Capítulo 4 "Lo que la luz retrae"
Bill era un tonto, o al menos así se comportaba cuando estaba cerca de una chica. Él nunca fue bueno para hablar fluidamente con las mujeres ni mucho menos fue hábil para coquetearles; su hermano Charlie era experto en eso – a pesar de que él prefería a sus dragones- e incluso los gemelos eran más hábiles con las palabras que él, lo cual era ridículo.
No había visto a Lara desde hace mucho tiempo y lo único que fue capaz de decirle fue que se alegraba de verla. No era del todo una mentira, después de todo, su niño interior le había extrañado horrores después de que partiera a Francia y, sin mentir, su parte adulta también le había extrañado demasiado.
Molly tuvo la genial idea de hacer una cena especial para festejar el regreso de Lara a lo que Sirius aceptó la idea riendo y pidiéndole encarecidamente a Lara que aceptara la invitación. Ella no tuvo de otra más que aceptar, porque a los ruegos de Sirius se le sumaron los de los gemelos e incluso los de Charlie. Sentándose frente a ella en la alargada mesa, los ojos de Bill fueron a parar al acompañante que felizmente tomaba asiento al lado de Lara. Charlie, con una sonrisa pomposa en la cara e intenciones de hacerle pasar un mal rato a su hermano, dijo:
—Creo que ya es demasiado tarde, Bill. Te han robado a tu chica— Bill bajó su brazo y por debajo de la mesa pellizcó la pierna de su hermano menor
— ¿Quieres callarte? —Le preguntó en un susurro— Ella podría escucharte
—Vamos, no creíste que ella te esperaría después de tantos años, ¿verdad? —Bill miró a Lara quien conversaba con el hombre a su lado. Charlie soltó una risita— Estuve hablando con los gemelos y me contaron un par de cosas interesantes
— ¿Qué clase de cosas?
—Al parecer, Lara y ese tipo Byron Murphy están comprometidos—Charlie susurró, aunque eso no le impidió apuntar discretamente a los recién mencionados— Por lo que Fred me dijo, ambos están pasando por un mal momento o algo así porque tuvieron una pequeña pelea frente a Fred cuando recién llegaron. Creo que la boda estaba prevista para el invierno
Bill negó porque no podía creer que Lara fuera a casarse, sabía que debía superar su pequeño enamoramiento pues eso había sucedido hace muchos años, cuando ambos eran apenas unos niños, pero era tan difícil cuando Bill se aferró a sus recuerdos fuertemente durante todo ese tiempo. Por supuesto que conoció a otras personas, incluso tuvo la suerte de salir con un par de chicas, pero nada de eso le llenaba lo suficiente como cuando Lara le acompañaba en sus pensamientos.
La recordaba como a una niña, con un par de coletas altas y esos ojos azules que la hicieron reconocerla de inmediato aun con el paso de los años. Tonks le contaba de ella por medio de cartas o cuando podían verse por Navidad, pero nunca le contó que Lara había encontrado a alguien e iba a casarse con él.
Bill sacudió la cabeza y se dijo que era normal que ella quisiera casarse con alguien que la amara y la hiciera feliz; después de todo, lo suyo fue una cosa de niños que no tenía la mínima importancia. Charlie le dio una palmada a su hermano y le sonrió
—Si quieres recuperarla, este es el momento
—No puedo recuperar a alguien que nunca tuve, Charlie
—Creí que ella era tu novia cuando teníamos cinco
—Éramos amigos
—El beso que le diste en mi fiesta de cumpleaños dice lo contrario
—Oh por Merlín, ¡Tenía siete! Y yo sólo quería probar la cereza
—Sí, claro, haré que te creo—Charlie le dio un codazo a su hermano haciéndolo quejarse—Pero, ella va a quedarse, así que cualquier cosa puede pasar
—No voy a coquetearle estando comprometida— El pelirrojo de los dragones rodó los ojos
—No lo harías aunque quisieras, eres un idiota en ello. Es por eso que yo te voy a ayudar
—Charlie, no
—Charlie, sí. Te ayudaré a recuperar a tu amor de la infancia y seré tu padrino cuando te cases con ella
—Merlín, debí haber sido hijo único
Charlie no pareció ofenderse porque soltó una risotada que contagió a los demás, que no sabían muy bien porqué se reían. Lara los miró sonriendo y Bill temió que sus mejillas delataran lo abochornado que estaba.
—Entonces—Comenzó Sirius, tomando un sorbo de su copa de vino— ¿Cómo están las cosas en Francia?
Lara suspiró, mirando de reojo a Byron
—Normales, supongo. No ha habido cambio alguno respecto a la situación del regreso del Señor Tenebroso. Las cosas estuvieron un poco tensas luego de que las chicas y Madame Maxime volvieran de Hogwarts después del torneo, pero nada más. La directora habló con nosotros y nos pidió no tocar el tema de la muerte de Cedric; me mantuve informada únicamente por las cartas que Dora me enviaba.
—Así que después de todo las personas aún se niegan a creer que Voldemort ha regresado
—Madame Maxime dice que Dumbledore miente— Lara suspiró—Supongo que todavía no supera lo que pasó respecto al cáliz de fuego
—Ya veo— Sirius entrecerró los ojos y miró a cada persona en la sala. Molly Weasley estaba del otro lado del salón, cortando vegetales y sazonando filetes— Eso se suma al hecho de que El Profeta desacreditará a todo aquel que crea en el regreso de quien-ya-saben.
— ¿Porqué?
—Fudge piensa que Dumbledore intenta tomar su puesto como Ministro
—Eso es absurdo— Se queja Charlie— Nadie con sentido común creería eso
—Ese es el problema— respondió Remus Lupin, a quien Lara conocía por las enamoradas –y desesperadas- cartas de su hermana— Fudge no tiene sentido común, el miedo lo tiene paralizado. Ustedes no lo saben, pero la última vez que Voldemort tomó el poder casi destruyó todo lo que más valoramos; la Orden del Fénix que existió en aquel tiempo casi se extingue por completo. Ahora que regresó, supongo que el ministro hará cualquier cosa para evitar enfrentarse a la horrible verdad
—Voldemort está intentando reconstruir su ejército— declara Sirius— Y así mismo lo haremos nosotros, es por eso que hemos estado reclutando personas que se sumen a la Orden. Hace catorce años el Señor Tenebroso tenía no sólo a magos y brujas de su lado, sino también a otra clase de criaturas, y nosotros no pudimos hacer nada para evitarlo, así que ahora haremos todo lo posible para detener su avance.
— ¿Por eso es que necesitan a los aurores? — preguntó Lara. Sirius asintió
—Sí, con varios aurores de nuestro lado habría una gran ventaja porque de ese modo encontraríamos un balance entre ambos ejércitos, ¿sabes cuantos aurores hay en Londres? ¡Muchísimos! Pero el ministerio jamás les dejará unirse, porque eso confirmaría los rumores sobre el regreso de quien-no-debe-ser-nombrado. Además, estamos empezando a creer que los mortífagos se han inmiscuido en el ministerio de alguna manera
—Entonces es bueno que estemos aquí— Byron habló y puso su mano abierta sobre la de Lara mientras le sonreía. Sirius los miró a ambos
— ¿Puedes decirme tu nombre de nuevo, chico? Creo haberte visto antes pero no recuerdo donde
—Byron Murphy, señor
—Murphy— Sirius achicó los ojos y se perdió en sus pensamientos lo que parecieron cinco minutos para luego decir: —¿Tu padre no era un auror?
—Lo era— Asintió con euforia— Trabajó como Jefe de la Oficina de Aurores durante mucho tiempo
—Sí, ahora lo pillo, te pareces mucho a él, muchacho
—Gracias
El ceño de Bill se arrugó, sintiéndose un poco traicionado. Luego pensó que era una tontería e intentó relajarse tomando un sorbo de vino y aceptando el plato de comida que su madre le ofrecía. Pronto todos estuvieron disfrutando de la cena mientras conversaban sobre los planes que tenía la Orden para combatir a Lord Voldemort. Tonks comenzó a deformar su cara, adoptando distintas formas que hacían reír a la menor de los Weasley y entretenían a Byron. Sirius, quien estaba sentado en el lugar principal y junto Lara, apretó su mano llamándole la atención
—Andrómeda me puso al tanto de lo que sucedía contigo, Lara, pero me gustaría que tu personalmente me informaras acerca de tus poderes
Parecía que el tema era de la importancia de todos, porque ni bien escucharon el comentario de Sirius, todos dejaron de hacer otra cosa para mirarla fijamente esperando su respuesta. Dora le dio una mirada reconfortante desde el otro lado de la mesa y Lara suspiró antes de hablar
—Yo... no sé cómo pasó, simplemente un día aparecieron. Recuerdo haber estado jugando con Dora en nuestra habitación cuando una extraña luz salió de mis manos; estaba asustada porque era como una linterna encendida dentro de mi piel y dejaba un ardor espantoso. Yo grité, formé un puño y la luz desapareció, pero cuando la abrí salió con una mayor intensidad y golpeé a Dora con ella. Fue un accidente, tenía cinco años y...
—Nosotros no recordamos haberte visto usar tus poderes— dijo Bill. Lara le miró
—Pude contenerlos durante un tiempo, pero cuando cumplí once se volvieron incontrolables.
—Es por eso que decidiste irte— La voz de Bill salió como un susurro que a Lara le pareció más como un reproche. No lo culpaba, porque había partido a Francia sin despedirse y les había ocultado el motivo de su decisión. Su familia sabía las razones, sin embargo, Lara supuso que a la única persona a la que su madre le había contado todo era justamente a Sirius y bueno, quizá a Dumbledore también
—No podía dejar que Dora o mis padres salieran lastimados porque no podía controlarme. Intenté reprimirlos, pero entre más lo hacía, más fuertes se volvían. En Beauxbatons aprendí a dominarlos, la profesora Delacour me enseñó que no debo oprimirlos, sino dejar que vaguen por mi cuerpo y usarlos sólo cuando yo lo necesite
— ¿Y cuál es precisamente su funcionamiento?
—Retraen la oscuridad, es decir, funcionan como un bombillo encendido dentro de una habitación. Cuando los uso, la oscuridad desaparece, las personas se sienten mejor. Y... bueno— Lara jugueteó con sus manos por encima de la mesa— Alejan a los dementores
— ¿Los alejan? — preguntó Sirius, demasiado interesado en el tema— ¿Cómo un patronus?
—Jamás he logrado crear un patronus, pero si, supongo que así es
—Fascinante
Sirius parecía muy entusiasmado con la idea, porque tomó la mano de Lara y la observó durante varios minutos para luego besar el dorso de ésta y dejarla descansar de nuevo sobre la mesa. Bill no podía creerlo, lo que Lara acababa de contar era extremadamente importante además de extraño y él estaba seguro que sus poderes serían útiles en muchas maneras posibles, claro, sólo si se daban el tiempo de averiguarlo.
Lara se quedó a dormir en el Grimmauld Place esa noche. Sirius no le permitió irse a pesar de que Nymphadora dijo que había espacio de sobra en la casa de sus padres para que Lara y Byron durmieran cómodamente (porque Tonks aún no entendía que Lara y Byron no eran absolutamente nada), así que Sirius le pidió a su elfo domestico preparar otras dos habitaciones para los invitados especiales. Lara aceptó, con la única condición de que le dejara visitar a su madre temprano por la mañana a lo que Sirius aceptó gustoso.
Los Weasley también se quedarían en la casa de los Black, porque es ahí donde residían temporalmente. Lara no quería admitirlo, pero la presencia constante del mayor de los hijos de Molly la ponían nerviosa de sobre manera. La forma en la que la miraba, el modo en que le hablaba parecía tan dulce como lo era de niños, como si Lara nunca se hubiera ido y los años no hubiesen pasado.
A pesar de todo y de la hospitalidad de Sirius, Lara no pudo conciliar el sueño esa noche. Se vio obligada a dejar la cama luego de concluir que las pesadillas no le dejarían tranquila lo que restaba de la noche y que era mejor bajar a la cocina a despejarse un poco. Todo estaba oscuro, pero con un movimiento de su mano la luz volvió, tenue, cálida y sin llegar a molestar a los que dormían en otras habitaciones. Caminó a la cocina, tomó un poco de agua y, al dejar el vaso en la mesa, escuchó como la puerta principal se abría, revelando a un muchacho alto, de cabello negro y gafas redondas que le sonrió con pena.
—Yo uh... Ojoloco me dejó aquí, dijo que podía entrar
—No te preocupes, Sirius nos habló de tu llegada
—Tú, ¿conoces a Sirius?
—Somos parientes, o al menos eso es lo que él me dijo— El chico se acercó, quedando frente a Lara. Ella pudo notar la cicatriz en forma de rayo en su frente— Tu eres Harry Potter
—Lo soy, pero me temo que no sé quién eres
—Lara Lexington— dijo, estrechando la mano que Harry le ofrecía— Soy hermana de Tonks
— ¿Hermana?
—Sí, no te dejes engañar por el apellido, eso no tiene importancia
—De acuerdo
—Es mejor que vayamos a dormir, Harry. Creo que ambos hemos tenido un día duro, ¿me equivoco?
Harry hizo una mueca
—No. Hoy fue un día pesado
—Seguramente
Lara podía sentir la angustia de Harry, su pecho subía y bajaba rápidamente y sus manos temblorosas no sabían dónde posarse. Lara le sonrío con timidez antes de acercar su mano al pecho del chico y hacer que una estela de luz saliera de su palma hasta traspasar el tórax de Harry. Éste pareció asustarse un poco, pero su semblante se relajó y así mismo lo hizo su cuerpo. Lara le guiñó un ojo
—Buenas noches, Harry Potter
Lara subió las escaleras dejándolo solo en la estancia. Harry observó como toda la luz de la habitación se iba junto con ella
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