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02 || he's just your type

Kim Yewon

En aquella zona no había muchos bares decentes, y menos aún que no aceptaran fumadores. Aquel era uno de los pocos en los que podía pasar el rato sin que el humo o el rancio olor a tabaco me asfixiara. Ese local no quedaba muy lejos del bar donde mi hermano trabajaba los fines de semana, pero tampoco tenía un interés especial en pasarme por esa calle, así que me olvidé de ideas estúpidas y puse mis cinco sentidos en la bolita plateada que golpeaba un obstáculo tras otro dentro de aquel viejo pinball a petición de mis dedos.

—Eh, Yewon —Escuché a Nari.

—¿Qué pasa?

Me mordí el labio inferior, atenta a la alocada trayectoria de la bola.

—Estoy viendo a un chico que es justo tu tipo —Me comunicó mi mejor amiga.

—¿Ah, sí? —Fingí que me gustaba lo que oía, pero no estaba de ánimo para dar cuerda a ningún tío y me cansé pronto—. No me interesa.

Salir no era uno de mis pasatiempos. Lo hacía porque era la forma más sencilla de socializar con gente de mi edad. No obstante, me bastaba y me sobraba con una escapada a un bar de aire limpio cada tantas semanas. Después de mi trabajo temporal como camarera, esa era mi primera salida de noche y no me apetecía desperdiciarla con un baboso del montón que no me aportaría más que una conversación insustancial y, a la larga, una buena jaqueca.

Sentí la mano de Nari en mi brazo.

—¿Por qué no dejas eso y le echas un vistazo? —Sugirió.

—Prefiero jugar al pinball a dejar que un tío juegue conmigo —dije, muy tajante al respecto.

No recordaba cuándo fue la última vez que un ser del género masculino logró no decepcionarme.

En esos momentos de mi vida, prefería centrarme en mí a tiempo completo. No quería tontear con nadie. No servía de nada. ¿Para qué? ¿Por un mísero polvo? No merecía la pena. Estaba mejor sola.

—Tan exagerada como siempre ... —Exhaló ella—. ¿Te lo describo? A lo mejor así te animas —Insistió en despertar mi curiosidad por aquel extraño.

Presioné con más fuerza los pulsadores de la máquina.

—Como quieras —Cedí.

—Veamos ... —Se tomó los siguientes segundos para examinar minuciosamente al chico que, en su opinión, tenía posibilidades conmigo—. Es de pelo negro, peinado hacia un lado —Detalló, creando una imagen mental que no comenzaba nada mal—; pendientes; facciones marcadas; alto, debe medir cerca de uno ochenta —La altura siempre era un punto a favor y el susodicho se encontraba en el nivel justo para mi metro sesenta y dos—. Lleva ropa ancha y oscura, justo como a ti te gusta. Y creo que tiene tatuajes en la mano.

Incliné levemente la cabeza. No podía perder de vista esa maldita bola. Estaba a doscientos puntos de superar la puntuación más elevada.

—Sí, justo mi tipo.

Sigilosa, se acercó más a mí.

—Tengo buen ojo para estas cosas —Se tiró flores a sí misma por el magnífico hallazgo—. ¿Por qué no vas y lo saludas? —propuso, más ilusionada que yo.

Fruncí el ceño.

—¿Y por qué iba a saludarlo? —le pregunté.

—Porque te está mirando.

Un timbre sonó. Estaba a tan solo cien puntos de marcar mi propio récord. Empezaba a sentir los dedos entumecidos.

—¿A mí o mi culo? —bromeé, emocionada por ver los números subir y subir.

—A ti —Aseguró.

Solté una pequeña risa.

—Lo dices para que me gire, ¿verdad? —La conocía demasiado bien, pero no iba a caer en su trampa—. Tengo que darle a esa campana como sea, Nari, así que ...

—No lo entiendes, Yewon ... —Su mano en mi espalda me desconcentró brevemente—. Está ...

—Ahora no, Nari —Ella quitó su extremidad de mi cuerpo. Yo me mordí la lengua, ansiosa por llegar a la cifra marcada en rojo brillante. Solo necesitaba tres golpes más—. Por mucho que sea mi tipo, estoy en racha —El primer golpe hizo que algo dentro de mí vibrara—. No pienso perder el tiempo con ...

El segundo anunció mi victoria inminente.

—¿Yewon-ssi? —Y el tercero iluminó toda la pantalla, proclamándome vencedora de aquel tonto juego. Sin embargo, aquella voz suave y melódica acaparó esos sentidos que codiciosamente había controlado hasta entonces—. ¿Ese es tu nombre?

La bola cayó en el agujero y la partida se dio por acabada.

La puntuación que obtuve apareció en mitad de la pantalla superior y una ridícula cancioncilla resonó a mi alrededor. El fondo sobre el que se proyectaron los números era negro y gracias a eso pude ver su reflejo.

Lo primero que reconocí fue su boca. Sus labios se curvaron en una hermosa sonrisa, los mismos que jugaban con un piercing inexistente, igual que aquella noche en que me disfracé de camarera y le di fuego a un desconocido.

—Tú.

El ruido del local no impidió que mi voz llegara a él. Confirmar que lo recordaba, tras varias semanas en las que mi vida había seguido adelante sin tener ningún protagonismo en ella, fue el mayor chute de adrenalina que podría haber experimentado en esa circunstancia tan peculiar.

Con el corazón en un puño, di media vuelta y observé al chico. Si mi orgullo no fuera aterradoramente imponente, habría aceptado que lucía más atractivo que la primera vez que nos vimos, con el cabello repeinado hacia la derecha y un aura aplastante, pero eso habría supuesto exponerme a mí misma un interés al que no quería dar alas. Callé y tragué, castigándome por pensar en lo encantador que se me hacía. Otra vez.

—Parece que has superado el récord —Sus ojos, redondos y brillantes, sonrieron a la par que sus comisuras—. Enhorabuena.

—Ya ... —balbuceé, extrañamente nerviosa.

—¿Os conocéis? —Interrumpió Nari, que estaba fascinada con la escena.

Jungkook la miró.

Me pregunté si Nari también sintió un pellizco en el pecho al saberse la causa de aquella sonrisa.

—Algo así —contestó él y volvió a posar su mirada en mí—, aunque no sabía que era de su tipo.

No sabría decir si la culpa fue mía o de Nari, por no avisarme de que el sujeto venía hacia nosotras, pero tampoco era el momento de cuestionármelo porque él se había enterado de existía una pequeña brecha por la que podría colarse para obtener mi atención. Mis cartas estaban boca arriba y podía decidir qué hacer con ellas.

Sonrojada, me aferré al "pero" más grande de todos.

—No lo eres; fumas.

Y me giré, sintiendo el calor subir por mi cuello y mis mejillas a un ritmo vertiginoso.

—Claro ... —musitó él.

Gracias a la fraccionada imagen que la pantalla me mostraba, contemplé cómo su sonrisa se quebraba.

—Siento decirlo, pero, si fumas, no tienes nada que hacer —comentó Nari, lamentando también que el chico estuviera a kilómetros de conseguir lo que se proponía.

Mientras tanto, yo abrí mi bolso y elegí unas cuantas monedas que ofrecerle al pinball a cambio de una nueva partida que me alejara de la vergüenza que empezaba a experimentar.

—¿En serio? Pensaba que aquella vez solo se hacía la dura —Alegó, desangelado.

El pobre nunca comprendería que mi aversión al tabaco era imposible de quebrantar.

—Sigue soñando, Jungkook —espeté, localizando la ranura por la que meter mis wones.

—Recuerdas mi nombre.

Tragué saliva.

¿Por qué no había borrado su nombre de mi memoria?

—Tus amigos no se cansaban de repetirlo —Justifiqué, inquieta.

Metí las monedas una a una.

—Y veo que tú has hecho el esfuerzo de retenerlo —Contraatacó Jungkook, emergiendo de sus cenizas—. Me siento halagado —Y se sonrió, pues no había contradicción más dulce que esa.

Activé la partida manualmente, pero no sucedió nada. Los pilotos de colores continuaron apagados.

—Pues siéntete menos importante ... —Agité el pinball, exigiendo alguna reacción por parte del sistema obsoleto que mantenía con vida aquel juego del siglo pasado. Tristemente, no se inició ninguna partida—. Maldita máquina. Se ha tragado mis wones —farfullé, muy molesta.

El calor de su cuerpo penetró bajo mi camisa cuando él tocó mi hombro y se hizo un hueco junto al pinball. Asustada por la quemazón que recorrió mi piel, retrocedí ligeramente. Por desgracia, no pude evitar que el almizcle de colonia y humo adherido a su ropa atacara mi sensible olfato.

—Déjamelo a mí. Conozco un truco muy bueno —Aseguró. Al agarrar los laterales del armatoste, vi en primera fila los músculos contraídos de su antebrazo izquierdo—. Primero golpeas aquí y después ... Aquí —Y, como por arte de magia, escuché el tintineo de las monedas en el agujero que daba el cambio. Orgulloso de su milagrosa hazaña, me sonrió con una arrogancia que removió mis entrañas—. Tus wones.

Sin perder ni un segundo, me incliné y recogí el dinero íntegro.

—¡Vaya! —exclamó mi mejor amiga—. ¿Cómo has hecho eso?

Jungkook se apartó de mi lado y yo retuve un débil jadeo.

—Un amigo me lo enseñó —Se reclinó contra la máquina—. Es bastante útil.

—Un amigo, sí ...  —susurré al tiempo que contaba las monedas.

A pesar de mi mala actitud, él no perdió la esperanza.

—Os invito a una copa —dijo, generoso—. ¿Qué ...?

—¿Qué pasa? ¿Ahora vas a por las dos? —interrogué con la pestilente ironía que el resto del mundo solía reprocharme.

Como era lógico, Jungkook no supo cómo responder a mi hiriente comentario. Tuvo la suerte de que Nari parecía inclinar la balanza hacia él.

—Yo paso. Estoy esperando a mi novio —Se disculpó con el chico—. Pero Yewon seguro que la acepta —Eliminó el paso de distancia que nos separaba y me empujó hacia él sin dudarlo. Yo logré detenerme antes de acabar en su pecho, pero mis pómulos enrojecidos decretaron que aquello no era impedimento para convertirme en un manojo de nervios—. Aprovecha que te la has tropezado ese día del mes en que sale de su cueva —Debió encontrar a Jihoon, su novio, en la entrada del local, porque me echó a los leones y se fue de lo más alegre—. ¡Ah, por ahí viene! ¡Que os vaya bien, chicos! —Se marchó de la zona reservada a las tragaperras, aunque no quiso ser descortés y se presentó—. ¡Por cierto, me llamo Nari! ¡Encantada, Jungkook!

—¡Lo mismo digo! —gritó él.

—Traidora ... —Escupí yo, haciendo más espacio entre ambos.

Tras unos instantes de indecisión, Jungkook se pronunció.

—¿No te gusta mucho salir?

Su mano derecha me arrebató la capacidad de hablar durante demasiado tiempo. Los tatuajes salpicaban sus nudillos y ascendían por el dorso en un hermoso serpenteo de tinta negra.

Maldije que un tatuaje bien hecho tuviera ese poder sobre mí.

—No mucho —Me aclaré la garganta y fingí estar más interesada en mi amiga y su novio, que se besaban junto a las mesas de billar, que en cualquier cosa relacionada a él—. Al día siguiente soy un ser inservible.

—Entonces, mejor olvida lo de la copa y ... —Desistió en la idea, sintiendo que era una derrota segura.

Por el contrario, yo empezaba a creer que algo de alcohol eliminaría la torpeza que estaba revelando.

Con las monedas clavadas en la palma de mi mano, me dirigí hacia la barra.

—Invitas tú —Determiné.

Jungkook me siguió por el establecimiento. Habría apostado todo el dinero que llevaba encima a que, de haberme girado, habría dado con una sonrisa afable y pícara presidiendo su semblante.

—Eso he dicho —Acuñó a mi recordatorio.









🚬🚬🚬

Solo me paso para decir que el siguiente capítulo llegará en un par de días

Me alegro de que estéis disfrutando la historia desde el principio 💜

Os quiere, GotMe 💜💜 💜

14/11/2024

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