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19 | Esto es amor, no lo odies

『—♠︎—』

Demonios. Habían pasado dos semanas, dos malditas semanas en las que se sentía más miserable. Aún estaba reuniendo todo el dinero para pagarle a Cho, pero parecía que ni esa calma le quitará la incertidumbre, la intriga y mucho menos el desespero que con los días lo agobiaba más. Él sabía qué lo tenía así, pero siendo masoquista se obligaba a no aceptarlo, no podía pensar siquiera en doblegarse a su decisión.

Pues específicamente, hacía dos semanas había decidido alejarse de aquella peliplateada que lo estaba haciendo más miserable. Se preguntaba qué pudo haber hecho con él para tenerlo así, a sus pies. No dejaba de pensar en ella, no podía borrar su hermosa sonrisa y su exquisito aroma de su mente, y cómo le jodía extrañarla. Sí, la extrañaba, y demasiado. Tanta era su molestia con ello, que decidió buscar una forma de sacarla de su cabeza, y esa fue follando con otras... pero eso no resultó como quería.

Pensar en el sentimiento que le había provocado lo enfurecía, no quería sentirse así, odiaba hacerlo. ¿Por qué demonios se apareció en su calle hace un mes y medio?

—Tienes una llamada de Seung Jo, Jk —Jimin entró a la oficina con el teléfono en mano. Seung Jo era un guardaespaldas de un gran abogado de la ciudad, y cada que su auto se descomponía, él iba con Jk depositando su confianza en su taller.

Recibiendo el teléfono, el pelinegro lo colocó en su oreja atendiendo a las preguntas del hombre.

Por otro lado Jimin lo veía desde su posición, el chico se veía cansado ya hacía tiempo, además de que casi en todo momento estaba distraído en sus pensamientos. Era muy raro verlo así.

—Tendrá el auto listo para el viernes —contestó Jk sacando a Jimin de su órbita— Ok, adios.

Jk levantó su vista observando al peligris, con su rostro serio le tendió el teléfono y este lo cogió. Jimin moría de ganas por preguntarle al chico si le pasaba algo, pero realmente no quería un puñetazo como el que recibió V por estar metiéndose en sus asuntos.

—Jk... —habló en un murmullo y el pelinegro lo vio con ojos filosos.

—No preguntes —gruñó ofuscado. No quería que le volvieran a preguntar, ya se sentía demasiado mal con lo que le hizo a V y no quería pasarse de la raya.

—¿Qué es lo que te pasa? —se exaltó viéndolo más que molesto— sólo te iba a decir que debes firmar los recibos de las nuevas piezas —continuó tirando dichos documentos sobre el escritorio— estás insoportable —masculló viéndolo con reproche y decepción— si sigues así perderás a tus únicos amigos, da gracias que V es muy paciente, sino ya se hubiese largado.

Entonces Jk soltó un bufido arrepentido.

—Lo siento Jimin, no sé qué me pasa últimamente. —bajó la cabeza y tomó un bolígrafo para firmar los recibos— ten —le tendió los documentos y Jimin los tomó girándose— espera.

El mayor se detuvo y se giró nuevamente a él con su rostro serio.

—¿Crees que podamos hablar un rato? Creo que... necesito hablar con alguien. —comentó sin mirarlo. Jimin relajó sus facciones y asintió aunque no lo viera.

—Estas así por EunJi ¿No es así? —el pelinegro no respondió pero sí soltó un suspiro que lo dijo todo— escucha —arrastró una silla y se sentó frente a él con seguridad. No quería recibir un puñetazo, pero debía decirlo— a veces las cosas no se dan como queremos, pero nos reprochamos tanto que no nos damos cuenta de que eso también puede favorecernos. —su tono suave hizo que Jk se calmara un poco cruzando sus brazos por encima del escritorio.

—¿Favorecernos? ¿A qué te refieres con eso? —preguntó cansado.

—A que te estás enamorando, y no lo quieres ver por miedo a ajustar tu vida a algo nuevo —Jk levantó su rostro mirando a su amigo a los ojos. Jimin sí era bueno hablando, tenía sutilidad, no como V que sólo lo hacía burlándose de él, y eso lo molestaba.

—¿Cómo sé si es eso? —preguntó con su voz ronca y Jimin soltó la respiración en un suspiro mientras miraba hacia abajo.

—¿La has visto? —preguntó y el menor negó— ¿Desde cuándo?

—Hace ya dos semanas —contestó mirando hacia otro lado.

—¿Y... cómo te sientes desde eso? —allí en esa pregunta fue cuando Jk se enderezó para recostarse en el espaldar de la silla, mirando hacia el techo y a la vez hacia la nada.

Esperando su respuesta Jimin se dijo a sí mismo que no lo interrumpiría hasta que soltara todo lo que sentía, sabiendo que es rara la vez donde Jk abriera su corazón y mente para contar lo que le molesta o frustra, y por ahora él se encargaría de escucharlo y aconsejarlo.

—Joder, me siento fatal. Es como intentar alejar el cigarrillo, me siento extraño con esto porque... Nunca lo había sentido. —negando para sí mismo no pudo percibir el cómo Jimin sonrió— sus caricias me reconfortan de cualquier preocupación que pueda tener. Cuando estoy con ella es como si todo a nuestro alrededor desapareciera, es... Como si no importara nada más que ella. —el pelinegro sonrió de lado haciendo una pequeña pausa— Su sonrisa, joder su maldita sonrisa me encanta, me pierdo en su perfume cuando estoy con ella. —hizo otra pausa soltando un pequeño suspiro— es tan diferente a cualquier otra, y aunque hice de todo estos días para sacarla de mi cabeza, no pude. —parecía reprocharse con lo último, por lo que Jimin frunció el ceño— estuve con tres chicas y... Con dos de ellas... no pasé a nada más que besos porque no podía sacarme la imagen de EunJi de la maldita cabeza. —gruñó lo último mientras negaba con su cabeza.

Suspiró pesado y luego posó su vista en el peligris que aún tenía la curiosidad plasmada en su rostro mientras estaba cruzado de piernas y sus dedos acariciaban su barbilla.

—Con una de ellas pasé la mayor vergüenza de mi vida —volvió a hablar, estando nuevamente pensativo— si decir el nombre de EunJi en medio de una escena sexual con otra chica fue vergüenza, esto fue aún peor. —volvió a suspirar esta vez más nervioso y avergonzado, y Jimin lo notó por sus mejillas carmesí— yo simplemente... no pude.

—¿No... Pudiste? —preguntó confundido su amigo y Jk sintió el desespero al ver que no lo entendía.

—Maldición Jimin —susurró desesperado— ¡No se me paró! ¿Ahora sí entiendes? —exclamó sólo para ellos.

El rostro de Jimin era neutro pero sin borrar la expresión de sorpresa de su rostro. Jk en cambio, no quería oír la burla de su amigo, así que tapó su rostro con sus manos mientras su respiración estaba agitada.

—JungKook...

—¿Por qué no te burlas? —preguntó en un murmullo.

—¿Por qué lo haría? —preguntó de vuelta y Jk lentamente lo miró— escucha, no sé si sea lo que tú quieras, pero te aconsejaría que hablaras con ella y... No sé, se conozcan más. Porque en verdad pienso que lo que sientes por ella no es una simple atracción sexual. —aconsejó con un tono seguro— ¿Por qué no lo intentas?

—EunJi no es así. —contestó en un murmullo con una expresión de tristeza.

—¿Tu qué sabes? —preguntó con una cálida sonrisa y luego estiró su brazo para darle un empujoncito en su hombro— anda amigo, no es malo sentir cosas por alguien. —Jk concentró su mirada en su mejor amigo, pensando en que él se veía muy bien con Sook, no se veía tan mal una relación después de todo, pues ambos no han cambiado nada.

—¿Crees que... deba intentar? —preguntó mordiendo sus labios.

—Estoy seguro. —afirmó sin borrar la sonrisa, pero el rostro del chico seguía siendo un poema de preocupación— anda, quita esa cara, que si EunJi no es así, la terminarás convenciendo —animó el peligris. Y por fin en dos semanas pudo lograr ver una sonrisa sincera en el rostro del menor, viendo también un brillito en sus ojos.

—Tengo que irme —dijo apurado mientras recogía sus llaves y su teléfono— Jimin ¿En qué casino trabaja EunJi? —preguntó desesperado viéndolo fijamente.

—En el Go Royals Casino's pero ¿Pero acaso... —sin recibir contestación de parte de él lo vio salir rápidamente sin mirar atrás.

Una sonrisilla escapó de los labios esponjosos del chico, por fin su amigo pudo entender las cosas. Su hermanito menor se había enamorado.

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