ꗃ xi. beginning.
written by 𝗆𝗂𝗄𝖺𝗌𝖺𝗆𝗎𝗇
♯🥊 ‧₊⋆ CAPÍTULO ONCE ❜🗞️ೃ∗
today we present: Comienzo.
¿En serio tenía que estar pensando justamente en el instante en que lanzó un jarrón? ¿O cuando me tiró la comida y parte de ella me quemó? Y esas cosas solo para que el sexo se pueda sentir excitante, mientras que me cogía encima de la isla de la cocina que compartíamos. Supongo que fue en ese tiempo en que me di cuenta de que realmente me daba esa sensación de gustación mi jefe, el peor de todos, por cierto, sin embargo, tenía algo peculiar que me ponía los vellos de puntas y me encantaba como se sentía. Tanto que mis gemidos le dieron a entender que me estaba por venir en cualquier momento, eso lo calentó a él que ambos acabamos al mismo tiempo.
Nuestras miradas se cruzaron.
Es aquí en que no me puedo sentir más sucia de lo que ya me sentía con respecto a esto, supongo que Jeon Jung Kook se percató también debido a que salí a las corridas de sus enormes brazos. Encerrándome en el baño, aprovechando a darme una larga ducha y del mismo modo pensar en que sería una buena idea de que me vaya mudando de aquí, capaz él se sienta mal consigo mismo después de un tiempo, pero no es lo correcto, sentía que estábamos haciendo algo horrible ante los ojos de cualquier persona.
Miércoles por la mañana y tenía terror de cruzar las puertas del edificio, quizá es porque no me podía sacar de la cabeza las últimas palabras de mi jefe, yo sabía que era mejor mantenerme en silencio, no decir una palabra y asentir a todo. Empero, aunque sea alguien que suele ser sumisa ante un hombre al momento de tener sexo, no lo era fuera de él, por demás de que no mentía en lo que le mencioné.
—¿Vas a entrar?
Dejé mis pensamientos al observar a Huening Kai a un costado mío, se encontraba sonriente y su bolso suspenda de su hombro, el día de hoy tiene ropa cómoda y colorinche. Parecía ser alguien más brilloso qué el resto de las personas que están trabajando aquí, era un ser de luz, eso me alegra de su persona. Siento que al ser el menor de nosotros nos llenaba de felicidad, o de ese modo lo estoy viendo, siempre con sus comentarios positivos, aun cuando de vez en cuando es realista, empero, es lo que nos agradaba.
Le sonreí, caminando a su lado.
—¿Estás bien, noona? Te veo extraña.
—Sí, todo está bien.
—Creeré en tus palabras entonces.—río tímido, notando el piso donde estábamos llegando.—Aquí es en donde me bajo, oí que el nuevo piso es bellísimo, quizá y luego las pase a saludar.
—Claro, te esperaremos. Suerte hoy.
Huening Kai salió del elevador, solamente que antes de que las puertas de metal con algunas decoraciones en ellas se cierren me mira con diversión.
—Noona, tú debes tener más suerte que yo hoy.
Luego de reírse de mí, se marchó completamente para su puesto de trabajo, y las puertas del elevador se han cerrado frente a mis ojos. Cada vez que los números del ascensor van cambiando el susto que siento por lo que me dijo el Señor Bang vuelve a mi cuerpo y es que en serio que no quiero tener más contratiempos de los cuales ya tenía
Estando en el piso más alto del edificio puedo observar que esta área es muy blanca, pálida, lo único que tiene color es el verde de las plantas. Hay algunos puestos y con gente que no conocía, veo un largo pasillo que he notado que es la nueva recepción, ahí se encontraba la señorita Shin con menos ganas de seguir trabajando en ese puesto, únicamente que cambia su expresión en el instante en que nos vemos.
—Buenos días, Miharu.
—Buenos días, agassi. ¿Quiere café?
—No, tranquila. Mejor ve a tu nuevo puesto, es lindo y puedes ver las caras de las demás personas.—ríe.
—Hablamos después, agassi.
—Suerte.
Afirmé con un asentón de cabeza, girándome y empezando la trayectoria a la nueva sección de trabajo que se le dio por renovar al CEO Bang. Crucé el parvo corredor, percibí que hay dos escritorios, una enfrente de la otra, al lado derecho se encontraba la señorita Choi Soo Byeol anotando algunas cosas en su cuaderno color lila y un plumón azul.
Dejé mi bolso en el asiento que supuse que sería el mío debido a que no hay otro más, es en ese momento en que ella me sonríe amablemente, comentándome que el día de hoy el jefe vendría más tarde. Al menos eso tiene algo bueno, simplemente, tomé asiento y empecé a ojear los documentos que me mandó por correo mi compañera de trabajo. Fueron las primeras horas de la mañana en donde la pasé tranquila, en paz, nadie ha dicho nada, todos estábamos tranquilos y conviviendo como compañeros de empleo.
Hasta que el ascensor se abre.
Todos se pararon de sus sillas, algo que ocasiona que yo también haga, pero apenas. Entonces, vemos que salía el director de la empresa con una expresión de indiferencia en su rostro, caminando directamente y a sus costados se encontraban dos personas que se veían que eran de su confianza, al único que reconocía era al sujeto que me caía mal y era su abogado más personal. Claro, según sus propias palabras.
Los tres se quedaron en el centro de los escritorios de nosotras, lo peor es que ni siquiera nos está mirando a la cara, simplemente, analizando a la nada, solo que con la mirada al frente.
El resto de nuestros colegas veían con atención lo que estaba sucediendo, hasta que el Señor Bang me ve de reflejo, eso hace que me asombre y asuste, porque fue un vistazo que me dio escalofríos. Supongo que seguía en marcha la afirmación que me dio, también recordando las palabras que usé, después de eso, se fue de mi vista, ingresando a su nuevo despacho con los hombres detrás de él, logrando que la oficina vuelva a su orden otra vez, charlando entre ellos.
—Miharu, ¿sucedió algo ayer?
—Tal vez... dije unas cosas... que no debí.
Farfullé lentamente, nuevamente, sentándome en mi asiento negro y giratorio. Trataba de concentrarme en algo en específico, únicamente que no hay nada más que hacer debido a que he hecho todo en estas horas en que el jefe no se encontraba en el establecimiento. Eché un suspiro, estaba nerviosa con lo que pueda pasar en los siguientes minutos, segundos, o quién sabe, tal vez en horas... Milisegundos... ¡Demonios! ¿Por qué tuve qué abrir la bocota? Agaché mi cabeza contra la mesa de cristal, fingiendo sollozar y con las grandes ganas de ponerme a llorar.
Miércoles al mediodía.
Cuando esos hombres se fueron del edificio no hemos visto al CEO abandonar su despacho, es más, llamaba a la señorita Choi Soo Byeol en vez de a mí, eso en gran parte me relajaba debido a que no se enojaría con mi persona, o es lo que supongo. Al horario del almuerzo es cuando aparece Huening Kai a dejarnos nuestras comidas, ya que no podíamos ir a comer como el resto del personal, estuvimos conversando unos minutos hasta que se tuvo que ir con el resto de los colegas de nosotros a almorzar en la mesa, entre que yo comía de mi comida a pasos lentos.
Entonces, se oye la voz del Señor Bang mediante el aparato que teníamos en las mesas.
—Señorita Choi, puede irse a comer con los demás.
Ella me queda mirando por unos cortos segundos, solo asiente y confirma que se irá con sus compañeros a almorzar. Agarró en sus manos la bandeja, hizo una leve reverencia y se alejó de mi lado, dejándome sola comiendo, empero, tampoco me molestaba, además de que se pudo ver en su faz que no quería dejarme sola en esta parte del edificio, únicamente que le sonreí en forma de que todo estará más que bien.
Soo Byeol unnie se marchó.
No pasó mucho tiempo en que las puertas de la oficina del CEO Bang Chan se abre, ocasionando que mis vellos se coloquen de puntas, ni siquiera pude meter el fideo a mi boca cuando salió de su puesto de trabajo. Decidí no emitir ningún sonido, o siquiera levantarme de la silla en donde me hallaba tumbada y con la mano a mitad de mi boca.
—No, por favor. Sigue comiendo, Sasaki.
Mis manos temblaban, no sabía sí hacerle caso o solo comprender el sarcasmo en sus palabras, ni siquiera soy capaz de elevar mi cara para observar la expresión que tenía en ella. Sin embargo, su extraña forma de estar hablándome me pone demente, tanto que opto por dejar los palillos en la bandeja negra, bebí un poco del jugo con la mirada en la mesa.
Me corrí un poco de la mesa, puse mis manos en mis piernas, apretando la tela del vestido que tenía el día de hoy. Esa era la única manera de tranquilizarme y no ponerme temerosa, porque la manera en que él se veía hoy solamente denotaba molestia.
—¿Por qué te detienes? Sigue.
Cuestionó bruscamente, poniéndose enfrente de mi escritorio. Puedo ver apenas la mitad de su cuerpo, ya que aún no tenía la valentía de observarlo a la cara.
—N-no tengo más hambre, presidente.
—Come, Sasaki.
—Pres...
—¡Qué comas, carajo! Házlo, Miharu.—río cínicamente.—Sé que ninguno queremos que me comporte como un jefe inhumano, ¿verdad? Porque esas fueron tus palabras. Te hice una pregunta.
—S-sí, presidente.
—Entonces, come y no desperdicies la comida.
—Está bien, presidente.
Respondí apenada, volviendo a tomar los palillos entre mis largos dedos para volver a retomar el almuerzo. Empero, antes de poder hacerlo, vislumbro que el hombre ya se encontraba enojado conmigo, ya que lanzó gran parte de las cosas que están en mi escritorio y la computadora se rompió en pedazos.
Eso me sobresalta.
—Mírame.
Hice caso omiso, notando que su cara está más que cerca de la mía, y ahora no sabía cómo demonios tenía que actuar. Él observó cada parte de mi rostro hasta que disimuladamente ve mis labios, viéndome de inmediato a los ojos, en donde descubrí que nunca hubo una chispa de color en ellos, parecían oscuros y abordaba la oscuridad en su máximo esplendor.
—Harás todo lo que te digo. Sin rechistar.
—¿De qué...?
—¿Te di permiso de hablar?—ladeó su cara, negó un par de veces con esos luceros negros.—¿No, cierto?—negué avergonzada.—Cuando yo te llame, ahí estarás, cuando yo te necesite, ahí deberás de estar, si quiero que te pongan en medio de la puta calle, lo harás. ¿Quedó claro? Respóndeme.
—Sí, señor presidente.
—Bien...—se alejó del escritorio.—Haz como si nada.
Confirmé, moviendo la cabeza.
Luego de eso, metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones y se marchó del piso. Fue en ese entonces en que expulsé mi primera lágrima, entre risas y sin poder siquiera creer en lo que me estaba sucediendo, o en lo que es probablemente a qué comience a sufrir, empero, también sabía que seguí aceptando esto, solo porque me atraía cada vez más, estaba mal conmigo mismo.
Quité mis lágrimas, intentando de que nadie haya visto el rastro de agua salada por mis mejillas que ahora se encuentran rojas por el llanto.
A los pocos minutos las puertas del elevador se abren, dejándome a que vea al resto de mis compañeros de este piso, cuando llegó la señorita Choi le pedí a que cubra mi lugar, ya que llevaría a su lugar la bandeja de comida que me trajo Kai. En el camino a la cafetería que tiene el lugar sencillamente estaba tratando de volver antes de que el CEO aparezca, después de haber dejado la comida puedo vislumbrar una escena que me dejó más que sorprendida.
—¡Por favor, presidente Bang!
Justamente, cuando exclamó esas últimas palabras esa mujer desconocida, es lo que se gana un cachetazo de parte del hombre. Detuve mis pasos repentinamente debido a que eso me aterró, aun cuando no me debería de sorprender en lo absoluto, puedo escuchar que el sujeto le ordenó a los de seguridad unas cosas y se han llevado a la mujer fuera de la empresa.
Decidí alejarme de ahí.
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