Capítulo final: "El ministerio de magia"
—Entonces, ¿ya estás mejor?
—Uh, sí, eso creo
—Oh
Frotándose la nuca, Lara soltó un suspiro que cortó el silencio que hasta ese momento Fleur y ella habían mantenido. Era una noche muy fría, pero eso no impidió que los miembros de la Orden continuaran con su misión de proteger la profecía dentro del departamento de misterios en el corazón del ministerio de magia.
Se encontraban en el centro de la habitación sentadas en un par de sillas estratégicamente yuxtapuestas para lograr vigilar todo el perímetro, las profecías resplandecían en los estantes mientras que Fleur iluminaba con su varita cada cierto tiempo para asegurarse de que cada cosa se encontrara en orden.
La tensión podía palparse en la habitación como un velo de raso, Lara creyó que si levantaba uno de sus dedos podría tocar la urdimbre de incomodidad que estaba forjándose entre ellas. Fleur no parecía para nada cómoda, es más, esa noche ni siquiera lucía como ella normalmente lo hacía, Lara notó que algo estaba atorado en su cabeza cuando, conociéndola como lo hacía, Fleur no habló en lo que iba de la noche.
Era raro, porque Lara recordaba a la reluciente Fleur Delacour como una verdadera parlanchina, presumiendo sobre sus constantes viajes o restregándole en la cara a todos los amigos que hacía en cada país que visitaba. A Lara nunca le importó pues sabía que esa era su naturaleza y que, si bien Fleur disfrutaba de hacerse notar de esa manera tan peculiar, a ella no le causaba ningún conflicto el ignorar cada uno de sus comentarios desacertados.
Pero esa noche era diferente, Fleur no habló, sino que se limitó a sentarse en su lugar para mantener su vista fija hacia el frente, caminando por la sala cada media hora asegurando que nadie además de ellas dos se encontraran ahí. Lara aprovechaba ese momento para tomarse un respiro de la angustia que le cernía el pecho, no sólo era la presencia de Fleur, también se trataba de un sin fin de acontecimientos extraños que provocaban en Lara un sentimiento de incertidumbre que le revolvía el estómago.
Siguió recibiendo las cartas de Harry hasta esa misma mañana donde le contó acerca de sus constantes sueños con Sirius donde el animago era víctima de la maldad de Lord Voldemort torturándolo hasta morir de distintas formas posibles. Lara entendía que Harry se sintiera nervioso, hasta asustado, quizá. Sin embargo, Lara intentó asegurarle que Sirius se encontraba bien, que estaban juntos y que el animago parecía más feliz que nunca.
Eran días difíciles, ningún miembro de la Orden recordaba ya lo que era tener un día tranquilo en el que pudieran descansar. Después de su huida del colegio Lara se enfrascó tanto en la Orden que por un momento olvidó que la piedra de la resurrección seguía en su poder -y cuidadosamente resguardada en uno de los anillos de dulce que Bill le había entregado- teniendo la oportunidad de aprender a usarla como se debía. Era un tanto difícil sin la presencia de Albus Dumbledore para guiarla y ella lo sabía.
Por otro lado, Lara se vio obligada a pasar más tiempo en el Grimmauld place que en la casa de sus padres puesto que la Orden necesitaba de su absoluta atención. Lara no se quejaba porque de esa manera podía pasar tiempo con Aiden, jugando con cubos de madera en sus ratos libres o resolviendo puzles los fines de semana. A veces Bill se sumaba a sus sesiones de juego que se terminaban luego de que Fleur pusiera un pie en la sala.
Los meses habían pasado y ellos continuaron como si lo que pasó en Navidad jamás hubiese existido. Fleur se limitaba a mirarles fijamente cuando ellos compartían tiempo con Aiden, uniendo sus manos debajo de su barbilla en la cena al notar la manera en que Lara cortaba las verduras de Aiden y Bill limpiaba su cara manchada de salsa con una servilleta. Ninguno se dio cuenta de sus miradas, porque la presencia del pequeño Aiden demandaba tanta atención que ni Bill ni Lara tenían ojos para nadie más.
Su relación no cambió en nada a pesar de la presencia de Aiden entre ellos, Lara seguía manteniendo su distancia y Bill intentaba respetar la barrera que se levantó el mismo día en que lo había encontrado con la francesa en la biblioteca. Quiso hablar de nuevo, explicarle de una manera más detallada lo que pasó, no obstante, supo que no tenía caso al notar que Lara no cambiaría de parecer ni aunque el mismo Merlín apareciera y le dijera lo que realmente sucedió. La única interacción que tenían era por medio de Aiden quien, tan adorable como sólo él sabía serlo, supo ganarse el corazón de Bill tan pronto como le conoció.
Hasta ese momento el que Fleur se animara a hablarle era algo sorprendente, un extraño suceso del que Lara quedó impresionada.
—He estado pensando—dijo. Lara la miró de reojo
— ¿En serio? ¿a qué se debe el milagro?
—Quizá es un poco tarde para decirlo, pero supongo que es mejor que lo sepas ahora—añadió, ignorando el comentario de Lara. Sus ojos centellearon bajo la luz que emitían las profecías, indicándole a su compañera que de algún modo el hablar de esa manera con ella le causaba un profundo malestar—No me agradas, Lara
—Lo sé
—Lo digo en serio, eres la persona a quien jamás ayudaría, por la cual nunca, bajo ninguna circunstancia metería las manos al fuego. Nunca me verás preocupada por ti ni mucho menos angustiada por lo que llegara a pasarte; no me importas, Lara, nunca lo has hecho
—Eso es algo que me quedó claro desde hace años, no tienes que preocuparte—de alguna manera las palabras de Fleur le calaron en los huesos como hielo, dándole una sensación de pena que no logró explicar—Tampoco me sacrificaría por ti
—Exacto, creo que, la situación resultaría menos incómoda si pactáramos hablar con la verdad por una vez en nuestras vidas, ser sinceras aquí y ahora—Se detuvo un momento para mirarle, frunciendo el ceño—Existe una línea muy delgada entre el desagrado y el odio, ¿sabes? Imagino que para estas alturas ambas creemos que entre nosotras hay una especie de odio natural, algo que surge por sí solo. Es como la reacción que hay entre la composición del agua y el aceite: su polaridad no permite que se mezclen, así como nuestras personalidades no lo hacen. Lo que quiero decir es que estamos equivocadas, ¿verdad? Muy en el fondo siempre creímos que nos odiábamos, pero no es así. No te odio, Lara y sé que tú tampoco lo haces
— ¿Por qué estás tan segura?
— ¿Crees que con tus poderes algo tan obscuro como el odio pueda afectarte? —Fleur sonrió—Pensamos que la única sombra que nos persigue es la maldad de aquellos que profesan la magia oscura, pero hablando con mamá me di cuenta de que tus poderes logran también eliminar ese tipo de sentimientos, es por eso que crean una especie de tranquilidad para todos. El odio es una sensación oscura muy fuerte, algo que ninguna de las dos sentimos
—Supongo que tienes razón
—A lo que quiero llegar es que... lo siento—Lara se giró a mirarla con las cejas fruncidas—Por todo
—Fleur...
—No, por favor, quiero que te calles y me dejes hablar—Lara obedeció—Fue muy difícil para mi darme cuenta de lo que sucedía, así que quiero que cierres la boca y no me interrumpas porque entonces me arrepentiré de haber llegado hasta aquí—Asintiendo, Lara se acomodó frente a ella causándole un profundo suspiro—Lo que pasó con William... quiero decir, lo que viste esa noche... fue totalmente mi culpa
» Después de mi último año en el colegio decidí retomar mis viajes, sabes que soy una aventurera empedernida, así que quise volver a ello y conocer lugares distintos. Lo primero que hice fue visitar Marsella, ahí me encontré con Lydia Scamander, ¿la recuerdas? La hija del magizoologo y la maledictus. El caso es que hablamos sobre destinos turísticos, lugares del mundo a los cuales debería ir y ella, siendo una gran viajera como yo, me recomendó visitar Egipto pues esa era su siguiente parada. Mencionó algo de que sus padres se habían conocido ahí o que se yo, una cosa de esas. Para mí era magnifico, porque podría disfrutar de las maravillas que Francia sin duda tenía pero que había visto durante toda mi vida. Entonces, y sin pensarlo un segundo más, partimos a Egipto.
La mirada de Lara se intensificó al saber que de ahí se desprendería la parte de la historia que en realidad le interesaba. Fleur echó su cabello hacia atrás amarrándolo en una coleta alta antes de continuar con su relato.
» Es un lugar precioso, ¿sabes? Las pirámides, las esfinges... es un paraíso, es por eso que decidí quedarme más tiempo del que inicialmente tenía planeado. Por supuesto que en algún momento mi dinero se terminó viéndome en la necesidad de encontrar un trabajo, de esa manera y con la ayuda de un par de amigos que hice estando allá, llegué al banco donde Bill trabajaba y nos hicimos compañeros
» Ambos trabajamos rompiendo maldiciones en las pirámides de Giza, hablamos de muchas cosas entre ellas los motivos por los que el destino nos había llevado hasta ahí. Él jamás mencionó algo sobre estar enganchado con alguien y yo tampoco así que decidimos salir un par de veces. Todo se dio de una buena manera, incluso llegué a creer que él era el indicado, ya sabes
No quería escuchar más, el hecho de saber que ambos se gustaban antes de que ella apareciera de nuevo en el mapa le enfermaba. Pensar en que ellos dos pudieron haber llegado a algo más serio en su relación de no haber sido por el regreso de Bill a Londres le causaba un gran malestar que le oprimía el pecho. Fleur suspiró
» Pero luego él se fue sin explicación alguna, lo que me dejó con un vacío terrible. William es un gran hombre, Lara, es de quien podrías enamorarte tan sólo con escucharle hablar una vez. Luego entendí que ya no había motivos para quedarme, por lo que volví a Francia, ahí hablé de nuevo con Madame Maxime enterándome de lo que pasaba respecto a quien-ya-sabes y lo que sucedió en el Torneo de los Tres Magos. Ella estaba un poco renuente a contarme la verdad, aunque al final terminó cediendo luego de que volviera día tras día para insistirle sobre la información que requería. Oye, que no me instruí como auror para nada, por lo que me atreví a unirme a este movimiento.
» Mamá no quería que lo hiciera, quería que me quedara en casa hasta que todo estuviera en orden a pesar de que sabía que no podría quedarme con los brazos cruzados. Pasaron meses para que lograra convencerla al fin y poder contactar a alguien que supiera de Albus Dumbledore y de la supuesta organización que manejaba. Lo hice, viajé hasta aquí encontrándome sorpresivamente con William de nuevo.
—Fue cuando lo besaste
—Lo hice—declaró—Fue un impulso, algo que necesitaba hacer porque en ese entonces aun pensaba que él estaba libre y que podríamos retomar lo que pasó en Egipto. No le di tiempo de hablar, sólo me acerqué a él para besarlo. Inmediatamente después se alejó diciéndome que estaba con alguien—Lara suspiró—Eso no me importó, al menos no como debería y una noche entré en su alcoba. Él me echó de inmediato
—Yo... no entiendo que es lo que estás tratando de...
—A lo que quiero llegar es que lamento lo que pasó. Talvez debí hacer esto tiempo atrás, quizá el mismo día en que sucedió todo, pero en ese momento no entendía las cosas como lo hago ahora. Yo no sabía que eras tú quien estaba con William ni tampoco que estaba causándote un daño al querer intentar algo con él. El día en que llegaste al cuartel me sorprendí de verte ahí, observándonos totalmente enfurecida. El mundo es un lugar pequeño, supongo
—Si no te caigo bien, ¿por qué me dices todo esto?
—Mis padres parecen quererte tal vez de la misma manera en que me quieren a mí, Gabrielle te adora, toda mi maldita familia te ama, Lexington, así que lo hice por ellos—Fleur la miró por un segundo antes de volver su vista hacia el frente—Respeto su relación contigo, a pesar de que no me agrades
» En estos meses me he dado cuenta de la maravilla que son William y tú juntos, aunque me duela admitirlo. Sus ojos reflejan cuanto se aman, la manera en que anhelan volver al otro.... lamento el daño que les hice, Lara, pero sobre todo lamento que culpes a William por algo que yo causé. Verlos tan cerca de Aiden me hace pensar en el destino que les arrebaté, por lo que si pudieras perdonarlo... me devolverías un poco de la paz que perdí.
—Es un gesto muy considerado de tu parte, pero creo que no es el momento para ello—Lara arrugó la nariz—Aun si él no tuvo nada que ver, si no fue su voluntad traicionarme... ocultó lo sucedido, no me habló con la verdad
—No quería perderte
—Su plan resultó ser todo lo contrario
—Sí, creo que ambas estamos de acuerdo al decir que no es el hombre más listo del mundo
—Ya, eso es cierto—Ambas rieron por un segundo antes de volver al ambiente de tensión habitual—Yo lamento el ser una intrusa en tu familia, el haber sido la razón por la que Byron... tú sabes
—Descuida, me he acostumbrado a que las personas te prefieran a ti. Mi familia, Byron, William... eres malditamente perfecta
—Fleur...
—Puedo vivir con eso, Lara, no es algo nuevo para mí
—Bueno
—No quiero que te confundas, ¿vale? Aun me desagradas. El que me haya disculpado por algo que indiscutiblemente estuvo mal no nos convierte en amigas
—Por supuesto que no y estoy de acuerdo con ello
Volvieron al silencio de antes, aunque para ese momento el corazón de Lara palpitaba con una fuerza descomunal que temió el que Fleur pudiera oírlo. No sabía si era por la adrenalina que le causaba ser por fin un miembro activo de la Orden o por la confesión que Fleur le había hecho hacía apenas unos minutos. Una ligera sonrisa se escapó de sus labios escondiéndola detrás de sus manos simulando un bostezo; Fleur atisbó sus movimientos por el rabillo del ojo, devolviéndole una ladina sonrisa.
Las horas siguientes transcurrieron con ligereza a pesar del cansancio que aletargaba sus sentidos. Fleur se apoyó en una de las estanterías intentando dormir un par de minutos antes del cambio de guardia mientras que Lara caminaba de un lado a otro queriendo espantar las ganas de echarse al piso y dormir lo que restaba de la madrugada.
Fue entonces que un ruido del otro lado de la sala la alertó, despertando su percepción para aferrarse a su varita con fuerza e iluminar con ella el pasillo –Sirius le había prohibido usar sus poderes luego de lo sucedido- antes de caminar hasta la puerta y avisar a Fleur que algo sucedía. La francesa caminó a su lado, apuntando con su varita el umbral
—Iré a ver qué ocurre. Te llamaré si necesito ayuda
— ¿Qué? ¡No puedes ir sola! Sirius dijo que no podías usar tus poderes, que éstos seguían débiles
—Tengo mi varita, no estaré indefensa. Además, no podemos dejar la profecía sola, fue la instrucción más importante que se nos dio. Iré a echar un vistazo y volveré de inmediato
—Bien, correcto
—Remus y Dora no tardarán en llegar para hacer el cambio de guardia, así que mantente atenta a cualquier cosa que escuches entre los pasillos
—De acuerdo, no tardes
Lara salió del departamento a hurtadillas, con la espalda encorvada y la varita alzada para iluminar su camino. Hubiese preferido utilizar sus poderes, no obstante, quería respetar la decisión de Sirius y dejar que su luz volviera a la normalidad antes de emplearla de nuevo. Caminó a través de varias salas sin encontrar el origen de los ruidos hasta que llegó al salón principal del ministerio dónde una de las redes flu ardía en medio de una luz verde. Se acercó despacio, sin notar nada fuera de lo común.
—Joder—Soltó un jadeo cuando sus ojos comenzaron a arder al igual que las palmas de sus manos y sus pies. Se detuvo por un momento, apretando los párpados mientras todo a su alrededor comenzaba a dar vueltas
Entre los fosfenos, Lara logró tener visiones de sus pesadillas, aquellas en las que la enorme serpiente buscaba siempre subir por su cuerpo y sacarle los ojos de un tajo. Las imágenes se distorsionaron creando patrones horribles que le hicieron gritar; encorvó su cuerpo cogiendo su cabeza entre sus manos y de un momento a otro estaba ya acostada en el piso, llorando como un bebé.
Fue una sensación espantosa, Lara creyó que sus ojos saldrían disparados por sus cuencas o que la misma serpiente saldría de cualquier rincón para perforarle los fanales y tragárselos para que se convirtieran en los suyos. Sus manos fueron de su cabeza a su rostro hasta bajar a su vientre apretándolo con fuerza. Todo se volvió oscuro, frío... como si la felicidad del mundo se hubiese evaporado.
Abrió los ojos dándose cuenta de que ahí, acostada en el gélido suelo del ministerio, era rodeada por decenas de dementores que la asechaban como a una presa.
Ella pudo haber usado sus poderes de no ser porque éstos estaban lo demasiado débiles como para lograr librarse de las criaturas que la rondaban. Intentó convocar un patronus, pero fue imposible; Lara necesitaba sus poderes más que nada en el mundo.
— ¡Expecto Patronum!
Fleur Delacour llegó corriendo al salón acompañada de un precioso cisne que aleteaba en su camino para alejar a los dementores que escaparon por las redes antes de que el cisne se los tragase. La francesa derrapó junto a Lara, ayudándole a poner su cabeza en el regazo. Lara exhaló.
—Creí que no te importaba lo que me pasara—dijo Lara en voz cansina. Fleur rodó los ojos—Pero ahora me has salvado
—Cierra la boca, Lexington. Arriba, debemos volver al departamento de misterios, algo no anda bien
—Sí, acabo de darme cuenta
— ¿Qué demonios fue eso? —preguntó Fleur ayudándole a caminar de vuelta al departamento por el que habían salido—Creí que tus poderes retraían a los dementores
—Lo hacen, es sólo que tuve una sensación extraña antes de que pudiera usarlos, un malestar que hace que mis poderes se vuelvan débiles.
— ¿Y eso a que se debe?
—No lo sé, normalmente me pasa con...
— ¡Las profecías!
El grito de Fleur fue seguido por un estruendo que salió del departamento de misterios, como si las esferas que contenían las profecías cayeran una tras otra al piso resquebrajándose entre ellas. Lara miró a Fleur por un momento antes de que ambas corrieran hacia el escándalo descubriendo un desorden que difícilmente pudieron reconocer. En el fondo del salón se encontraba un hombre de túnica negra y máscara de plata que caminaba hacia ellas con la varita en alto, Lara tomó a Fleur por el brazo, caminando un par de pasos hacia atrás.
—Llama a la Orden, diles que hay mortífagos en el ministerio
—No volveré a dejarte sola, eres una tonta
—Tendrás que correr el riesgo. Hazlo, por favor
—Si vuelven a atacarte no te ayudare—recalcó Fleur dando un paso hacia atrás para poder salir de la habitación, conjurar su patronus y que este llevara el mensaje hasta el Grimmauld place—Hablo en serio, Lara
—Creo poder arreglármelas sola
—Ugh, eres una idiota
Fleur desapareció por el corredor iluminando todo a su paso junto a su delicado cisne dejando a Lara sola con el mortífago que reconoció como Lucius Malfoy, el padre del muchacho que aparentaba seguir los mismos ideales que él. Lucius le mostró su rostro, poniendo una sonrisa tenebrosa en sus labios.
—Que coincidencia encontrarnos aquí
—Es maravilloso, ¿verdad? Curiosamente ambos tenemos un propósito dentro del ministerio, aunque nuestros intereses no sean los mismos
— ¿Cuáles son esos intereses, si se me permite saber?
—Yo protejo las profecías y usted intenta robarlas, ¿con que fines? No lo sé, lo que sí, es que no tiene una inclinación personal. Es un servidor del Señor Tenebroso
—Me gusta más el término "ayudante" —recalcó mientras continuaba acercándose—Vaya, es impresionante conocer por fin a la mítica Lara Lexington. Eres toda una personalidad en nuestro circulo, ¿sabes? La mujer que posee un poder inimaginable, un poder... que desafía a la muerte misma. Toda una celebridad
Lara alzó su varita luego de que Lucius Malfoy se detuviera demasiado cerca de ella. En un momento Fleur regresó a la sala, ésta vez apuntando hacia el lado derecho de Lara desde donde Bellatrix Lestrange se aproximaba. Los mortífagos se colocaron en un mismo cuadrante cubriéndose las espaldas, extendiendo sus manos hacia las aurores.
—Esto tendría que ser fácil, únicamente tienen que entregarnos la profecía y nos iremos sin causarles ningún daño
—Claro—Fleur se carcajeó—Deben pensar que somos presas sencillas, pero se equivocan. Daremos la vida cuidando de la profecía
—Pueden hacerlo—Se burló Bellatrix—Si es que desean un destino similar al de los pobres Longbottom
—Un destino permanente marcado por la locura, ¿a ese te refieres? —preguntó Lara—Ellos serán vengados, de una u otra manera
—Me gustaría ver eso
—Oh, créeme que lo harás ¡Expelliarmus!
Lara y Fleur corrieron entre las repisas lanzando hechizos sin siquiera detenerse a ver si éstos acertaban o no. Se escondieron entre los escombros de cristal del suelo para correr nuevamente lejos de los mortífagos que aparecían uno tras otro dentro del salón. Lara le hizo una seña a Fleur para correr en dirección opuesta hacía la profecía de Harry, tomarla y salir de ahí, sin embargo no lo lograron pues la esfera luminosa ya no se encontraba ahí
—Alguien tomó la profecía
—Maldición, ¿ahora qué?
—Debemos recuperarla
—Sí, porque debe ser sencillo enfrentarse a los mortífagos y salir con vida. Estás loca, Lara
—Ellos no la tienen—dijo mientras seguían con su búsqueda. Sus voces sonando agitadas por el esfuerzo—Si la hubiesen cogido antes de nuestra llegada ya no estarían aquí. Alguien más se la llevó
— ¿Los demás miembros de la Orden?
—Quizá. Tenemos que encontrarlos antes de que algo más suceda
Corrieron hasta el otro lado del departamento luchando contra los mortífagos tanto como pudieron. Lara se vio en la obligación de llamar sus poderes alejando así a Bellatrix Lestrange con un berrido que resonó entre las cuatro paredes del recinto. Era consciente de que sus poderes no eran lo suficientemente fuertes para vencerlos, pero al menos los mantendrían a raya durante un cierto tiempo.
Dieron vuelta en un pasillo chocando con un grupo de personas bastante conocidas. Los ojos de Lara centellearon al reconocer al mismísimo Harry Potter con su propia profecía en las manos; era acompañado por Ron, Hermione, Ginny, Luna y Neville, éste último con un golpe en la mejilla. Lara jadeó
— ¿Qué demonios están haciendo aquí?
—Tuve un sueño—dijo Harry—Voldemort asesinaba a Sirius en este lugar. Vine para salvarlo
—Sirius no está aquí, Voldemort te engañó
—Yo... yo sólo quería protegerlo
—Por Merlín—Lara lo abrazó con fuerza por un momento hasta que escucharon pasos acercarse—No importa, sea lo que sea que hayas visto no es real. Deben irse ahora, es peligroso que estén en este lugar
—No—Harry sacudió la cabeza—Quiero quedarme contigo
—Harry...
—Podemos hacerlo, entrenamos mucho para esto, profesora
—Lo sé, Neville, pero...
—No es momento para discusiones—Fleur les condujo a todos por otro lado lejos de los mortífagos—Ya han llegado hasta acá y por sus caras veo que se han enfrentado a los mortífagos antes de nuestra llegada. Tenemos la profecía, salgamos de una buena vez
—¡Agáchense!
El grito de Lara los alertó, dejándose caer al piso cuando la luz cegadora salió de las manos de Lara hasta impactar contra las maldiciones de los mortífagos. Movió las manos en círculos logrando aparecer un par de escudos luminosos que protegieron a todos mientras corrían fuera de la habitación. Lara se mantuvo al pie de la puerta deteniendo a los enemigos lo más que pudo.
Llegaron a un salón continuo que Fleur reconoció como la cámara de la muerte donde en el centro se encontraba un arco del que flotaban pequeños hilos perlados como nubarrones. Harry, Luna y Lara se acercaron a él, logrando escuchar voces que les taladraban la cabeza
—Joder, esas voces—Lara se cubrió los oídos, apretando los ojos por el ardor en su cerebro. Las voces gritaban su nombre de una forma desgarradora, casi endemoniada rogándole que las sacara de ahí. Hermione se le acercó poniendo una mano sobre su hombro
—Yo no escucho voces, Lara, es mejor que nos vayamos
—También las escucho—Fleur se acercó para admirar mejor el arco—Es increíble
—Sólo es un arco antiguo—Continuó Hermione—Por favor, tenemos que irnos. Este no es un lugar seguro
—Ella tiene razón—La voz de Lucius Malfoy surgió de pronto desde la entrada. Fleur y Lara colocaron a los chicos detrás de ellas intentando protegerlos— ¿De verdad creyeron que podrían burlarnos así como así?
Los mortífagos se convirtieron en neblinas espesas que volaron de un lugar a otro hasta lograr atrapar a todos los chicos y a Fleur. Lara quedó de frente a Lucius Malfoy mientras éste aprisionaba una de sus muñecas con su mano izquierda. Lara comenzó a sentirse débil. Harry quedó en el centro de la habitación resguardando la profecía con recelo.
—Esto es simple, querido Potter. Entrégame la profecía y no les haremos nada a tus amigos
—No se la des, Harry—dijo Lara. Lucius la miró furioso, levantando su manga para mostrarle la marca que llevaba en el brazo acercándola a su cuerpo provocándole una sensación de angustia, miedo y sobre todo debilidad. Las rodillas de Lara cedieron hasta que Harry se rindió, dándole la pequeña esfera
— ¡No, Harry! —gritó Neville quien era detenido por Bellatrix Lestrange. Harry negó, viendo como Lara permanecía en el suelo queriendo recuperar sus fuerzas
Entonces todo se convirtió en un espiral de confusión del que Lara poco recordó. De un momento a otro la sala estaba llena de mortífagos y de miembros de la Orden del Fénix que peleaban a morir en medio del salón. Reconoció a Sirius al final de la sala peleando a puño limpio contra Lucius mientras que Dora, Cécile y Fleur luchaban contra Macnair, los Carrow y Dolohov; Moody junto a Kingsley bloqueaban el perímetro, Charlie se deshacía de un par de mortífagos con ayuda de un pequeño dragón de bolsillo al mismo tiempo en que Frank Y Alice Longbottom, totalmente recuperados alejaban a su hijo de las garras de Bellatrix.
—¡Aléjate de mi hijo, perra!
Alice se lanzó sobre Bellatrix como una fiera en lo que Frank se encargaba de recibir a su hijo en un abrazo profundo llevándolo lejos de ahí a la par de los Weasley, Hermione y Luna. Charlie corrió hacia Cécile mientras que, en un nubarrón blanco, Bill aparecía bloqueado un hechizo dirigido a Lara.
Se agachó a su lado, alejando el cabello que le había caído por la cara.
—No me digas, ¿usaste tus poderes?
—No pude evitarlo—reconoció. Bill suspiró
—Debiste haberle hecho caso a Sirius, tus poderes se debilitaron luego de sanar a los Longbottom
—Valió totalmente la pena
—Lo sé, cariño. Arriba, pateemos algunos traseros
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro