ꗃ xxii. returns.
written by 𝗆𝗂𝗄𝖺𝗌𝖺𝗆𝗎𝗇
♯🥊 ‧₊⋆ CAPÍTULO VEINTIDÓS ❜🗞️ೃ∗
today we present: Devoluciones.
MARATÓN 1/3
Mi superior ocasionó que el vecino de enfrente tome el desayuno que trajo él a meterse al departamento, entre que yo no estaba entendiendo nada de lo que acabó de suceder. Empero, el CEO Bang no me sacaba la mirada de encima, lucía demasiado enojado con mi persona cuando yo ni siquiera sabía lo que hice ayer debido a que estuve muy ebria para recordarlo, es más, estoy segura de que hasta abusaron de mi consciencia, ya que estaba ebria ¡y tiene el descaro de verme mal! Eso me molesta muchísimo.
Abrí los belfos, pero él hizo una seña de que es mejor que me quedara callada.
—Hoy espero verte en mi casa, Sasaki, y entenderás lo que realmente les sucede a los subordinados que desafían a sus superiores.
Me quedé estupefacta.
Después de haberme dicho eso me cerró la puerta en el jodido rostro, entre que yo estoy que no me estaba creyendo absolutamente nada las palabras que me acabó de decir. Sin mencionar que me encuentro con los pelos parados, maquillaje corrido y oliendo a soju por donde te me acerques. Intenté no pensar en esas situaciones solo para poder entrar a mi departamento y darme una ducha. Luego de 1 hora y media dentro de la tina de la casa, me fui por algo de almorzar por que me quedé por bastante tiempo ahí adentro.
No obstante, recordé que tenía un cheque que debía de entregarle a mi hermano adoptivo.
Por lo que comí poco, así me sacaba la pijama y me iba hasta la casa de Jeon Jung Kook, cuando salí del departamento trataba de no encontrarme a mi jefe en el corredor del edificio, porque no tenía ánimos de tener un encuentro más incómodo del cual tuvimos hace unas horas, pero por suerte fue algo que no pasó. Toqué el timbre del penthouse de mi mejor amigo con la esperanza de que el encuentro fuese más rápido, empero, frente a mí yace una mujer semidesnuda que me dejó asombrada de lo que veía.
—¿Quién eres?
Cuestionó desagradable, masticando un chicle con la boca bien abierta, al igual que una vaca.
—Yo me hago la misma pregunta.
—Oh, ya entiendo... Eres de St. Baggy, no pensé que JK tendría gustos tan...—me miró de arriba abajo de una manera que me irritó profundamente.—comunes. Permíteme decirte que llegaste tarde, porque ahora estamos las chicas de St. Bodice, deberías buscar trabajo en otro lugar, ¿no te parece?—replicó con enfado.
—Antes de que sigas nombrando calles con nombres de prendas femeninas en inglés, permíteme decirte que JK, como tú le llamas—dije con un tono agudo, imitando a la rubia insípida.—es mi hermano. Así que hazte a un lado si no quieres que St. Anger se manifieste rápidamente, cariño.
—April, ¿quién es? Ven, hermosa, te necesito aquí.
—April está siendo muy grosera.
Alcé la voz para que Jung Kook pueda escucharme y salga de su escondite. Por lo tanto, un muchacho hizo su aparición en la entrada con una bata blanca abierta, dejando ver su anatomía morena desnuda, lo unico que tenía puesto eran unos bóxers negros, después solo era Jeon Jung Kook luciendo como un imbécil en su lujoso penthouse en donde hay muchas prostitutas por todos lados y era la cosa más asquerosa del jodido planeta.
Él sonríe de lado, apoyándose en el umbral de la puerta de su casa.
—¿Qué haces aquí?
—Te traje el dinero.—extendí el cheque sin ganas.
—Guárdalo, lo mío ya está solucionado.
—¿Perdóname?
Arrugue mi cara, muy sorprendida de esa notificación. Porque él sabía que yo haría esto para poder darle una mano y que salga de toda esa mierda. Él mira a la chica que se encuentra a un costado, con un movimiento de cejas le indicó a que se metiera adentro con el resto de las mujeres, dejándonos a solas.
Jung Kook me echa un vistazo rápido.
—April tenía razón... Vistes tan común.
—No me vengas con tus tonterías, Jeon. Hueles a marihuana, alcohol y otras porquerías.
—Vete de mi casa, ya no vives aquí.
—¿Cómo resolviste el problema? ¿Mmh?
—Fácil. Seguiré luchando.
—¿Qué...?—fruncí el ceño, dando un paso atrás.
—Ayer hablé con mis amigos y me dieron un consejo que ni siquiera Park Ji Min, Kim Tae Hyung, mis padres o tú podrían darme. Fue un consejo que me resultó muy útil, seguiré haciendo lo que más me gusta, Sasaki Miharu.—respondió con cinismo. Acercó su mano al extremo de la puerta.—Lo cual es luchar. Luchar hasta... morir.
Entonces, por segunda vez en el día me cerraron la puerta en la maldita cara.
¿Cuál fue ese consejo? ¿Qué amigos eran esos? ¿Eh? ¡¿Qué amigos dan consejos tan de mierdas cómo darle la razón a Jeon a que siga peleando?! Eso es una cosa que me está pudriendo la puta cabeza, pero ahora viene lo peor de todo, que no sabía qué mierda debía de hacer con el cheque que tenía entre mis manos. Me giré demasiado dispuesta en irme de aquí, solamente que me encuentro con dos sujetos que me aterraron por un pequeño instante, no los escuché en ningún momento. Me acerque apenas.
—También te cerró la puerta en la cara, eh.
—¿A ustedes también?
Pregunté en el instante en que vi a sus mejores amigos con una expresión de mal humor. Seguramente, porque él mismo ocasionó que todos nos pongamos de este modo por querer cuidarlo.
—Solo Kookie y esas personas saben las cosas que le dijeron para comportarse al igual que un simple idiota.—escupió enojado Ji Min, cruzado de brazos.
—¿Qué es eso?
—Le pedí prestado dinero a mi jefe para poder ayudarlo, pero se enojó muchísimo cuando se enteró a quien se lo pedí, y en vez de aceptarlo, solo me viene a decir que seguirá peleando.—enseñé el cheque que tenía entre mis dedos. Ellos se ven al mismo tiempo a verme nuevamente a mí.—¿Por qué se ven así?
—Tu mismo jef...
—Nada.—calló Tae Hyung, girándose.
—Ven, invitaré las bebidas.
—Yo me invitaré las comidas.
—Qué egoísta...
—Puedo ser egoísta, pero no idiota como para pedirle prestado dinero al Director General del NG Jadongcha.—bromeó Tae Hyung, subiendo al ascensor.
—Me cae demasiado mal.
—Puedo caerte mal, pero jam...
—Ya basta, Tae.
Regañó Ji Min entrando al ascensor y presionando el piso del lobby. En eso, ganándose mis risas ante el regaño que recibió de uno de sus mejores amigos. Aunque ahora que lo pensaba, probablemente, sea el único mejor amigo que le termine quedando.
Sábado por la tarde.
A la salida del bar que fui con los amigos de Jung Kook me crucé a Baek U Jin, la misma que se revolcaba con mi jefe Bang Chan, no tardó en decirme que las últimas semanas estuvo fuera de la ciudad y por eso mismo es que no nos pudimos contactar más, aun cuando yo estaba muy segura de que no era por eso, pero no le dije nada. Ella me ofreció a pasar la tarde juntas y ponernos al día sobre todo lo que pasó en nuestras vidas desde que no hemos estado en contacto por la culpa del antipático de mi jefe.
Algo que decidí hacer porque me quería despejar de todo lo que logró mi hermano adoptivo.
Fue a las 18:08 de la tarde que volví a mi departamento para darme una ducha, ya que tenía que reunirme con mi superior dentro de pocas horas. Realmente, me daba muchísimo miedo lo que pueda pasar en las siguientes horas estando con su persona, todavía recuerdo que el día en que me canceló me pidió a que vaya vestida con un lindo vestido, así que abrí mi armario a buscar algún vestuario agradable para escucharlo retarme y probablemente a que me tire algún objeto.
«Te quiero ver a las 19:30 en mi casa. Sé puntual.»
Moví mis cejas ante ese mensaje, simplemente, le dije que así mismo sería. De todas formas, aún tenía tiempo de buscar el vestuario correcto, maquillarme y peinarme, no quería que se quejara de eso también. Aun cuando, no sabía muy bien las cosas que puedan pasar en los siguientes minutos. Luego de encontrar ese vestido ajustado al cuerpo de un color negro con las mangas y escote transparentes, tomé mi bolso, una chamarra, me marché de mi casa. No obstante, me asombré al ver a una mujer que no conocía en lo absoluto. Se veía demasiado terrible, hasta me dio inseguridad al observarla frente a mi departamento, sin mencionar que de algún lado se me hacía bastante conocida.
—¿Hola?
—Tú... te ves bien.
—Emh. Gracias.—agradecí temerosa, cerré la puerta de mi departamento para encaminarme a las escaleras y poder marcharme de aquí.
—¿Eres la asistente de Bang Chan?
Dejé de caminar cuando escuché que mencionó el nombre de mi superior y supo esa pequeña información de mi vida privada. Di media vuelta, analizando la manera en que me estaba viendo.
—¿En qué te puedo ayudar?
—¿Ahora te reunirás con él?
—Lo siento, pero no creo que sea de tu incumbencia. No te conozco.—respondí fríamente. Por lo que tomé la decisión de bajar las escaleras, dispuesta en irme lo cuanto antes del edificio.
Sin embargo, cuando salí afuera del edificio en la búsqueda de algún taxi que me pueda llevar hasta la casa de mi jefe sentí una presencia demasiada cercana de mi cuerpo. Una reacción que me hizo girar rápido, ya que la mujer yace en la entrada de la construcción con la mirada fijamente en mí.
Eso me dio mucho miedo, así que bajé a la acera a pedir un taxi antes de que esa fémina sea capaz de hacerme algo mucho peor que acosarme.
—Yo me veía como tú...
—¿Qué?
—Pero cuando acepté sus términos acabé así.
—No sé de qué me hablas.
—Trabajé con el presidente Bang Chan. ¿Aún le gusta que lo llamen de ese modo?
—Me tengo que ir.—mencioné apenas. Un taxi paró ante mi movimiento de urgencia, abrí la puerta del auto, decidida en irme de aquí, únicamente que ella se acercó repentinamente.—Por favor...
—No vayas con él. No es buena idea.
—Me estás asustando. Ya basta.
—¡Escúchame!
Me subí al auto como pude, cerrando la puerta de atrás más que asustada por lo que me encontraba viviendo. Es algo que nunca me había pasado.
—¿Está bien, señorita?
—Sí, vámonos, por favor.
—¡No vayas con él! ¡Es una muy mala idea, niña! ¡Hazme caso!
Me hallaba más atemorizada que antes, pero por suerte el chófer siguió mi orden, acelerando el auto de inmediato. En el proceso le indiqué la dirección donde debía de dejarme, mientras que me preguntaba si en verdad estoy bien debido a que la escena que hizo esa muchacha, que lucía mayor, fue muy vista por todas las personas que se encontraban en ese momento, solamente, espero que el dueño de la construcción en donde me estoy hospedando no se enfade conmigo por lo reciente con esa mujer.
Sábado por el atardecer.
Le quise pagar al taxista por el viaje, sin embargo, me dijo que es un regalo, tal vez por la situación más que incómodo que me hizo pasar esa mujer que no conocía para nada. Luego de que haya mantenido esos pocos segundos de conversación con el hombre que me trajo hasta la casa de mi jefe, me despedí a poder ingresar a la casa de mi superior, como ya tenía las llaves de su hogar decidí ingresar, quizá sea una mala idea haber entrado de esa forma, únicamente que después de lo que pasó con la desconocida me daba temor seguir estando en la calle, no sabía si esa muchacha fuese capaz de seguirme hasta aquí.
Una de las señoras del servicio me informó que el señor Bang Chan se encuentra esperándome en el comedor de la elegante y lujosa casa, la mayor parecía estar a punto de salir de su hora laboral, por lo que nos despedimos brevemente, más que nada a que pueda estar a tiempo en la reunión que él organizó. Entonces, todavía con la cabeza perdida por lo que me sucedió hace minutos, atravesé el pasillo encontrándome con el CEO Bang sentado en una larga mesa del comedor de su casa, está bebiendo pacíficamente.
—Puntual, qué extraño.
—Me disculpo por entrar así, es que una mujer me estuvo siguiendo desde que salí de mi departamento.—expresé insegura.
Él deja su copa en la mesa, prestándome atención.
—¿Le debes dinero a alguien más, Sasaki?
—No, presidente. Respecto a eso...
—No acepto devoluciones.
—Es que...
—Un trato es un trato, Miharu. Ahora toma asiento.
Indicó severamente la única silla elegante que está en la esquina de la larga mesa de vidrio, no tuve más opción que seguir sus órdenes al pie de la letra. De un lado, que no sabía que tenía la casa, sale una mujer de unos 25 años a servirme un poco de vino en la copa que está a un costado de los cubiertos que yacen en la larga mesa donde estoy sentada.
Ella sonríe apenas.
—Gracias.
—Cuando guste.
—No bebo vin... —quise decirle a mi superior.
—Hoy parecía lo contrario.
Cerré mis párpados al recordar la escena vergonzosa que tuvimos que presenciar a plena mañana del sábado. Pensé que sería capaz de olvidarse de ese momento terrible para mí.
—No bebo vino, me hace mal. Me... afecta más de lo común, diría yo. Pero lo sucedido con su primo, que recién me enteraba, no fui consciente de lo que pasó. Jamás lo había visto.
—¿Por qué me das explicaciones cuando no te la pedí, Sasaki?—ladeó su cabeza.
—Necesitaba aclarar eso, presidente.
—Quiero ir al punto importante sobre lo que pasó en la mañana del sábado.
—¿Qué cosa?—indagué, tomando la decisión de probar un poco del vino tinto que está dentro de la copa redonda de vidrio. Eran esas típicas copas enormes que llamaban muchísimo mi atención.
—Cuál será tu castigo.
Escupí todo el vino de mi sistema bucal.
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