Capítulo 35: "Una vida por otra"
— ¿Qué haces aquí, Quejicus? Hoy no hay reunión de la orden
—No vine a ver tu horrible rostro si eso es lo que te preocupa, Black
—Oh, sigues siendo un maldito amargado —Sirius rió —Debes ser un grandísimo idiota si piensas que dejaré que entres en mi casa como un jodido invitado. Tiene que haber un asunto de importancia para la Orden para que tú puedas estar aquí
—Lo hay
—¿Si? ¿Cuál es?
—No te concierne, déjame pasar
—Te partiré la cara de un puñetazo, ¿qué dices a eso?
—Sería genial, Black, conociendo tus antecedentes criminales no me sorprende que tu querido ahijado siga los pasos de un asesino
—No te metas con Harry, Quejicus—El rostro de Sirius se tornó rojo—Dumbledore puede decir lo que quiera, pero yo no creo en tu supuesta regeneración, sé que no es verdad
— ¿Y por qué no se lo dices? Búscalo por debajo de las piedras o incluso cerca de Azkaban ya que estás bastante familiarizado en con ese lugar
—Tú, pedazo de...
—Sirius —Lara apareció en la puerta tomando la mano del pequeño Aiden luego de que las voces acaloradas de los hombres interrumpieran su conversación con Dora. Snape la observó fijamente, entrando al hogar del animago antes de que éste se opusiera de nuevo — ¿Qué está sucediendo aquí?
—Nada, estaba intentando que la plaga no entrara a mi casa
—Ya te dije que no he venido a verte a ti, Black, preferiría cortarme un brazo antes de venir a hacerte una visita de cortesía
— ¿A que ha venido, profesor? —preguntó Lara evitando que Sirius se le dejara ir encima. Snape acomodó su túnica antes de analizar con atención al pequeño que se escondía tras las piernas de la auror
—Tenemos que hablar, es algo importante
—Lo escucho
—En privado —demandó. Lara frunció el entrecejo—Por favor
—Vaya, de verdad debe ser algo importante si el pequeño Quejicus usa los pocos modales que aprendió en casa
—Sirius... —Le advirtió ella, echándole una mala mirada. El animago levantó los brazos, subiendo las escaleras como si de un niño caprichoso se tratase. Aiden se aferró a las piernas de Lara, intimidado por el extraño que lo vigilaba con insistencia. Lara le hizo separarse, regalándole una brillante sonrisa —Aiden, ¿por qué no vas con Dora a la cocina? Molly está horneando galletas
Aiden negó acudiendo la cabeza aferrándose a Lara como un koala. Severus levantó una ceja mientras se agachaba poco a poco hasta estar a su altura y mirarle fijamente a los ojos. Aiden le sostuvo la mirada lo más que pudo hasta que su atención se desvió a la rana de chocolate que Severus sacó de uno de sus bolsillos, sus ojos azules brillaron mientras tomaba el pequeño regalo que el hombre le ofrecía.
— ¿Va por la vida regalándole dulces a los niños? —preguntó Lara luego de que Aiden se fuera corriendo junto a Dora hacia la cocina donde Molly Weasley estaba sacando del horno la primera tanda de galletas de menta que estuvo preparando. Snape pestañeó
—No realmente, esa chuchería debía tener dos semanas en mi bolsillo, era la única forma que tenía de deshacerme de la basura
—Profesor —Lara se llevó dos de sus dedos al puente de la nariz, exhausta — ¿Qué es lo que...?
—Dumbledore desapareció
—Eso ya lo sé —Informó Lara, colocando sus manos sobre sus caderas —Harry me escribió algo al respecto, pero sigo sin entender cómo es que ese suceso influye en su inesperada visita
Severus Snape se acercó a Lara, causando que ella diera un par de pasos hacia atrás al sentir la imperiosa necesidad de estar lo más alejada de él como fuera posible. Ahí estaba otra vez esa maldita sensación de debilidad, el temblor en sus rodillas y el ardor en sus ojos; joder, ella casi había olvidado lo que la presencia del profesor causaba en sus poderes, en la represión de sus habilidades, la forma en que mitigaba el alcance de la luz que salía disparada de sus manos...
Él lo entendió, recordando lo mal que su cercanía le hacía a Lara y lo débil que debía estar sintiéndose en ese momento, así que decidió mantener todo el espacio posible entre ambos antes de hablar
—Confieso que me he quedado un tanto preocupado por lo que quedó inconcluso, si sabes a lo que me refiero —Lara asintió —Debo informarte que no es recomendable dejar los entrenamientos ahora que tus poderes han alcanzado un avance satisfactorio
—No pienso continuar, ni tampoco volver al colegio
—Eso me quedó claro luego de que abandonaras el castillo como una princesa en apuros, también creo que dejaste la zapatilla —Snape le mostró la piedra de resurrección que llevaba consigo —Vine a entregártela
—No la quiero, puede quedarse con ella
—No me corresponde tal tarea
— ¿Porqué?
—En primera porque no tengo interés alguno en poseer algo que no me pertenece y en segunda porque sabrás darle un mejor uso
—Yo no sé como manipularla
—Es por eso que deberías volver al castillo
—Pero Dumbledore ya no está ahí
—Dumbledore está en todos lados, es como una sombra —Severus le dio la espalda, viendo por la ventana la ventisca que se había desatado—Si vuelves él también lo hará, estoy seguro
—Profesor Snape, he dicho que no...
—Bien, bueno, espero que no te arrepientas más adelante, cuando la Orden desaparezca por los caprichos de una niña inmadura —Lara no entendió de que iba todo eso. Snape la miró con furia, acercándose para tenderle la piedra en su palma. Quiso alejarse, pero él no se lo permitió—Cada cosa de esta guerra depende de tus poderes, de lo que logres hacer con ellos. Tienes la oportunidad de cambiar el rumbo de las cosas y prefieres desaprovecharla por una rabieta de chiquilla mimada. Justo como Sirius Black, cobardes, patéticos, llevándose los logros de otros y echándose a dormir en sus laureles
—No diga nada malo de Sirius
—Entonces no actúes como él. Es un prófugo, un criminal que escapó de Azkaban, Lara Lexington, si tienes un poco de cerebro no sigas sus pasos—Severus enfatizó las palabras con irritación —No sé qué cosa te hizo jurar Dumbledore y tampoco me importa, la Orden del Fénix está en riesgo, ¿comprendes eso?
— ¿Por qué le importa tanto? —Lara cruzó los brazos por encima de su pecho queriendo ignorar la pesadez en su estómago y el jodido ardor en sus fanales. Snape dio un paso atrás — Este asunto era exclusivamente de Dumbledore y mío, no sé con qué motivo le pidió ser partícipe de nuestro trato, pero eso no le da el derecho de decirme que hacer. Dígame, ¿qué tanto le importa el que yo aprenda a usar la piedra de la resurrección? ¿Qué beneficio obtiene usted de ello?
—Desde que me uní a la Orden no recibí jamás un beneficio —aseguró —Y no espero recibirlo, lo único que estoy tratando de hacer es abrirte los ojos y que te des cuenta de lo tonta que estás siendo
—No creo necesitar sus consejos, profesor, así que si eso es todo lo que tiene por decir es mejor que se vaya
— ¿Estás corriéndome?
—Estoy dándole la oportunidad de corregir sus palabras—Sentenció—No sé qué demonios está sucediendo para que haya tenido las agallas de venir a buscarme, algo que sin duda le agradezco pero que no le servirá de nada. Dumbledore conoce mis razones para no volver, aun si con eso la oportunidad de traer a la vida a un muerto se ve comprometida. Dudo mucho que él lo hubiese enviado para decirme todo esto
—No lo hizo, estoy aquí por mi cuenta
— ¿De verdad?
—Me he quedado a cargo del inferius y no quiero hacerlo más. Si no lo revives de una vez me desharé de él
—Así que ese es su problema—El pecho de Lara se contrajo sin poder aguantar la proximidad del hombre. Snape se acercó aún más, amenazante—No me diga que nunca antes había tenido a un muerto tan cerca de usted
—No cuando su vida pendía de mis manos—Lara alzó la vista en el momento en que Snape acercó su rostro al de ella aumentando su malestar—No soy un asesino
—Nunca dije que lo fuera. Aléjese—Su voz se quebró por el terror y la ansiedad que embargó su cuerpo cuando el brazo izquierdo de Severus rozó el de Lara. Él se alejó de inmediato—No volveré, ni tampoco usaré la piedra de resurrección, luego de entender las intenciones de Dumbledore me di cuenta que no quiero seguir con esto. Lo lamento, pero será mejor que se vaya
—Piénsalo bien, Lara, podrías arrepentirte
—Eso no pasará, se lo aseguro
—Bien, en ese caso no tengo nada más que hacer aquí
—Sirius habló de su regeneración—dijo Lara antes de que desapareciera de ahí. Severus la observó de reojo—Más bien de la supuesta regeneración de la que Dumbledore habló, ¿a qué se refiere con eso?
—Si Dumbledore y tú tienen sus secretos no veo porque yo no pueda tener los míos—Severus contestó—Yo no soy tu enemigo, Lara, a veces se puede tener a los traidores viviendo bajo el mismo techo y no a kilómetros de distancia—Sirius bajó corriendo las escaleras—Me desharé de él, no pienso tenerlo con los centauros un minuto más
Severus Snape desapareció en medio de una neblina obscura que les hizo toser. Sirius tomó a Lara por los hombros preguntándole sobre su conversación con "Quejicus", ella sacudió la cabeza.
— ¿Te hizo algo, sobrina? Porque si es así estoy listo para golpearlo
—Estoy bien, sólo...—Lara se detuvo, pensando en que las palabras de Severus habían tenido un sentido que estaba comprendiendo poco a poco. Tal vez ya no deseaba continuar sus entrenamientos con Dumbledore, usar la piedra de la resurrección e intentar devolverle la vida al inferius que permanecía al cuidado de Firenze, sin embargo, la Orden necesitaba refuerzos, aurores nuevos que ayudasen a la causa sin pensar en las posibles repercusiones que eso podría traer a sus vidas, pero, ¿Quién querría entrar en una guerra donde la organización de Albus Dumbledore parecía haber perdido incluso antes de mancharse las manos? Lara pensó en una sola posibilidad que sin duda se encontraba al alcance de sus manos—Sirius, ¿Qué tan importante es que la profecía permanezca lejos de los mortífagos?
—Bueno, es nuestra tarea más valiosa, aquello por lo que hemos estado velando por meses, ¿por qué?
—Sirius, yo... yo creo que puedo traer a un par de aurores más
— ¿De verdad? ¿Cómo? Sabes que son muy pocos a los que les interesa formar parte de esto después de los asesinatos dentro del mismo ministerio y que Fudge se ha negado a aceptar. No me digas que conoces a alguien
—No tanto como eso. Quiero hacer lo correcto, pero necesito que los demás miembros de la Orden estén de acuerdo, ¿podrías llamarlos?
Sirius, no muy seguro de lo que Lara pedía, asintió.
—De inmediato
— ¡¿Sanar a los Longbottom?! ¡Que tontería!
—Sé que es lo más raro que han escuchado en su vida, pero puedo hacerlo
— ¿Estás segura de eso? —preguntó Molly, espantada—No me lo tomes a mal, querida, pero no creo que sea una buena idea
—Por supuesto que no lo es—declaró Remus apoyando sus codos por encima de la mesa derramando un poco del vino que había estado bebiendo—La razón por la que Frank y Alice han estado en San Mungo durante años es por la guerra, sinceramente no creo que sea justo traerlos a la vida únicamente para que la arriesguen de nuevo en la misma guerra que creyeron terminar años atrás
—Las cosas pueden cambiar—Sirius frunció el ceño porque hasta ahora, solo él, Dora y Kingsley apoyaban la idea de Lara. Se tomó el tiempo de explicarles la manera en que pudo controlar esa parte tan esencial de sus poderes omitiendo el hecho de que poseía la piedra de resurrección como había prometido a Dumbledore antes de que se la entregase, tampoco mencionó su parentesco con Harry ni mucho menos el origen de sus poderes en general. Sirius dio un golpe a la mesa con frustración—Tenemos la oportunidad de volver a ser lo que éramos, Remus, ¿Cuántos de nosotros pertenecimos a la primera Orden? No es por ser aguafiestas, pero todos nosotros sabemos que la primera generación de aurores de la Orden del Fénix era la más capacitada para derrotar a Voldemort y perdimos únicamente porque Frank y Alice habían sido atacados días antes de la última batalla. No teníamos a los Longbottom, ni a los McKinnon, mucho menos a los Potter, es por eso que lograron derrotarnos, ésta vez...
—Esta vez será igual si nos detenemos a pensar en situaciones que no nos ayudarán en nada—sentenció Moody— Siempre he sido partidario de cualquier método para lograr un fin, aunque esta vez no pueda serlo. Los Longbottom no merecen ser sanados para llevarlos nuevamente al campo de batalla, mi respuesta es no
—Tenemos los poderes de Lara—refutó Dora—Si ella puede revertir las maldiciones imperdonables, ¿qué más no podría hacer? Es cuestión de investigación, trazar un plan para que nuestras espaldas estén cubiertas en todo momento. Si los padres de Neville están de nuestro lado entonces tendríamos más posibilidades de derrotar al Señor Tenebroso
—Pero que locura—Remus sacudió la cabeza, colocándose de pie. Para esas alturas, cada uno de los miembros hablaban de cosas diferentes, unos estando a favor del plan y otros en contra. Bill y Charlie se mantuvieron en silencio, dándole vueltas al asunto—La presencia de Alice y Frank no harán diferencia en lo que sea que estamos haciendo
—Creo que estás olvidando que ellos fueron la pareja de aurores más fuerte de los que la comunidad mágica tiene memoria, derrotaron a Lord Voldemort tres veces antes de que Bellatrix los torturara—Objetó Kingsley. Remus bufó—Es una gran oportunidad, Remus, debes al menos considerarlo
— ¿Es un método seguro?
—No lo sé—Remus jadeó—Quiero decir, no estoy segura, pero confío en que todo salga como espero
—Es indiscutible. No podemos arriesgarnos de esa manera, Lara
— ¿Porqué no? —preguntó Cécile al fondo de la sala—Digo, no es como que tengamos mucho que perder. Si resulta, los Longbottom recuperarán su vida, podrán hacer las cosas que no pudieron durante tantos años y decidirán si quieren seguir en la Orden. Por el contrario, y si el plan no termina como esperamos, ellos seguirán con la misma condición, ¿verdad? ¿No existe un peligro?
—Ahí está—Sirius sonrió—Cécile tiene razón, hombre, cuando Frank y Alice estén de vuelta podrán decidir qué hacer, tanto si quieren volver a la Orden como si no. No se trata de usarlos como conejillos de indias, sino de usar las herramientas que tenemos para ayudarlos, ¡eso es genial!
—Estás muy segura de lograrlo, Lara—habló por primera vez Fleur, con una mano en la barbilla y apoyándose contra la puerta cerrada del salón. Lara la observó fijamente notando la incomodidad que se formó de pronto en la sala—Veo que las enseñanzas de mi madre te sirvieron de algo. Me alegro por ti
—No sólo fue su ayuda, también la de Dumbledore
—Madame Maxime no confía en ese hombre desde el Torneo de los Tres Magos
— ¿Entonces por qué estás aquí?
El ambiente se sumió en un silencio tan profundo que nadie se atrevió a decir algo para romper la tensión. Era una batalla de miradas de la que Lara no estaba dispuesta a perder. Al final Fleur sonrió, caminando lentamente hacia Lara
—Tengo mis propias convicciones
—Sí, seguramente
—Si piensas que he venido hasta este lugar únicamente para hacerte la vida imposible estás en un gran error, cariño
—No puedes culparme al pensar así, ¿recuerdas nuestros encuentros pasados? Creo que tengo derecho de desconfiar de ti
—Oh, mon coeur, el sentimiento es mutuo
—Bueno, estamos desviándonos del tema que nos trajo aquí—Sirius se colocó entre ellas, evitando que continuaran mirándose como un par de hienas hambrientas. Fleur rio—Sus problemas nos afectan a todos, recuérdenlo
—Como sea, creo que, si tengo el derecho a opinar, Lara debería intentarlo—dijo Fleur. Lara frunció el entrecejo—Quizá no seas mi persona favorita en el mundo, pero sé de lo que eres capaz de hacer
— ¿Ahora me halagas?
—Siéntete especial, Lexington, porque será la primera y última vez que lo haga
—Yo creo que debemos intentarlo—Interrumpió Arthur—Como bien dijo Cécile, ellos deberían ser capaces de elegir estar en la Orden o no luego de recuperar la cordura. Si resulta, entonces iríamos por otro rumbo, quizá podríamos derrotar a Voldemort nosotros mismos sin que Harry tenga que salir lastimado, es un sinfín de posibilidades
—¿Qué opinan ustedes, chicos?
Charlie y Bill levantaron la vista ante el cuestionamiento de su madre sin estar convencidos de lo que deberían contestar. Charlie se aclaró la garganta, diciendo que él, al igual que Cécile, creía que el plan de Lara resultaría. Bill se quedó callado, mirando de Fleur a Lara una vez tras otra.
—No sé qué es lo que esperan que diga—Bill suspiró, cargando a un dormido Aiden que hasta ese momento había estado debajo de la mesa, coloreando un dibujo—Yo a Lara le confiaría mi vida
—Bien, entonces—Lara sonrió, aunque su satisfacción se vio finalizada al ver la manera en que Fleur salía del salón. Sirius aplaudió—Creo que la decisión está tomada
—No aún, Black—Moody intervino—Nuestra opinión no sirve de nada si no tenemos el consentimiento de la persona más importante
— ¿De quién?
Moody carraspeó
—Augusta Longbottom
|Díganme, ¿creen que los Longbotton sanarán o no? Disfruten el capítulo, el siguiente será el final de la historia|
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