30 | No me abstengas
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—¡¿Qué es lo que ha ocurrido allí?! —exclamó con molestia la mujer de cabello marrón.
—Cálmate, cariño —pronunció con suavidad el hombre peligris.
—¡¿Cómo quieres que me calme?! —volvió a exclamar y su mirada de nuevo fue a la castaña sentada frente al escritorio.
Se veía cohibida, por el simple hecho de que odiaba cuando su madre se ponía a gritar.
—Ya basta —ordenó el hombre levantándose de su asiento de cuero— deja de gritar que pareces una loca.
La mujer soltó un suspiro resignada y cruzó sus brazos para volver a hablar más calmada.
—Nos dijiste que ese muchacho era tu novio, entonces mi pregunta es ¿Cómo es posible que ahora resulte ser el novio de EunJi? —la miró con intensidad y la chica varió la mirada antes de volver a su madre.
—Obvio. Con lo arrastrada que es, se le metió en la cama y lo embrujó con eso. Ay vamos, mamá, sabes muy bien cómo son los hombres, piensan con la de abajo —molesta por lo contado por su madre decidió darle un toque de mentira.
—De eso estoy segura —su tono irónico hizo fruncir el ceño de su esposo— pero ella si fue inteligente, usó la cabeza. Si no ¿Por qué estarían cenando tan agusto en el restaurante como toda familia feliz?
—Basta —volvió a dictaminar firme el hombre mayor— ya encontraremos a otro candidato para casarse con nuestra hija, hay demasiados en esta sociedad.
—¡No! —exclamó la castaña menor levantándose— yo no voy a estar con alguien más que no sea JungKook ¿Les queda claro? Es él a quien quiero.
—Pues si no lo viste, él está muy a gusto con la chiquilla esa —dijo con molestia. Siempre odió a esa chiquilla, por culpa de ella no obtuvo lo que quiso.
Ella hubiese sido feliz si esa chiquilla no hubiese existido en un principio, y le jodía la paciencia que otra vez por culpa de ella alguien de su familia ahora no pudiese ser feliz.
—JungKook estará conmigo, así sea obligado —golpeó su puño en el escritorio para luego girarse y salir de allí.
Llegando al pasillo se encontró a esa castaña que no quería ver ahora.
—¡Quítate! —exclamó chocando su hombro para irse de allí cuanto antes.
—Estás demasiado mal —susurró la castaña para sí misma.
Debía advertir a Jk cuanto antes.
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—¿Y entonces dices que ella juró eso? —la burla en él era máxima. Es que no podía entender hasta dónde era capaz Lalisa, parecía no tener límites.
—Que sí, hombre. Estaba histérica —habló sorprendida la castaña— si la hubieses visto, notarías que en su cabecita hay algo suelto.
JungKook rio con fuerzas, pues ¿Quién más que él para saber eso?
—Eso lo supe desde la primera vez... —sonrió sin borrar la expresión de burla. Tomó una de las papas fritas llevándola a su boca para luego tomar algo de Sprite.
—Está loca. Por eso quise advertirte antes de que algo saliera mal, incluso, he decidido alejarme de esa familia por lo mismo, todos están locos, es hereditario. —dijo con la boca algo llena por las papas que estaba comiendo.
JungKook volvió a reír y asintió.
—Es lo mejor que deberías hacer. No vaya a ser que se te pegue a ti también y luego andes amenazándome de muerte mientras sostienes un cuchillo. —comentó con una falsa mueca de terror, haciendo que la chica riera por lo alto.
—Estás loco Jk. —negó bebiendo un poco de su Coca-Cola— ya veo ya como te tiene la hechicera.
—¿De qué hablas, bruja? —preguntó sabiendo a lo que se refería. Sonrió con burla al ver como a Jennie se le derramaba la salsa de la hamburguesa para mancharse la cara.
—De EunJi. Toda Demons Street sabe quién es la hechicera, pues EunJi es la única que te ha cautivado hasta el punto de tenerte solo para ella. —alzó las cejas varias veces mientras el pelinegro volvió a reír sintiendo sus mejillas un poco cálidas— ah~ mira que rojo estás, entonces si es cierto. —JungKook tocó sus mejillas mientras fruncía el ceño, pero la risa de Jennie lo puso serio— quien diría que vería al gran playboy de la Demons Street sonrojado por una mujer.
—Bruja. —insultó volviendo a tomar de su Sprite mientras escuchaba la risa de ella intentando controlar la salsa de la hamburguesa.
—Oye, EunJi ha recibido mis respetos. ¡Vaya que esa chica tiene las bragas bien puestas! Sabe lo que quiere y lo obtiene. —exclamó sorprendida y de pronto los pensamientos del pelinegro surgieron.
Su diablita había estado ocupada durante dos semanas y media, y la extrañaba como los mil dioses. En ese tiempo sólo la había visto dos o tres veces, algo que lo hostigaba y perturbaba de sobremanera. Él sabía que el proyecto de su abuelo la tenía muy ajetreada, pero en verdad extrañaba abrazarla y besarla.
—Yujuu —la mano de Jennie se atravesó en su vista y lo sacó de sus pensamientos, haciéndolo parpadear varias veces antes de enfocar su mirada— Sí que te ha dejado en el piso ¿Eh? —rio con burla y el pelinegro elevó su mano para pellizcarle una oreja— ¡Oye ya!... perdón por reírme de ti—se quejó haciendo un puchero.
—Eso no fue por reírte, sino por sacarme de mi ensoñación. Eres una bruja de primera —dijo falsamente molesto.
Ambos rieron un buen rato entre anécdotas y algunas bromas. ¿Por qué Lalisa no podía ser como Jennie y pasar la página? Hombre, con Jennie folló muchas más veces que con ella, la castaña frente a él ni siquiera se molestaba por nada. Ella sí era madura y entendía las posiciones de ambas personas, y supo entender cuando todo acabó entre ellos. Quedando como buenos amigos.
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Listo. El último documento fue firmado, ella se tiró hacia atrás y suspiró cansada. Aún faltaba demasiado por hacer, pero al menos la construcción ya había comenzado. Tal vez en un año ya tendrían el Hotel Casino en Las Vegas.
—¿Se puede? —MinHo se asomó por la puerta y EunJi le sonrió asintiendo.
—Claro MinHo. Pasa. —enderezándose en el asiento lo vio llegar hasta ella y sentarse enfrente en un sillón.
—He culminado con los costos de los materiales de construcción, tu abuelo llamó hace rato y dijo que la reunión de esta noche se cancela porque tiene que volar a Japón por un problema con el casino. —habló despacio mientras miraba la hoja que tenía en sus manos.
—¿Y no me llamó a mí pero si a tí? —preguntó con una sonrisa incrédula.
—En efecto, te estuvo llamando pero me dijo que tenías apagado el celular. —sonrió con amabilidad y la peliplateada tomó su teléfono que estaba a lo lejos en el escritorio.
Presionó el botón y en definitiva, estaba apagado. Debió quedarse sin pila y no se dio cuenta.
—Entonces, esta noche podemos descansar —aliviada de poder despejarse de los números y firmas le sonrió a MinHo que estaba igual que ella.
—Así es, deberías ir a tu casa y relajarte. Mañana es otro día y estoy seguro que no tendremos descanso. —quitó sus lentes y limpió su nariz de las pequeñas gotas de sudor que allí permanecían— aquí están los costos, firmados y sellados, sólo falta la firma de tu abuelo y el sello de la empresa para aprobar la compra de los siguientes materiales.
EunJi tomó los documentos que el pelinegro le entregó, sin dejar pasar el pequeño roce que hizo él con su mano a la suya. Carraspeó un poco y comenzó a leer cada uno de los números. Aprobando lo prescrito lo guardó en un cajón bajo llave para cuando llegara su abuelo.
—Listo, entonces ya nos podemos ir. —sonrió tomando su teléfono y colocándole el cargador portátil.
—Así es. —asintió. Se le veía algo nervioso— Hasta mañana. Buenas noches —volvió a sonreír y se giró yéndose de allí lo más rápido que pudo.
EunJi frunció el ceño mientras miraba la puerta ya cerrada. MinHo no la dejó ni siquiera devolver el saludo, actuó muy extraño.
Miró su teléfono ya encendido entre sus manos y sonrió con los nuevos mensajes en su bandeja de notificaciones. Con una amplia y embobada sonrisa escribió un mensaje hacia la primera persona en quien estaba pensando.
"Tu y yo en el club-bar Xcape, en una hora sin falta."
No era capaz de saber que al otro lado, un pelinegro sonreía embobado al leer la iniciativa de su chica. Joder, como la extrañaba.
EunJi sin esperar respuesta, metió su teléfono en el bolso y se encaminó hacia la puerta apagando las luces en el camino. Salió por el vestíbulo y llegó hasta el estacionamiento.
Encendiendo el Ferrari P80/C, un nuevo modelo que había llegado por encargo de su abuelo, y que literalmente lo estaba estrenando ella, manejó tranquilamente por las calles durante unos quince minutos, aparcando en el estacionamiento exclusivo de aquél Club-Bar de lujo, donde sólo los destacados de los negocios asistían, y obvio, casi obligó a su abuelo para que comprara una membresía. No por el lujo, sino por la tranquilidad de las cámaras y los negocios, era un lugar en donde sólo los empresarios y acompañantes asistían con toda la privacidad garantizada.
Mucho mejor, así nadie molestaría.
Bajando del auto un hombre fornido y vestido de negro, se le acercó. Usaba una franela ajustada a sus musculos, con estampas doradas del logotipo del lugar y un Security en su espalda.
—Señorita Go, bienvenida. —pronunció el hombre con una voz ronca acorde a su físico.
—Buenas noches ¿Tiene mi sala disponible? —preguntó guardando las llaves del auto en su bolso.
—Está disponible —afirmó mirando la tableta en su mano.— ¿Viene usted sola o espera a alguien?
—Ah sí. Espero a alguien. —asintió— Jeon JungKook, al llegar por favor lo lleva a mi sala. —pidió amablemente y el hombre asintió. El lugar era de paredes azules y sillones blancos, en medio de estos una mesa de centro con una cubitera que dentro ya poseía una botella de Möet Chandon Brut Imperial y dos copas.
Muy bueno para empezar una noche relajante.
—Pase señorita. —pidió amablemente y EunJi asintió dejándose caer en el sillón— le aviso cuando el joven Jeon JungKook haya llegado.
—Perfecto.
Al estar sola tomó la botella de champán y una de las copas para servir la medida correcta. Cerró sus ojos deleitándose con el sabor de aquella bebida alcohólica que tanto le gustaba.
El champán era una de las bebidas que más le encantaba, sobre todo por brindar comodidad y un buen sabor al paladar mientras soltaba el estrés.
Al abrir los ojos, levantó la mano a un mesero que por allí pasaba.
—¿Podría por favor, traerme unos bocadillos?
—Con mucho gusto, señorita. —asintió sonriéndole amable para perderse en la multitud.
A los pocos minutos tenía su pedido en la mesa de centro: Unas deliciosas y afrodisíacas ostras para acompañar su champaña. Hasta los aperitivos eran de ensueño, ahora sí que le encantaba este lugar. Rellenó su copa y tras comer uno de esos aperitivos tomó un poco de Champán mientras cerraba los ojos para relajarse aún más.
Se levantó para ir a la barandilla y poder observar un poco más el ambiente. Todo el lugar se veía azul, las luces de igual manera, y las personas vestían unos con trajes —que seguro venían con el mismo propósito que ella— y otras informales que sólo venían por una cita de lujo o alguna celebración.
Miró la hora en su teléfono y habían pasado más de media hora. Fue al baño privado y lavó sus manos, al secarlas revisó su bolso sacando la pequeña tableta plateada, la observó bien y de inmediato vio la del día de hoy, la sacó del envoltorio y guardó la tableta.
Al salir vio una figura vestida negro: era él. Estaba parado en el barandal como si estuviera buscando algo entre el público. Se acercó dejando su bolso en el sillón y sus manos se posaron en la cintura y luego en el pecho trabajado de él.
—Hola amor —murmuró en su oído y esperó a que se diera la vuelta.
En cambio sólo giró su rostro y le sonrió con picardía. En un rápido movimiento la colocó frente a él para dejarla recostada en la barandilla.
—Hola nena... —susurró para luego devorar sus labios en un beso apasionado que demostraba cuánta falta le había hecho. Se separó un poco y le rodeó la cintura con sus brazos trabajados. Parecía haber hecho ejercicio hace poco— Te extrañaba muñeca. No sabes cuánto me alegré al ver tu invitación, ya quería verte. —y con una sonrisa volvió a besarla, esta vez con ella tomando sus mejillas.
—Tu también me hacías mucha falta ¿Eh? —le acarició la nariz con la suya y volvió a dejar un beso esta vez corto en sus labios— ¿Qué hiciste mientras no te veía? Mhm~ ¿Te portaste bien? —preguntó juguetona y JungKook rio.
—Me porté mal... —susurró ya viéndole la mala cara a su chica— me porté mal haciéndome unos trabajitos mientras no te veía, pero no es nada, absolutamente nada parecido a estar contigo —mordió su labio inferior escuchando un jadeo de ella.
—Eres un puerco —murmuró riéndose para luego abrazarlo del cuello y estrecharlo— en verdad te he extrañado un montón —ocultó su rostro en el cuello de él y aspiró su perfume varonil.
—Yo también preciosa —murmuró en su oído acariciando su cabello plateado— más que todo muriéndome de celos porque el fresita de tu amigo está cerca de tí. —EunJi se separó un poco y lo miró con burla— No me gusta, sé que está cazando la oportunidad para robarte y separarte de mí. —finalizó haciendo un puchero.
EunJi aprovechó la oportunidad para vengarse y le mordió su labio abultado, lo vió quejarse y rio un poco para luego besarlo y chuparle el labio lastimado.
—MinHo no me quiere cazar, y en todo caso de que lo quiera yo no lo voy a dejar porque ya he sido cazada. —dijo con un tono seductor. Llevó su dedo hacia el labio inferior de este y lo acarició mientras lo miraba con deseo.
—Y que no se atreva, porque le rompo la cara de bebé que tiene. —respondió con su rostro serio y su ceño fruncido.
—¡JungKook! —se quejó entre risas y el pelinegro volvió a besarla.
Ambos fueron al sillón y JungKook la obligó a sentarse sobre sus muslos habiendo otros asientos. Allí sobre sus muslos ejercicitados ella le sirvió una copa y rellenó la suya, las chocaron y luego tomaron de estas, pero JungKook se dio cuenta de cómo EunJi se tomó una píldora antes.
—¿Y eso? —frunció el ceño.
— Sólo es mi anticonceptivo —el pelinegro asintió entendiendo y siguió tomando de su copa— ¿Qué tal tu día?
—Estuvo bien, hoy no había mucho por hacer en la oficina pero sí adelanté algunos trabajos. ¿Y tú? —preguntó llevando su mano a la espalda de ella para jugar con uno de sus mechones enroscándolo en su dedo.
—Pues hoy terminé con unos permisos de construcción y luego mi abuelo canceló la reunión, así que tuve la noche libre y decidí verte. —sonrió haciéndose ver más hermosa ante los ojos azabaches del chico. Él sonrió embobado y ella le dejó un beso corto en los labios.
—¿Está de viaje? —preguntó aún con su sonrisa y su mirada pegada a las facciones de ella.
—Sí ¿Cómo supiste? —lo miró extrañada sin borrar su sonrisa. Llevó sus dedos a su cabello y lo tiró hacia atrás para descubrir su frente tersa.
Se estaba dejando crecer el cabello y se veía aún más sensual.
—Pues... Hoy fue a mí taller con su chofer y me pidió una revisión a la transmisión y a los frenos que le estaban fallando —recordó la pequeña conversación.
A EunJi le pareció extraño, ya que su abuelo tiene un taller de preferencia.
—¿Y fue allí? Pero él tiene su propio mecánico —frunció el ceño y el pelinegro se encogió de hombros.
—No lo sé, le hice un pequeño recorrido, le presenté a los chicos y luego tuve una pequeña charla con él en mi oficina —EunJi entrecerró los ojos y luego tomó de su copa. ¿Qué estás tramando JungHyuk?
—¿Qué tanto te dijo? —preguntó con curiosidad y el pelinegro sonrió amplio al saber lo que quería. No le iba a decir nada, la haría sufrir de curiosidad.
—Cosas de hombres —levantó la barbilla en un gesto de superioridad que la hizo reír.
—No seas tonto —le dió un pequeño golpe en su hombro y llevó la mano a su nuca para acariciar sus cabellos.
Él cerró los ojos encantado y suspiró para acariciar la cintura de ella y apretarla un poco.
—No me manipules —pidió en un susurro, dejando caer su cabeza al espaldar del sillón. EunJi llevó sus labios a la barbilla de su novio y dejó un par de besos húmedos en ella— Ah~ está bien... Sólo me pidió cuidarte hasta que llegara, me dijo que estabas trabajando mucho y que por favor te distrajera.
EunJi sonrió con suficiencia y luego dejó un beso largo en sus labios como recompensa. JungKook de pronto se incorporó y dejó la copa en la pequeña mesa, se levantó haciendo que ella lo hiciera también.
—¿Qué pasa? ¿Qué haces? —preguntó viéndolo tirar de su mano.
—Voy a distraerte —susurró en su oído para volverla a tirar de su mano.
Abrió la pequeña puerta que los llevó a dónde EunJi había entrado hace poco, el baño. Estando los dos allí le colocó pestillo a la puerta y tomó su barbilla para devorar sus labios en un beso intenso.
Sus lenguas se entrelazaron para formar una danza fogosa. Las manos de él subieron por el vestido dejándolo hasta su cintura, y tomándola de esta la dejó apoyada en el lavabo. Sus respiraciones agitadas y cálidas los encendían aún más. EunJi llevó sus manos a la camisa de él y desabrochó los botones.
JungKook vestido de negro era la perdición, y sus pantalones ajustados le daban mucho enfoque a sus muslos trabajados. Hombre ¿Es que este chico tenía algún defecto? Bueno sí, su pequeña cicatriz en el pómulo, pero ya parecía hasta parte de él mismo que la hacía perfecta.
Los besos continuaron y JungKook no quiso esperar mucho más. Con su camisa desabrochada, desabrochó su pantalón y bajó el cierre, allí mismo tomó su miembro y lo adentró en ella cuando corrió sus bragas a un lado.
—Tu si que estás loco —susurró entre jadeos mientras lo abrazaba del cuello y él abrazaba su cintura con un brazo y con el otro se apoyaba de la pared detrás de ella.
—Shh~ tu fuiste la que me invitó aquí sabiendo que tenía varios días de abstinencia —susurró besando sus labios para reprimir un gemido.
—Pero al menos te fueras esperado —sonrió con burla mientras mordía su labio inferior con fuerzas por tan deliciosos movimientos.
—¿Si quieres me detengo? —dijo deteniendo sus movimientos, pero EunJi se quejó apretando sus dedos en su hombro.
—No... Sigue —alargó apretando aún más su hombro derecho.
JungKook sonrió jadeante y continuó embistiendo profundo.
Luego de varios besos húmedos y embestidas más fuertes ambos alcanzaron su orgasmo. Juntaron sus frentes y se sonrieron de forma traviesa. Se dieron un beso largo para luego reincorporarse. Miraron sus reflejos entre risas y acomodaron sus prendas y cabellos antes de volver a salir.
En definitiva... Ambos estaban locos.
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