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05 || u have plans tonight?

Kim Yewon

Entonces, ¿vienes a lo de esta noche o no?

La insistencia de mi hermano no tenía parangón. Había sido de ese modo toda la vida y parecía haberse acrecentado con la edad porque ya era la quinta vez que me hacía la misma pregunta y no tenía intención de dejar de hacerlo.

—No lo sé —Repetí la misma contestación.

Era sábado por la noche. Habían pasado tres días desde que Jungkook me trajo a casa. La herida de mi talón estaba cicatrizando bien y nada me impedía aceptar la invitación de mi hermano. Nada excepto mi plan inicial, que, lejos de incluir una salida nocturna a su bar de copas favorito, se reducía a pasar la noche tranquilamente viendo una buena maratón de películas y pedir comida china a domicilio.

Sin embargo, hacía demasiadas semanas que no veía a Seojun. Fui a su piso cuando estaba recuperándose del resfriado que me llevó a cubrirle en su antiguo trabajo en aquel bar donde conocí a Jungkook, pero ya había pasado un largo mes desde ese día.

Vamos, Yewon —Lloriqueó Seojun por teléfono—. Nari me ha suplicado que te convenza. Será divertido.

Ya le había dicho a Nari que no apetecía nada salir, pero ella tenía que recurrir al mejor amigo de su novio, es decir, mi querido hermano mayor.

—¿Hincharte a cervezas hasta las tantas de la madrugada es el plan más divertido que se te ocurre? —cuestioné la brillante idea que me proponía.

Es lo que hace la gente de nuestra edad —Simplificó él.

Rodé la mirada y apagué el fuego. El agua ya estaba caliente, así que cogí el cazo y la vertí en la taza con la bolsita de té negro.

—Prefiero dormir mis ocho horas, gracias —Alegué.

Lo escuché suspirar con vehemencia.

Yewon ...

Seojun parecía ahogado, sin aire que llevarse a los pulmones.

—¿Por qué parece que estás corriendo una maratón? —Curioseé.

Ah ... Acabo de terminar mi clase de boxeo —Me comunicó entre varios resuellos—. Estoy ... Recuperando el aliento.

—¿Boxeo? —Me fue inevitable no pensar en Jungkook. Era una casualidad que me robó el pensamiento durante varios segundos—. Eso es que te haces viejo, oppa —Solté, sacando a patadas a Jungkook de mi cabeza.

Maldita cría ... —masculló y yo emití una risa solitaria—. Vienes o vienes. No puedes negarte.

—¿Ahora me das órdenes?

Soy el mayor aquí y solo quiero pasar la noche con mi hermana. ¿Tan difícil es que salgas solo por hoy? —dijo, apelando a mi buen corazón, ese que era incapaz de negarle nada.

Mareé mi té con una cucharilla y me rendí. No tenía fuerzas para discutir con él.

—Está bien. No pararás hasta que te diga que sí —respondí a regañadientes.

Qué bien me conoces, hermanita ... —Alardeó de sus espectaculares métodos para conseguir lo que quería.

—Voy a colgar —Le amenacé.

Te veo esta noche. Ah, y mamá quiere que comamos juntos. Llámala y dime en qué quedáis, ¿vale?

Hablaba con ella casi todos los días, pero Seojun me recordó que no la había llamado desde el jueves. Estuve tan liada con el trabajo antes del fin de semana que se me pasó por completo y no había cosa por la que me culpabilizara más que esa. No me gustaba dejar a un lado a mi madre. No importaba que tanto mi hermano como yo ya fuéramos adulto funcionales y nos hubiéramos independizado. Ella estaba sola en casa y nosotros debíamos estar pendientes de todo lo que necesitara, aunque solo fuera hablar con sus hijos diez minutos al día.

—Sí ... —Y Seojun colgó la llamada. Dejé el móvil en la mesa y di un sorbo a la bebida caliente—. ¿Por qué siempre termino accediendo? —me pregunté en voz alta—. Ni siquiera me apetece salir ... —susurré, agotada.

Tendría que ducharme y arreglarme antes de las once y me daba una pereza horrible. Si me desesperada pensando en la larga noche que me esperaba acabaría quedándome en casa y eso no era una opción después de hablar con Seojun. Todavía era media tarde, por lo tanto, decidí recargar mis energías con una de esas películas que había reservado para la noche, no sin antes llamar a mi madre y hablar con ella durante un rato.

La película se reproducía en mi televisor cuando mi teléfono vibró y se iluminó. Simplemente eché un vistazo a la notificación emergente, sin ninguna intención de atenderla, pero en el instante en que leí el nombre de Jungkook mi dedo ya pulsaba el botón de pausa.


Won
19:58 p.m.

Qué pasa
19:58 p.m.

¿Tienes planes para esta noche?
19:58 p.m.


Con cierto amargor, me vi obligada a escribir la única verdad.



¿Por qué preguntabas?
19:59 p.m.


Se entretuvo escribiendo, como si no supiera muy bien qué decir.


Ah, por nada
20:00 p.m.


Me sentí realmente mal. No pretendía rechazar una invitación suya a pasar la noche juntos. Siendo sincera, era uno de los pocos planes que habría escogido por encima de mi maratón de películas. Llevaba esperando una salida con él durante dos semanas y era la primera vez que mostraba un interés directo por quedar conmigo. Si no lo hubiera hecho en los siguientes días, yo misma se lo habría insinuado, pero tenía que sugerirlo justamente esa noche.


Quiero dejar claro que no te estoy vendiendo ninguna excusa barata
20:00 p.m.

Ajá
20:01 p.m.

Va en serio, Jungkook
Me han propuesto algo a última hora
20:01 p.m.

¿De verdad te he preguntado la única noche del mes que sales? (_)
20:02 p.m.

Bueno, este mes ya van dos
20:02 p.m.

Genial
20:02 p.m.

A eso se le llama tener doble mala suerte
20:03 p.m.


Poco imaginarme que había tardado tanto tiempo en proponer un plan porque tampoco quería parecer desesperado. Además, habíamos invertido ese par de semanas en hablar y conocernos un poco más. Apreciaba que hubiera tomado la cosas con calma a pesar de que, claramente, estaba deseando estar a solas conmigo. A lo mejor, al no haber dejado todavía el tabaco, Jungkook creía que a mí no me gustaría quedar con él. Era una idea muy equivocada, pero no descartaba que se le hubiera pasado por esa cabeza suya. Jungkook sobrepensaba ciertos asuntos, los que más le importaban, o eso notaba gracias a algunas de nuestras conversaciones.


¿Vas a alguna parte?
20:03 p.m.

Algo así
Me han invitado a salir con gente que no conozco muy bien
20:03 p.m.

Por eso quería saber si estabas libre
Puede parecer que no, pero soy bastante tímido la primera vez que salgo con personas nuevas
Si estuvieras allí me sería más sencillo, supongo
👉🏻👈🏻
20:04 p.m.

¿Acaso eres un niño?
20:04 p.m.

No
¿Has visto mis músculos?
20:05 p.m.

Sí, sí
Pues sal y diviértete
Te vendrá bien conocer a gente nueva
20:05 p.m.

La última vez que salí con ellos fue la noche que te conocí
20:05 p.m.


Se refería a aquel grupo tan simpático y educado que estaba con él aquella vez. No los recordaba de la segunda vez que nos encontramos, así que deduje que Jungkook estaba cuidando mejor su círculo de amistades, ya fuera para provocarme una buena impresión o para sacar de su vida a aquellas personas que no le aportaban nada.


Eso se merece un premio
20:06 p.m.

¿De verdad?
20:06 p.m.


Me encontré a mí misma sonriendo. No traté de borrar esa sonrisa de mi rostro.

¿Por qué tiene que ser tan bueno, tan tierno? Me resulta imposible ignorarlo si es así.


Ahora eres como un perrito
Qué mono
20:06 p.m.


Mi chiste debió hacerle reír, pero tuve que conformarme con una risa que todavía no había podido escuchar.


Vete al diablo 🖕🏻
20:06 p.m.


La conversación concluyó y yo, con mal sabor de boca, me pasé el resto de la película elucubrando sobre lo que había dicho Jungkook. ¿Y si le proponía un plan diferente para otro día? Aunque era horrible ideando salidas, y todavía era peor si aquello se podía considerar una primera cita, ya que la presión caía sobre mis hombros como ladrillos.

Si a él le había costado horrores preguntárselo, en mi caso era tres mil veces más grave porque al menos Jungkook hacía de galán experimentado. En cambio, yo no me atrevía a pedirle salir a un chico de una forma tan obvia, especialmente si ese chico me atraía o me gustaba.

Preocupada por cómo podría sentirse Jungkook, cené algo rápido y comencé a prepararme para salir. Sobre las once menos cuarto, pedí un taxi que me llevaría al epicentro de Gangnam. Todo el trayecto lo pasé revisando mi móvil y observando su chat, sin llegar a hablarle de nuevo.

Unos minutos pasadas las once de la noche, entré al bar en el que Seojun nos había citado a mí, a Nari y a su novio y unos amigos suyos. No había mucha gente cuando llegué, así que localicé a mi hermano junto a la barra sin ninguna dificultad. Me quité la chaqueta y, con ella en mi brazo, fui hasta él. Seojun se giró al oír pasos y, muy sonriente, me saludó con un cariñoso abrazo.

—¿Cómo está mi hermanita del alma? —me preguntó, burlón.

—Cállate, oppa —respondí a su abrazo y me dejé achuchar por él.

—Para una vez que te veo, podrías parecer más alegre —replicó él.

—¿Desde cuándo tu hermanita del alma es la alegría de la huerta?

Se alejó de mí con una mueca de asco y yo reí en voz baja.

—Así no se te acercará ningún tío, Yewon —Sentenció a modo de amenaza.

—¿Ves que me importe? —Me crucé de brazos y apoyé la espalda contra la barra.

—Eres de lo que no hay ... —Suspiró, resignado a mi forma de ser.

Los hombres nunca me habían interesado. Hubo algún que otro chico que me gustó y con quien llegó a existir algo, pero tener pareja siempre había sido una misión imposible. Después de ver todos los desengaños amorosos de Nari, que se contaban por docenas, el deseo de encontrar a alguien y formalizar una relación se había ido difuminando. Durante los últimos años había optado por tener líos sin compromiso o largas etapas sin contacto con el sexo masculino. Nada más allá de eso. Y lo cierto era que no me había funcionado mal en absoluto. Ellos conseguían lo que querían y yo también. Ambas partes salíamos ganando. Sin grandes malentendidos ni esperanzas infundadas. De ahí que dichos líos no durasen mucho, aunque lo prefería así.

Seojun, sin embargo, parecía obsesionado con buscar a alguien que encajara con mi peculiar personalidad. Deducía que era porque no quería verme sola, pero él también lo estaba por el momento y yo no me metía en su vida ni le arreglaba citas con mis conocidas. Me habría gustado que mi hermano hiciera lo mismo conmigo. No obstante, me hacía salir más a menudo para poner a prueba al destino y comprobar si una noche me tropezaba con mi futuro marido.

Admiraba sus esfuerzos para con mi vida amorosa, pero no los había pedido. Me irritaba profundamente que se metiera en mi intimidad cuando debería darle igual si había alguien o no para mí.

Me bastaba y me sobraba conmigo misma. Ese era mi lema.

Lo mejor sería cambiar de tema, por lo que desvié el asunto a uno que era más importante.

—¿Ya te has recuperado del todo?

—Sí. Solo fue un resfriado que se complicó demasiado —Aseguró. Parecía sano y no solía mentir para tapar sus problemas. Decidí creerle—. Cosas del cambio de tiempo —Se encogió de hombros.

—Bien, porque no pienso hacer de camarera otra vez —Aclaré, negándome a repetir esa experiencia.

Seojun agitó la cabeza y llamó al chico que atendía la barra.

—¡Perdona, dos cervezas! —exclamó.

—No me gusta que hablen por mí —Me quejé.

—¿Acaso ibas a pedir algo con más alcohol? —Entrecerró los ojos y evaluó la mueca que cruzaba mis labios.

—No —musité.

Él volvió a sonreír, victorioso.

—Pues cierra la boquita. Así estás más guapa —Me recomendó con una malicia exacerbada en la mirada.

—Te odio —dije, fanfarrona.

—Y yo a ti —Me devolvió el bonito cumplido y algo le hizo parar esa infantil discusión—. ¡Chicos!

Me giré, distinguiendo a Nari y a Jihoon, que venían acompañados de un par de chicos que debían ser amigos en común. Mi mejor amiga corrió hacia mí tan pronto como me vio en el local. Por sus ojos, no podía creerse que Seojun hubiera conseguido sacarme de casa a pesar de que mis energías estaban bajo mínimos.

Ella me abrazó con efusividad y el gesto me sacó una perezosa sonrisa.

—¡La has convencido! —gritó, feliz de que hubiera accedido a pasar la noche con ellos.

Con el paso de los minutos, más gente entró al bar. El ambiente cambió en cuestión de quince minutos. Lamentablemente, yo me sentía tan fuera de lugar que ni siquiera la llegada de más personas ayudó a que mi ánimo mejorara.

Seojun, empeñado en hablar en mi lugar, me presentó a ese par de chicos. No me gustaron y ellos tampoco mostraron ningún interés especial en mí, pero mi querido hermano se las arregló para crear una conversación medianamente entretenida en la que yo tenía cierto protagonismo. Él era así; siempre lograba que todos se sintieran cómodos e integrados incluso en grupos enormes.

—Ah, pero no os equivoquéis con ella —Puntualizó. Su brazo estaba sobre mis hombros—. Solo parece parece simpática porque tiene la boca cerrada.

Los demás rieron, contagiados de la alegría que destilaba Seojun, pero yo le propiné un buen codazo en el costado.

—Oye ... —Llamé su atención.

Nari había ido al baño y la habría acompañado si mi hermano no me hubiera anclado a su izquierda. Aquellos chicos no eran desagradables y no me molestaba pasar el rato en su compañía, pero no disfrutaba siendo el tema de la charla.

Por suerte, alguien vociferó el nombre de mi hermano.

—¡Seojun!

No sabía de quién se trataba.

Todos nos volvimos. Un chico de pelo castaño, bastante alto, levantó su mano y se dirigió hacia nuestro grupo. Debía tener la edad de mi hermano, un par de años más que yo. Mientras se hacía paso entre el gentío, fruncí los labios y supliqué que Nari regresara pronto.

—¡Hola, chicos! —habló mi hermano, emocionado—. ¡Pensaba que ya no apareceríais!

El desconocido llegó hasta nosotros y, entonces, noté que había alguien más tras él.

—Nos entretuvimos cerrando el gimnasio —Se explicó el chico—. Gracias por esperarnos.

Se acercó a Seojun para palmear su hombro y saludarlo, lo que permitió al individuo que le pisaba los talones entrar en ese corrillo que habíamos formado. Se acomodó la chaqueta, una bomber que se me hacía familiar, y vi sus nudillos tatuados.

Una sensación extraña y vigorizante se adueñó de mis sentidos. No me hizo falta nada más para perder la vergüenza y escrutar su rostro. Si bien sabía quién era, encontrarlo frente a mí fue igual de refrescante y envolvente como la primera vez.

Jungkook todavía se movía el cuello del abrigo en el instante en que sus pupilas y las mías se reconocieron en una suerte de remolino que limpió de los alrededores a cualquier otra persona.

El corazón se me encogió y habría jurado que se detuvo. Nunca me había ocurrido algo así.

¿Por qué está él aquí?

—Lo dices como si fuéramos a irnos de aquí tan pronto ... ¿Qué tal, tío? —Escuché que mi hermano hablaba, pero no le di importancia a sus palabras.

Su cabello negro presentaba la misma forma engominada de siempre, aunque un par de mechones se habían separado del resto y caían sobre su frente con soltura, rozando su ceja derecha. No estaba segura de que lo hubiera hecho adrede, pero lo que sí podía afirmar era cuánto le favorecía aquel detalle. En su ceja, un brillo me confundió. Distinguí en ella un piercing que nunca había visto. Lo peor de todo fue el resplandor de una segunda pieza en su rostro. Esta vez, el piercing se hallaba en su labio inferior, justo donde él jugaba de manera inconsciente. Esa costumbre suya de mordisquearlo cobró sentido y mi corazón dio otro vuelvo todavía más pronunciado.

Le quedaba tanto bien que no supe cómo dejar de mirar su boca.

A pesar de que los dos estábamos desconcertados por descubrir al otro en ese sitio, el shock no impidió que una pequeña sonrisa viera la luz en su despejado semblante.

Existía la posibilidad de que yo también estuviera sonriendo, pero no podía saberlo porque todo en lo que pensaba era en que, de repente, aquella salida había merecido totalmente la pena.

—Hola —Jungkook interrumpió aquel largo duelo de miradas con un escueto saludo.

—Hola —Le devolví la misma palabra, tan aletargada como él, o incluso más.

—¿Cómo va, Jungkook?

Él se giró hacia mi hermano y yo inhalé una bocanada de aire viciado que apenas bastó para alimentar mi sistema.

—Bien, aunque tú debes estar hasta arriba de agujetas después del entrenamiento de esta tarde, hyung —Expuso, agrandando su luminosa sonrisa y saludando a Seojun del mismo modo que el primer chico.

—Justamente. Casi no puedo mover el brazo —Se rio—. Nunca había tenido un entrenador tan jodido como él —Le contó al resto.

Reparé en lo que me comentó Seojun esa tarde.

Clases de boxeo.

Vaya ...

—No exageres, ¿quieres? —No conseguía alejar los ojos de Jungkook. Parecía haberme hipnotizado de una manera cruel y mezquina. Sus pendientes entrechocaban y el dulce tintineo me secaba la garganta—. Te falta un poco de resistencia —Y se olvidó de mirar a mi hermano, sustituyendo su foco de atención por mí. Por el rumbo de sus pupilas oscuras, me percaté de que había algo cerca de mi cuello que eclipsó sus movimientos y palabras—. Nada más —Y la sonrisa fue disipándose de sus comisuras.

—Me fiaré de ti ... —Bromeó Seojun. Al percibir que Jungkook me observaba sin mesura alguna, dio un apretón a mi hombro y, como un fogonazo, comprendí la razón de que Jungkook ya no sonriera—. Ah, ella es ...

Me saqué de encima el brazo de Seojun como si alejara a un fantasma y yo misma definí el tipo de relación que nos unía.

—Su hermana —Jungkook parpadeó y entreabrió los labios. Podía dar la impresión contraria, pero estaba nervioso. Tan nervioso como yo lo estaba. No quería que malinterpretara nada y mi corazón sentía la tensión—. Somos hermanos —Insistí para que quedara bien claro que éramos familia.

Su mueca de paz me tranquilizó.

—Me alegro —Expresó. Su descaro fue tal que se corrigió casi al momento—. Quiero decir que ...

—Jungkook y yo ya nos conocemos, Seojun —Le comuniqué a mi hermano antes de que comenzara a sospechar sobre el curioso comportamiento que compartíamos.

Echa el freno, Yewon.

¿Y qué habría pasado si Jungkook hubiera seguido creyendo durante un segundo más que Seojun y tú ...?

—¿Te estás quedando conmigo? —Saltó él, estupefacto.

—No —Negué, sonrojándome.

—¿¡Cómo puede ser el mundo tan pequeño!? —clamó mi hermano.

El chico que había llegado con Jungkook estaba hablando con nuestros acompañantes. Ignoraba si se conocían, pero eso nos daba un poco más de privacidad.

—Sí ... Es un pañuelo —Confirmó Jungkook, cuyos ojos volvían a brillar de emoción.

—¿Y no estarás interesado en ella por casualidad? —inquirió Seojun con la guasa por bandera—. Porque no veo el momento de deshacerme de ...

—Lo estoy —contestó Jungkook, congelándonos a mi hermano y a mí—, pero creo que Yewon no tiene intención de salir conmigo —Terminó sonriendo, pues sabía que esa aserción se debilitaba poco a poco.

Completamente ruborizada, avancé y me encaré a él. De esa manera, Jungkook tuvo el gran privilegio de admirar la pigmentación rojiza que bañaba mis mejillas y reconocer en ellas una timidez que no era corriente en mi persona.

—No seas bocazas —Lo reprendí.

—¿Me estáis tomando el pelo? —Seojun parecía un niño en un parque de atracciones. Se lo estaba pasando realmente bien tras conocer la primicia—. ¡Chicos, no os lo vais a creer! —Llamó a los demás, que no sabían cuál era el motivo por el que mi hermano lucía tan feliz y excitado. A sabiendas de lo que tendría que soportar esa noche, suspiré con fuerza—. ¡Resulta que ...!








🚬🚬🚬

30/11/2024

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