Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 34: "Aiden"

Fleur Delacour volvió al cuartel una semana después, con lo que Lara se vio en la necesidad de abandonar el Grimmauld place y quedarse en casa de sus padres al menos cuando la Orden no requería de su presencia.

Fue más difícil de lo que pensó pues luego del ataque al señor Weasley tanto Alastor Moody como Albus Dumbledore decidieron que no podría volver a su cargo ni siquiera cuando éste estuviera completamente recuperado, lo que dejó con la responsabilidad de resguardar la profecía a los miembros más nuevos de la organización. Así, Lara junto a Cécile, Byron y Charlie montaron guardia en distintos puntos del ministerio de magia enfrentándose una que otra vez con mortífagos que estaban infiltrados en el gabinete del ministro.

Sabía que los problemas personales no debían intervenir en el trabajo, pero era tan complicado mantenerse al margen de la situación cuando veía a Fleur rondando a Bill mientras éste parecía no prestarle atención o al menos aparentaba no hacerlo.

Los chicos volvieron al colegio y con el paso de los meses Lara logró acumular un tumulto de cartas que Harry le enviaba diariamente tan sólo para informarle que estaba bien, que no se preocupase y que ansiaba tener un nuevo periodo de vacaciones para volver a verla y pasar tiempo juntos; escribía también acerca del ejercito de Dumbledore, el nuevo nombramiento de Umbridge como directora y la penosa situación en la que se vieron envueltos luego de que Dolores descubriera la organización y acusara a Dumbledore de formar un ejército en contra de Fudge. Lara se espantó al oír que Albus tuvo que huir para no ser llevado a Azkaban esa noche.

Quizá resultaba un poco contradictorio después de todo lo que se dijeron, la manera en que se reprocharon los errores del otro, sin embargo, Lara entendía que Albus Dumbledore seguía siendo su familia y, si bien no confiaba en él como lo hizo en un principio, estaba segura de que él podría estar necesitándola en ese momento. Su cabeza estaba hecha un lío, con el asunto de la Orden, la seguridad de Harry en el castillo y la desaparición de Dumbledore, Lara estaba segura de que terminaría por volverse loca.

No todo fue malo, porque Lara, con la obligación de pasar cada vez más días y noches enteras en el cuartel, comenzó a pasar más tiempo con Aiden O'Connor, el pequeño del cual Bill nunca se separaba.

Aiden era un niño muy inteligente del que Lara quedó totalmente enamorada gracias a su dulzura y la manera en que, a pesar de la muerte de sus padres, parecía encajar muy bien entre los miembros de la orden y la familia Weasley. Sin saber cómo creció un vínculo entre los tres, Lara creyó que se debía a las constantes pesadillas que Aiden tenía por las noches, cuando los recuerdos de sus padres se volvían más nítidos que nunca. Casi siempre Lara subía a su habitación a consolarlo –porque a causa de los movimientos continuos de los mortífagos, la Orden del Fénix comenzó a estar activa veinticuatro horas los siete días de la semana- conociendo cada vez más los temores del chico, así como sus pasatiempos favoritos o el talento que tenía para contar historias.

Hubo una vez en que, siendo de madrugada, Lara se quedó en el salón principal junto a Bill analizando un par de documentos acerca de las alarmantes desapariciones de los aurores, siendo tan incómodo como lo fue, ambos mantuvieron una distancia prudente y hablaron únicamente cuando era necesario, evitando hacer cualquier tipo de comentario que les relacionara de alguna manera. Eran sólo ellos dos en la sala, con todos los demás miembros durmiendo en la planta alta del Grimmauld place.

Lara dejó los papeles en la mesa de té al escuchar un grito en el segundo piso, reconociendo la voz infantil de Aiden entre gimoteos. Se puso de pie, siendo detenida por Bill quien, con una pequeña sonrisa de disculpa, le aseguró que el niño estaba bien.

—Debe ser otra pesadilla. Está bien, Lara, yo iré esta vez

—No, yo puedo hacerlo

—Por supuesto, pero preferiría que fueras a descansar, son casi las dos de la mañana y nos has parado de revisar esos papeles

—Tampoco tú—respondió, intentando cubrir el hecho de que su presencia era la culpable de que no pudiese concentrarse en las cifras. Bill sonrió a medias, agitando su descuidada barba—En verdad, William, estoy bien

—De acuerdo, pero iré a verle y volveré para continuar con los documentos e intentar terminarlos de una vez por todas, ¿está bien?

—Ya, claro

Bill se perdió escaleras arriba mientras Lara volvía a su lugar, cogía la misma pila de papeles y la leía una y otra vez. Los gritos de Aiden se detuvieron haciéndole saber que Bill llegó a tiempo para saber de qué había tratado la pesadilla. Quince minutos pasaron cuando Lara le vio bajar las escaleras hacia el salón cargando a un Aiden completamente dormido, con un pijama de abejitas y unas pantuflas de conejo rosas que Sirius –emocionado con la idea de tener un sobrinito- le regaló días después de su llegada. Lara iba a cuestionarle su presencia cuando Bill puso un dedo sobre sus propios labios antes de sentarse con cuidado en el sillón frente a Lara.

—Él está bien, justo como dije—Bill lo acomodó mejor sobre sus piernas, colocando la cabeza del pequeño en su brazo formando una escuadra—Aunque no tuve el valor para dejarlo solo, ¿sabes? La oscuridad puede ser muy aterradora para un niño

—Así que... ¿preferiste traerlo contigo?

—Espero que no te moleste—susurró, tomando los papeles y doblando una pierna para que Aiden durmiera más cómodo. Lara creyó que su corazón explotaría de amor—Creí que lo mejor sería traerlo conmigo para que no volviera a sentir miedo

—No me molesta—Lara se detuvo, observando la forma en que Bill peinaba el cabello del niño con sus dedos—Y no lo culpo

Bill entendió sus palabras porque esa era la misma reacción que Lara tenía con él cada vez que le ayudaba en sus pesadillas, abrazándole con fuerza y diciéndole que todo estaría bien. Los brazos de William Weasley eran seguros, cálidos, paternales... un lugar donde Aiden podía dormir con calma sin que los recuerdos de la muerte le atacasen y la figura de su verdadero padre permaneciera con él. Para nadie fue un secreto lo conexión que surgió entre esos dos hombrecitos que le provocaban un inmenso amor a Lara.

Aiden O'Connor parecía una señal, el elemento que Lara y Bill necesitaban para pasar tiempo juntos, aunque no lo quisiesen así. Él demandaba atención, después de todo seguía siendo un niño y ellos podían darle el amor que sus padres biológicos ya no podrían darle; Aiden comenzó a tener la manía de acudir a la habitación de Lara, meterse en sus sábanas y dormir abrazado a su torso junto a un oso de peluche. Una vez, incluso, Aiden prácticamente obligó a Lara a dormir con Bill luego de experimentar otra pesadilla noches después.

— ¿Podemos dormir los tres juntos? —había preguntado mientras Lara, a través de la oscuridad, le acariciaba las mejillas. Los luceros azules de Aiden brillaron causando un toque aún más adorable al que Lara no se pudo resistir

—¿Porqué? Creí que te gustaba estar conmigo

—Duermo mejor cuando estamos juntos—respondió, escondiendo su rostro en su oso—Sus abrazos me recuerdan a los de mi papá y los tuyos a los de mamá, pero mis padres siempre dormían conmigo en el centro y así podía sentirlos a ambos, ¿Podemos?

—No lo sé...

— ¿Ustedes serán mis nuevos padres?

—Aiden, cariño, así no es como funciona—Lara sonrió a medias, peinando el cabello del chico con sus manos. Él pudo entender la figura de la muerte, sabía que sus padres no volverían, que tendría que vivir en un lugar diferente y con personas que no conocía, no obstante, aun no era capaz de comprender que, a pesar de que Lara y Bill le recordaran a su familia, ellos no podrían serlo—Hay muchos niños en esta casa, como ya pudiste haberte dado cuenta. Cuando esto termine y ya no exista ningún peligro, tendremos que llevarlos a un lugar... un lugar donde puedan encontrarles una nueva familia

— ¿Ustedes no son mi nueva familia?

—Me temo que no, cielo

—Esto es muy confuso, yo no lo entiendo

—Lo es, pero no tienes que preocuparte por eso ahora—Lara lo acercó a su pecho—Duerme

— ¿Iremos con Bill?

—No

— ¿Podemos? ¿Lo haremos?

—Aiden...

— ¿Por favor?

Lara bufó, sentándose en la cama para colocarse el albornoz sobre el pijama antes de salir al pasillo. Aiden aplaudió, feliz

— ¿Quién te enseñó a manipular así? —Él se cubrió los labios con sus manos

—Sirius

—Claro, debí saberlo

Lara lo tomó en brazos hasta la habitación de Bill, aunque no estuviese convencida de querer hacer lo que Aiden le pedía. Con todo, ambos entraron a la pieza, caminando despacio hasta la cama del mayor de los Weasley donde Aiden se dejó caer despertándolo de pronto. Lara se quedó estática notando como la luz de la luna entraba por la ventana iluminando el rostro adormilado de Bill y su torso desnudo, sintió las mejillas calientes antes de sentarse en la orilla de la cama

—Hey, ¿Qué ocurre, campeón?

—No podía dormir y le pedí a Lara venir, ¿podemos quedarnos contigo?

—Claro—Bill le hizo un espacio a lo que Aiden se acomodó inmediatamente contra su pecho. Lara los miró hasta que los ojos penetrantes de Bill se clavaron en los de ella—Ven aquí, no te morderé

—Eso espero—respondió entrando en las sabanas acompañada de una risita de Aiden que poco a poco iba perdiéndose entre sueños. Bill observó a Lara a través de la luminosidad de la luna, buscando sus manos entre las cobijas—Dijiste que no harías nada

—Mentí

—Sí, eres un experto en eso

—Lara...

—Hay que dormir antes de que me arrepienta y vuelva a mi habitación—dijo, acercándose más a Aiden. Bill sonrió divertido—No tientes a tu suerte, William

—Bien, respetaré eso, ¿Me dejarás abrazarte durante la noche?

—Puedes intentarlo, sólo si deseas un golpe en la cara

—Creo que correré el riesgo

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro