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6. I lost a friend | Squid Craft Game

Resumen: "... Al menos tu sigues aquí" 

 Ambos entraron al juego, y perdieron a su más preciado amigo. Ahora deben seguir adelante cargando el peso de haber sobrevivido.

Ship: Luzuplay 

Advertencias: Friendship!Perxiplay & Friendship!Luzufloo 

- Squid Game AU

- Basado en el Twitch Rival del juego: Squid Craft Game celebrado en la semana del 19 de Enero del 2022.

- La serie cuenta con roleo, por ende emparejo aquí a los cubitos de Auron y Luzu.

- Angst con final abierto.

- Muerte de personajes.

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[...]

Jugador #082. Alías: Auron.

Nombre completo: Raúl Álvarez. Edad: 33 años.

País: España.

Desde que se metió a este extraño y tétrico juego por un premio en efectivo el jugador número 079 sabía que las cosas iban a ser difíciles, después del primer juego, cuando la sangre cubrió parte de su rostro luego de que una bala llegara contra la cabeza de uno de los concursantes, esa fue la señal para saber que esta mierda es peligrosa.

Pero pasó la primera ronda con el corazón prácticamente en la mano.

Conocidos suyos también lo hicieron, se encontró incluso a un viejo amor por ahí y formaron grupos por si las cosas se ponían peligrosas. Más se separó de su mejor amigo entre el caos de uno de los descansos, y fue imposible encontrarlo antes de entrar al segundo juego.

Escondidas. Esa es la segunda prueba del día.

Antes de darse cuenta ya estaba repasando las reglas dictadas por la voz en los parlantes, y corriendo por el terreno en busca de un sitio donde ocultarse, se topó con mucha gente en el camino, todos con el mismo pánico grabado en sus rostros.

Aun así él corre.

Corre con todas sus fuerzas por el campo.

Casa por casa revisa hasta que encuentra un sitio donde hay un agujero en el que cabe, aún le queda tiempo, pero ¿y si el resto ya está tomado? No quiere esconderse con más gente, se pondrá el doble de nervioso de lo que ya está.

Su vida está en juego.

Y tiene miedo de morir.

Así que se mete ahí y se agacha cubriendo su rostro con la chaqueta para mantenerse en silencio y relajado.

Debe vivir, debe ganar.

[...]

Jugador #113. Alias Luzu.

Nombre completo: Borja Luzuriaga. Edad: 36

País: Estados Unidos.

Cuando entró se dijo una sola cosa: El dinero del premio.

Se repite la cifra una y otra vez, sabe que esto es de vida o muerte, y él realmente necesita cada peso de ese premio, su deuda es enorme. En el primer juego mantuvo la mente fría, incluso si encontró gente conocida con problemas similares al suyo se centró en una sola cosa:

Ganar.

Encontró a un grupo de gente que podían ayudarle a sobrevivir, tener que cuidarse las espaldas solo no es un plan inteligente, necesita esa gente, aunque en el grupo esté un viejo conocido.

Aunque sea más bien un antiguo anhelo de su corazón.

Además, ese extraño y ruidoso grupo presentó a su mejor amigo, alguien que vive lejos de él y no se habían visto hace tiempo. Claro que no iba a dejarlo a su suerte, al menos trató de mantenerlo cerca durante el descanso.

No fue posible en la segunda prueba.

Las escondidas.

Corrió por todo el lugar en busca de un sitio donde pudiera esconderse de los guardias y a la vez tener un panorama claro del cual poder huir si es que le encontraban.

Usó sus habilidades físicas para subir a un tejado y al encontrarse con otro conocido subieron a un árbol. Tres entre las ramas del árbol. Cuchicheando y tratando de mantener la calma, esperando a que el tiempo de esconderse terminase y diera inicio la peor parte del juego.

Mente fría, concentrado en sobrevivir.

En el premio.

Debe ganar.

[...]

15 minutos.

"Juego número dos: Escondidas. Tiempo hasta que finalice el juego: Quince minutos"

La voz femenina hizo eco en la mente de cada jugador que se ocultan como ratas entre las edificaciones del terreno, casas, alcantarillas, árboles, tejados, arbustos, todo lo que pudiera servir de escondite fue usado para ello y rogaron a todos los cielos y los infiernos que no les encontrasen.

No es sólo perder. Es morir.

A veces parece mentira que estén ahí jugándose la vida por un premio. Pero, la desesperación hace estragos en las personas, y es un instinto muy humano el querer sobrevivir a toda costa. Incluso a la vida de otros.

Esos fueron, en definitiva, los peores quince minutos de la vida de todos los jugadores.

[...]

Jugador #082.

Respiraba a ratos.

Está tan metido entre las pequeñas paredes de su escondite que sólo escucha su corazón latiendo rápidamente, como un tambor en su cabeza, tiene la boca seca pero no la ha abierto para nada, teme que un ligero movimiento de su cuerpo le haga perder, escucha los pasos de los guardias cerca, muy cerca de él y sólo consigue meterse más en su pequeño escondite.

Debe vivir.

Los pasos se detienen, algo de aire vuelve a sus pulmones y se permite respirar al menos por unos minutos. Mira sus manos, están temblando horrible y no puede detenerlas así que las aprieta una junto a la otra en un pobre intento de mantenerlos quietos, falla obviamente.

El miedo no se puede detener, y joder, el tiempo está avanzando muy lento. Sabe que hay una ventana cerca que con sólo levantarse del suelo puede ver, aunque sea una punta del cronómetro que está en las paredes, pero sus piernas no le van a responder.

Están clavadas al suelo y si lo hace está seguro que lo van a pillar.

Pasan los minutos, lentos, tan jodidamente lentos que siente perfectamente el sudor frío cayendo por su rostro y pasando por su cuello lo que sólo hace todo más horrible en ese pequeño espacio. La pared toca su espalda, parece ser el único seguro después de sus manos cubriendo su boca en un intento por no hacer ni un ruido.

Los nombres de los eliminados suenan en el altavoz, ruega no oír el de ningún conocido. Por favor que no, que se hayan escondido bien, que ningún guardia venga a por él o ellos.

Por favor.

"Jugador #029 Eliminado"

Y su visión se nublo en lágrimas. El grito estaba a punto de salir desde el fondo de su garganta, pero la cubrió con fuerza por sus manos hasta dejar de respirar, algo le dice que no debe hacerlo, por mucho que le duela hasta la misma alma partiéndose en dos al saber a quién pertenece aquel número.

Y su último pensamiento antes de cerrar con fuerza los ojos y escuchar los pasos de los guardias cerca es en él: Perxitaa.

[...]

Jugador #113

Quince minutos no parecían tanto al inicio, pero a medida que estaban ahí viendo al resto de personas correr desesperadas buscando un lugar para esconderse la sola espera fue tensa. La bocina anunciando que los guardias comenzaron a buscarlos retumbó desde el fondo de su cuerpo y se aferró al tronco del árbol entre las ramas como soporte.

Es un buen escondite, es el mejor que encontró en poco tiempo y al menos confía en que puede correr más rápido que los otros dos que lo acompañan.

Cruel, pero joder, son 100 mil pavos, no va a perder ese premio por ser buena persona, al menos no ahora.

Su vida está en juego.

Los cuchicheos se oían a cada lado de sus oídos, ninguno podía estar callado por los nervios y los malditos quince minutos no pasaban nunca.

El sudor se le escapaba por las manos, pegándose al tronco del pobre árbol, apretaba la mandíbula hasta que esta comenzaba a chirriar, y sus ojos se movían en dirección a cada pequeño movimiento que ocurre cerca de ellos en busca de algún punto fucsia por si aparece un guardia más lo primero que oyen todos es un disparo.

La suave y amable voz de una mujer entonando el número del jugador eliminado les hiela la sangre horrible.

Parece un cruel recordatorio de que aquí un game over es la muerte.

Los pasos se oyen cerca y pronto los gritos se escuchan a la lejanía, alrededor de ellos, poco a poco acercándose a su posición.

Los nombres de cada integrante aparecen anunciados por la voz femenina igual de suave que la primera vez que la escucharon, indiferente a la muerte de cada persona que cae por los disparos en la cabeza.

Pronto, entre susurros y temblores del pequeño grupo en el árbol escuchan su voz anunciando un nuevo game over de un jugador.

"Jugador #134 Eliminado"

Al jugador 113 se le escapa un "No" en un susurro lo suficientemente audible para sus compañeros, uno de ellos le ruega que se calle mientras reza en el árbol, el otro le mira sorprendido por las lágrimas que comienzan a caer por sus ojos.

Su amigo, aquel que reencontró en este maldito juego al parecer no logró pasar este juego.

Cubrió su boca y su frente se golpeó contra el tronco del árbol más no se movió de su sitio, no podía llorar ahora por él, aunque sienta como se aprieta su corazón sin darle un respiro, y el aire se acaba en sus pulmones.

Y ahí se quedó, quieto, en silencio y llorando.

[...]

"Felicidades a los jugadores, pueden volver a la sala de descanso"

Poco a poco los jugadores fueron saliendo de sus escondites, alguno tenía a uno o dos guardias apuntándoles directamente a la cabeza y que por suerte (Más bien el cronómetro les salvó la vida) lograron pasar esta ronda. Con el temor grabado en sus rostros, lágrimas rodeando sus mejillas y el terror en todo su cuerpo avanzaron guiados por los guardias de rosa hasta la salida del juego número dos.

Los sobrevivientes se miraban entre sí, buscando algo de humanidad que restaba en sus cuerpos encontrándose el horror de reconocer que estaban avanzando poco a poco en un juego letal.

Pasando entre las enormes murallas pintadas de colores alegres hasta un ascensor oscuro y lúgubre, varios con sangre en sus zapatos por pasar a pisar a otros compañeros que yacen en el suelo de la prueba anterior.

Lo único que se oye en todo el eco es los pasos de los que quedaron vivos.

Ni susurros, ni suspiros de alivio, solo cada jugador con sus pensamientos.

[...]

"Te veo"

Ese fue el primer pensamiento del jugador 113, alias Luzu cuando entró a la sala común, ingresó de los últimos, aún lamentándose en sus pensamientos el haber perdido a su querido amigo Fernan, pero en cuanto el resto de jugadores se fue apartando de su vista yendo a sus rincones y con su gente logró divisar a él.

El jugador 82 está sentado en el suelo, contra una de las camas y abrazando sus piernas, ocultando su rostro y apenas moviéndose en su sitio.

Parece solo.

Desde que lo conoció nunca está solo.

Y ahora se ve tan pequeño en el suelo que se le encoge el corazón.

Puede que sea por ser el primer día, por las constantes emociones que lo abordan, por la pérdida de gente a su alrededor y, el más importante, su amigo, su mejor amigo Fernan perdió la vida.

Caminó a prisa hasta donde él, se agachó sobre sus rodillas y le tocó con cuidado el hombro, no tiene idea si en ese momento querrá verlo a él.

Hace tanto que no se cruzan palabras. Es un milagro verse aquí de nuevo, o una maldición ya que este es el peor sitio donde estar ahora...

¿Cada que se encuentren será en las peores circunstancias?

Puede ver perfectamente como sus ojos dorados están brillando en lágrimas, como su cuerpo tembló demasiado por el susto y sus labios están apretados en una fina línea tratando de no llorar ahí mismo.

— Auronsito... — Pone su mano contra su hombro en forma de apoyo.

Y no pasan ni dos segundos antes de que Auron le esté tomando de las mejillas, confirmando que él está ahí, vivo, en frente de él.

— Tú sigues aquí... — Susurra aliviado, su alma vuelve a su cuerpo y el brillo a sus ojos. — Luzu...

El nombrado asiente repetidas veces, siente que se va a romper ahí mismo. Eran tan pocas las veces en que le vió así de mal, como recuerda Auron no es de dejarse ver llorar, siempre lo ha odiado y es una cosa que tienen en común.

Ambos odian llorar.

Así que en aquellos tiempos, como dos adolescentes demasiado tontos y estúpidos para entender lo que realmente significaba, se desahogaba con el otro, lloraban sólo entre sus brazos.

Y ahora, aunque no están solos, una de las reglas se cumple.

Luzu se sienta a su lado, mantienen la distancia de todas formas, no sabe muy bien cómo acercarse después de aquel gesto, ver en su rostro el enorme alivio por verlo vivo le genera muchas emociones que creyó superadas.

Escucha como se suena la nariz limpiándose con las mangas de su buzo a falta de papel higiénico, Luzu mira al suelo claro, el resto de jugadores camina de un lado al otro procesando todo entre ellos.

Muchos quieren huir.

— Por tu cara... — Comienza Auron, terminando de secarse las lágrimas que casi caen, le mira de reojo, sorprendido de que se haya quedado a su lado —... Perdiste a alguien.

— Sí, lo mismo digo de tí — Se defiende Luzu, pone sus manos a cada lado de su cuerpo para acomodarse un poco y recargar su espalda contra la cama mirando al techo, las luces son demasiado brillantes.

— Nos conocemos demasiado bien a pesar de todo eh... — Auron se encoge de hombros y una minúscula sonrisa aparece en su rostro.

Estar cerca suyo parece un consuelo a sus emociones, necesita ahora mismo a alguien cercano. Luzu ríe bajito, como un suspiro que solo confirma aquello. Estar cerca del otro es tan cómodo y acogedor.

— Mi mejor amigo.

— Lamento oírlo...

— ¿Y tú?

— A mi mejor amigo...

— Lo siento...

Temen decir sus nombres, decirlo en voz alta lo hace demasiado real y duele, aun duele demasiado como para llegar hasta ahí. Aceptar que no los van a ver jamás es una verdad que aún no están preparados para admitir.

— Al menos tú sigues aquí... — Susurra Luzu, bajo, en un susurro, un alivio en cada palabra.

Auron le mira, es lo mismo que pensó en cuanto le vio delante de él. Lo feliz que estaba de ver a Luzu vivo, delante suyo, sonriéndole con la mirada. Ve al suelo pensando en qué contestarle y nota cómo su mano está sobre el suelo. Tímidamente pone la suya sobre la de él, un pequeño brinco de sus dedos le hace parar pero al notar que no aparta la mano continúa, la toma entre sus dedos y presiona en señal de apoyo, de confianza.

— No voy a irme, Luzu.

— Yo tampoco — se atreve a decir de inmediato.

La última vez que se vieron, quién se alejó fue Luzu. Y Auron jamás reclamó, ni una sola vez, solo le dijo que siempre tendría un sitio donde volver.

Una casa.

— Sobreviviremos a esto.

— Sí, lo haremos.

Mienten, los dos.

Se están mirando a los ojos, hay pequeñas sonrisas en sus rostros y comparten la esperanza de que aquello pueda ser cumplido por ambos, sobrevivir, seguir juntos.

Ojalá esto no sea su última conversación, ni su último abrazo, ni las últimas risas compartidas por dos personas cuyos caminos se separaron y en las peores circunstancias se reencontraron.

Nadie les enseñó a tener este nivel de esperanza sostenida en un castillo de arena, pero al lado del otro todo parecía posible.

Incluso, aquella mentira.

— Hay que ganar por ellos, mi niño.

— Claro que sí, Auroncito.

"Jugadores, quedan 30 segundos para apagar las luces" 

✿ -------------------- ✿ ----------------------- ✿

Fin.

Gracias por leer~ 

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