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Like fireflies

—¡FELIX! ¡FELIX! —Jeongin bajó corriendo torpemente por la colina hasta llegar donde su amigo. Cualquiera que viera lo arrebatado de sus movimientos, dudaría de la pureza de su linaje a pesar de pertenecer a la élite de las hadas—. ¡No te has enterado!

Felix en cambio era todo gracia. Su magia, su belleza, sus movimientos, su profunda y fascinante voz, su alegría y su serenidad. Todo en él gritaba encanto y nobleza.

—¿De qué no me enteré? —sonrió, limpiando los restos de maleza enredados en el cabello azabache de su amigo.

—Sir Hwang Hyunjin —Jeongin a penas podía respirar—. Escuché que ha sido convocado al consejo real —rió nervioso, tomando las manos del rubio.

—Imposible —respondió el hada. Su cabello rubio perfectamente peinado y sus delicadas facciones totalmente inexpresivas, ocultaban el hecho de que sus alas amenazaban con desplegarse de la emoción. Con abrirse paso a través de la piel de su espalda. Con rasgar sus vestiduras.

La noticia confundía sus sentimientos. Por un lado, primordialmente, la emoción de llegar a conocer a Hwang Hyunjin lo embargaba por completo. Por el otro, no calzaba con la noción que tenía de él. Llevaba años siguiendo sus hazañas a través de las historias de los bardos.

¿Qué llevaría al guerrero más intrépido del reino a abandonar el campo de batalla para instalarse en el palacio real? ¿Conocía realmente al elfo? ¿O tan sólo tenía la ilusión de conocerlo a través de lo que las canciones contaban sobre él?

Es que si algo disfrutaba Felix, era escuchar las canciones sobre la heroica valentía con la que defendía al reino de los ataques extranjeros. Amaba bailar en su honor, sintiendo que a través de sus movimientos le agradecía por arriesgar su vida para permitirle al pueblo vivir en paz. Quizás ya no tendría más motivos para bailar y agradecer... O quizás, ahora podría agradecerle de otras maneras.

—Felix, lo escuché claramente, con estas orejas puntiagudas que la naturaleza me dio. Sir Hwang Hyunjin se unirá al consejo real. ¡Ya arribó! Con espada en llamas, dragón y todo —afirmó, abriendo sus rasgados ojos tanto como era posible—. Al parecer, la muerte del rey terminó siendo un hecho afortunado —deslizó sagazmente.

Ser hijo de un consejero real traía consigo privilegios y responsabilidades, como asistir a la coronación de Bang Chan, el sucesor al trono. Un deber social que anteriormente hubiese intentado evadir, inesperadamente, resultaba la excusa perfecta para conocerlo.

¿Sería posible abordarlo en los pasillos de palacio? Quizás se encontraba tan solo de paso, debido al magno evento. De ser así, probablemente sería su única oportunidad.

Tan solo unas horas después, se encontraba preparándose para la ceremonia. Un acto protocolar y aburrido, repentinamente, se convertía en uno de los hechos más excitantes de su vida.

—¿Nervioso? —preguntó Jeongin, mientras le ayudaba a acomodar el vendaje en su espalda. La presión sería útil para mantener las alas de Felix en su lugar.

—Un poco —respondió, mirándose al espejo. Llevaba décadas sin vendarse, desde la época en la que recién alcanzaba su madurez. Cuando las hormonas desplegaban sus alas sin control, dejándolo en evidencia.

Su peinado, sus joyas, todo era digno reflejo de su imponente linaje. ¿Lo notaría Hwang Hyunjin? ¿Sería algo que realmente podría impresionarlo? Realmente deseaba destacar entre los invitados, llamar su atención. Conseguir abordarlo.




La ceremonia realmente era larga y tediosa, pero el tiempo parecía esfumarse cuando podía observarlo aunque fuera desde la lejanía. La ligera armadura que usaban los elfos, perfectamente entallada a su cuerpo, lo hacía ver imponente.

Podía notar la familiaridad en las miradas de Chan y Hyunjin, era obvio cuando el fallecido rey y la madre del guerrero habían sido hermanos. Quizás por lo mismo no dejaba de molestarle verlo de pie junto al nuevo monarca, incluso mientras todos disfrutaban del banquete se mantenía en su posición de guardia real.

¿No había oído Jeongin que formaría parte del Consejo real? ¿Por qué se rebajaría a estar de pie como un simple guardia? Como un servidor. ¿Acaso los presentes no sabían que tenían en frente a un héroe? ¿Nadie estaba al tanto de que Sir Hwang Hyunjin también portaba la sangre de dragón?

De pronto observó al otro elfo acercarse a Hyunjin para relevar su puesto junto al rey. Lo siguió atentamente con la mirada. Se excusó rápidamente con su familia para ponerse de pie y conseguir alcanzarlo, antes de que desapareciera entre los pasillos.

El elfo sintió los pasos que seguían sonando tras de sí a medida que los sonidos del banquete disminuían, volteó para enfrentar la posible amenaza.

—¿Qué haces por estos lados? exigió con los ojos puestos en el hada. ¿Estaría aprovechando el descuido de todos para buscar algo en el palacio? ¿Tendría que ver con la muerte del rey?

—Quería hablar con usted —soltó Felix, recurriendo a todo su valor.

—Conmigo —Se acercó, desconfiando severamente en sus palabras—. ¿Por qué querría el hijo de un consejero real hablarme?

Felix sintió nuevamente que la emoción lo embargaba, ¡Hwang Hyunjin sabía que era hijo de un consejero real! Evidentemente, estaba sentado junto a su padre en el banquete, pero no contaba con que él lo hubiese notado siquiera.

—Porque lo admiro —logró decir con un hilo de voz.

Hyunjin lo examinó unos segundos con recelo. Era posible que dijera la verdad, no sería el primero en manifestar admiración por lo vistoso de su rol en batalla. Pero también era muy posible que las hadas estuvieran conspirando contra el reino, no sería extraño que escogieran a un espécimen particularmente atractivo para distraerlo y disminuir las sospechas.

—Está bien, ya hemos hablado —respondió con seriedad, tomó al rubio por los hombros y lo giró orientando su cuerpo hacia el salón principal—. Ahora, sir Lee Felix —pronunció lentamente, recordando los protocolos que debía seguir como guardia real—, debe regresar junto a los invitados. Lo escoltaré —finalizó, apoyando una mano en la espalda del hada para comenzar a caminar.

Sólo una frase se repetía irrefrenablemente en la mente de Felix: "¡¡Sabe mi nombre!!". Caminó en silencio. La mano en su espalda era apenas un roce, pero sentía como sus alas quemaban por salir. Respiró profundo intentando calmarse, sintiendo cada paso como una tortura que no quería que acabara jamás.

La emoción y la frustración llenaban su pecho. Absolutamente el elfo sabía quien era, no tenía idea de como era eso posible, pero le daba esperanza de poder acercarse nuevamente. Por otro lado, no había conseguido mucho. En cuanto la penetrante mirada se clavó en sus ojos, no fue capaz entablar una conversación y mucho menos de seducirlo.

Sin embargo, el joven era astuto, por supuesto había urdido un plan para abordarlo de otra manera. No sabía cuanto tiempo estaría el elfo en palacio, si a la mañana siguiente montaba su dragón y regresaba al campo de batalla, perdería una oportunidad inigualable. Debía actuar.

Si el hada tenía una habilidad, era la de hacer que el resto le diera la información que necesitaba. No dudó en valerse de su ternura y simpatía para hacer que los duendes encargados del aseo del castillo le contaran sobre itinerario de Hyunjin posterior a la ceremonia: Esa misma noche, antes de irse a dormir, se había despojado de su armadura y dirigido a las afueras de la ciudad. Debía verificar que Jugeum se encontrara tranquilo y satisfecho.




No imaginó que un dragón podía lucir tan amenazador. Los conocía por libros y canciones, incluso los había visto en obras de arte. Pero estas no eran capaces de describir el terror que se sentía al percibir el calor de su respiración sobre la piel, estando incluso a varios metros de distancia.

Podía arrepentirse, podía dar media vuelta e intentar volver a abordarlo frente a frente en palacio si es que permanecía más días ahí. Pero su plan lo llenaba de valor. Hwang Hyunjin era un héroe, no lo asesinaría sin al menos cuestionárselo, ¿cierto?

Tomó una poción para endulzar la garganta, sería demasiado sencillo reconocerlo si era capaz de oír el grave sonido de su voz. Cerró los ojos y se concentró en el elfo que se encontraba unos metros adelante, bastó un movimiento de sus manos para que pudiera robar temporalmente la luz de sus ojos.

En menos de un segundo, Hyunjin desenvainó su espada, la que se encendió en llamas ferozmente. Su dragón rugió explorando el perímetro, los ojos de la bestia encontraron rápidamente a Felix.

—¡No, por favor! —suplicó, acercándose lentamente—. Puedo jurar que no tengo malas intenciones.

Hyunjin sintió los pasos acercarse, sin embargo, no podía oler a nadie cerca. Su cuerpo se encontraba tenso, alerta. No conseguía ver absolutamente nada.

—¿Debería confiar en el juramento de quien me ha dejado a oscuras?

—Estoy arriesgando mi vida. Tienes un dragón a tu espalda, no soy un elfo ni un heredero de la sangre del dragón —Felix continuó acercándose. Lentamente. A pesar de que sus piernas no deseaban obedecerle. De que podía sentir su corazón correr desbocado—. Sé que de cometer un error, ardería en menos de un segundo.

Pretendía arder esa noche, más no bajo el aliento de un dragón.

Hyunjin guardó su espada. La bestia a su espalda era enorme, tan sólo su cabeza debía medir unos tres metros de largo. Sus enormes y brillantes ojos se encontraban fijos en Felix, que sentía cada vez más caliente la respiración de la fiera sobre su cuerpo.

El hada respiró profundamente, sentía como las piernas le temblaban a cada paso que daba, no había vuelta atrás.

—Estoy frente a ti —murmuró, a escasos centímetros del guerrero.

Era alto, imponente, hermoso. Felix sintió como la piel de su espalda ardía, sus extremidades feéricas luchaban por salir. Necesitaba tocarlo, besarlo, pertenecerle. Sabía que era erróneo usar su magia tan solo para acercarse a él, pero su cuerpo lo exigía. 

Sus alas realmente clamaban por desplegarse al exterior.

—Necesito amarrar tus manos tras tu espalda —solicitó Felix, sólo podría permitir emerger cada parte de sí con tranquilidad, si se lo permitía. Le urgía hacerlo.

Hyunjin rió suavemente ante el descaro de su captor.

—Realmente esperas que haga todo el trabajo por ti —empuñó nuevamente su espada—. No tengo tanta paciencia.

—Por favor —Felix envolvió con ambas manos la gran mano de Hyunjin. Sus alas rasgaron el vendaje y sus vestiduras produciendo un sonido metálico que nuevamente lo alertó. El brillo de estas iluminó el lugar, ver su luz reflejada en la piel del elfo, en su largo cabello blanco, parecía una de sus ensoñaciones—. Sólo no puedo permitir que me toques.

Dejar que Hyunjin recorriera su cuerpo arriesgaba que pudiera reconocerlo. No podía concedérselo . Necesitaba de toda la valentía que el anonimato le estaba entregando.

—Tú ya me estás tocando —puntualizó, moviendo suavemente la extremidad aún envuelta por los delicados dedos del hada.

—Es que yo necesito tocarte —se explicó, acariciando sus largas falanges. Levantando la vista para mirarlo. Dejó que sus alas se movieran sutílmente, despegando sus pies del piso. Hasta que su rostro quedó frente a frente al de Hyunjin, se permitió delinear con las yemas su mandíbula.

Las posibilidades de que fuese una trampa eran enormes. Sin embargo, hacía tanto que Hyunjin no era tocado con tanta calidez. Si su amor por mantener su corazón latiendo hubiese sido mayor, se habría alejado. Pero en ese punto, jugarse la vida por recibir unas cuantas caricias, no le parecía muy distinto a arriesgarla por matar a unos cuantos guerreros foráneos.

—Si yo confío en tu palabra al jurar que no tienes malas intenciones, tu deberás confiar en la mía. No te tocaré a menos que lo pidas.

Le resultaba extraño ver los ojos de Hyunjin cubiertos por el manto negro y opaco que él mismo había instalado. Hubiese deseado verlos con su brillo habitual, pero le parecía un precio bajo a pagar con tal de poder estar cerca de él.

Tomó el rostro del elfo con ambas manos para acariciarlo. Sus alas lo mantenían flotando plácidamente. Estaba viviendo un sueño.

Hyunjin se entregó a las sensaciones. Poco le importaba si en frente tenía un hechicero, un hada, un él o ella, si podía morir o no. La necesidad de disfrutar ese contacto era superior.

Felix dejó un fugaz y suave beso en sus labios, pero el guerrero realmente requería más.

—Deja de jugar y bésame de una vez —ordenó de manera suave y calmada. Inclinando su cuerpo hacia el contrario, tocando ligeramente con su rostro la piel de Felix.

Entonces el hada deslizó sus piernas envolviendo la cadera del elfo, que pudo sentir la excitación de Felix presionar contra su vientre bajo. Respiró profundamente. Acariciar sus muslos con firmeza, hasta llegar a sus glúteos y frotarlos contra su erección, se convertía en la primera necesidad que no podía cumplir sin romper el juramento que acababa de improvisar.

Al fin, el Felix tomó su boca con propiedad. Dejó que su lengua descubriera la de Hyunjin, se embriagó en su sabor. Sus manos bajaron hasta el cuello y luego hacia los hombros y los brazos del otro, los presionó con fuerza deleitándose con su musculatura.

Lo necesitaba demasiado. Los brazos de Hyunjin exigían envolver al otro. Presionarlo contra su cuerpo. Recorrer firmemente con sus manos la espalda de quien fuera que se adueñaba de su boca de esa manera.

—Amárrame —pidió el guerrero, sin dejar de besarlo.

—¿Cómo? —preguntó incrédulo Felix, entre jadeos.

—Amárrame. Amárrame con fuerza. No puedo simplemente aguantar —continuó hablando, deslizando sus labios hasta su oreja.

Felix desnudó el torso de Hyunjin y le ató las manos fuertemente tras la espalda. Observó y recorrió con los dedos las delicadas marcas en su pecho. Los elfos tenían una cicatrización perfecta. Si aún quedaban vestigios de sus lesiones, por muy pequeños que fueran, era señal de que en algún momento habían sido heridas enormes.

Hyunjin se sintió impaciente ante el delicado tacto de Felix sobre su torso. Necesitaba más del contacto vehemente que llevaban momentos atrás. Enterró el rostro en su cuello, rozándolo como si fuera un felino. Su boca se abrió para probar la suave piel del hada, se deleitó con ella hasta el punto en que la fina vestimenta le permitió, la tomó con los dientes y la jaló suavemente.

—Quítatela —exigió, con la tela aún entre sus dientes.

El hada obedeció sus órdenes con rapidez. Despojándose no sólo de sus prendas superiores, sino también de su pantalón, quedando totalmente desnudo. Al envolver nuevamente sus piernas alrededor del cuerpo del otro, su húmeda erección golpeó esta vez directo contra el abdomen de Hyunjin, haciéndolo bufar de frustración por no poder tocarlo.

El elfo se agachó suavemente hasta el piso sentándose, se inclinó hacia atrás apoyándose en los codos. Era realmente incómodo tener los brazos amarrados tras la espalda, pero era la única manera de continuar con ese juego. Felix se mantenía aferrado a su cuerpo sin dejar de besarlo con necesidad.

—Sube —mandó nuevamente, tomando el labio inferior de Felix para succionarlo con delicadeza—. Quiero tu polla en mi boca.

Un temblor recorrió el cuerpo del hada. Sabía a qué iba esa noche, pero jamás pensó llegar tan lejos. Torpemente se acomodó dejando su masculinidad a disposición de Hyunjin. Sus alas brillaban, extendiéndose en toda su longitud. Su pecho subía y bajaba expectante a lo que sucedería.

No poder verlo, olerlo ni utilizar sus manos podrían haber dificultado su búsqueda, no obstante, lo encontró fácilmente acercando su rostro hacia donde suponía que se encontraba. Abrió los labios suavemente y sacó la lengua para comenzar a deleitarse con el líquido que brotaba desde la punta. Inició lenta y cuidadosamente, abrió más sus labios para envolverla y tomarla por completo.

Llevaba tantos años sin sentir una erección en su boca. Sin complacerse con su calor, su pulso, su firmeza. Se dedicó a disfrutar su sabor, succionando sediento, gozando del choque contra el fondo de su garganta.

Felix seguía sin creer en lo que estaba pasando. Ni en sus mejores sueños, sir Hwang Hyunjin terminaba devorando su excitación con tal vehemencia. Su cuerpo sudaba, temblaba. Los gemidos anunciaban que estaba al borde, incentivando más al guerrero, que terminó bebiendo hasta la última gota que salió de su interior.

—De haber podido tocarte lo habrías disfrutado mucho más —Sonrió con suficiencia recostándose en el pasto, acomodando sus manos tras su espalda baja.

Felix aún se recuperaba, y aún trémulo, llevó sus manos al cinturón que sostenía la espada. Era mucho más difícil de desabrochar de lo que hubiese imaginado.

—Esto es sólo para devolverte el favor —mencionó, desanudando las manos de Hyunjin.

—No fue un favor —respondió, dejando su cinturón y espada a un lado, unió sus muñecas por el frente para que Felix lo amarrara nuevamente—. De todas formas, no es tu boca lo que quiero ahora —Se recostó nuevamente—. Siéntate arriba mío.

Felix tragó profundo. Bajó el pantalón para observar la gran erección, dura, caliente. Tomó aceite de jazmín y recorrió toda la extensión con una mano. Se subió y comenzó a introducirlo lentamente, el aceite suavizaba la entrada pero su cuerpo tardaba más de lo que hubiese deseado en acostumbrarse al ancho ingresando. Necesitó descender poco a poco.

—Habría sido más fácil si hubiese podido usado mis dedos... Y mi boca —se jactó Hyunjin. Aunque no negaría que la sensación lo estaba enloqueciendo.

—Lo sé —gimió Felix, bajando totalmente, llegando a posar sus glúteos contra la cadera del elfo.

—Pero se siente bien —dijo entre suspiros. Mordió su labio deleitándose con el vaivén lento y suave de Felix, no quedaba duda de que ese cuerpo sería su perdición.

Dejó que el hada guiara el ritmo mientras se acostumbraba a tenerlo dentro. Pronto notó como sus movimientos se volvían fluidos y ligeros. Sintió sus manos afirmarse sobre sus brazos, deseando ser él quien lo estuviese tomando con sus manos. Deseaba afirmarlo de la cadera y moverse con energía, follándolo brutalmente.

Recordó porqué no se enredó con nadie durante la guerra. Porque en ese momento, no le importaba si quien estaba encima suyo era el enemigo, si descuidaba a Chan o si podía morir. Lo único que le valía, era perderse en el cuerpo cálido que lo estaba llevando a la gloria.

Quería agarrarlo con ambas manos, inmovilizarlo y montarlo brutalmente. Observar como esos labios llenos que había probado gemían desesperados mientras se abría paso salvajemente dentro de su cuerpo. Ansiaba verlo, tocarlo.

—¿Por qué no puedo verte?

—Porque las luciérnagas sólo sienten placer cuando encienden su fuego en la completa oscuridad.

Las alas del hada iluminaron nuevamente el bosque cuando llegó al orgasmo, sintiendo al guerrero derramarse en su interior. Percibir los latidos de su erección y tibio semen escurriendo, serían un recuerdo glorioso de la noche en que se atrevió a hechizar al héroe del reino.

—En mis ciento veinticinco años, nadie había tenido la osadía, el ingenio o quizás la estupidez suficiente para abordarme de esta manera —Sonrió aún recostado sobre el césped, mientras Felix se vestía a su lado.

El hada observó su blusa destrozada en la parte trasera, pero se la acomodó de todas formas, para no volver caminando con el torso desnudo. Sus alas se encontraban relajadas dentro de su espalda, aunque aún no terminaba de asimilar lo que había vivido. Sólo temía volverse adicto a esa sensación, si es lo que acaba de ocurrir era efectivamente real.

—Quizás nadie lo había deseado tanto —murmuró.




Jeongin estaba impactado, las manos sobre su boca y sus ojos rasgados abiertos a todo lo que daban lo demostraban. Simplemente no podía creer que Felix hubiese llegado tan lejos por Hwang Hyunjin.

—¿Te das cuenta de que utilizaste magia sagrada para acostarte con alguien? —le recriminó entre risas nerviosas.

Felix simplemente rio ante la apreciación de su amigo.

—Nadie tiene porqué enterarse, además, lo que hice fue utilizar magia sagrada para agradecer y complacer al héroe que por años permitió que todos nosotros viviéramos en paz.

—Gracias por el gran sacrificio de permitir que sir Hwang Hyunjin te la mamara. ¿Qué sería de la sociedad sin mártires como tú?




Espero que no les hayan aparecido todas las notificaciones de publicación, pero Wattpad decidió dejar de guardar cambios y tuve que publicar y volver a editar para cada separador.

La verdad este oneshot es parte de un fic muy largo, ¿principalmente Chan Lisa? Pero la vida no me permitió el tiempo para desarrollarlo bien y necesitaba sacar este fragmento de mi interior. Es posible que lo escriba, y termine publicando en unos dos años más jajajajaja perdón, es que escribo demasiado lento.

Espero que les guste y no olviden votar, recomendar, etc. Muchas gracias por leer.

PS: Pasé a editar, es que antes creía que sabía puntuar pero no. Ahora también creo que sé puntuar, capaz y en unos meses cambio de idea.

PS2: Volví a editar, puntué más o menos bien, pero tenía algunas palabras demasiado repetidas.

Como actualización, Sangre de dragón sigue en pie. Sólo que le estoy poniendo tanto cariño que quizás cuando lo llegue a publicar. Jeongin ya no es un hada, es un zorro de nueve colas.

La nueva versión me gusta más, los personajes son mucho más profundos y ricos, pero insisto en quien sabe para cuando la iré a publicar. Por lo pronto, sigo aprendiendo a escribir.

¡Nos leemos!

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