ꗃ xviii. one more step.
written by 𝗆𝗂𝗄𝖺𝗌𝖺𝗆𝗎𝗇
♯🥊 ‧₊⋆ CAPÍTULO DIECIOCHO ❜🗞️ೃ∗
today we present: Un paso más.
—Solo para recordarte que todavía pienso arruinarte la vida mientras que sigas trabajando aquí y para mí. Ten un buen día, Sasaki.
Esas fueron sus últimas palabras antes de dejarme con la cabeza maquinando a mil por hora, porque no pude dejar de pensar en la información que mi jefe sabía de mi vida privada y lo que podía hacer con esa data. Es que no sabía tampoco por qué razón me podría hacer la vida tan miserable, ¿yo qué demonios le he hecho para que me haga estas cosas, además de casi haberlo quemado vivo y cosas que no eran importantes recordar? Moví mi cabeza en negación, tratando de concentrarme en mi trabajo y lo más relevante. Sin embargo, no es algo fácil de hacer cuando mi celular comienza a sonar con una llamada de mi madre.
Santo Dios, no me odies.
—¿Ma-mamá?
—¡Mi amor! ¿Cómo estás? Ha pasado mucho tiempo.
—Estoy b-bien, ¿y tú cómo estás?—cuestioné con la mirada en la puerta de mi jefe. El hombre que acabó de abrir la puerta de su despacho, apoyándose en él y viéndome con una sonrisa macabra.—No es por nada, mamá, pero estoy trabajando ahora. ¿Sucedió algo?
—No, hija. Quería saber cómo están mis niños. Bueno, no quiero ocasionarte problemas con tu superior, así que me voy a despedir de ti, corazón.
—Claro, mamá. Adiós, mándale saludos a papá.
—¡Te quiero, niña!
—Bueno, ahí lo tienes.—río, recordándome una parte de mi infancia cada vez que pasaba tiempo con ellos.—Adiós, cariño. Mándale saludos a tu hermano, ¿si? Dile que muy pronto vamos a tener una charla muy seria.
—Sí, mamá. Adiós.
Le corté la llamada, echándole un vistazo a mi jefe, la persona que yacía caminando a pasos lentos hasta mi escritorio, todavía observándome con una sonrisa de lunático. Puedo notar que sus manos se encuentran en los bolsillos de su pantalón negro de vestir, luciendo una remera negra común y corriente con una estampa en el centro de una playa, de verdad me sorprendía la manera en que vestía esos tipos de vestuarios en una empresa, pero bueno, ¿qué puedo decir? Cuando uno es dueño de su propia empresa lo menos importante es la forma en la cual viene vestido a trabajar, si no la de sus empleados.
—Presi...
—Présteme atención, Señorita Sasaki, estos últimos días pude escuchar las peticiones de mis empleados. Pero de igual forma oí un chisme que anda divagando por todos los corredores de esta empresa. Tanto que me asombré de eso, hasta que lo pude verificar cuando ingresé al baño.—ladeó su cabeza, sin importarle que algunos de los empleados se encontraban escuchando nuestra conversación.—Por lo que...
—No lo diga, por favor.
Interrumpí con los párpados cerrados, pidiendo casi rogando a que no se atreva a decirlo con las personas que yacen a nuestro alrededor debido a que sería lo más vergonzoso que me podría suceder en toda mi maldita vida. Aun así, mi superior decide expulsar una risa muy irónica, manteniendo la misma postura que antes, opta por aceptar mi petición y se da la vuelta, observándome con la misma faz que antes, parecía que hacer todo esto le divertía muchísimo, por lo que se hallaba con una expresión de emoción radiante, algo que sus empleados no acostumbramos a ver todos los días en la empresa.
Hizo un movimiento de cabeza, indicándome que lo siga a su despacho. Me levanté de la silla, echándole una mirada a mi compañera, quien me vio apenas, sin embargo, fue su manera de informarme que tenga cuidado o que, probablemente, acabe con una herida en la frente, a lo Harry Potter. Cerré la pesada puerta detrás de mí, notando que el CEO Bang estaba con un palo de golf entre sus manos, al parecer, su nueva oficina tenía nuevos objetos e instrumentos que en la anterior no había. Justamente, metió la pelota blanca en el hoyo, echando una exclamación de victoria, para ello, observar su felicidad.
Carraspeé mi garganta.
Él me mira con una media sonrisa, todavía con el palo de golf entre sus manos ejercitadas. Mueve su cabeza, colocando el palo del golf con el resto de los palos, el mayor levantó sus fanales para vislumbrarme con un aura que no estoy comprendiendo en lo absoluto. Hasta que se apoya en su escritorio, cruzándose de brazos y sus luceros van a mi cuerpo, eso me hace sentir desconveniente, aunque en parte también me gustaba esa mirada, ¿por qué estoy pensando en eso? Saqué esos pensamientos de mi cabeza, juntando mis manos al frente, cabizbaja.
—¿Por qué haces eso?
—No comprendo su pregunta.
—¿Por qué te excita verme enojado?—indagó directo. Poniéndome en una situación muy incómoda, para mí mala suerte en mi rostro se pudo notar eso.—Antes estaba muy seguro de que eso no me importaba en lo absoluto, pero después de saber tu segundo secreto, sé que le puedo sacar mucho provecho, Sasaki Miharu. ¿Tú no piensas en lo mismo?
Mordí mis labios, tratando de buscar las respuestas que me hagan zafar de este inconfortable tiempo con mi jefe, o en otra ocasión, el amigo de mi hermano adoptivo. Debido a que no le quería responder a las preguntas que se hallaba haciendo, mucho menos tenía ganas de pensar en esas situaciones cuando mis hormonas siempre que podían me traicionaban, no es el momento de ponerme así, recordando las veces en que el Presidente Bang se comportaba como un sujeto neurótico, eufórico y eso lograba cosas en mi interior. Elevé mi rostro.
—No fue así, presidente. Jamás sería capaz...
—Ni te atrevas a mentirme en la cara, Sasaki.—dio una zancada, encontrándose a centímetros de lejanía de mi anatomía.—Porque lo único que lograrás es que me enoje, y no me gustaría excitarte en estos momentos. ¿Si me entiendes? No es que crea que eres un bich... Bueno, Sasaki, sí lo eres. No te mentiré, ya que nunca me atrevería a ver con otros ojos a la mejor amiga de mi amigo y menos a una empleada.
Fruncí mis cejas, tratando de averiguar cómo es que me hacían sentir esas palabras con respecto a mi persona porque hasta donde yo sabía no era una horrible mujer, tal vez no era la más guapa del mundo, no obstante, tenía mis atributos. Según las palabras de mi madre adoptiva, le tenía que agradecer a mi madre biológica por las nalgas que me ha heredado, así que estoy muy segura de que al menos en eso era muy guapa, la mayoría de veces obtenía la atención de los hombres exactamente por eso.
Así que me dolió el ego por un momento.
—Sí, lo entiendo, presidente.
—Entonces, contéstame.
—No tengo una respuesta exacta, presidente Bang. Lo único que sé es que... me calienta cuando una persona atractiva para m-mí...—moví mis fanales alrededor del suelo tapizado en un color brilloso.—se enfurece de esa forma. ¡Perdón! Lo siento muchísimo, prometo que eso no volverá a suceder nunca más. Y-yo... Perdón.
Me arrepentí muchísimo de haber usado esas palabras después de que él, básicamente, me haya dicho que era un bicho raro, un insecto que nadie en su sano juicio querría siquiera pisar. Él se quedó callado brevemente, pude ver su rostro de tranquilidad sin decirme una sola palabra, tampoco es que me está observando a los ojos para poder deducir lo que sucede por su cabeza. No obstante, se voltea a mirarme con atención, lamió sus belfos rosados e hinchados, por lo que puedo notar ha aceptado mi confesión, lo único que me dijo fue que me retirara a hacer mi trabajo, dejándome con mas dudas pasando por mi cabeza.
Jueves por la tarde.
Estas últimas horas me puede dar cuenta de que mi jefe cambió rotundamente, se encontraba cada vez más animado que antes, nadie de la empresa sabía lo que en verdad le está sucediendo por la cabeza debido a que es muy extraño que esté de buen humor y feliz, tanto que hasta trataba bien a la mayoría de sus empleados, muchísimo más a su segunda asistente, es a quien peor trataba de todos, capaz porque decía que nunca cumplía con sus expectativas, recordando que también mencionó que muy pronto iba a haber un cambio de asistentes, cuando mencionó eso no me había preocupado, tal vez porque estaba demasiado segura de que no sería capaz de echarme por mi mejor amigo Jeon Jung Kook.
Empero, ahora puedo decir que su venganza hacia mi persona es lo que me iba a mantener aquí en la gran empresa automotriz. No es una buena razón, sin embargo, iba a seguir teniendo trabajo, qué es lo más importante para mi vida adulta. Me encontraba con los ojos en mi jefe, mientras que estaba comiendo los fideos instantáneos que me pude comprar en la cafetería debido a que hace poco acabamos de salir de una reunión, el cual duró casi todo el mediodía, y el hambre me estaba matando lentamente, pero no tanto como la curiosidad de saber lo que le está sucediendo a nuestro jefe Bang Chan.
—Espiar es acoso, ¿sabías?
Me sobresalté en mi lugar, corriéndome de la pared para estampar mi espalda contra ella. Enfrente mío yacía el abogado del presidente de la empresa, alías; «El abogado insoportable que no tolero y que cada vez que me ve aprovecha para ponerme de mal humor.» Elevé una ceja, poniéndome a pensar seriamente que debería de ponerle un apodo menos largo, quizás como un; »El abogado con diarrea en la cara.» Hice una mueca, aprobando ese apodo en mi vocabulario desde ahora en más.
—No estoy espiando a nadie.
—¿Ah, no?—miró a su amigo y luego a mí, noté que aún sostenía su maletín con la mano derecha. También observé que seguía vistiendo su uniforme habitual.—Pensé que espiar a alguien desde detrás de una pared se consideraba acoso. ¡Las cosas que uno aprende! ¿No es cierto?
Resoplé, demostrándole con mi mirada que su presencia a mi lado me resultaba indiferente. Así que volví a observar a mi jefe desde detrás de la pared blanca, mientras seguía comiendo esos fideos insípidos y esperando descifrar lo que pasaba por su mente.
—Lo que tú estás haciendo se llama acoso.
—¿El qué?
—Rozarme el trasero con tu maletín.
—Ugh. Ahora tendré que pedirle a la señora de la limpieza que lo desinfecte.—respondió, mirando su maletín negro con una mueca de disgusto. Giré mi cabeza sobre mis hombros, divertida por su comentario.
—¿Qué pasa? ¿Tu mamá no te enseñó a lavar?
—No, porque estaba muy ocupada enseñándome las leyes de la abogacía y del país. También, a distinguir a las mujeres de moral dudosa en un establecimiento.
—Oh... Qué lástima,—hice una mueca de tristeza, esta vez mirándolo directamente a los ojos.—¿y cómo logras seguir con tu vida después de saber que eres un completo canalla, abogado Felix? ¿Umh?
Él me regaló una sonrisa sarcástica, dando por acabada la conversación debido a que ya no tenía ninguna respuesta que darme. En eso, me dedica una última mirada, marchándose de mi lado, entre que me volví a voltear con la cabeza en mente que quería averiguar la nueva sorpresa que el CEO nos está demostrando a sus empleados, sencillamente que en eso mi cabeza choca contra pecho formidable, lo que ocasiona que levante mi cabeza, notando que esa persona era mi propio jefe, capaz era la persona que ocasione su mal humor, ya que cambió su expresión rápidamente y eso que ya había terminado de comer los fideos instantáneos.
Ni siquiera lo llegué a manchar o quemar.
Echó un largo suspiro, demostrándome de que ya he hecho lo que la mayoría de mis compañeros estaban esperando que no suceda. Únicamente que con esos ojazos castaños me ordenó a que me alejara de su persona, algo que hice velozmente, ya que no quería ser linchada a la salida de la empresa, por lo que fui a mi escritorio a chismosear con mi compañera de sitio. En dónde supe más sobre su vida privada, también de que estaba embarazada, eso fue una noticia que nos aseguró de que dentro de unos pocos meses ya no podría venir más al trabajo.
A las 22:30 de la noche comenzamos a reunir las cosas de nuestro alrededor, mientras que yo me encontraba limpiando el despacho del jefe, porque había salido más temprano de la empresa. Y para no tener que hacerlo el viernes a la mañana, estaba aprovechando este momento en que ha salido temprano. Terminé de organizar su escritorio cuando un sobre cayéndose es lo que me hace voltear, notando que un sobre marrón se hallaba sobre el piso, pero con algunas fotografías revueltas por todo el suelo. Me acerqué allí a juntarlas rápidamente y volverlas a colocar en su lugar de origen, solamente que me sorprendí cuando mis ojos han observado esas fotografías, tan asombrada me quedé que no supe cómo reaccionar.
—¿Has terminado?—la voz de Choi Soo Byeol me asusta. Guardé las fotografías en el sobre rápidamente.—Porque el jefe acaba de llegar.
—¿Cómo?
—Sí, no sé qué sucedió. Vayamos a ver.
—Mejor ve, yo le preguntaré si necesita algo.
—Oh, está bien. Gracias, Miharu, recuérdame para invitarte a comer tofu.
—¡Por supuesto!
Exclamé emocionada, porque era mi plato de comida favorito y eso me recordaba a mi madre, una de las posibles razones de que me gustara muchísimo. Luego de terminar de ordenar fui por mi bolso para ir al primer piso, todavía se encontraban algunos de nuestros compañeros y los de limpieza, mientras que me hallaba caminando a la salida con la esperanza de encontrarme a mi jefe, para saber si necesitaba algo más, la sonrisa que estaba en mi rostro deja de estar allí repentinamente y solo me puedo confundir cada vez más por lo que mis fanales ven.
Me quedé tiesa.
Ella me observa con una emoción radiante en su faz adulta, tenía su bolso marrón sobre su hombro izquierdo, el primer regalo que le pude mandar tiempo después de empezar a trabajar aquí, sin embargo, no es que no me encuentre feliz de volver a verla después de muchos meses, si no que a un costado de ella yace el presidente Bang Chan, el cual se tomó el tiempo de dedicarme una gran sonrisa que sabía perfectamente que no es una mueca de emoción por la reunión de una madre e hija, si no de pura maldad.
—¡Hija! ¿No me saludarás?
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