocer que dentro de lo que cabe las tuve. Los niños jugaban casi todos los días a Quidditch y bueno Neville amaba verlos, por no decir que James quería ayudarlo a aprender a jugar para que no se sintiera tan apartado. Es obvio que a Neville le daba un poco de miedo y más por lo que le había pasado en primer año, pero poco a poco iba aprendiendo.

Lo bueno de todo esto es que habíamos ido James y los niños de vacaciones a la playa, si muy original, pero era algo que queríamos hacer así que James nos dijo un día que hiciéramos las maletas y fuimos. 

Nos lo pasamos bastante bien aunque James y Harry fueron los afectados, porque los inteligentes no se querían poner la crema solar.

—¡Addie! —escuché lloriquear a James desde la habitación. 

—¡Mamá! —Harry también lloriqueaba y estaba convencida de que estaba en nuestra habitación llorando con su padre.

No era mi culpa que los idiotas no quisieran ponerse crema solar, ¿es que no sabían que aunque estuviera nublado aún podrían quemarse? Cansada fui hasta donde mis dos idiotas estaban, y me los encontré llorando tumbados en la cama, quise reírme porque a esto se le llamaba Karma, pero luego pensé que eso sería demasiado cruel de mi parte.

Así que fui hacia mi bolso para buscar una pomada que había creado hace años con mi madre para estos casos.

—La próxima vez os dejaré así como estáis. Os lo dejé muy claro que debíais llevar crema solar, pero claro si tu padre dice no, tu Harry también dices que no, pensé que serías mas listo hijo —James me miro mal—. Vuélveme a mirar así Potter y te dejaré como estás.

—Hazlo y juro que cuando me recupere y los niños se vayan a Hogwarts... —Harry lo interrumpió rápidamente.

—¡Papá calla!

—Pero si no sabes lo que iba a decir, a no ser que... —Harry lo golpeo en el brazo logrando que James se quejara bastante porque era evidente que se habían quemado en todas partes—. Hijo de tu...

—De mi madre —sonrió Harry orgulloso mientras se levantaba y se acercaba a mí quejándose un poco. Mire orgullosa a Harry y le saque la lengua a James, logrando que él volteara los ojos.

—Los dos contra mí, que maldita injusticia —Harry y yo soltamos una gran carcajada. Con cuidado le puse la pomada a Harry en todas partes, logrando que Harry sonriera, ya que ya no le molestaba el dolor. 

—Gracias mamá —él sonrió y me dio un beso en la mejilla para salir de la habitación cerrando la puerta.

—Gracias mamá —imito James logrando que riera, estaba boca abajo lo que se me hizo divertido porque solía ponerse a veces de ese modo cuando estaba indignado.

—¿Todo bien amor? —le pregunté divertida.

—Perfectamente señora Potter —reí y me acerqué a él para sentarme a su lado.

—¿Y a ti que mosca te pico? —no deje mi expresión divertida en ningún momento. Debía reconocer que James solía ser bastante divertido.

—La mosca de los celos, nah es broma —reí porque no era muy loco que fuera celoso.

—Aja —él me miro.

—Me dueles mujer —volvió a esconder su cara en la almohada mientras yo reía y le ponía la pomada en la espalda. 

—Callate, señor nunca me he puesto crema y nunca me he quemado. Está claro que eso es mentira —él soltó una pequeña risa.

—No tengo defensa —esta vez reí yo, cuando ya termine hice que se colocara boca arriba para seguir poniéndole la pomada—. Menos mal que te tenemos a ti.

—Si, ¿qué haríais sin mí? —termine de aplicarle la pomada y él hizo que me acostara a su lado para abrazarme.

—Seguramente ser infeliz —lo mire—. Es la verdad, tú me haces demasiado feliz Addie.

—Tú también me haces muy feliz —él sonrió.

—Pero lo que dije sabes que si lo haré —solté una pequeña risa.

—¿A si? —él asintió escondiendo su cara en mi cuello. 

—Si —alguien entro rápidamente a nuestra habitación saltando encima de nosotros.

—¡Hola! —James y yo miramos sorprendidos para ver a Sirius. ¿Qué demonios hacia aquí?

—¿Qué diablos haces aquí? —Sirius soltó una gran carcajada.

—Sorpresa malditos pervertidos —James como pudo lo empujo de la cama logrando que Sirius cayera de culo— ¡Auch!

—¿Qué le habéis hecho a mi marido? —grito Freya desde fuera.

—¡James me tiro de la cama! —James lo miro mal.

—Seguro que algo has hecho —James soltó una gran carcajada y esta vez fue el turno de Sirius de verlo mal.

Así que digamos que los días restantes teníamos también a Freya, Regulus y Sirius con nosotros, aunque debía reconocer que había sido demasiado divertido tenerlos en nuestras vacaciones.

En estos me encontraba en la cocina preparando la comida mientras James había salido para buscar algunas cosas. Los niños estaban fuera jugando, ya que había venido Asher a pasar la noche con nosotros. Ron y su familia se encontraban en Egipcio así que hasta dentro de unos días no lo veríamos.

 De pronto oí la puerta abrirse dándome a entender que se trataba de James, o al menos eso esperaba. Lo confirmé cuando lo vi entrar a la cocina con no muy buena cara aunque él tratara de ocultarlo lo conocía muy bien.

—¿Qué ocurre amor? —él soltó un pequeño suspiro mientras agarraba lo que supuse que era el Profeta.

—¿Y los niños? —lo miré confundida.

—En el jardín, ¿por qué?

—No juramos que no nos ocultaríamos nada y sé que tarde o temprano te enteraras así que prefiero que sea por mí.

—Me estás preocupando James.

—¿Recuerdas a Brett? —asentí con una pequeña mueca, era un chico que iba a nuestro mismo año y que había sido seleccionado en Slytherin.

—Si, ¿qué ocurre con él? —la última vez que supimos de él es que se había unido con los mortífagos y que un año después fue apresado y llevado a Azkaban.

—Tanto Lily como él lograron escapar, en el Ministerio estábamos intentando que la gente no cunda en pánico, pero ya lo sabe todo el mundo. Vienen a por nosotros Addie —lo miré sorprendida, no podía creer que ellos dos habían escapado de Azkaban, siendo el lugar más seguro del Mundo Mágico.

Estaba en shock, no podía creer que después de tanto ahora todos nosotros estuviéramos en peligro.

—Ya hay varios Aurores que nos están cuidando y pensamos que lo mejor es ir al Caldero Chorreante Addie, Fudge se ocupara de comprar los materiales de los niños... —seguía creyendo en que esto solo era un malentendido y que ellos seguían en Azkaban, pero no era así.

James se acerco a mí y me abrazo muy fuerte. Estaba consternada porque no quería que les pasara algo a mis hijos. Ellos eran todo mi universo y no podía permitir que ellos salieran lastimados. 

Seguía preguntándome como demonios habían podido escapar, siendo que incluso había dementores en la prisión, a no ser que ellos fueran animagos, pero no recuerdo que Lily lo fuera.

—Te prometo que estaremos bien y que lo encontraré —asentí.

Lo único que quería es que todos estuviéramos a salvo.

NOTA DE LA AUTORA

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