Dos.
Jimin se despertó más temprano de lo usual, sintiéndose agotado, cómo si hubiese tenido una mala noche. Se extrañó al ver la ventana abierta pues no recordaba haberla dejado así, más no le dió importancia.
Se levantó de la cama y procedió a hacer su rutina habitual, se duchó, se vistió, acomodó algunas cosas en su mochila y bajó para encontrarse con su madre.
—Buenos días, cielo —saludó la mujer apenas le vió aparecer por la cocina—. ¿Ya te vas?
—Sí. Voy a desayunar fuera, así aprovecho de adelantar algunos trabajos —respondió con tono bajo y buscó sus llaves dispuesto a salir de casa.
Se sentía extraño, como si una especie de malestar se hubiese instalado en su estómago, lo cual era poco común ya que pocas veces se enfermaba, gozaba de una energía estupenda la mayoría del tiempo por lo que ese repentino cansancio lo preocupaba.
Caminó decidiendo que iría a un pequeño café situado a unas cuadras, el cuál era tranquilo y le permitiría desayunar y estudiar a gusto hasta que fuese la hora de irse a la universidad.
Parecía un día como cualquiera, a excepción de que hacía más frío que los días anteriores, las personas iban de aquí para allá como de costumbre, los autos pasaban, todo muy normal.
Antes de llegar a la cafetería paró en seco al escuchar cómo si alguien se acercase corriendo muy rápido, por alguna razón observó el anillo en su mano y frunció el ceño, cuando se giró para ver quién venía, no había nadie, y eso solo le confundió más.
Le restó importancia y se dijo a si mismo que se había levantado demasiado paranoico por lo que siguió su camino y entró a su lugar de destino.
El aroma del café y panecillos dulces lo tranquilizó un poco y pasó por la caja para hacer su pedido antes de sentarse en una de las mesas más alejadas del lugar. Sacó su laptop junto a algunos libros y los dejó sobre la misma, mientras esperaba su desayuno respondió algunos mensajes del grupo de la facultad y otros cuantos que le había dejado Seokjin.
Agradeció al mesero que dejó su café junto a un par de croissants sobre la mesilla y se dispuso a comer creyendo que esto aliviaría un poco su malestar estomacal.
Al cabo de un par de minutos observó a Seokjin entrar por la puerta de la cafetería por lo que no pudo evitar sonreír, el castaño le divisó enseguida, no era raro que ambos frecuentaran aquel lugar.
—Buen día, Jimin —saludó su amigo sentándose frente a él.
— ¿A caso me espías? —bromeó el rubio mirándole con ojos entrecerrados— ¿Cómo es posible que nos encontremos tan temprano?
—Es el destino amigo —respondió divertido—. O simplemente el sentido de la responsabilidad que nos obliga levantarnos temprano para terminar los deberes.
El mayor esbozó una exagera mueca de disgusto y Jimin no pudo evitar reír pensando en lo divertido que era su amigo.
—Uh, ¿y eso? —preguntó Seokjin señalando el llamativo anillo— Nunca había visto algo parecido.
—Oh, lo encontré en la calle —soltó con simpleza—. ¿No es bonito?
Seokjin asintió en acuerdo.
—Luce caro también ¿crees que alguien lo haya perdido?
—Hm, no lo creo... —respondió el rubio recordando la nota que había aparecido junto a este.
Seokjin no indagó más en el tema y se mantuvieron en cómodo silencio hasta que el mesero llegó con el pedido del castaño y otro café para Jimin.
—Adler me ha pasado las invitaciones para la fiesta—comentó el mayor con la vista pegada al portátil.
— ¿Adler? —Jimin se vió confundido al escuchar a aquel nombre.
—El chico nuevo de intercambio, el de la fiesta que te comenté ayer.
—Ah, ese chico, no tenía ni idea de que se llamaba así —sinceró el menor —. ¿No te da algo de miedo aparecer en la fiesta de un chico que no conocemos?
—Eh, no apareceremos así como así, el nos está invitando —Jimin no se veía muy convencido aún—. Aparte, probablemente gran parte del campus estará allí.
—Bueno, si tú lo dices. De todos modos ya te había dicho que iré.
No le dió más vueltas al asunto y decidió seguir con los deberes que le faltaban, la mañana parecía marchar con calma, todo estaba tranquilo, el malestar se había ido y se sentía como siempre.
Pero quizá sólo era como la calma antes de la tormenta...
Estaba concentrado en pasar sus apuntes al ordenador cuando sintió un leve escalofrío recorre lo, ladeó la cabeza y pasó una mano por la nuca diciéndose que era el frío. En ese momento Seokjin se levantó diciendo que iría al baño y el solo pudo asentir, quedándose solo en la mesa.
Sintió como si alguien si alguien estuviese susurrando su nombre y con discreción volteó hacia a los lados, pero no había demasiada gente en el lugar, mucho menos alguien lo conociera.
Trató de tomar su taza de café para darle un sorbo y relajarse un poco, pero se vió interrumpido cuando esta comenzó a temblar de manera anti natural, casi amenazando con caerse al suelo.
De nuevo alzó la vista, esta vez tratando de ver si alguien estaba viendo lo mismo que él, se echó para atrás en la silla, y casi pudo estar seguro de que alguien se había parado a su lado, pudo ver en el reflejo de la pantalla de su laptop que efectivamente había alguien allí, pero al girar la cabeza no había nadie, solo la taza sacudiéndose nuevamente.
Por un momento se sintió paralizado por el miedo, no supo cómo reaccionar, las palabras no salían de su boca y solo pudo atinar a levantarse y guardar la laptop y los libros dentro de su mochila con la mayor rapidez posible antes de salir casi corriendo del lugar.
Aún sentía que le estaban siguiendo, creyó que estaba volviéndose loco o probablemente de verdad no había dormido bien, pero no creía que hubiese imaginado el temblor de la taza, era imposible.
Casi estaba por llegar a su casa cuando su celular sonó, supuso que sería Seokjin para preguntarle a dónde se había ido tan de repente, pero después le explicaría, por ahora solo quería llegar a su casa, lo veía como el único lugar seguro.
Al entrar en su casa no había nadie, normalmente nunca estaba en casa a esa hora por lo que no tenía idea de dónde podría estar su madre, entró a su habitación, lanzó la mochila a su cama y se quedó de pie en el medio.
Sentía que no estaba sólo, estaba seguro de que había alguien parado detrás de él, el nunca había sido creyente de las cosas paranormales ni nada de eso, y en toda su vida no había tenido una experiencia parecida, pero ahora, no podía encontrar una explicación lógica a lo que estaba pasando.
Sintió como si alguien pasara por su lado y rozara su hombro, esto le erizó la piel, se quedó estático, paralizado del miedo, su respiración se cortó por un momento y no supo cómo reaccionar.
— ¿H-Hay alguien más aquí? —se atrevió a preguntar con la voz temblando.
El silencio fue denso por largos segundos segundos hasta que escuchó nuevamente un susurro.
«Sí.»
Había escuchado la respuesta claramente, la voz era sin duda masculina, Jimin tragó saliva y cerró los ojos como si esto pudiera disminuir el miedo que sentía en ese momento.
«¿Estás asustado?»
—S-Sí —respondió el rubio aún con los ojos cerrados.
Sintió a este algo pararse frente a él y tuvo la necesidad de retroceder, sin embargo se vio frenado cómo si hubiese una especie de muro detrás de sí.
— ¿Qué eres? ¿P-Porque me persigues? —preguntó con voz baja desviando la mirada al suelo a pesar de que no había abierto los ojos aún.
«Abre los ojos, de todos modos no podrás verme.»
La voz se oía cada vez más clara, como si está ya no fuese un susurro, si no cómo alguien que le hablaba dentro de su cabeza.
Con duda obedeció la voz desconocida y abrió de a poco los ojos, notando que seguía sólo, o al menos no podía ver a nadie, pero aún sentía esa presencia extraña.
— ¿Qué es lo que quieres? —volvió a preguntar con cautela.
«Aceptaste mi regalo...»
Por un momento estuvo confundido pero luego desvió su vista a su mano, directo al anillo, enseguida recordó la nota. Se golpeó mentalmente.
— ¿E-El anillo? Puedo devolvertelo —Jimin trató de que su voz no reflejara la desesperación que sentía.
¿Acaso estaba hablando con un espíritu? ¿Si quiera era real o sólo lo estaba imaginando?
«No. No puedes devolvermelo.»
Jimin trató de quitarse la joya pero para su sorpresa este parecía haberse adherido a su piel durante la noche, tiró y tiró de el hasta que el dedo le dolió, pero no consiguió aflojarlo si quiera un poco.
«Es inútil. Sólo yo puedo quitarte el anillo ahora.»
—Esto no puede ser cierto... —Jimin comenzaba a desesperarse— ¿Qué se supone que eres? ¿Qué diablos quieres de mi?
Jimin no midió sus palabras, si el espíritu se molestaba probablemente la pasaría mal, pero estaba comenzando a inquietarse demasiado y quería obtener respuestas para tratar de entender lo que estaba pasando, o si quiera saber si era verdad.
«¿De verdad quieres que responda esas preguntas ahora, cariño?»
El apodo le heló la sangre, se quedó mudo, el miedo le sacudía y su corazón latía a mil por hora pero la necesidad de obtener respuestas era mayor.
—Sí.
«Soy un demonio íncubo. Aceptaste el anillo voluntariamente, por lo tanto ahora me perteneces. Necesito tu energía para alimentarme y a cambio podrás tener todo lo que desees.»
Quedó estático, tan aturdido que creyó que podría desmayarse en cualquier momento, la palabra "demonio" lo había sacudido, la posibilidad de que eso fuera posible ni siquiera la había considerado y ahora sólo podía pensar en todas las cosas horribles que se relacionaban con aquella palabra.
Tragó saliva, sintiendo un gran nudo en su garganta, el no quería nada a cambio, menos si eso venía de parte de un demonio, el solo quería retroceder en el tiempo y no haber encontrado nunca ese anillo.
— ¿Esto es enserio? ¿No me estoy volviendo loco? —disparó las preguntas al azar— ¿Por que no puedo verte, entonces?
«No me ves porque estás asustado. Eres tú quien no quiere verme.»
La respuesta le erizó la piel, por supuesto que estaba asustado y acerca de que no quisiese verlo pues la verdad no estaba seguro.
¿Sería deforme cómo en las películas de terror? ¿O con dos cabezas y cuerpo de animal como en las imágenes de los libros religiosos?
«Puedes ver mi reflejo. Pero no me verás completamente hasta que no lo quieras...»
Jimin bajó la vista levemente al suelo y efectivamente había una sombra frente a él, reflejada en la alfombra y parte de la pared, era una silueta masculina sin duda, no lucía para nada como un animal.
— ¿E-Eres malo? ¿Vas a matarme? —probablemente no querría oír las respuestas en realidad pero tampoco quería quedarse con la duda.
A diferencia de las anteriores preguntas el demonio tardó más en responder esta vez, como si estuviese pensando detalladamente que podría decir, quizá para no matarlo de un infarto de una vez por todas.
«Por supuesto que soy malo, Jimin. Pero lo que quieres saber es si seré malo contigo y la respuesta es no, al menos no mientras cumplas tu parte del trato. Y no puedo matarte mientras estemos unidos por el pacto.»
Quizá aquello le había dejado más tranquilo pero no iba a admitirlo en voz alta, tomó una gran bocanada de aire y se frotó los ojos con las manos pensando en qué carajos sería de si vida ahora.
— ¿No hay manera de librarme del pacto? ¿Estaré atado a ti por el resto de mi vida?
«...La única manera de librarte a ti, es que nos libres a los dos...»
— ¿Cómo se supone que haría eso?
«Con un sacrificio.»
.
♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro