Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

- Dígame, ¿Puede ver esta palabra? - Pregunté monótonamente, a decir verdad ya me estaba desesperando, y con cierta razón a decir verdad, pero eso era otro tema aparte.

- Sí - Respondió con obviedad, como si el hecho de tener lentes y que viniera de improvisto a preguntarle esto fuera alguna clase de chiste de mal gusto por su "condición".

«No señora, no vengo a faltarle el respeto, deje de verme como si hubiera olido mierda o como si yo fuera alguna clase de fenómeno que se escapó de algún circo de Las Vegas. Por amor a Dios, que va a quedar más arrugada de lo que ya está.», fue lo que quise decirle pero honestamente no estaba para andar recibiendo madrazos de cuarentonas a media calle, además que esta traía tremendo bastón, de esos que sabes a leguas que son de metal y no mi amor, yo por ese terreno no me meto.

- Muy bien, ¿Me puede leer en voz alta la palabra que usted ha leído, por favor? - Volví a preguntar evitando, con toda la paciencia del mundo, poner cara de amargado, porque honestamente no quería verme como ella en unos años. Eso y que ya me veía recibiendo una mirada similar por parte de ella, el porqué será respondido por el mismo hoyo de donde estoy seguro saca cada gramo de amargura que se carga encima.

- Dice, "Institucional" - Respondió señalándome la palabra que, según ella, le estoy señalando.

- No, esta palabra. - «Tap, Tap» fue lo que se escuchó cuando golpee con mi dedo el artículo que se mostraba en aquella revista que compré hace dos semanas. Volví a señalar la palabra que, con todas mis fuerzas, pedía hubiera visto.

Las pupilas de la señora pasaron de izquierda a derecha muy rápido, como buscando lo que yo trataba de señalarle, por muy extraño que parezca, y aun así seguía leyendo la palabra adyacente, no me sorprendía pero se estaba volviendo frustrante. He estado desde hace tres horas entrevistando a cada persona de este sector tratando de averiguar si había alguien que pudiera leer esta palabra. Pero mi búsqueda no estaba dando frutos.

Tapé el artículo evitando que la mujer enfrente de mí siguiera intentando buscar la palabra que yo le decía que debía leer. No pude evitar notar el sudor recorriendo su frente y lo sofocada que parecía estar, sino fuera por lo que acabo de hacer diría que es hipertensa o algo así, tal vez esto sea una mala idea.

- No tiene de que preocuparse. - Fue lo que respondí ante la mirada confusa y aterrada que me daba la señora, me sentí muy mal por lo que paso. Pude haberle causado un ataque psicótico, ¡¿Cómo se me ocurre?! - Gracias por darme un poco de su tiempo y lamento cualquier inconveniente. - Finalicé logrando, por lo menos, tranquilizarla un poco.

- No hay de qué.

Sonreí queriendo ser amable, solo por un segundo. - Gracias, ya que estamos, ¿Podría, por favor, pedirle a su hijo que deje de patearme la pierna? - Pedí (exigí sutilmente) tratando de no devolverle la patada al engendro que tenía magullando mi sagrada pierna.

El entrenador del gimnasio no me advirtió sobre esto.

«Paz interior, Jacob. Paz interior.»

Finalmente la maldita sanguijuela que tenía por hijo esa maldita mujer cuarentona se había despegado de mi pierna para irse gritando sabrá Dios qué agarrado de la mano de su madre. Ahora entiendo la infinidad de arrugas y amargura que se carga esa pobre señora, que «Bob» esté con ella.

Revolví mi cabellera rosa antes de devolverme por donde vine, cuanto deseaba comer unas chimichangas en estos momentos, pero por desgracia la semana pasada las habían aumentado y yo no cago dinero para andar gastando en algo que yo fácilmente podría hacer. Claro, si supiera hacerlas.

Malditos sean, vendedores de tacos.

Volví a acomodar la mata de pelos que tenía en mi frente y me dirigí a casa, tenía hambre, estúpidamente me levanté temprano para luego de unos minutos salir corriendo de mi casa con los tenis a medio calzar para poner en marcha este loco experimento, entre la estupefacción y lo somnoliento que me tenía el haberme parado a las siete de la mañana se me había olvidado dos cosas importantes: la chaqueta y el desayuno. Chingada madre, que cargo un hambre que solo Dios sabe, y el estar por la zona de los restaurantes no me ayudaba mucho, eso me mando yo por andar sin comer y de paso sin la cartera, aunque igual no hubiera podido costearme un desayuno en estos lugares. «Malditos usureros» pensé en lo que caminaba como muerto hacia mis aposentos.

No sé en qué momento llegué a mi casita, solo sé que apenas entré a la sala pude detectar un olor muy familiar provenir de la cocina.

No había humo, asique no dejé nada encendido.

Con total precaución tomé la escoba que estaba junto a la puerta y me retiré los zapatos para andar de puntillas hacia la cocina, por si las moscas. A pasos alargados me fui acercando con precaución hacia el umbral que me dirigía a la cocina, y ya estando cerca me puse de espaldas contra la pared al lado de la entrada. «Ahuevo que si puedo. Has luchado con cosas peores, un ladrón no es nada. Nadie se mete con la comida ajena. Verga, que si puedo.» me auto-animé internamente deseando que el maldito que se atrevió a invadir mi cocina hubiera sido lo bastante imbécil como para no traer un arma, al menos que no haya traído una pistola Diosito, que luego después no la cuento.

Muy bien, que si puedo. Soy bien vergas, un ladrón no es nada.

Aquí vamos.

Tú puedes.

Uno por el dinero.

Dos por el show.

Tres para prepararse, ¡Y vo-!

- Pancito, sal de ahí que yo no muerdo. Por favor. - De acuerdo, esa no me la esperaba.

Salí de mi "escondite" encontrándome con una jovencita (porque graciosamente es chaparra) cocinando lo que pude identificar como bolitas de masa, o «Bollitos» como ella y su hermana los llamaban. La escena seria de lo más normal si no fuera porque en medio de mi cocina había dos pollitos del tamaño de un jarrón comiendo tacos.

Dange tenía que ser.

- Dange, ¿Qué haces en mi cocina? - Pregunté tratando de parecer serio, porque vamos, que no cambié la cerradura hace dos días para que esta loca llegara y forzara la entrada, de nuevo.

Que yo no soy un pan de Dios, pero por lo menos exijo mi privacidad.

- Te preparé un par de tacos.

- Dange, Qué. Carajos. Haces. En. Mi. Cocina - Volví a preguntar cruzado de brazos y con la escoba aun en mis manos, por si las moscas, que con ella nunca se sabe.

- Se dice gracias maldita cerda malagradecida. - Me recriminó señalándome con una paleta de madera que tenía en ese momento.

- ¡Me importa un comino! ¡Es mi casa! - Le grité sentándome en frente del plato de comida. Sí, estoy siendo débil, pero los tacos olían bien y honestamente no puedo pensar correctamente con el estómago vació.

- A la próxima no te cocino nada, 'chacho malagradecido. - Ni idea de que me andaba diciendo después porque yo ya estaba comiendo.

Muero de hambre, no me juzguen.

Tiré la escoba por ahí y empecé a comer (devorar civilizadamente) lo que tenía encima del plato, para ese entonces la castaña de cabello corto ya estaba sentada del otro de la mesa junto a sus "hijos" comiendo los bollitos que había hecho. Debería estarle recriminando por haber usado mi cocina y de paso haberme gastado la harina pan, que de por si me costó mucho conseguirla y a buen precio, pero como yo no andaba en condiciones para hacerme de comer se lo dejaré pasar. Debía admitir que Dange cocinaba muy bien.

Tenía que aprovechar.

- ¿Y cómo te fue? - Me dijo haciéndome la típica pregunta que cualquiera haría para sacar plática. Aunque igual sabía que sí estaba interesada, digo ella fue la de la idea después de todo.

Pero algo que aprendí de vivir con gente de su «clase» es que no te puedes dejar fiar, sus lentes de botella no me engañan, ella solo quiere saber si su invento funcionó y el porqué estaba llegando arrastrando una de mis piernas (la que amablemente fue magullada por ese maldito niño), eso debería considerarlo insubordinación si no fuera porque esto no es StarTrek.

- Bien, ya sabes... Súper.

- ¿Qué tan malo fue? - Me dijo viéndome con esa cara de «Me preocupas pero a la mínima sugestión me partiré de risa por tu desgracia.» que siempre ha tenido.

- Un sujeto me miró raro, una niña me acusó con su madre por no sé qué, una cuarentona me vio con cara de culo y un niño me pateó la pierna por media hora. - Y lo inevitable sucedió.

Sus carcajadas se escuchaban desde la otra cuadra, casi podría decir que desde la casa de América. Pero no podía pedir mucho ya que yo haría lo mismo si estuviera en su lugar.

- ¡La madre de la coñita debió pensar que eras un pedófilo o una vaina rara! - Dijo apenas mientras se seguía partiendo de risa como la loca que es.

- ¡Y no me hagas hablar del sujeto raro ese! ¡Me veía como si estuviera en oferta! - Me quejé en voz alta alzando uno de los tacos que tenía en ese momento en la mano. - ¡Debía de tener como unos cincuenta años!

- ¡¡A Jacob le gustan mayores!!

- ¿Pa' que hablé? - Dije lamentándome sin poder evitar reírme también. No estaba contento con que se burlaran mío, pero si lo vuelvo a rememorar si es algo gracioso. Gracioso y perturbador.

Recapitulemos un poco la situación hasta hace doce horas, cuando inicio la hora de queda y nos dejaron a oscuras. Estábamos en casa de Sofía resguardándonos del apagón, no nos había dado tiempo de dirigirnos hacia nuestras casas asique nos resignamos a estar lo que durará el apagón en su casa, por mucho que me molestara. No me malinterpreten, pero Sofía no tenía la aplicación de Doramas en su teléfono y yo había dejado el mío en la gaveta de mi cuarto, porque ni loco llevaba mi preciado teléfono a la cueva de las hienas, volteo por dos segundos y ya están revisándome los mensajes. No señor, muy estúpido de mi parte pero yo no me arriesgo.

Habíamos encendido las luces de la sala y cerrado las ventanas mientras pensábamos que hacer, por desgracia en estas situaciones no suele haber señales de ninguna índole por lo que estábamos resignados a hacer absolutamente nada o a andar de fisgones en la casa de Sofía, lo cual, por amor a la poca salud mental que tengo, no quería hacer.

De repente, luego de bloquear todas las salidas, se escuchó un ruido seco en la cocina y a Dange quien gritaba por atención.

- Hice un nuevo descubrimiento. - Aclaró mientras yo miraba, junto con las demás, la enorme pila de papeles que estaban en la mesa del comedor, no era por ver a Dange como alguna clase de estereotipo o algo así, pero no creí que ella fuera capaz de escribir todo lo que veía en esas hojas. - Hace como un par de días me di cuenta de algo importante en la clase de mi primito cuando me mandaron a irlo a buscar.

- ¿A cómo escribir bien? - Preguntó Sofía sacándole a más de uno una sonrisa.

- ¡Yo escribo bien, son ustedes los que no saben leer! - Nos gritoneo alzando su mano derecha en un puño como si nos fuera a pegar, y aun así nos seguíamos riendo de ella. No era culpa nuestra que tuviera letra de doctor. - Pero ya enserio, cuando fui a buscar a mi primito me di cuenta de algo importante dentro del salón del profesor que solo mis lentes podían detectar.

- ¿Y qué era eso exactamente? - Preguntó Bley leyendo con bastante confusión los escritos de Dange.

- Los fnords. - Después de eso todo lo que recuerdo es haber despertado en mi casa a la mañana siguiente con una bolsa de hielo en la frente y con una de las ovejitas lamiéndome la mano.

Me había levantado esperando de todo, que aparecieran Gremlins, que Dange estuviera de nuevo en mi cocina, que Bley estuviera jugando a los soldados con mis ovejitas, que Lady estuviera llamando a la policía, que Sofía le estuviera gritando al vecino; cuando digo que esperaba de todo, literalmente esperaba de todo.

Lo primero era levantarme de la cama y ver. Nuevamente, por si las moscas.

...

Nada. Todo normal.

Bien, no me hicieron nada.

No es por ser malo ni nada por el estilo, pero con esas mujeres no se sabe, no lo han hecho pero siempre hay una primera vez. A veces me pregunto si el culpable de su comportamiento soy yo o «Bob».

Habiendo confirmado que todo seguía en su lugar me dirigí a verificar si había alguien en mi casa.

Nuevamente nada, a excepción de las ovejitas.

Sinceramente esperaba haber caído en drogas o que Dange hubiese extraído un órgano de mi cuerpo para venderlo en el mercado negro, si es que no lo había hecho antes y por eso no lo hacía. Me di la vuelta caminando a paso apresurado hacia la ventana esperando ver algún monstruo o cosas raras en el "cielo".

Pero de nuevo no había nada, solo gente común caminando con cara de mapache degollado hacia las paradas de metro para seguramente ir a trabajar o estudiar, eso me recordó por un segundo como era yo antes de graduarme, ahora las ojeras de zombie que me cargo son por otra cosa.

Ya más aliviado caminé con toda la flojera del mundo a la puerta para recoger el periódico, no suelo leerlo mucho pero a mis ovejitas les gusta romper y jugar con él. Una vez tuve el periódico en mis manos me di cuenta de algo extraño en la noticia principal, algo que estoy muy seguro no estaba ahí antes. Abrí el periódico encontrándome con los fnords, el encabezado hablaba sobre disputas de grupos que estaban contra el gobierno y la idea de lanzar los desperdicios de basura hacia el exterior por la supuesta creencia de que aún había gente haya que necesitaba de un mejor ambiente para vivir, y luego de cada cita dicha por los testigos se podía leer un "¡Fnord!" bastante destacado. En las noticias que siempre se encontraban en la parte inferior se encontraba otro "¡Fnord!" nuevamente destacado.

Con cada noticia que iba leyendo encontraba más "¡Fnord!" dispersos por el periódico.

De repente se me había nublado la vista por un segundo antes de que un recuerdo me llegara a la mente de repente, era un recuerdo del día anterior sobre Dange apuntándome al rostro con una linterna y recitando de manera casi monótona: «Tu corazón permanecerá en calma. Tus glándulas suprarrenales (tu adrenalina) permanecerán en calma. Calma, todo en calma. No entrarás en pánico. Mirarás al fnord y lo verás. No lo evadirás ni lo borrarás de tu mente. Vas a permanecer en calma y vas a enfrentarlo». Nuevamente me vino otro recuerdo de Dange mostrándonos un video del profesor de su primito hipnotizando a sus alumnos y luego cerrando las cortinas.

Por un segundo pensé lo peor antes de que me llegara a la mente el recuerdo de mi profesor de primaria haciendo exactamente lo mismo conmigo y mis compañeros de aquel entonces, detrás de él en el pizarrón se encontraban escritas las palabras FNORD en letras grandes, sobre su escritorio había un circulo con un espiral girando y girando mientras con una voz computarizada nos decía:

- «EL FNORD NO TE COMERÁ SI NO LO VES, NO VEAS EL FNORD, NO VEAS EL FNORD...» - Para nuevamente traerme a la realidad.

Me había frotado los parpados antes de volver a ver el artículo del periódico. Aun podía ver los fnords, y ciertamente no podía entender por qué esas malditas palabras estaban ahí, por un segundo supuse que era una forma de lavado de cerebro que hacía que la gente se sintiera confusa por la falta de comprensión a la hora de no poder ver la palabra. Digo, ya me estaba ideando una cosa así tremendamente loca sobre que el subconsciente si era capaz de captar la palabra pero la bloqueaba por culpa de esos profesores de mierda que ordenaban ignorarla. Luego razoné y me di cuenta de algo, si el subconsciente bloqueaba la palabra que pasaba con la sensación de haberla visto.

Tiré el periódico antes de ir por una revista de hace bastante tiempo para verificar algo, y como pensé los fnords también se encontraban ahí.

El truco era fácil de captar con un poco de sentido común. El primer reflejo condicionado era experimentar una reacción de pánico (o síndrome de activación) cada vez que encontrabas la palabra "fnord". El segundo reflejo condicionado era bloquear lo sucedido, incluso la palabra misma, seguido por un sentimiento de angustia remanente que no podemos explicar. Y, por supuesto, el tercer paso era atribuir esa ansiedad a las noticias del diario que ya de por sí eran malas.

El temor en las masas se atribuye a la sumisión, si nos mantiene sumisos nos mantiene bajo control. Era así como lo hacía el maldito.

Y luego de pensarlo a mayor conciencia me di la tarea de hacer el experimento, y lo demás ya fue contado.

- ¿Y bien? - Salí de mis pensamientos dirigiendo la vista hacia Dange que ya había terminado de comer. Yo aún iba por mi cuarto taco. - ¿Si los viste?

Asentí sacándole una sonrisa.

- Y supongo que los demás no, ¿Verdad? - Negué terminándome el taco antes de levantarme por algo de agua.

- ¿Esto de los fnords está desde antes? - Pregunté queriendo escuchar su opinión.

- Eso parece, es como si ya lo tuvieran ensayado, pero mi investigación no me ha dejado ir a más, todo lo que puedo especular es que esto comenzó a partir de la encapsulación estatal. - Me explicó con uno de los pollitos en sus brazos mientras caminaba al lavavajillas.

- Esto que me hiciste se lo hiciste a todas, ¿Verdad? - Pregunté nuevamente, estaba un tanto perturbado pero a la vez molesto, si todos estábamos con esto desde escuincles, y que además ya habían tenido práctica desde antes, eso solo podría significar que alguien los estaba ayudando.

Porque vamos, el zángano ese apenas y sabe que tiene cabeza porque se la ve pegada en el espejo todos los días, alguien dentro debía estarle ayudando con esto desde antes, porque para la práctica que llevan es impresionante que solo nosotros ahora sepamos de esto. Tantas generaciones y apenas nosotros nos estamos enterando, o tal vez ya lo habían descubierto pero los habían silenciado para evitar fugas.

- Sip, a mí, a las chicas, a ti, a mis hijos... - Enumeró mientras lavaba los platos y sus pollos se iban a sabrá dios donde.

...

Momento...

- ¡Más te vale que tus pollos no se acerquen a mis ovejas! - Le grite mientras escuchaba a las ovejitas corretear por la sala y a los pollos de mierda chillar como locos.

- Yo no los controlo.

- ¡Te lo advierto, Dange! ¡Si le hacen algo los vuelvo pollo frito! - Le grité mientras corría a la sala por mis hijos.

Lo que veía era a mis preciadas ovejas y a los pollos hijos de su satánica madre correteándose por toda la sala tirando cosas y chillando como puercos en un matadero. Tuve que hacer uso de toda mi agilidad para agarrarlas y meterlas en un cuarto sin que los pollos se intentaran meter, malditos animales súper desarrollados.

- ¡Con mis hijos no te metas! - Gritoneo la castaña mientras le ponía el seguro a la puerta.

Les envié el mal de ojo a los pollos mientras estos me miraban con miedo y se iban chillando con su madre, esto me mando por salir corriendo de mi casa sin comer, sin velar por mis ovejitas y sin cerrar con seguro la puerta, ¿Que diría «Bob» si me viera?

...

Carajo, que mierda ser yo.


(...)


EDITADO PAPUH Bv

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro