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3.5 || jackpot

Kim Yewon

Un par de horas después, Jihoon, el novio de Nari y uno de los mejores amigos de mi hermano mayor, conducía su coche camino de mi piso. Nari estaba sentado a su lado, en el asiento del copiloto, e iban charlando sobre lo que harían el día siguiente. Yo no prestaba ni un ápice de atención a su conservación. Al contrario, estaba perdida en mis pensamientos mientras observaba cómo algunas gotas resbalaban por la ventana trasera. La humedad era horrorosa a esas horas de la noche y el coche de Jihoon se vio afectado por ella tan pronto como encendió el motor.

Apenas habían pasado diez minutos desde que me despedí de Jungkook. Solo diez minutos y no había manera humana de sacarlo de mi atormentada mente.

No nos tocamos a la hora de decir adiós. No había tanta confianza como para hacerlo. Nos miramos largo y tendido, cómplices, y Nari rompió el momento al arrastrarme fuera del local.

Debería agradecérselo. De no haber sido por ella, sabe Dios cómo habría roto la conexión que se había articulado entre Jungkook y yo.

Sus pendientes plateados, sus cejas oscuras y marcadas, su nariz recta y aquella boca que me perseguiría en sueños ... Todos esos elementos que le daban armonía a su rostro giraban a mi alrededor de un modo viciado y mezquino.

Mi teléfono vibró sin previó aviso y yo miré la pantalla iluminada.

Un número desconocido.

Me erguí en el asiento trasero y desbloqueé el mensaje para poder leerlo.



Jeon Jungkook, 26 años, 1,77cm, cabello negro, muchos pendientes, entrenador de boxeo y en buena forma física, tatuado y en proceso de desintoxicación ;)
Un placer, preciosa
3:56 a.m.



Veintiséis años. Solo uno más que yo.

Del resto de elementos, únicamente me entretuve leyendo y releyendo su profesión. ¿Entrenador de boxeo? Le quedaba como un guante. Se amoldaba tan bien a su personalidad, agresiva e inesperada, que daba miedo. Aunque también se correspondía con el cuidado y la mesura de algunos de sus movimientos.

No supe cuántos minutos habían transcurrido mientras nadaba en mis propias cavilaciones hasta que me fijé en la hora a la que se envió el mensaje y la que marcaba mi móvil en la esquina superior izquierda. Había cinco minutos de diferencia.

Escribí apresuradamente una respuesta.



¿Quién eres?
4:01 a.m.



Él no había dejado de estar en línea. Estaba esperando mi contestación.

En primer lugar, guardé su contacto como "Jungkook 🥊".

Lo siguiente que quise investigar fue su foto de perfil. Podría haber encontrado una imagen de sus guantes de boxeo, de una cerveza, de él mismo posando a cámara o de su mascota, si es que tenía una, pero la fotografia que me recibió fue mil veces mejor. En ella había tres personas. Dos eran completos desconocidos, pero conocía al chico de la derecha. Todos sonreían de oreja a oreja, pero yo no pude evitar lo que mis dedos pedían a gritos y amplíe la pantalla para contemplar esa versión de Jungkook, relajado y feliz, mientras lo pasaba en grande con sus amigos. Parecía tener el pelo un poco más largo y un piercing en el labio inferior, justo donde se mordisqueaba a cada rato.

Sabía que estaba sonriendo embobada y no traté de reprimirme porque era la reacción más natural y espontánea que saldría de mí nunca.

Una nueva vibración me ayudó a parpadear y salir del trance. Al salir de la imagen, me encontré en su chat.



No es gracioso -_-
4:02 a.m.



Maté la risotada antes de que saliera de mi interior y seguí escribiendo.



Habría pagado por ver tu cara
4:02 a.m.

¿Por qué te presentas?
4:03 a.m.

Para recordarte que encajo perfectamente en tu prototipo
4:03 a.m.



Me mordí la lengua.



Eso no es del todo cierto, don Perfecto
4:03 a.m.

Dame unas semanas más y seré tu hombre ideal, Won
4:04 a.m.



Ojiplática, leí una y otra vez esa última palabra.



¿Won?
4:04 a.m.

Es el apodo que he escogido para ti
¿Te gusta?
4:04 a.m.



Jadeé y, con la boca entreabierta por la impresión, oí el reclamo de mi amiga.

—¿Qué pasa, Yewon? —preguntó, girándose hacia la parte trasera del vehículo.

Meneé la cabeza.

—Nada ... No pasa nada —musité.

¿Qué es ese apodo? ¿Una forma de burlarse de mí por los wones que casi se trató aquella máquina o una manera cariñosa para referirse a mí? Si pensaba bien de él y elegía la segunda opción, significaba que solo él me llamaría así. Algo entre nosotros dos.

Abrumada, me palpé la mejilla derecha.

Estaba ardiendo.









Jeon Jungkook

—¿No le gusta? —me pregunté a mí mismo.

No contestaba. Ya habían transcurrido dos minutos enteros y Yewon no daba señales de vida a pesar de que en su estado decía que estaba en línea.

Me rasqué la nuca, nervioso, y apoyé ambos codos en la barra del local. Solo podía esperar a que aceptara mi atrevimiento o a que me bloqueara, pero, antes de que algo así sucediera, decidí entrar en la foto de su perfil, que de lejos reflejaba una puesta de sol.

Ella posaba en mitad de la fotografía, con ambas manos resguardadas en los bolsillos de su abrigo. El viento le revolvía el cabello. Su largo era un poco mayor al de esa misma noche, pero le favorecía igual. Amplié un poco la imagen, hallando una incipiente sonrisa que asomaba por la esquina de su boca. No me cabía ninguna duda de que la persona que fotografió a Yewon aquella tarde de invierno capturó el momento previo a una riada de risas que apenas contenía.

Pensé en las risas que me regaló fuera del bar, mientras yo fumaba y ella luchaba contra mis piropos e intentos fallidos de atraparla con la guardia baja, y sentí una fiebre en las sienes que me colapsó fulminantemente.

Agotado de proyectarme seguro y sereno, me eché sobre la barra y revelé esa debilidad que Yewon provocaba en mí. Mi frente golpeó la superficie de madera y mi voz expresó lo que había pensado desde que la vi jugando al pinball como si la vida le fuera en ello.

—Es adorable ... —dije, adolorido. Frunciendo el ceño, cerré los ojos—. Mierda ...

La fuerza de una mano palmeó mi espalda.

—¿Ya estás borracho, Jungkook? —cuestionó uno de los amigos de Youngho, que acababa de presentarse en aquel bar.

Andaba visiblemente afectado por la ingesta de alcohol, así que no me preocupé por la conversación que pudiera surgir. Él no recordaría nada

No nos conocíamos mucho. Habíamos coincidido un par de veces de fiesta. Nada más. Pero él parecía haber desarrollado una firme confianza en mí.

—No ... Pero estoy jodido —gemí, desconsolado.

—¿Y eso por qué? —Me atizó otro manotazo en la espalda con más energía que el anterior—. Vamos, cuéntale tus penas a hyung.

Me senté mejor en el taburete, aunque todavía cabizbajo.

—¿Qué hago si he encontrado a la mujer de mis sueños?

Él comenzó a reír sin control.

—¡Eso no existe, hombre! —berreó, incrédulo.

—¡Claro que existe! —Salté yo, a lo que me tomó por un lunático de primera—. Es ... Es inteligente y orgullosa, tímida y extrovertida, independiente y decidida —Y muchas cosas más que las cervezas no me ayudaban a discernir—; es guapa a rabiar; se ríe de mis ocurrencias como si hubiera dicho el chiste más gracioso; cuando se pone nerviosa no sabe disimularlo —Aquel revoltijo de virtudes culminó en lo más importante de la inconexa descripción—; y su sonrisa es la más bonita que he visto en toda mi vida —susurré, enfangado de un sentimiento que no me abandonaría jamás.

Masajeó mi espalda, algo más lúcido y comprensivo.

—Pues conquístala —Determinó sin titubeos—. Es tan fácil como eso.

—¿Y si ella ya me ha conquistado a mí?

—Entonces no puedes rendirte —comentó.

Alguien me golpeó por el lado izquierdo. Los demás estaban bromeando sobre algún asunto, disfrutando de lo que restaba de noche.

—No pensaba hacerlo —le confesé mi resolución.

—¡Esa es la actitud! —Me felicitó, exageradamente contento—. ¡Oye, dos cervezas más! —Le pidió al barman.

Notaba mi consciencia espesa. Tras su marcha, todo se me hacía irreal y extraño. Nunca me había sentido de esa forma por una mujer, y mucho menos habiendo hablado con ella poco más de tres horas. Lo que experimenté después de charlar apenas cinco minutos con Yewon aquella noche de septiembre no podía rivalizar con lo que palpitaba en mis adentros.

Un temblor en mi mano exigió mi atención.



No me disgusta ┐( ̄ヘ ̄)┌
¿Te sirve?
4:11 a.m.


El adorable muñequito era señal de que no lo había tomado como una impertinencia. Le había agradado y ahora jugaba a fingir una apatía que ni ella ni yo creíamos auténtica.

¿Se había sonrojado por mi culpa? ¿Era eso?

Mi mano derecha se perdió entre las hebras negras de mi pelo. Mi móvil descansó sobre la barra con su chat abierto.

—¿Por qué has tardado tanto en responder? —Inhalé. Un pinchazo en el pecho me obligó a aminorar el acelerado ritmo que llevaba mi pobre corazón. Probablemente se debiera a la falta de nicotina en mi sangre, pero yo lo achaqué a Yewon y a sus respuestas cohibidas—. Maldita sea ... —Me toqué el pecho, abatido—. Siento que me va a matar ...

Esa madrugada, con el sol a punto de aparecer en el horizonte, llegué a casa. Sin desvertirme, me tiré sobre la cama y volví a mirar su fotografía. Debía ser el tipo con más suerte de esa ciudad. Nunca esperé encontrar a alguien así, que se adaptara tan bien a mi personalidad.

¿Cuál era la probabilidad de dar con una persona que enturbiara mis sentidos como lo hacía ella?

No recuerdo cuándo lo hice, pero, al día siguiente, su contacto tenía un nombre distinto al inicial. Ese simple y escueto "Kim Yewon" que escribió ella misma al registrarse en mi agenda había cambiado a "Won 🎰".

—¿El Jackpot? —murmuré al ver el emoticono con esos tres sietes junto a su apodo. Un bote. El premio más grande. Sonreí como un tonto enamoradizo y apagué el teléfono. Mientras me sacaba la ropa en el baño, vi mi sonrisa en el espejo y solo acerté a insultarme—. Eres imbécil, Jungkook ...

Pero no pude borrarme esa estúpida sonrisa de la cara en horas.








🎰🎰🎰

17/11/2024

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