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ꗃ xliii. maintain control.

written by 𝗆𝗂𝗄𝖺𝗌𝖺𝗆𝗎𝗇
♯🥊 ‧₊⋆ CAPÍTULO CUARENTA Y TRES ❜🗞️ೃ∗
today we present: Manteniendo el control.

Comprendía, más que nadie, que mi deseo de continuar con esto era intenso, casi abrumador. Ansiaba sus besos, sus caricias, su cercanía. Pero es una lucha constante cuando te sientes como un títere en un escenario, bailando al ritmo de los caprichos de otro, cuando en realidad deberías ser la dueña de tus propios movimientos.

Fue por esa misma razón que pronuncié esas palabras, buscando una conexión, un entendimiento. Vi un atisbo de empatía en sus fanales, un destello fugaz que pareció desvanecerse en el aire en cuestión de segundos. Dio un paso atrás, mirándome con una expresión de desconcierto, como si no comprendiera el significado detrás de mis palabras. Y eso me desconcertó, porque él, más que nadie, debería entenderlo. Después de todo, me había abierto a él, he compartido mis sentimientos más profundos, hasta he perdonado su indiferencia y su desdén incluso luego de la amarga experiencia de aquella extraña fiesta de inicio de invierno.

Me hallaba exhausta de su juego de seducción, de las promesas implícitas en sus gestos y palabras, solo para encontrarme con una puerta cerrada y su silueta alejándose. Mi paciencia había llegado a su límite, mi corazón no podía soportar más este vaivén emocional. Era por eso mismo que quería una sinceridad que venga de su parte, era lo único que estoy pidiendo de su parte, porque no quería sufrir con estas emociones que andaba cargando por su persona. Empero, al parecer, él no quería tener este tipo de charla en estos momentos debido a que retrocede un paso, cada vez se encontraba más cerca la salida.

—Ya hemos discutido esto.

—No, no lo hicimos porque empezaste a evitarme, actuando como si nada hubiera ocurrido entre nosotros—repliqué, deslizándome de la impresora y avanzando con paso firme hacia él—. Estoy... agotada de ser tratada como un juguete, de ser arrastrada de un lado a otro. Entre Jung Kook y tú, no sé quién es peor. ¿Acaso no se cansan de hacerme sentir miserable y joder mi corazón?

Mis palabras brotaron cargadas de dolor, y sentí cómo mis ojos se humedecían, amenazando con liberar el torrente de lágrimas que he estado conteniendo desde que mi mejor amigo desapareció sin dejar rastro, sin responder a mis mensajes. Ni siquiera sus propios amigos más cercanos sabían dónde se había esfumado. Digamos que esa es una de las razones del por qué sentía mucho estrés acumulado en el cuerpo y la otra razón se encontraba frente a mí.

—No entiendo por qué me pones en la misma categoría que Jeon.—dijo, claramente ofendido.

Arqueé las cejas, sorprendida por su reacción. Por la forma en que apretó su mandíbula, observando a un lado de la sala de fotocopias. Siempre he pensado que eran amigos, o algo parecido, así que no esperaba esa respuesta de su parte.

Empero, no tenía sentido continuar esta conversación si él no iba a ser honesto conmigo, si no iba a decirme lo que realmente esperaba de mí. Porque era verdad lo que decía: estoy llegando a mi límite. Simplemente, quería conocerlo más a fondo, ansiaba volver a ese momento en los que podíamos charlar libremente, como aquella vez en la fiesta a las tres de la mañana. Nos encontrábamos en medio de un mar de personas adormecidas por el alcohol, perdidos en nuestra propia burbuja, compartiendo cafés y conversaciones triviales como si fuéramos dos extraños que se acababan de conocer.

Pero recordar que ese tiempo de conexión genuina que solo ocurrió una vez me desgarraba el corazón debido a que sabía que probablemente nunca volverían a suceder. El Presidente Bang Chan parecía atrapado en su mundo de frialdad y rigidez, con ese muro que él mismo había creado, y me temía que no se encuentra dispuesto a dejarlo atrás.

Mientras que procesaba estos pensamientos, parecía que mi superior había captado la decisión que estaba a punto de tomar. Dio un paso adelante, como si quisiera añadir algo más antes de permitirme expresar mis verdaderos sentimientos sobre la situación.

—No es mi intención herirte, Sasaki. Te lo dije cuando te confesaste, te dije que esto era un error.—demandó con su tono de voz era firme. Empero, en su mirada se vislumbraba un destello de arrepentimiento.

—Aun cuando no pretendas lastimarme, sigues desgarrándome por dentro, Presidente Bang.

Puse fin a la conversación y abandoné la sala, dejándolo completamente solo. Por primera vez, no reaccionó de manera brusca o defensiva. En cambio, parecía profundamente afectado por mis últimas palabras. Su mirada seguía fija en el espacio que acababa de ocupar, como si aún pudiera ver mi silueta desvaneciéndose en la distancia.

Martes por la noche.

Pasé todo el día inmersa en mis tareas laborales, manteniendo un contacto mínimo con mi superior, aunque cargado de distancia. Él permaneció en su oficina durante la mayor parte de la tarde, hasta que finalmente se fue a una reunión crucial con propietarios de otras marcas de automóviles.

Cuando llegó la tarde, decidí unirme a mis colegas en un bar cercano a la empresa.

Jeon Jung Kook seguía sin dar señales de vida, y ni sus amigos ni ninguna de las personas que conocíamos en común sabían de su paradero. Supuse que necesitaba tiempo a solas, así que dejé de buscarlo. Mi vida ya estaba lo suficientemente llena como para agregarle más preocupaciones.

Así que, en esta noche de martes, lo único que planeaba hacer era relajarme y disfrutar de unas bebidas con mis amigos del trabajo. Era la una de la madrugada, y todavía teníamos copas en las manos, bailando como si fuera un fin de semana cualquiera. Tal vez era el anticipo de las próximas vacaciones, que aligeraba nuestra carga de trabajo. O quizás simplemente estábamos ignorando la realidad de tener un jefe tan exigente. De todos modos, decidimos cambiar de escenario y nos dirigimos a otro bar. Debo admitir que el ambiente aquí era mucho más agradable que el del lugar anterior, me atraían más los colores y el logotipo del bar.

Tenía reconocer que me sentía más ebria de lo habitual, quizás debido a que había estado bebiendo como si no hubiera un mañana y a que he comido muy poco antes de embarcarme en esta odisea etílica. Me encontraba en un lugar nuevo, rodeada de caras nuevas, disfrutando de la noche como si fuéramos viejos amigos. Estaba tan inmersa en la diversión que perdí la noción del tiempo, y antes de darme cuenta, ya eran casi las cuatro de la mañana y al día siguiente debía retomar mis deberes laborales.

Por lo tanto, decidí regresar a la mesa que hemos reservado y esperar a que Kai me trajera la botella de agua que había pedido pero que se estaba demorando en llegar. Mientras tanto, apoyé la mano en mi frente, reflexionando sobre las decisiones erráticas que estuve tomando desde que tomé la decisión de salir este día de semana con mis colegas del trabajo, fingiendo que no teníamos responsabilidades a la mañana siguiente. Cuando al fin levanté la mirada, no pude evitar sorprenderme de lo que mis ojos yacen observando. Lo último que esperaba era encontrar a mi jefe sentado en una de las mesas privadas, con la mirada perdida en la superficie de la mesa.

No parecía ser la misma persona segura y dominante que solía ser en el trabajo. Pronto, un grupo de hombres se unió a él en la mesa y pude ver cómo fingían disfrutar de la compañía del otro, riendo y charlando como si fueran los mejores amigos del mundo. Pero yo había visto suficiente para reconocer la falsedad de su camaradería. Observé el momento preciso en que decidió levantarse y alejarse de sus supuestos amigos. Y fue entonces cuando la sonrisa se esfumó de su rostro tan pronto como se alejó de ellos, como si la máscara de alegría que ha estado usando finalmente se hubiera caído, revelando la verdadera soledad que se escondía detrás.

Desde mi posición, podía notar cada uno de sus movimientos. Vi cómo se acercaba a la barra y aceptaba la primera bebida que la camarera le ofrecía con una sonrisa coqueta. Dudó unos segundos antes de seguirle la corriente. No pude evitar soltar una risa suave y nasal al darme cuenta de cómo buscaba distracción en los demás. Y por primera vez, me percaté de su cansancio, de su agotamiento de mantener una fachada. Eso se hacía evidente en los momentos en que yace solo, cuando sus luceros se perdían en algún punto de su vaso de whisky, o cuando su presencia no atraía la atención de todos en este bar. Fue en ese instante que comprendí cuán solitario se sentía, cuán exhausto está de fingir esa personalidad dura y severa que solía mostrar.

Parecía que anhelaba simplemente ser él mismo, pero algo se lo impedía. Era como si una barrera invisible le impidiera liberarse de la armadura que ha construido a su alrededor. No obstante, antes de poder seguir indagando sin decir nada la presencia de mi colega se hace ver, Huening Kai está frente a mí con una botella de agua fría, la cual tomé con una sonrisa de agradecimiento. Lo único que logro escuchar de su parte es que ya se iba a descansar porque mañana teníamos que ir a trabajar, y también me recomendó hacer lo mismo, obvio que estuve de acuerdo con su comentario pero que luego me iría con las chicas.

—¡No lleguen tarde, eh!—exclamó Han Ji Sung, marchándose de donde nos encontrábamos con una mano arriba. Fue su forma cómica de decirnos de que teníamos que ser puntuales, ocasionando que soltemos una risa ante eso.

—Oigan, ¿ese no es el socio del CEO?

Es la voz de Jun In Ki que nos saca la mirada de la espalda de nuestros amigos para que observemos la mesa que yo veía atentamente hace un segundo, donde anteriormente estaba el Presidente Bang Chan. Fue en ese momento en que ambas comenzaron a hablar lo raro que era que salieran sin Jung Kook y sin nuestro jefe, debido a que siempre estaban juntos en estos tipos de fiestas. Sin embargo, yo preferí evitar decirles que la única persona que faltaba allí era mi mejor amigo, y que él CEO Bang estaba abajo coqueteando con alguna mujer para distraerse de su vida.

No quería quedar como una acosadora.

—¿Todavía no tienes noticias de tu hermano?—preguntó la señorita Shin.

Negué con la cabeza en respuesta a su pregunta.

—¿Ni siquiera un mensaje de texto?—insistió In Ki, tomando un trago de la botella de agua que ella tenía.

De nuevo, negué.

No es que no quisiera interactuar con mis colegas, sencillamente prefería dejar de lado por un momento los pensamientos sobre mi hermano adoptivo. Había pasado todo el día intentando descubrir su paradero sin éxito, así que lo único que quería hacer en este instante era divertirme o, al menos, hacer lo mismo que mi superior: buscar distracción. La señorita Shin Ga Hye sugirió que era hora de dejar el bar, argumentando que sería conveniente evitar problemas con nuestro superior si llegábamos tarde al trabajo.

Así que comenzamos a levantarnos, preparándonos para hacer una última visita al baño antes de partir. Mientras tanto, Shin Ga Hye se dirigió a la barra para pedir unas botellas de agua más, ya que todavía estábamos un poco ebrias y ella sería la encargada de conducirnos a casa en su coche. No obstante, mientras me encontraba lavando las manos puedo observar que In Ki está al teléfono con uno de sus dedos tapando la oreja contraria, porque todavía hay demasiada música en el bar y era difícil mantener una charla mediante el aparato, por lo que simplemente se marchó del baño, dejándome a solas.

Al salir del baño, me topé con él en el pasillo que separaba los baños de hombres y mujeres. Parecía atónito de verme allí y a esa hora, supuse. Solamente que en este momento, mi orgullo era lo único que me sostenía, así que fingí no verlo y continué mi camino, con la intención de reunirme con mis compañeras de trabajo.

—¿Qué haces aquí?

El tono de su voz era notablemente diferente a como solía dirigirse a mí. Estaba segura de que esa pregunta no habría ofendido a nadie, ni siquiera a la persona más cruda del mundo, la ha formulado de una manera tan amable y suave que me desconcertaba cada vez más. Es por eso que una pregunta fue a mi cabeza de inmediato: «¿Acaso tenía que ser esta la hora adecuada para entablar una conversación con el CEO Bang Chan si quería que me tratara como a una persona con sentimientos?» Pensé.

—He salido con algunas compañeras de trabajo y perdimos la noción del tiempo.—declaré, girando mi cabeza para verlo a los ojos.—Le aseguro que mañana seremos extremadamente puntuales, Presidente Bang. Espero que tenga una buena noche. Adiós.

Mi respuesta fue breve y directa, aunque no tenía la intención de sonar tan brusca como lo hice. Volví a girar mi cabeza para seguir mi camino, deseando abandonar este pasillo. Empero, su voz se volvía cada vez más suave, despertando la empatía que sentía hacia él, hacia su ser. Porque, después de todo, el CEO  era un ser humano como cualquier otro, merecedor de ser escuchado y atendido. A pesar de su dureza con sus empleados, era importante recordar que todos necesitamos un poco de comprensión y amabilidad en nuestras vidas... aun cuando no todos se lo merecían. Fue por eso que me detuve.

Y no por sus últimas palabras.

—¿Ahora me odias, Miharu?

—Nunca podría odiarlo, Presid...—comencé a decir, pero fui interrumpida gentilmente.

—Ahora no soy tu Presidente, ahora soy una persona que quiere tener una conversación contigo. Evita esa formalidad, por favor.

Tomé un momento para recoger mis pensamientos antes de hablar.

—Jamás podría odiar a alguien por quien tengo sentimientos—comencé, mirándolo a los ojos una vez más. Tal vez dando unos pasos, pero no tan cerca—. Pero eso no significa que no pueda fingir que no los tengo, especialmente cuando esos sentimientos han sido lastimados, casi destrozados. La gente tiene límites, y creo que los míos han sido alcanzados.

El Presidente Bang Chan no pareció sorprendido, solo que eso duró un momento, luego asintió lentamente, como si estuviera procesando mis palabras en alguna parte de su cabeza. Hasta que su mirada choca con la mía, en lo más profundo puedo notar algo en esos ojos que ocultaba en el día.

—Entiendo—dijo, aunque su voz temblaba ligeramente, revelando una emoción que parecía reacia a mostrar. Parecía que hay algo más que quería decir, algo que luchaba por salir, pero en lugar de eso, simplemente se aclaró la garganta y asintió de nuevo—. Entiendo, Miharu. Gracias por ser honesta.

Pasó junto a mí, levantando una ligera brisa que llevó consigo el aroma fuerte de su perfume habitual y el toque amaderado del whisky puro que solía beber. No obstante, en este minuto, ya no podía soportarlo más. No podía seguir fingiendo que no sabía cómo ocultaba sus sentimientos a plena luz del día. Solo quería que, por una vez en su vida, fuera sincero. ¿Qué más podía perder al expresar sus emociones de una vez por todas? No hablaba solamente de lo que sentía por mí, sino de todo lo que le sucedía en la vida. Se podía ver en su mirada que llevaba más problemas encima que cualquiera. Desde mi posición, podía percibir su miedo a sus propias emociones.

Parecía estar atrapado en un ciclo de desesperanza, esperando sin esperanza la oportunidad de liberar lo que llevaba dentro. Era como si estuviera en una constante lucha interna, temiendo las consecuencias de dejar que sus verdaderos sentimientos salieran a la luz. Cuando me giré para añadir algo más, me di cuenta de que ya no estaba allí. En su lugar, me encontré con la mirada asustada de mi compañera de trabajo.

—¿Qué pasó, unnie? ¿Estás bien?

—Necesitas calmarte para que pueda decirte esto, Miharu Ssi.—suplicó, sus pasos temblorosos acercándose a mí.

Podía ver un brillo de miedo en sus ojos, y detrás de ella, la señorita Shin apareció, su rostro marcado por una preocupación palpable.

—Me estás asustando, In Ki.—admití, mi propia ansiedad creciendo al no entender qué está sucediendo. Entonces, Jun In Ki llegó hasta donde yo me hallaba, colocando sus manos en mis brazos con una delicadeza temblorosa.

—Han encontrado a Jung Kook.

—¿Y...? ¿Hay algo malo en eso?

—Lo están llevando al hospital. Está en estado crítico, Miharu.—reveló, su voz quebrándose al final.

En ese instante, sentí como si mi corazón se rompiera en mil pedazos.

No podía comprender completamente lo que estaba sucediendo. Lo primero que me vino a la mente fue esa pelea que el señor Min Yoon Gi había mencionado. Todo este tiempo, he estado pensando que Jung Kook simplemente quería estar solo. De repente, sentí que mi mundo daba vueltas. Necesitaba verlo, necesitaba saber que estaba bien. Y con ese pensamiento, salimos corriendo, cada uno de nuestros pasos resonando con la urgencia de la situación.

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