1 de septiembre de 1990

Ya era el gran día, hoy Marie iría a cursar su primer año en Hogwarts al igual que lo hicimos su padre y yo. Estaba demasiado emocionada por ella, aunque debía admitir que estaba demasiado triste de que se fuera porque la quería conmigo un tiempo más, pero era entendible que tuviera que ir, al igual que lo hicimos James y yo.

Los días anteriores estuvimos aprovechando los días lo más que podíamos, ya que hasta Navidad Marie no regresaría así que Harry, Neville y ella cada noche dormían juntos y hacían muchísimas cosas juntos.

Mi amistad con James debía reconocer que iba bastante bien, porque se estaba esforzando al máximo en recuperar mi confianza. Sirius y Freya bueno esos dos eran un caso complicado debía decir, se la pasaban discutiendo y luego bueno acababan en una cama según Sirius aunque bueno Freya no negaba ese hecho. En fin quien era yo para meterme en esa relación, si ella creía que eso estaba bien pues yo la apoyaría al igual que ella siempre lo hizo conmigo.

Aunque hay que reconocer que Sirius amaba con locura a Freya y eso se veía en sus ojos, cada vez que la mencionaban o ella pasaba a él se le iluminaban los ojos. Como siempre le decía James: "Eres un perro pulgoso enamorado".

La verdad es que todo era perfecto, aunque bueno los protectores de Sirius y James no dejaban tranquila a la pobre Marie, cada vez que los gemelos Weasley venían a casa ellos dos se aseguraban de estar con ellos. La verdad es que la pobre Marie tendría unos años complicados respeto a sus relaciones amorosas si James y Sirius seguían así. Por no decir que el pequeño Harry era igual a James. Así que entre los tres la cuidaban según ellos del enemigo, que eran los gemelos Weasley y mira que antes de que llegaran los idiotas, Harry no era tan sobreprotector. Era un poco, pero no como James, pero ahora ellos tres eran insufribles cuidándola de cada gemelo o niño que se le acercaba. Freya como amaba provocarlos, siempre decía que ella ayudaría a Marie con el novio, algo que a ninguno de los tres les hizo gracia.

Pero a pesar de eso todo estaba demasiado tranquilo que me preocupaba, solían decirme que no me preocupara de nada, que todo iría bien, pero sentía que toda la felicidad que tenía en estos momentos se iría a la mierda en cualquier momento. No era algo que quisiera la verdad, pero era algo que sentía y no es como que pudiera impedirlo.

Sobre mi familia, mi madre solía preguntarme cuando volvería a trabajar y yo simplemente solía cambiarle de tema no era algo que me hiciera mucha gracia, además de que estaba muy bien cuidando de los niños y cuidando de los niños mayores, obviamente eso eran James, Freya y Sirius. 

La verdad es que solía recordar mis años de Hogwarts con ellos y era demasiado lindo porque tenía muchos recuerdos felices.

—¿Addie estás lista? —me pregunto James desde abajo elevando la voz. Agarre mi bolso y volví a mirarme una vez más en el espejo para salir de mi habitación y bajar las escaleras con cuidado. Freya, Sirius, Claire, Mary y Remus irían en un coche y James, los niños y yo iríamos en otro. 

Cuando por fin baje encontré a James esperándome con una pequeña sonrisa, haciendo que yo también sonriera.

—Ya están todos en el coche —asentí con una sonrisa y los dos salimos de casa, cerré la puerta y juntos subimos al coche, él en el asiento del conductor y yo en el asiento del copiloto.

—¿Listos? —pregunto James a lo que los niños asintieron emocionados. James arranco el coche y empezó a conducir hasta la Estación de Trenes. 

Habíamos quedado con los Weasley fuera de la Estación algo que a James no le hizo mucha gracia porque los gemelos eran muy unidos a su princesa. 

—¿Es necesario que los gemelos sean tan unidos a Marie? —mire mal a James haciendo que él suspirara— Bien, no dije nada.

—Calladito estás más guapo James —él volteó los ojos.

—Lo que tú digas Addie —solté una pequeña sonrisa haciendo que él me viera indignado— ¿Y encima te ríes de mí?

—Pues claro, es que me pareces demasiado gracioso.

—Ni que fuera un payaso —soltó él conduciendo.

—¿No lo eres? —él me miro ofendido para volver su vista hacia el frente.

—Me dueles Addie, me dueles —negué divertida. Un rato después ya habíamos llegado a nuestro destino. James bajo primero, después bajé yo seguida de los niños, el Potter mayor había sacado las cosas de Marie del maletero y yo fui a buscar un carrito para poner las cosas. Cuando ya lo tuve ayude a James a poner todo y Marie nos pidió por favor que la dejáramos a ella tirar del carrito así que con ayuda de Harry pudieron tirar de él. Neville le estaba dando la mano a James mientras todos nos encontrábamos detrás de Marie y Harry.

A lo lejos nos encontramos a los Weasley que también estaban con los carritos listos para entrar a la Estación. Marie fue corriendo como pudo hasta los gemelos y los tres entraron sin esperarnos a la estación para ir al andén 9¾. 

—Estos niños ni esperan —dijo la señora Weasley.

—Son niños emocionados querida —dijo el señor Weasley con una sonrisa, dándole un beso en la mejilla, yo sonreí.

—Ni esperéis —soltó con sarcasmo Sirius acercándose junto al resto, Freya lo golpeo en la nuca haciendo que él se quejara— ¡Auch!

—Estabas tan bien callado —hablo Freya haciendo que Claire y Remus rieran.

—Pues mira por donde no me voy a callar, ¿y sabes por qué? Porque si no me callas de la manera adecuada pues sigue soñando con que me callaré alguna vez.

—¿Quieres un golpe? —le dijo Freya perdiendo la paciencia.

—En mi trasero si —James lo golpeo en la nuca— ¡Auch!

—Hay niños maldito animal, ¿es que no puedes por una vez mantener tu boca cerrada?

—No querido ciervo salvaje —James volteo los ojos.

—¿Podemos irnos? Voy a perder el tren por culpa vuestra —todos dirigimos la mirada hacia Marie que miraba a James y Sirius seria.

—Si princesa vamos —le dijo James con una sonrisa y todos fuimos hacia el andén. Al llegar los Weasley cruzaron primero, los siguientes fueron Freya, Sirius y Remus y después cruzaron Claire junto a Neville.

Marie veía la pared un poco asustada al igual que su hermano.

—¿Lista cielo? —le pregunto James.

—Si —susurro ella viendo la pared.

—Lo haremos todos juntos — hablé esta vez yo regalándole una sonrisa, logrando que ella sonriera y asintiera emocionada.

Cuando todos estuvimos listos, aceleramos el paso para traspasar la pared, una vez conseguido Marie quedo fascinada por todo lo que veía y cabe destacar que yo también estaba en las mismas. Hacía tiempo que no venía y todo seguía igual a como lo recordaba.

James y Harry se fueron riendo a dejar las cosas de Marie mientras yo iba con ella hacia los demás. Estuvimos hablando un poco mientras los niños estaban hablando de lo que harían en Hogwarts. Poco después aparecieron James y Harry, así que nos quedamos un rato más hablando, hasta que empezaron a avisar de que todos los alumnos debían ingresar en el tren. Todos empezamos a despedirnos de los niños, al final yo estaba abrazando muy fuerte a Marie.

—Cuídate mucho, no olvides escribirme y por favor no hagas muchas bromas, lo menos que quiero es que te suspendan —ella asintió—. Mamá te ama muchísimo.

—Yo también te amo mamá —Marie se separo de mí para ir a abrazar a James que era al último que le faltaba por despedirse.

—¿Tienes el mapa? —Marie asintió— Espero que me dé tiempo, pero quería dártelo por tu cumpleaños, pero aún no lo tenía y bueno es algo tanto para Harry como para ti —James me miro y yo saque de mi bolso el regalo. Menos mal que mi bolso tenía un encantamiento porque estaba segura de que sin él no habría entrado el regalo. Le di el regalo a James y él se lo dio a Marie que estaba muy emocionada.

Al abrirlo nos encontramos todos sorprendidos porque era la Capa de Invisibilidad de James.

—¿Papá porque me das una manta? —James soltó una pequeña risa.

—No es una manta tesoro, es una Capa de Invisibilidad —Marie lo vio confundida y se la puso haciendo que todo su cuerpo desapareciera.

—¡Mi cuerpo no está! —viendo impresionada pero con una gran sonrisa en la cara.

—¿Viste princesa? Digamos que te ayudara a poder escapar de que nadie te pille al hacer una broma o bueno siempre puedes utilizarla cuando quieras, ya sea por la noche para ir a las cocinas o yo qué sé —le dijo James sonriendo.

—Gracias papá —Marie lo abrazo muy fuerte con algunas lágrimas en los ojos. Estaba segura de que yo no aguantaría más las lágrimas, aunque bueno Freya en este momento ya estaba llorando.

—No es nada cielo, pórtate bien y disfruta al máximo, crea momento inolvidables y haz muchos amigos. Cualquier problema escríbele a papá e irá corriendo contigo, papá te ama muchísimo y estoy muy orgulloso de ti —James la vio—. Harry y tú sois lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Te amo papá —susurro ella.

—Yo te amo más —James le regalo una pequeña sonrisa.

—Cuidarás de Harry y de mamá, ¿verdad? —ella tenía lágrimas en los ojos mientras lo volvía a abrazar.

—Siempre, incluso a ti siempre te voy a cuidar aunque tengas cincuenta años tesoro. Papá está aquí y no dejará que nada ni nadie os haga daño —murmuró él abrazándola.

Después de unos minutos volvieron a avisar y Marie se separo de él para vernos una última vez y rápidamente abrazo a Harry. Cuando se separaron tanto ella como Harry estaban llorando.

—¡Vamos Marie! —Fred y George la estaban esperando para entrar así que los tres entraron y se sentaron en un compartimento porque logramos verlos por la ventana. El tren se puso en marcha y nos despedimos de ella con la mano.

La echaría mucho de menos, pero sabía que ella estaría bien.

NOTA DE LA AUTORA

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